10 de Agosto de 2009
Día del niño
Trabajo infantil: nada que celebrar para un millón y medio
de chicos argentinos
Los explotan
tanto en zonas rurales (más de la mitad de los niños que
trabajan lo hacen en el campo) como en las ciudades. Denuncias
y un pedido al Gobierno y a la Mesa de Enlace.
Más de un millón y medio de niños en la Argentina no
recibirán hoy un regalo ni saldrán a pasear. No jugarán con
el resto de los niños de la familia, no se sentirán
especiales ni serán consentidos porque hoy es su día. Quizá,
no sonrían en todo el día porque alguien, aprovechándose de
su pobreza, les robó su infancia y los puso a trabajar.
Según un informe global realizado por el Ministerio de
Trabajo y la OIT-IPEC hay en el país más de un millón y
medio de niños que trabajan. El relevamiento data de
2002. Desde entonces, las cifras no se han actualizado.
En 2004, el Observatorio de Trabajo Infantil y Adolescente
realizó la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y
Adolescentes en el marco, también, de la cartera laboral. De
allí se desprende, por ejemplo, que del total de niños y
niñas de cinco a trece años que trabajan el 27 por ciento lo
hace en un negocio, una oficina, un taller o una finca.
Entre cartoneros y vendedores ambulantes suman, por su
parte, el 24,5 por ciento.
Igualdad, trabajo y educación. Hoy en día, pese al trabajo
de organismos independientes o la acción de espacios como La
Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Infantil,
el trabajo infantil sigue existiendo. “Hay una política
pública en contra del trabajo infantil que produce algunas
acciones y algunos programas, pero no hay una solución de
fondo del problema”, explica la licenciada Daniela Zulcovsky,
miembro de la conducción directiva del Comité Argentino de
Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional
sobre los Derechos del Niño (CASACIDN).
“La solución de fondo pasa porque los padres tengan trabajo,
porque haya un ingreso ciudadano para la niñez, porque los
chicos puedan ir a la escuela, que los padres no los
exploten. Tienen que cambiar muchísimo las políticas
públicas como para que el número de chicos explotados
descienda”, agregó la profesional.
Entre la tierra y el sol. Las
actividades a las cuales son sometidos los niños son
diversas. Las más comunes se dan en la industria textil, la
del calzado, en la construcción, la minería y en la
fabricación de ladrillos. Además, miles de niños trabajan en
la vía pública o son explotados sexualmente. Más de la mitad
de los niños que trabajan lo hacen en el sector rural. Allí
se los utiliza para la recolección de zanahoria, tomate,
arándano, vid y calabaza, entre otros productos.
“En el caso de la recolección de ajo y cebolla, los chicos
son mejores que las máquinas, que marcan los frutos y
después se complica exportarlos. Lo mismo pasa con la
recolección de huevos”, cuenta Gustavo Vera, presidente de
la Cooperativa La Alameda. Los miembros de esta ONG, que
busca combatir el trabajo esclavo, saben del tema.
Tras una investigación realizada en las plantaciones de ajo
en Mendoza pudieron demostrar la terrible situación que
atraviesan los chicos. Además, trabajaron en conjunto con
otras agrupaciones para desenmascarar el estado en que viven
familias enteras en las granjas avícolas Nuestra Huella SA,
ubicadas en Exaltación de la Cruz. Allí, “el trabajo
infantil en masa está constatado”. La denuncia por “trabajo
infantil”, “reducción a la servidumbre” y “fraude al fisco”
ya está realizada y se esperan novedades para dentro de un
mes.
Carta al Gobierno y a la Mesa de Enlace. El
11 de junio, pocos días antes de las elecciones, integrantes
de La Alameda y del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)
le pidieron a la Mesa de Enlace que expulse a las empresas
que explotan a los niños de sus filas. En una nota entregada
a los ruralistas figuraba una lista de 22 empresas
comprometidas.
El 31 de julio, cuando comenzó el diálogo entre el Gobierno
y las autoridades rurales, se repitió el pedido y se
solicitó que el tema del trabajo infantil sea tratado en la
reunión. En esa ocasión, representantes de la Sociedad Rural
Argentina les informaron que no había empresas explotadoras
bajo su ala, pero que denunciarían a las que tengan chicos
explotados. Hasta ahora, no se han mostrado avances, y el
tema no fue todavía tratado, pese a la importancia central
que merece.
Perfil.com
NOTA RELACIONADA
EL MENSAJE PAPAL GOLPEO EN EL PLEXO DEL GOBIERNO
La pobreza quedará
El hombre, cercano a uno de los funcionarios que habitan en
la Casa Rosada, lucía desconsolado, sin la euforia de otros
momentos, la que, tras el resultado electoral del 28 de
junio, pertenece definitivamente al pasado. Su relato tenía
aires de catarsis. “La verdad es que lo que se vive aquí es
desalentador. Nadie sabe a dónde vamos. Hoy parece que vamos
para allá, cuando ayer parecía que íbamos en la dirección
exactamente opuesta. ¿Hacia dónde iremos mañana? No hay un
plan claro. Todo es el día a día. Y encima, este tarifazo de
gas que es absolutamente indefendible en la forma en que se
ha hecho. Con esto hemos tirado por la borda seis años de
gobierno.”
