31 de Marzo de 2009
Es el ciclo
exigido por ley; habrá 1.400.000 alumnos perjudicados
La noticia
que habitualmente llega más cerca de fin de año esta vez se
adelantó. A casi un mes después del comienzo del ciclo
lectivo, ya hay 1.400.000 alumnos que no podrán recibir los
180 días de clases obligatorios por ley, a raíz de la
frenética seguidilla de paros docentes.
Siete provincias
(Corrientes, Chaco, Jujuy, Neuquén, Río
Negro, San Juan y Santiago del Estero) han tenido
huelgas que harán imposible cumplir el calendario escolar, en
el inicio de un período lectivo que se caracteriza por su alto
nivel de conflictividad.
La situación más grave se
registra en Río Negro, donde el conflicto docente perjudica al
60% de los 160.000 alumnos de la provincia, que aún no
pudieron ir a la escuela. Ya van 24 días sin clases, con
cortes de ruta, movilizaciones y aulas vacías. La vecina
Neuquén le sigue en complejidad, con 16 días de huelga en
cuatro semanas.
Los paros no afectan al 100%
de los alumnos en cada distrito, pero en la mayoría de los
casos tienen una adhesión de los docentes del 70 al 90% en las
escuelas estatales. De ese cálculo surge el número de 1,4
millones de chicos afectados.
A las siete provincias
se sumará la semana próxima la ciudad de
Buenos Aires, que con la huelga por 48 horas que
comenzará el martes también quedará al margen de los 180 días
de clases. En esta capital, el conflicto afecta a 370.000
alumnos de escuelas estatales, ya que los paros casi no
repercuten en la enseñanza privada, donde sí tienen clases
unos 350.000 chicos.
Por ahora llegan a cumplir
los 180 días Santa Cruz, Entre Ríos y Catamarca, aunque los
conflictos siguen aún abiertos en las tres provincias y hay
firmes perspectivas de que las huelgas continúen.
Otro dato preocupante se
llevó el primer mes del año escolar. En lo que va de 2008 se
llevan perdidos entre todas las provincias 84 días de clases,
casi la mitad de las 162 jornadas que dejaron de dictarse por
las huelgas durante todo el año pasado.
El año más
complicado
"Todos los años parecen
siempre más conflictivos que el anterior porque es el que
estamos viviendo. Las situaciones más graves se dieron en Río
Negro, Neuquén y Jujuy, pero en ésta ya hubo acuerdo", dijo
el ministro de Educación, Juan Carlos
Tedesco, en diálogo con La Nacion.
Advirtió que "las propias
provincias tendrán que dar respuestas y recurrir a las vías
tradicionales para cumplir con la ley: recuperar los días de
clases perdidos, eliminar asuetos o dar algún tipo de
actividad complementaria". Pero se cuidó muy bien en aclarar
que la decisión de recuperar las clases perdidas es resorte de
cada jurisdicción y no está en sus manos.
El viernes último se alcanzó
un principio de acuerdo en la provincia de Buenos Aires, donde
hasta ahora los maestros dictaron en forma completa sólo una
de las cuatro semanas de clases. El calendario de 185 días,
uno de los más amplios del país, quedó reducido hasta ahora a
181, por los cuatro días de huelgas: con dos jornadas más de
inactividad quedarán fuera de los 180 días más de 3,2 millones
de chicos.
El año pasado extendieron el
calendario y recuperaron clases las provincias de Buenos
Aires, Catamarca, Neuquén, Río Negro y Tierra del Fuego y la
Capital Federal, pero sólo a la primera de ellas le sirvió
para completar el mínimo de jornadas escolares requeridas.
La obligación de dictar 180
días de clases fue dispuesta en diciembre de 2003 por la ley
25.864, impulsada por el primer gobierno kirchnerista. Nunca
se logró, sin embargo, que todas las provincias cumplieran con
ese mandato.
El año pasado, sólo las
provincias de Buenos Aires, al extender el calendario, y de
Chubut completaron los 180 días de clases. El resto quedó en
deuda y las situaciones más traumáticas se vivieron en Entre
Ríos (18 días sin clases), Tierra del Fuego (16) y Neuquén
(15), donde este mes ya se perdieron más días de clases que
durante todo el año pasado.
Por lejos, la provincia que
más huelgas acumula en los últimos tres años es Neuquén, donde
en abril de 2007, en medio del conflicto, murió trágicamente
el maestro Carlos Fuentealba. En
los últimos tres años se perdieron 84 días de clases,
equivalente casi a medio año escolar.
En el otro extremo, Chubut,
La Pampa, Misiones y Formosa son las que menos paros han
tenido desde 2007. Por citar una comparación, en lo que va del
año, los chicos formoseños tuvieron un 26 % más de clases que
sus pares de Río Negro, que es una de las provincias con más
altos porcentajes de alumnos que repiten en el secundario.
