12 de Enero de 2009
Las estadísticas y las percepciones
sobre inseguridad
La reiteración de delitos, que ahora
se extienden a la costa atlántica, o la comisión de delitos
graves, como los secuestros, contribuyen a sostener la
sensación de inseguridad aún cuando algunas estadísticas
oficiales muestran mejoras en la materia. Para que las
percepciones de la población se ajusten a los registros
oficiales es necesario una tarea más profunda contra el
delito que tiene que incluir la policía, el sistema judicial
y las políticas sociales.![](comunidad%20393_archivos/mano%20armada.JPG)
Una reciente estadística oficial sobre delitos en la
provincia de Buenos Aires en los once primeros meses del año
pasado muestra, precisamente, una caída en el número de
hechos y una mejora en la efectividad de la Policía. Según
el informe, las localidades de San Isidro y Bahía Blanca han
registrado la mayor disminución de hechos delictivos,
mientras Morón y Exaltación de la Cruz, el aumento más
importante. También da cuenta de un aumento en los delitos
esclarecidos y en la cantidad detenidos.
Los números oficiales son auspiciosos, pero no alcanzan a
revertir la sensación de inseguridad instalada en la
población que se explica por la realidad cotidiana de miles
de personas y por las propias estadísticas comentadas, según
las cuales se denuncian once delitos por hora tan sólo en el
Gran Buenos Aires. Según la interpretación oficial la mejora
que aparece en las estadísticas se debe a un mejor desempeño
policial, testificado, precisamente en las citadas cifras de
detenciones y en el aumento en cantidades de droga
decomisada.
Aún aceptando esa visión de los hechos, es indudable que el
funcionamiento de la policía provincial sigue presentando
déficit importantes y que es necesario mejorar los sistemas
de selección de personal, de control y de remuneraciones.
Es inquietante en este sentido, el hecho de que muchos
policías tienen ingresos menores a los que señalan el nivel
de pobreza, lo cual constituye un estímulo al bajo
cumplimiento de una tarea arriesgada y también a la
corrupción.
Pero más preocupante aún es que siga habiendo casos de
policías que participan en delitos, lo cual revela un
déficit en los sistemas de selección de personal y de
control interno.
Otro problema de peso en materia de seguridad es el déficit
en el funcionamiento de la Justicia. Como se registra en
forma frecuente, muchas investigaciones se demoran por años,
lo que dificulta la recolección de pruebas y, eventualmente,
la localización de los sospechosos. Por otra parte, los
procesos se prolongan por largos períodos con dos
consecuencias sobresalientes, por lo cual muchas personas
pasan mucho tiempo privados de su libertad sin haber sido
condenados y no pocos delitos prescriben, con los
delincuentes disfrutando del beneficio de la impunidad.
Si bien esta situación es muy conocida y es objeto de debate
permanente, los problemas básicos que dificultan el
funcionamiento de la Justicia, como las insuficiencias de
personal y de tecnología, siguen presentes. Es necesario,
por lo tanto, hacer frente a estas limitaciones aumentando
el número de juzgados y la capacidad operativa de los ya
existentes.
La mejora de la seguridad reclama
también, mejorar las condiciones de vida de las poblaciones
más postergadas, porque la marginalidad y la pobreza afectan
la educación y socialización de los jóvenes. Esto es
particularmente grave en los lugares en los que opera el
narcotráfico, que se constituyen como alternativas de
ingresos.
Queda, finalmente, considerar el problema de las cárceles,
que están lejos de cumplir su función de reeducación de los
internos y que suelen ser, como señalan reiteradas
investigaciones, ámbito de violación de derechos humanos.
A
pesar de algunas estadísticas oficiales que muestran mejoras
en el tema, la sensación de inseguridad se mantiene por la
reiteración de delitos violentos. Es necesario mejorar el
funcionamiento de las policías y de la Justicia, para
acelerar las investigaciones y los procesos, cuya dilación
conduce a la impunidad. También hay que atender a la
situación social de los sectores más postergados y a las
condiciones de las cárceles.