Los Kirchner siguen atrapados en su propia red. Allí el
principal problema es la contradicción. Esta contradicción
es la que afecta la credibilidad del Gobierno y genera
incertidumbre, impidiéndole aprovechar buenas
oportunidades.
Pero sigamos con el método de la contradicción permanente
del Gobierno. Es la hora del gas. No se sabe bien qué va a
pasar con las tarifas de electricidad. Con respecto al gas,
en cambio, está claro que los aumentos exorbitantes que se
vienen constatando no afectan sólo a los más pudientes. Por
lo que se sabe, más allá de alguna queja, todos ellos están
pagando. La mayoría reconoce que venía abonando cifras
irrisorias por consumos grandes. Los que están protestando,
en general, no son precisamente ricos. El Gobierno viene
haciendo oídos sordos a esto y respondiendo, falazmente, que
los aumentos no superan el 150%, o que los aumentos afectan
sólo al 10% de la población o que hay un problema
emocional.
La realidad de varias resoluciones judiciales le está
demostrando al Gobierno que su obstinación lo lleva por mal
camino. “Esto está generando un clima similar al de la
Resolución 125”, alertaron varios intendentes, tanto
opositores como afines al Gobierno de distintas provincias
en las que los reclamos de la gente son muy fuertes. “El
secretario de Energía o el jefe de Gabinete deberían venir
acá y enfrentar a los vecinos que me vienen a tocar la
puerta de mi casa o me paran por la calle y me exigen que
haga algo destinado a parar esta locura”, expresaba con
angustia el intendente de Chabas, Osvaldo Salomón, que supo
pertenecer al Frente para la Victoria.
En este clima, la semana que viene, en el Congreso, las
cosas prometen ser muy duras para el oficialismo. “Nadie
quiere dificultar la gobernabilidad, pero estas cosas así no
van”, expresan al unísono legisladores del peronismo y de la
oposición. Todos necesitan que el Gobierno llegue al fin de
su mandato. Pero no de cualquier manera.
“Eramos pocos y apareció el Papa”, dijo una voz del Gobierno
que no llegaba a comprender en la tarde-noche del jueves la
destemplada aparición del jefe de Gabinete, Aníbal
Fernández, para dar un comunicado que se pareció más a una
amonestación a la prensa que a cualquier otra cosa. Al
Gobierno le molestó algún titular que indicaba que el Papa
hablaba del “escándalo de la pobreza” en la Argentina. De
haber actuado en forma más reflexiva, hubiera podido saber
varias cosas que le habrían evitado al Dr. Fernández ese
momento de nerviosismo que claramente lo afectó. Fue una de
las pocas veces en las que se lo vio titubeante.
No hay dudas de que el Papa habló de la Argentina. Un
chequeo por Radio Vaticano lo indicaba claramente. En su
página web, el titular que encabezaba decía:
“Argentina/colecta: el Papa alienta a los cristianos a
realizar un esfuerzo solidario que contribuya a reducir el
escándalo de la pobreza”.
Es poco probable que la carta, firmada por el Sumo Pontífice
en su residencia veraniega de Castel Gandolfo, sea la
manifestación de alguna intencionalidad política de
animadversión hacia el Gobierno. Más bien, es el reflejo de
que, aquel viejo axioma que dice que “del Vaticano viene lo
que al Vaticano va” se ha cumplido una vez más. Y al
Vaticano fueron, en marzo pasado, los obispos argentinos en
la visista ad limina. Y allí, con toda franqueza y crudeza,
le expusieron, entre otras cosas, el tema de la pobreza. El
cardenal Bergoglio viene hablando del escándalo de la
pobreza desde hace rato. Lo mismo vienen haciendo monseñor
Casaretto y la totalidad de los obispos y sacerdotes a lo
largo y a lo ancho del país. Es un tema que la Iglesia
conoce muy bien. Cada fin de semana los pedidos para ayudar
a quienes poco o nada tienen pueblan las misas de todas las
parroquias del país.
Por eso es que lo más inquietante de toda esta situación es
la de quedarse en la esfera de la intriga sobre si hubo o no
alguna intencionalidad política alrededor de este mensaje
del Papa y de no ir al meollo de la cuestión.
En la Argentina los gobiernos pasan y la pobreza queda.
Todos los dirigentes hablan de la pobreza, pero cada vez hay
más pobres.
Al pobre se lo exhibe impúdicamente durante cada campaña
política. Salvo contadas excepciones, no hay dirigente
político que no se saque una foto besando a un chico pobre o
visitando una villa de emergencia, como ahora todos
denominamos a las villas miseria. Es en esas campañas
políticas cuando abundan colchones por acá, chapas por allá
y asfalto un poco más allá.
La Argentina
supo ser un país de promisión. Hoy para muchos, en cambio,
es un país de resignación.
En el mundo, la Argentina representa el ejemplo de un país
en involución. Sus índices de desigualdad social son peores
que los que tenía hace 50 años.