Los
conflictos abiertos
Para intentar evitar el
nuevo paro del martes y del miércoles, el gobierno porteño
convocó para mañana, a las 14, a los 17 gremios docentes de la
ciudad. La apuesta máxima del Ministerio
de Educación local es alcanzar un acuerdo. La mínima es
que el desgaste por la prolongación del conflicto produzca un
quiebre en la acción de las organizaciones sindicales, que
lidera la Unión de Trabajadores de la
Educación (UTE), el brazo porteño de la Ctera.
La provincia de Santa Cruz,
donde hace dos años hubo 51 días de paro y las escuelas
abrieron apenas 130 jornadas, está en el límite de los 180
días, pero sigue en conflicto. Con un día más de huelga, no
podrá garantizar el mínimo que exige la ley.
La situación es similar en
Entre Ríos, donde a los tres días de clases ya perdidos se
suman paros parciales por turno. La
presidenta del Consejo General de Educación, Graciela Bar,
admitió que las medidas de fuerza "están perjudicando
el proceso de aprendizaje de los alumnos". Y en Catamarca, el
gobierno de Eduardo Brizuela del Moral, que acaba de ganar las
elecciones, comunicó a los gremios que no habrá aumento.
Frente a un mapa tan
fragmentado corresponde preguntarse si la expansión de los
conflictos profundiza las desigualdades entre las escuelas que
tienen clases y las que no. Tedesco responde: "Tienen algún
impacto, pero seamos serios. La fragmentación del sistema
educativo argentino no está en función de las huelgas de los
docentes, sino en función de la desigualdad social, de la
distribución de la riqueza, de las condiciones materiales de
vida de las familias". Mariano de Vedia,
para La Nación.
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NOTAS
RELACIONADAS:
Un auxilio
que no elimina la desigualdad
Las siete provincias que por
los paros no podrán cumplir los 180 días de clases
-Corrientes, Chaco, Jujuy, Neuquén, Río Negro, San Juan y
Santiago del Estero- reciben en conjunto $ 420 millones del
gobierno nacional para el pago de salarios.
Los fondos ascienden a $
2300 millones en todo el país y se entregan mediante el Fondo
de Incentivo Docente, que reciben en forma equitativa todas
las jurisdicciones, y el Fondo de Compensación Salarial,
creado en 2005, que se distribuye entre las 11 provincias que
no alcanzan a cubrir con sus recursos el piso mínimo salarial
de 1490 pesos.
Esos distritos son: Chaco,
Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Jujuy, La Rioja, Misiones,
Salta, San Juan Santiago del Estero y Tucumán.
"El fondo va a las
provincias más pobres, que no pueden pagar el salario mínimo,
y a eso se aplica", dijo el ministro Tedesco, al desestimar
nuevas ayudas financieras a otras provincias, como algunas de
ellas han solicitado.
Río Negro y Neuquén, por
ejemplo, reciben $ 37 millones y 41 millones, respectivamente,
para el pago del incentivo salarial docente. En el mismo
sentido, el gobierno nacional destina $ 135,6 millones al
distrito porteño y $ 648,5 millones, a la provincia de Buenos
Aires. Pero no están incluidas en el Fondo de Compensación
Salarial.
Tampoco reciben este auxilio
de recursos otras provincias grandes, como Mendoza, Córdoba y
Santa Fe, que hacen una gran inversión en educación, pero que
deben enfrentar grandes problemas de pobreza urbana.
Algunos expertos señalan la
paradoja de que, en estos años, muchas de las provincias
beneficiadas prefirieron no destinar más presupuesto a
salarios y esperar la compensación del Estado.
La rutina
de aprender
Las elecciones se adelantan
y las clases se demoran o se interrumpen. En la Argentina,
tenemos problemas con los ritmos normales y también tenemos
problemas para habitar los espacios públicos: las calles se
vuelven intransitables y las escuelas están vacías. Y esto es
grave porque la calidad institucional y la calidad educativa
tienen que ver con lo previsible, con el respeto de reglas de
juego, con un tiempo y un espacio protegidos.
No es posible vivir en la
incertidumbre de pensar si habrá escuela o no al día
siguiente. Esto es lo mismo que dudar de si habrá o no futuro
al día siguiente. La vida escolar enseña muchas cosas, entre
ellas el ritmo del trabajo, la disciplina de la continuidad,
de la regularidad del esfuerzo. La escuela, en el diseño de un
país normal, está, importa, aguarda, existe.
Por eso, las escuelas son la
esperanza para reconstruir la cultura del trabajo, devastada
en amplios sectores del país como consecuencia de la
desocupación y de prácticas destructivas del aparato
productivo propias del clientelismo político.
Lo peor de estos días es
intuir que la interrupción de las clases no va a resolver el
problema; que el tiempo entre el fin de un paro y el próximo
es sólo una tregua. Y vivir de tregua en tregua es transitar
un tiempo prestado, poco propicio para enseñar y aprender.
Nota de opinión de Claudia Romero,
directora del área de Educación de la Universidad Torcuato Di
Tella, para el diario La Nación.
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