6 de Enero de 2009
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El discurso de
Scioli siembra dudas. Los jefes policiales otra vez
cuestionados.
La vinculación del comisario
Juan Cardozo y de su cercano teniente Ariel Vega con el
secuestro del empresario Leonardo Bergara devolvió al
primer plano la polémica sobre los nexos de las fuerzas de
seguridad con el delito. En este caso, se hace ineludible
la pregunta sobre un eventual regreso de la “maldita
policía”. Para algunos, efectivamente, volvió. Para otros,
nunca se fue.
“Una vez más
se comprueba que el que dirige, gerencia y protagoniza el
crimen organizado es el aparato represivo del Estado”,
sostiene María del Carmen Verdú, abogada de la
Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional
(Correpi).
Para el Premio Nobel de la Paz
Ezequiel Pérez Esquivel la connivencia entre fuerzas de
seguridad y delito no es tan lineal, como algunos
sostienen. Explica que “no se puede involucrar a todos los
policías. Los que contaminan la institución deben ser
separados y sancionados”.
Según
considera la socióloga especialista en criminología
Alejandra Vallespir, la relación entre policía y delito es
directa. “La misma estructura que usan para combatir el
delito es utilizada para cometerlo”, según explica.
Tal como lo sostuvo en su
libro La policía que supimos conseguir, Vallespir opina
que “el vínculo con los secuestros es muy viejo. Pero la
utilidad económica del delito cambia según las décadas. En
los períodos más politizados se cometían por relaciones
políticas, en el neoliberalismo se acrecentó el móvil por
la caja”, indica.
En cambio, para el ex fiscal
Julio Strassera la participación de uniformados en
secuestros extorsivos “no es la regla” pero se relaciona
con una “cuestión cultural dentro de la fuerza”. En ese
sentido, señala que “es preciso prepararlos y, en caso de
connivencia, aplicar penas más severas”.
El análisis de Verdú es más
pesimista: “No hay solución porque hace a la propia
naturaleza y función del aparato represivo. ¿Cuántas
renovaciones, reformas y purgas hubo y nada cambió?”, se
pregunta.
De acuerdo a la opinión de
numerosos especialistas, las últimas modificaciones en el
esquema de la Policía de la provincia las impulsó el ex
ministro de Seguridad bonaerense León Arslanián.
“El problema es que no existe
una continuidad entre las distintas gestiones de gobierno.
En un momento se echó a un número importante de policías
pero luego se los reincorporó”, subraya Lucila Larrandart,
vicedirectora de Derecho Penal y Criminología de la
Universidad de Buenos Aires.
Sobre este “retroceso” también
opina Guadalupe Godoy, abogada de la Liga Argentina por
los Derechos del Hombre: “La Maldita Policía nunca se fue
porque es una estructura mafiosa en sí misma. Lo que sí
ocurrió es que se revitalizó a partir de la gestión de
Daniel Scioli, que planteó devolverle el espacio político
y el poder de fuego para tenerla contenida. Este año y
medio se revirtieron los escasos avances de Arslanián
sobre el control de la policía”.
Diario Perfil
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