03 de
Abril 2006
Sobre Los Lagartos Country Club y Mayling Club de Campo, dos
lugares tradicionales de Zona Norte del Gran Buenos Aires,
pesan las sospechas de que no aceptan a miembros de la
comunidad judía. Los casos. La aceptación y el silencio
social. La bolilla negra. El cuerpo semita. Los “disimulados”.
Qué dicen en los countries, las inmobiliarias, la DAIA y el
Inadi.
Estaban decididos. Mudarse a un country en Pilar era la mejor
opción. Laura y su marido abandonarían su departamento de
Barrio Norte para que sus tres hijos vivieran más en contacto
con la naturaleza. “Vimos distintas alternativas, pero Mayling
nos gustó mucho y nos decidimos. Pagamos la seña por un lote,
completamos los formularios y esperamos que resolvieran la
admisión. Nos dijeron que eso llevaría pocos días, una simple
cuestión burocrática.” Pero pasó una semana, luego dos y la
respuesta seguía prolongándose.
“Mi marido llamó varias veces y la excusa era siempre
distinta: `Que están demorados, que todavía no se reunió la
comisión directiva´.” En ese momento Laura –cuyo apellido
refleja su pertenencia a la comunidad judía- y su marido –de
apellido italiano- no imaginaban cuál podía ser la razón del
silencio. “Teníamos una conocida que vivía en el country. Fue
ella quien en confianza nos planteó lo que estaba pasando: `Mirá,
no se lo van a decir nunca, pero el apellido de Laura es
judío, ¿no? Por ahí viene la mano. No insistan porque ése es
el motivo de rechazo.”
Nadie les dio una razón para explicarles por qué no los habían
aceptado. Sólo les devolvieron la seña y dieron marcha atrás
con la operación. “Lo que nos pasó fue un acto de
discriminación encubierta. Nos quedamos indignados, con una
sensación muy fea. Lo comentamos con amigos que nos dijeron:
´¿Cómo fueron a buscar a Mayling si es sabido que ahí no
admiten a judíos?´. A lo mejor fuimos ingenuos y elegimos el
lugar que más nos gustó. A partir de lo que nos pasó, nos
dimos cuenta de que en muchos de estos countries se siente más
el antisemitismo, aunque jamás lo van a reconocer.”
La historia de Laura, que aceptó contar su experiencia a
PERFIL con la condición de que su apellido no fuera revelado,
pone en evidencia una realidad muy comentada, pero nunca
denunciada. No siempre en los countries y clubes de campo
compra quien quiere sino quien puede. Principalmente en
aquellos más tradicionales y exclusivos, el ingreso está
condicionado por motivos que van más allá de la disponibilidad
económica. Para “pertenecer”, es necesario cumplir con ciertos
requisitos y, en algunos casos, la religión del potencial
comprador puede resultar decisiva. Aunque estas condiciones de
admisión no están escritas en ningún reglamento, es sabido que
en ciertos emprendimientos de Zona Norte del Gran Buenos Aires
el ser judío puede resultar “un problema”, “un escollo”
difícil de superar.
Comentarios. El primero, de una socia del club Lagartos a su
amiga: “Me dijeron que tu hija se muda al Highland. ¡Qué
lástima! ¿Por qué no vino a Lagartos que acá no hay judíos?”.
El segundo, de la dueña de una inmobiliaria de Pilar: “Hace
muchos años que vendo propiedades a matrimonios de la
comunidad judía y hay countries como Lagartos o Mayling por
los que ni siquiera preguntan. Sí en cambio me consultan por
otros en los que están seguros de que no serán rechazados.
Nadie lo admite, pero ésta es una realidad conocida y
aceptada”.
El tercero, de un periodista de la zona: “Claro que se sabe
que acá en Pilar hay countries donde el antisemitismo sigue
siendo fuerte. Pero es algo que se comenta por lo bajo.
Recurren a excusas, te disfrazan el rechazo diciendo que no
tienen más lugar. Lo que pasa es que esto sigue siendo una
chacra con asfalto donde todos se conocen y están vinculados.
