3 de Enero de 2009
La pobreza requiere soluciones políticas
Los graves datos regionales exigen programas
consensuados y continuos, que surjan de acuerdos con la
oposición y dentro del mismo Gobierno.
La pobreza y las desigualdades son resultado
de derrotas políticas. En los noventa se produjo el auge de
la gestión social por proyectos como forma de enfrentar los
problemas de los pobres. Conceptos como planes y programas,
que en los setenta aún remitían a la planificación y los
grandes programas nacionales, mutaron hacia iniciativas
acotadas en tiempo, población, geografía y financiación.
Las profundas diferencias regionales y la complejidad de
nuestro federalismo hicieron el resto. Estas diferencias son
un dato clave a la hora de definir e implementar respuestas
políticas efectivas y sustentables. En el NEA la pobreza
infantil supera el 60%, en el Conurbano bonaerense es de
43,2%, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de 20,1% y en
Río Gallegos 9,3%. Si bien el 97% de los niños argentinos
está escolarizado, el NOA y el NEA tienen los más altos
índices de repitencia, sobreedad y abandono escolar.
Las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación
informaron que la mortalidad infantil revirtió su tendencia
descendente de los últimos años y ha comenzado a subir
especialmente en los municipios del conurbano bonaerense. Un
estudio realizado por CIPPEC en 2008 señala que las
provincias del NEA y NOA tienen la mayor cantidad de niños
con bajo peso y desnutrición crónica (talla/edad) y los
mayores índices de mortalidad infantil (neonatal y post
neonatal), los índices más altos de mortalidad de niños de 1
a 4 años, de mortalidad materna y mayor población con NBI y
sin cobertura de seguridad social.
El Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de 2007
señala que el 64,7% de la primera infancia en el Gran Buenos
Aires y el 44,5% en el interior del país viven en hogares
con hacinamiento, carencia de cloacas, de agua potable y
recolección de residuos.
Para vivir en sociedad hay que estar protegidos y ésta no es
una condición natural porque la pobreza es un problema
político. Sin embargo, para erradicarla, además de voluntad
política es necesario saber qué hacer, cómo hacerlo y con
quién. Comprobamos día a día que la discontinuidad de las
políticas, la tensión entre lo urgente y lo prioritario y
muchas veces la falta de consistencia técnica reducen la
posibilidad de tomar decisiones deseables y necesarias.
Es imprescindible que las respuestas de corto plazo tengan
consistencia con el largo plazo, y esto demanda acuerdos y
consensos no sólo entre el Gobierno y la oposición sino
dentro del mismo Gobierno para considerar las necesidades e
intereses nacionales y las necesidades e intereses
provinciales.
Se requiere coordinación y mecanismos de negociación,
seguimiento, evaluación e intersectorialidad entre el Poder
Ejecutivo y los gobiernos provinciales. En ese contexto
debiéramos revalorizar y fortalecer en serio los consejos
federales para que sean espacios privilegiados que
construyan consensos solidarios y efectivos para definir
estrategias de intervención conjunta que mejoren las
condiciones de vida de millones de mujeres, hombres,
jóvenes, viejos y niños que habitan este país. S columna en
clarín del 31-12-2008,
Por: Lucrecia Teixidó, Politóloga y
docente de la Universidad de Buenos Aires, para el Diario Clarín.