19 de Enero de 2009
A
la hora de hablar sobre conductas de riesgo o de descontrol
que adoptan muchos jóvenes, y que se ven a menudo
incrementadas durante las vacaciones, resulta imposible no
volver a referirse al consumo de alcohol y drogas.
Quienes frecuentan los bares y también
las discotecas y otros lugares bailables aseguran que jamás
se había alcanzado el nivel de consumo que se percibe hoy,
en particular en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano
bonaerense.
Se
encuentran, también, nuevas modalidades en la consumición;
las bebidas alcohólicas, por ejemplo, que se toman en en
cantidades cada vez más desmedidas, suelen emplearse en
ciertos locales bailables como premio o "recompensa" para
quienes están dispuestos a participar en competencias con
ribetes eróticos, a las cuales son invitadas especialmente
las adolescentes y las mujeres jóvenes.
En
cuanto a los estupefacientes, a los ya conocidos como
"drogas de la noche" (marihuana, cocaína, éxtasis, ácido
lisérgico) y al paco, cuya venta y consumo comienza a
generalizarse en ciertas bailantas bonaerenses, se suman
todo el tiempo nuevas y peligrosas sustancias, con distintos
efectos hipnóticos que prácticamente anulan la voluntad y el
criterio de sus consumidores, quienes son llevados a vivir
situaciones de enorme vulnerabilidad. Algunas tienen nombres
exóticos, como la conocida como "burundanga", que produce
una amnesia que provoca inconsciencia; otras, como el "Calmador",
que se consume en las conocidas "previas" antes de las
fiestas y es un miorrelajante, pueden obtenerse en una
farmacia.
Esta
información que padres, maestros y expertos obtienen a
diario de su propia experiencia es corroborada por distintos
informes emanados de organismos nacionales e
internacionales. Así, los últimos estudios de la
Subsecretaría de Atención a las
Adicciones bonaerense (SADA) señalan que el consumo
de drogas y alcohol está asociado al 68 por ciento de las
muertes de los jóvenes de entre 15 y 24 años en la
provincia. Y un informe elaborado recientemente por el
Banco Mundial, con la
colaboración del gobierno argentino y la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso),
advierte que las probabilidades de que un joven de 15 años
muera antes de cumplir los 60 son mayores que las esperadas
para un país con los ingresos de la Argentina.
Al
respecto, y para mostrar la magnitud que puede alcanzar esta
situación, una encuesta encargada por
el ministro de Desarrollo Social bonaerense, Daniel Arroyo,
señala que el 35 por ciento de los adolescentes y jóvenes
de entre 15 y 20 años que vive en el conurbano, y que no
estudia ni trabaja, cree que dentro de cinco años va a estar
"muerto o excluido". No es extraño comprobar después que
el consumo de drogas y alcohol aumenta proporcionalmente a
la deserción escolar en el nivel secundario; en este
sentido, los últimos números en la provincia de Buenos Aires
reflejan un 14 por ciento de abandono.
Los
riesgos a los que se encuentra expuesta la juventud
argentina son complejos y para solucionarlos se requiere de
una política pública coordinada inter-institucionalmente,
para apuntalar todos los aspectos vinculados al campo
laboral, de salud y educativo. Porque las consecuencias
pueden ser gravísimas: coma alcohólico, sobredosis,
accidentes, lesiones, enfermedades de transmisión sexual y,
en los casos más extremos, severas incapacidades y muertes.
Además
de programas especiales que contemplen la reinserción social
en los casos más marginales, debe haber otros para temas muy
concretos como la autoestima, la prevención de la violencia
y de las adicciones, la tolerancia ante la frustración, y
sobre valores y familia.
Es
necesario estar al lado de los jóvenes con palabras e
imágenes adecuadas a sus experiencias, haciéndoles
comprender todos los riesgos que implican estas adicciones,
que pueden llegar a comprometer para siempre su dignidad
como personas, y su libertad y capacidad de decidir por sí
mismos, sin distorsiones ni artificios, el camino que
quieren seguir en la vida.
Reproducción textual del Editorial del diario La Nación del
17-01-2009