Hay un círculo de silencio difícil de romper”.
A pesar de que este tipo de observaciones son frecuentes entre
los habitantes de Pilar, resulta difícil que sean aceptadas
públicamente y frente a un grabador. Cuando PERFIL consultó
sobre este tema a las principales inmobiliarias que venden en
Mayling y Lagartos, todas negaban que detrás de los criterios
de admisión se escondiera una posible discriminación. Distinto
fue cuando esta periodista llamó a las mismas inmobiliarias
diciendo que formaba parte de un matrimonio mixto y quería
consultar si el judaísmo de su marido podía ser una traba:
-Mixto... ¿Qué es eso?
-Significa que yo soy católica y mi marido judío.
-Ahh. Yo vivo en el Mayling, por eso te digo que son un
poquito estrictos.
-¿Qué querés decir con eso?
-Mirá, antes discriminaban. No dejaban entrar a personas de
otra religión. Ahora creo que hay algunos judíos.
-No querríamos iniciar el trámite y que se frene por esto.
-Entiendo lo que me decís. Conozco a una chica judía que
estudió con mi marido en la facultad. Ella se casó con un
católico y el otro día me los encontré en el club house. Así
que a lo mejor no joroban tanto con esto. Tendríamos que
verlo.
Una conversación similar se dio con una empleada de otra
inmobiliaria, que además de vender propiedades en Lagartos
vive allí desde hace 30 años: “Yo entiendo que no te gustaría
ir a un rebote por eso. Pero ahora hay una apertura diferente,
no es tan cerrado como antes. Hoy, si es mixto, no habría
problema. Judíos, puros, creo que no hay”.
Bolilla negra. “En este tipo de lugares, si sos rechazado, ni
con todo el dinero del mundo lográs entrar. Como dice Pierre
Bourdieu, los que tienen mayor capital pueden mantener a
distancia, física y simbólica, a las personas y cosas
indeseables”, explica María Carman, una antropóloga social que
ha trabajado sobre la temática “countrista”. De una manera más
simple y directa lo explica una empleada de Lagartos: “Acá,
como en cualquier otro club, se pueden reservar el derecho de
admisión. Así eligen a la gente que más les gusta”.
Si bien el método de selección puede variar, hay un sistema
común, según socios e inmobiliarias de la zona. El primer paso
es presentar ante la comisión de admisión un formulario
completo con datos de los futuros compradores. Después eso
papeles son expuestos en un lugar público del country, para
que todos puedan conocer quiénes pretenden ser sus vecinos.
Esta etapa es decisiva, ya que si un socio tiene alguna
objeción puede oponerse y sacar la bolilla negra. Si eso
ocurre, la decisión es inapelable. “Hagas lo que hagas, si te
sacan la bolilla negra no entrás. Esto es bastante arbitrario,
te arriesgás a que si a alguien no le gustó tu cara, no te
acepte”, reconoce una vecina de uno de estos countries.
Si luego de una semana no hay objeciones, se pasa al último
paso: la entrevista con la comisión. Allí debe concurrir quien
desea hacer la compra y su familia. “Te preguntan de todo.
Además de los datos básicos, tenés que explicar por qué elegís
el club, cuáles son tus hobbies, qué hacen tus padres y tus
hermanos. Parece un interrogatorio de la SIDE”, explica un
abogado y ex socio de Lagartos.
La carta de aprobación llega en menos de una semana. La de
rechazo, nunca. Quienes nos son aceptados deben resignarse a
admitir en silencio la devolución de la seña. Como los
requisitos de ingreso no están explícitamente formulados y
dependen de criterios muy vagos, la posibilidad de cuestionar
el rechazo es prácticamente imposible.
Cupos. “En Mayling hay algunos judíos pero disimulados. No
usan gorrita ni nada de eso”, comenta una socia con
naturalidad. Al momento de contestar sobre la posible
discriminación de estos countries, gran parte de los socios,
las inmobiliarias y otros “countristas” responden que en esos
lugares hay socios judíos. Si bien nunca son un grupo
mayoritario, son la “la prueba” que garantiza que no
discriminan. Y hay quiénes aseguran que algunos countries
hasta estipularían “cupos” para judíos.