Lo que en la práctica ocurre es que hoy al pobre se lo ayuda
para seguir conviviendo con la pobreza y no para salir de
ella. Son dos cosas bien distintas. Por lo tanto, el pobre
termina siendo un botín político. Veamos, por ejemplo, la
pelea que hay entre el Gobierno de la Nación y el de la
Ciudad de Buenos Aires alrededor de la Villa 31. Ahí
interesa ver quién le hace pagar el costo político a quién y
no lo que le sucede a la gente.
Abocarse a la búsqueda de las soluciones de la pobreza
profunda exige esfuerzos enormes que deben ser acompañados
por toda la sociedad. Conocimos la realidad de la Villa
Zabaleta tras la denuncia de las amenazas de muerte que
sufrió el padre Pepe por haber hecho pública la impunidad
con que allí se trafica droga. Tratar con los chicos de esos
sectores es una tarea ciclópea. Hay que darles educación del
mejor nivel y para ello es necesario disponer de una
logística de recursos humanos y de infraestructura que hoy
faltan. En la escuela de esa villa, por ejemplo, no hay un
teléfono porque no se logra que Telefónica tienda una línea.
Por lo demás, salvo esa escuela, la presencia del Estado es
casi inexistente. ¿Cómo se entiende eso?
Otro caso: los docentes e instructores de Pelota de Trapo,
una obra fantástica que lidera Alberto Morlachetti , que
rescata chicos de la calle y los educa con resultados
excelentes, sufren amenazas y aprietes de todo tipo con
total impunidad, ya que las autoridades, más allá de algún
repudio de compromiso, poco hacen par acabar con esas
acciones.
Estos ejemplos –hay miles– muestran que ahí están los
desafíos reales para enfrentar la pobreza, y no en la
anécdota de la discusión sobre si la carta del papa
Benedicto XVI tuvo alguna intencionalidad política, porque,
de ser así, la anécdota pasará y la pobreza quedará.
Extracto
parcial de la columna de Nelson Castro en el diario
Perfil.Producción periodística: Guido Baistrocchi.
Advierten que hay 13,3 millones de pobres en la Argentina
De ese total, 6 millones de personas ya habrían caído en la
indigencia. Los aumentos de precios y la falta de empleo
son las principales causas del deterioro social
Un estudio elaborado por el economista y diputado nacional
de Proyecto Sur, Claudio Lozano, refleja la magnitud del
aumento de la pobreza en la Argentina, al compás de la
inflación y la falta de oportunidades en materia laboral.
El trabajo alerta al ajustar las tasas de pobreza e
indigencia de acuerdo a la estructura de consumo del período
96/97, supone que la tasa de pobreza e indigencia y las
poblaciones afectadas son muchas más que las que se
reconocen oficialmente.
En la alternativa 1 la pobreza afectaría al 31,3% de la
población y la indigencia al 14%. Así, cerca de 12,5
millones de argentinos serían pobres y 5,6 millones
indigentes.
En la alternativa 2 la pobreza afectaría al 33,5% de la
población y la indigencia al 14,6%. Consiguientemente, cerca
de 13,3 millones de argentinos serían pobres y casi 6
millones serían indigentes.
Para Octubre 2008, la tasa de pobreza fue del 24,8% en la
alternativa 1, y del 26,5% en la alternativa 2 y la cantidad
de personas pobres oscilan entre los 10 y 10,5 millones.
La indigencia representa el 10,9% de la población, según la
alternativa 1, y la alternativa 2 arroja una tasa del 11,4%.
Así, la cantidad de indigentes en nuestro país gira en torno
a los 4,5 millones de personas.
Conviene resaltar, de la información presentada, que la
ampliación del hambre (la indigencia) es la principal
secuela del actual proceso inflacionario.
Por su parte, la pobreza cae, pero muy levemente en ambas
estimaciones.
ESCANDALOSA DESESPERANZA
En sintonía con los dichos del Papa Benedicto XVI, el
cardenal Juan Carlos Bergoglio, señaló que hoy día "primero
se excluye, borrando los rostros de la gente, para luego no
sentir nada, se los desprecia y se los echa como sobrante",
durante su exposición en la misa central por el día de San
Cayetano, en Liniers.
"Vivimos situaciones de
pobreza escandalosa, de falta de trabajo", agregó más tarde
tomando dichos textuales del Sumo Pontífice. "Cuánta gente
cada día más, duerme en la calle, en plena Plaza de Mayo, en
pleno corazón de esta ciudad", sostuvo Bergoglio a un día de
las declaraciones del Papa refiriéndose al "escándalo" que
significa la pobreza.
"Nos preguntamos por
qué vivimos en una situación de pobreza escandalosa, de
falta de trabajo, de enfermedades que nos afectan
masivamente como la gripe o el dengue, que pegan más duro
por la falta de justicia", aseguró luego el cardenal ante
miles de fieles que, como todos los 7 de agosto, se
congregan en el templo de Liniers para venerar al santo
patrono del pan y del trabajo.
En otro fragmento, el
arzobispo de Buenos Aires no perdió la oportunidad de
indicar que "hay gente que ya opina que no se puede esperar
nada de nadie, gente que ya tiró la toalla de la esperanza".