21 de Abril de 2009
La "ira" no
pierde vigencia
"Las uvas de
la ira", la novela del estadounidense John Steinbeck, cumple
esta semana 70 años de publicación. Ambientada en 1930, cuando
Estados Unidos sufre la crisis económica conocida como la Gran
Depresión, la novela ha cobrado hoy día una relevancia
inusitada. A raíz de la crisis Tom Joad y su familia pierden
su granja en Oklahoma.
![](http://www.bbc.co.uk/worldservice/assets/images/2009/04/090416163742_sp_uvas_getty226b.jpg)
Esta épica novela narra el
angustioso éxodo de Tom Joad y su familia, expulsada de su
granja en Oklahoma, por la carretera 66 que atraviesa el
suroeste estadounidense hacia lo que -equivocadamente- creen
que será un futuro mejor en California.
Para muchos lectores, ésta
es la obra literaria que mejor refleja la época de la
Depresión y una suerte de "historia al revés" en relación al
típico relato sobre un hombre pobre que se vuelve rico, que
tanto fascina a muchos estadounidenses.
La ira de Steinbeck
"Las uvas de la ira" trata
la ola de ejecuciones hipotecarias, el desplazamiento y la
pérdida de empleos provocada por los desastres económicos y
ambientales como una epidemia nacional.
La década de los '30 fue una
de un elevadísimo índice de desempleo en EE.UU. que alcanzó el
25% en 1933, y que continuó en un 19% en 1938, año en que
Steinbeck situó la novela.
El escritor no dudó en
atribuir parte de la culpa de estas catastróficas condiciones
a los "Bancos", las "Compañías" y el "Estado", es decir, a
corporaciones sin alma y sin un rostro visible, organizaciones
institucionales y burocráticas. Así, la novela tiene esta
cualidad furiosa, dura, pero no ofrece una respuesta práctica
a la población desplazada por el cambio de una economía
agrícola a una industrial.
Steinbeck se sentía
indignado por las deplorables condiciones en las que vivían y
trabajaban los migrantes y sus familias (se estima que había
al menos unos 300.000) al llegar a California, su propio
estado.
Sin par
Steinbeck se sentía
indignado por la forma en que eran tratados los trabajadores
migrantes en California.
Pero quien a hierro mata, a
hierro muere. Si lo que buscamos es poder de evocación,
sentido de urgencia emocional e impacto sostenido, son pocas
las novelas estadounidenses que están a la par de "Las uvas de
la ira". Setenta años después de su aparición, se siguen
publicando nuevas ediciones y sus ventas no han disminuido.
Se suele pensar que para que
un libro se convierta en un clásico debe trascender su origen
y permanecer intacto al paso de los años. Sin embargo, es más
correcto pensar que un libro alcanza el estatus de clásico
precisamente porque logra reflejar los más recientes
desarrollos históricos. Un clásico de la literatura se vincula
directamente con las preocupaciones de los lectores en
sucesivas eras históricas y culturales.
En este sentido, "Las uvas
de la ira" es una novela profética, arraigada en las tragedias
económicas y medioambientales de la Gran Depresión, que hablan
a su vez de la dura realidad de nuestro tiempo.
En momentos en que el mundo
sufre una crisis global, amenazado con una recesión severa
-causada en gran parte por la ambición desmedida, los delitos
fiscales y la arrogancia corporativa-, cuando distintos grupos
en el planeta migran por distintas causas, cuando la brecha
entre ricos y pobres parece imposible de cerrar, y cuando las
expropiaciones y las ejecuciones hipotecarias aumentan en
EE.UU. y otros países, es posible pensar en "Las uvas de la
ira" como una novela contemporánea.
"Se los dije"
Pero el impacto de Steinbeck
no termina allí. Durante toda su carrera -que se extendió
hasta bien entrada la década de los '60-, Steinbeck fue un
escritor de una conciencia notable que demostró un profundo
respeto por las normas morales.
Él mantuvo una relación
particular con EE.UU., llamando la atención sobre el
materialismo, el imperialismo institucional y la ambición
desmedida, productos lamentables e inevitables de una sociedad
capitalista industrializada y avanzada.
Es imposible saber cómo
Steinbeck hubiese reaccionado a los males que el mundo sufre
hoy día, aumentados en parte por la especulación financiera
sin límites y la falta de control de los gobiernos, pero me
inclino a pensar que, dados los resultados, él podría haber
dicho, "se los dije".
Robert DeMott, profesor de
Literatura Estadounidense en la Universidad de Ohio y ex
director del Centro de Inevstigación Steinbeck de la
Universidad del estado de San José, en California.
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