Según los testimonios recogidos, pareciera que los miembros de
la colectividad aceptados tienen una característica
distintiva: su capacidad de disimular.
Así lo explica la dueña de una inmobiliaria de la zona: “Acá
en Lagartos hay gente de la colectividad. Pero son gente que
no se mete. Tienen un perfil muy bajo, son gente normal. No es
que estén haciendo proselitismo para una religión.
Vamos a ver cómo los podemos presentar de la mejor forma
posible para que ustedes no se sientan lastimados de ninguna
manera ¿OK?”.
Todo parecería indicar que, tal como advierte esta señora,
para una presentación exitosa el apellido puede ser clave. Un
especialista en demografía y genealogía judía analizó listados
de socios y comisiones de ambos countries, obtenidos por
PERFIL. Su conclusión fue que “en ninguna lista hay apellidos
muy evidentes, ni inconfundiblemente judíos”. Lo mismo
insinuaron en una inmobiliaria que opera en Lagartos ante la
pregunta del posible rechazo de un matrimonio mixto. “No creo
que haya problemas. El apellido de su marido ¿Es muy
evidente?”
Gente como uno. Gustavo S., un antiguo socio de Lagartos, le
propuso a su colega médico Pablo B. que comprara una casa en
el country. Pablo se mostró interesado y mantuvo una primera
conversación con alguien enviado por Gustavo. Pero después de
esa entrevista, pasó el tiempo y no hubo novedades. Entonces,
quién lo había postulado consultó a otro socio del country de
la demora. “Pero doctor, no insista, ¿No sabe que B. es un
apellido judío?”.
Pablo B. nunca se enteró de ésta conversación, revelada a este
diario por una fuente inobjetable, pero al pasar el tiempo
desistió de la compra. “la verdad es que había escuchado que
en algunos countries eran un poco estrictos con los ingresos.
Ahora que lo pienso, me doy cuenta de que mi apellido no es
evidentemente judío y no sé si mi colega sabía cuál era mi
religión. Acaso fui discriminado y no me di cuenta”, comentó
Pablo B. a PERFIL.
Testimonios de este tipo refieren a una discriminación
encubierta y silenciosa, que muchos aceptan como algo normal.
Y no faltan quienes justifican estas prácticas diciendo “que a
los judíos les gusta estar entre ellos, para eso tienen sus
propios clubes”.
La incomodidad frente a lo diferente es otro argumento muy
utilizado. Así respondió la empleada de una inmobiliaria que
vende en Mayling a la pregunta si aceptaban parejas mixtas:
- En Mayling hay socios judíos pero no muchos. En este club el
98% es católico. La cuestión es que ustedes se sientan
cómodos. Yo no sé si tu marido es practicante, porque de
repente lo es y se siente incómodo en un lugar donde todo está
previsto sólo para católicos, digamos.
DIRECTIVOS DE LOS LAGARTOS Y MAYLING DESMIENTEN TODO
De todos los countries con sistemas de admisión, Mayling Club
de Campo y Lagartos Country Club fueron señalados como los
emprendimientos con mayores inconvenientes de ingreso para las
personas de la comunidad judía. PERFIL se comunicó con ambos
para informarles sobre esta investigación y darles la
posibilidad de dar su opinión sobre el tema.
Esto dijo Roberto Pérez, gerente de Lagartos Country Club, a
PERFIL: “En el country hay socios de distintas colectividades.
No me interesa que me comente lo que usted ha averiguado. La
discriminación es algo que para nosotros no existe. Tampoco
existen cupos de ningún tipo. Me tengo que ir a una reunión,
disculpe”. La comunicación telefónica se cortó abruptamente.
En una primera conversación, José Antonio Castro Videla,
gerente de Relaciones institucionales de Mailing Club de campo
comentó: “Es un tema…Que se yo…Da para hablar mucho. Yo diría
al revés. Hay clubes que son de comunidades, qué pasa con un
club armenio, irlandés, qué pasa con un club alemán, qué pasa
con Hebraica, qué pasa con el Náutico Acoja, con Maccabí, con
un club escandinavo. Ese es el tema”.
