15 de Noviembre de 2004
   
Pareciera que dentro de la mentalidad del hombre, el engaño ocupa un lugar de preferencia, de excitación, etc, que conduce al misterio y a la necesaria adrenalina para cometer hasta los peores actos de los humanos.
 
En las ultimas décadas, en cambio, en nuestro país preferencialmente, en Latinoamérica en especial y en el mundo en general, salvo contadas excepciones, contradictoriamente, el engaño es la moneda de cambio.
 
¿Pero que nos conduce al engaño?
 
¿Qué nos lleva a la mentira constante de manera tan generosa como aviesa?
 
¿Qué nos seduce del engaño en general? No del engaño en particular que lo hay de miles de formas y con la suerte de que siempre tenemos alguna manera más de engaño para inventar.
 
La aventura que se emprende al comenzar el mismo, el camino que no se conoce aun cuando se lo transita, pese a que se sabe hacia donde se va.!!
 
Ya desde el inicio se conocen los riesgos que se corren: engañar al amigo/a, afectar hasta a los propios familiares, romper un grupo homogéneo de trabajo o de estudio, desarticular todo lo que se haya consolidado de la mejor de las maneras, por solo decir algunas de las cosas que parten desde él y en una visión desde lo particular hasta la totalizadora de la devastación de un grupo, o la misma esencia de la familia que es la pareja y lo peor, destruir a la persona como entidad.
   
Tomando nuestra frase del día : Cuando el estado no es la solución, se constituye en el principal problema. Sergio Berenztein. Profesor Universidad Di Tella
  
Debemos inferir entonces y con tristeza, que el engaño también se origina en nuestras propias clases dirigentes, reafirmando aquella terrible expresión de Goebbels: *miente, miente que siempre algo quedará* nuestros políticos siguen al pie de la letra las acepciones antes vertidas y es allí donde el engaño se enraíza en la totalidad de un estado y en todos sus poderes que lo representan, destruye a un país haciendo que la Nación ni siquiera sea una palabra de valor destruyendo todas sus bases y su sustento.
 
No por nada entre las conclusiones de la reunión de la Pastoral Social se menciona entre sus enunciados mas importantes que: la Argentina atraviesa una crisis que tiene graves efectos económicos y políticos, pero sus raíces profundas son morales y culturales. "no sólo está afectada la capacidad de subsistencia de muchos argentinos (vivienda, alimento, salud, seguridad), sino que están heridos niveles profundos de su personalidad" que lleva a un total descreimiento de la población y de los no representados por los dirigentes.
 
"Si bien casi todos los argentinos, cada uno a su manera, somos corresponsables de la caída en el abismo en el que todavía estamos, los hombres políticos lo son especialmente y están llamados a jugar un papel decisivo en el resurgimiento del país. Pero ello será posible sólo mediante el abandono de viejas prácticas y la conversión sincera y desinteresada al bien común".
 
Que mejor exégesis al engaño que la que acabamos de reproducir no por nuestra pluma sino por nuestros pensadores y una de las clases más representativas del conocimiento del dolor humano como lo es la Iglesia.
 
¿Pero dónde empieza el engaño?
 
Es como la corrupción, necesita de dos, del engañador y del engañado y allí esta la diferencia con toda su crueldad, el primero confabula a dos para subvertir todos los valores casi en su conjunto, el segundo, con una sola persona permite el corrimiento de la ética, la destrucción de los valores también, como lo son la lealtad, la generosidad, la confianza, la entrega sin limites hacia el otro etc. y genera una abrumador desconfianza hacia todos y con todos, que no tiene excepciones ni limites.
 
Al que engaña poco le importa su acción, menos aun si perjudica, como la mayoría de las veces, a gente de su entorno y de su más caro afecto en todos sus estamentos.
 
Mas dolorosamente aun, la mayoría de las veces se daña a la gente que más a hecho por y para el engañador, es como un sortilegio que atrae al engañador, para querer hacer cenizas de aquel engañado que le hizo el fuego de su propia esencia y a veces, su consecuente existencia con valores que aquel no poseía.
 
Pero, el engaño normalmente conduce al abismo al que engaña, a un lugar sin retorno donde solo recogerá el desprecio de los que ya no somos sus iguales, pero mientras, el daño, el perjuicio ya fue consumado.
 
El editor
 

November 15th , 2004
   
 It appears that inside human's mentality, betrayal occupies a preferent place of excitement that leads to the mistery and the necessary adrenalyn needed to commit even the worst of human acts.
 
In the last decades, however, in our country preferably, in Latin America specially and in the world in general, with few exceptions, contradictorily, betrayal is the currency of exchange.
 
But, what leads us to betrayal?
 
What carries us to lying constantly in a way as generous as hideous?
 
What is it that betrayal in general has that seduces us? I am not referring to betrayal in particular, which can take thousands of different shapes, and we are such fortune that we always have some new way of betrayal to invent.
 
The adventure that we set about when we start to betray, the path that remains unkown even as we walk on it, even though we know where it is taking us!!
 
The risks that are run are known from the very beginning: betraying a friend, affecting even our own relatives, breaking an homogeneus group of work or study, desarticulating everything that has been consolidated in the best of ways, only to mention some of the things that it brings about and in a vision that goes from the partial to the total devastation of a group or the essence of a family and, worst of all, the destruction of the person as an entity. 
 
Let's focus in our quote of the day: "When the state is not the solution, it becomes the main problem"- Sergio Berenztein (profesor at Universidad Di Tella)
 
We must therefore sadly infere that betrayal is also originated in our own governors, reaffirming that terrible saying of Goebbels: "lie, lie that something will always remain". Our politicians follow those instructions word perfect and therein lays betrayal, it is there where the whole of a state is rooted and in all its powers which represent it. Betrayal destroys a country making the Nation become a word without value, destroying all its bases and sustenance.
 
That is why, among the conclusions of the reunion of the Pastoral Social, it is mentioned among its most important statements that Argentina is going through a crisis that has severe political and economic effects, but whose profound roots are moral and cultural. "Not only is the survival capacity of many argentines affected (housing, food, health, security) but also deep levels of their personalities are wounded", which leads to total disbelief from the population and from those who don't feel represented by their governors. 
 
"Even though almost all the argentines, each one in its own way, are co-responsibles of the fall in the abyss that we are still inhabiting, politicians are specially to blame and are called to play a decisive role in the re-emerging of the country. But that will only be possible by abandoning old practices and by performing a sincere and uninterested conversion to common welfare".
 
There isn't a better exegesis about betrayal than the one transcribed above, not only by means of our feather but also by means of our thinkers and one of the best representatives of the understanding of the human being's pain such as the Church. 
 
But where does betrayal start?
 
It is like corruption, it implies two people, the betrayer and the betrayed, and therein lays the difference with all its cruelty: corruption makes use of both people to pervert all the values altogether, whereas betrayal needs only one person to misguide ethics and destroy values such as loyalty, generosity, trust, unlimited openness towards someone else, and it generates an overwhelming sense of mistrust towards everybody, which has neither exceptions nor limits.
 
The betrayer cares little about his actions, even less does he care about the damage it might cause to the people around him, who he deeply loves.
 
Most of the time he hurts people who have done a lot of things for him. It is like a sortilege that attracts the betrayer, he feels the need to turn his victim into ashes with the fire of his own essence that the betrayed himself had turned on and, sometimes, he ends up acquiring values that he did not possess before.
 
Betrayal normally drives the betrayer to the abyss, a place with no return where he will only get the rejection of those of us who are not his equals anymore. But, in the meantime, the damage and the pain will have already made effect.

  
The editor