El día siguiente la misma persona le dijo a PERFIL la versión
oficial del country: “Lo que tenemos para decir oficialmente
es que aquí no hay ningún grado de discriminación por
creencias religiosas, para nada. Acá hay socios de distintos
credos, de distintas religiones, de distintas nacionalidades.
Nunca hubo inconvenientes. No puedo darle nombres por razones
de confidencialidad. La idea es contestarle eso y punto. No
hay otra cosa para decir. Lo que dirán los demás corre por su
cuenta. No queremos entrar en una polémica de no se quién dice
algo. Lo que le digo es que en Mayling no es así”.
UN REFLEJO DE LA SOCIEDAD ARGENTINA
MARISTELA SVAMPA*
Más allá de las grandes transformaciones de los 90, los
countries o clubes de campo continúan siendo espacios de
producción de pautas y prácticas que configuran distintos
grupos de pertenencia y status. Así, entre los 130 countries
que existen en la región metropolitana de Buenos Aires, los
hay de todo tipo: los de carácter exclusivo y elitista,
algunos venidos a menos, hasta aquellos de “medio pelo”. Las
pautas sociales y culturales se expresan en las condiciones de
admisión, éste es un código de restricciones, generalmente no
escrito pero (re)conocido por todos. Este código va
conformando, más que las reglas explícitas, el nivel social y,
por ende, el contorno del grupo de pertenencia. Entre estas
pautas se encuentra el antisemitismo.
Aunque pocos serían capaces de reconocerlo abiertamente, nadie
ignora que hay ciertos countries con una larga historia de
discriminaciones y antisemitismo. Así, en un tiempo existió el
temido sistema de “bolilla negra”, que excluía a todo aquel
que fuera vetado por uno solo de los socios, por lo general
nuevos ricos “indeseables”candidatos de origen judío. Incluso
uno de los countries más antiguos del país llegó a establecer
un cupo para personas de origen judío.
Recordemos que el antisemitismo es una pauta social y cultural
muy asociada a las clases tradicionales, en la cual se
conjugan vocación autoritaria y marcada confesión católica.
Sin embargo, con gradaciones y matices, éste también recorre
el sentido común de diversos segmentos del mundo popular y las
clases medias provinciales. Hoy, pese a que el antisemitismo
no se expresa como en otras épocas, hay quienes observan que,
en ciertos countries recientes de Zona Norte, la exclusividad
aparece incrementada desde el momento en que se “desalienta”
la presentación de candidatos de origen judío.
A diferencia de los countries, los barrios privados están
lejos de ejemplificar mecanismos de discriminación por
cuestiones sociales, étnicas o religiosas. Al contrario, la
presencia cada vez mayor de periodistas, actores, artistas y
deportistas famosos, algunos de ellos considerados
“progresistas”, no sólo los provee de prestigio, sino que
facilita su naturalización mediática y social, como si éstos
siempre hubiesen formado parte del paisaje urbano.
Entre los “progres”, el caso más reciente es el de un cantante
que declaró que se mudaba a uno de estos paraísos para escapar
del asedio de admiradores. Salida hiperbólica que ilustra, una
vez más, la falsa idea de que no hay soluciones intermedias y
expresa, en un acto de fuerte admiración simbólica, la
aceptación de las distancias sociales.
La persistencia del antisemitismo así como la creciente
naturalización de la distancia social remiten menos a
fenómenos específicos que a la exacerbación de que ciertos
dispositivos de exclusión adquieren en el marco de las
urbanizaciones cerradas. Suerte de vuelta de tuerca que, en su
ajuste y consolidación, sirve entonces para confrontarnos con
visiones prácticas –antiguas o recientes- presentes en
diferentes sectores de la sociedad argentina.
*Filósofa, socióloga, docente e investigadora del Conicet.
Autora de “Los que ganaron. La vida en los countries y barrios
privados”
Fuente: Diario Perfil, Suplemento
El Observador. 30.04.2006.
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