19 de Mayo de 2009
Narcotráfico al paso
La droga tiene venta libre en algunas calles de la Capital
![](http://www.lanacion.com.ar/anexos/fotos/05/999705.jpg)
Momento en el que iba a realizarse una venta de drogas, en la
avenida Independencia al 2400
"Disculpame ¿sabés dónde queda Pichincha?",
preguntó a la cronista un joven que estaba sobre la calle que
decía desconocer. De aspecto adolescente, con el pelo
platinado y los ojos vidriosos, se montó en su bicicleta y
dobló por la avenida Independencia. Con la oreja pegada al
celular, miraba los movimientos de la cuadra. Esperó 15
minutos. Una mujer apareció por la misma vereda, se le acercó,
lo saludó con la mano derecha y le pasó un paquetito. Al
instante, el joven desapareció.
Los residentes de Balvanera no se sorprenden: la venta de
drogas en la calle a cualquier hora no es para ellos nada
extraordinario. Pero no es el único barrio en el que se viven
escenas similares. La Nacion recorrió distintos puntos de la
Capital y numerosos vecinos, que pidieron no ser identificados
por temor, relataron cómo se hacen esas transacciones ilegales
a la vista de todos.
El lugar donde se realizó la mencionada venta de droga que
presenció La Nacion en la avenida Independencia al 2400 es más
que conocido para los vecinos de Balvanera. Tanto, que la
portera de un edificio de la cuadra afirmó que uno de los
puntos de venta es una propiedad actualmente abandonada. "La
casa se incendió hace un tiempo. Vino la policía y echó a
todos los ocupantes, pero siguen usando la vivienda como un
aguantadero", dijo. El lugar señalado está a tan sólo 200
metros del colegio privado católico Nuestra Señora del Huerto,
lo que constituye una agravante en la pena por
comercialización de drogas, según el artículo 11, inciso E, de
la ley 23.737.
El miedo suele ser el gran obstáculo para que haya
denuncias. Pero los habitantes de Balvanera sortearon el temor
y denunciaron lo que ocurre, según contó el vecino G, un joven
de unos 30 años."Estos narcos se peleaban y hasta se
tiroteaban entre ellos. Los denunciamos. La policía los sacó
varias veces, pero al tiempo vuelven y se instalan a las pocas
cuadras. Entran por una puerta y salen por la otra", dijo con
desazón.
Vecinos y policías coincidieron en que el fenómeno de la
proliferación de la venta callejera de drogas es un fenómeno
que también sucede en muchos puntos del conurbano. Es más, se agregó, muchos puntos de comercialización de
drogas, tanto en la Capital como en el Gran Buenos Aires, se
dan en las distintas villas de emergencias.
Un jefe policial explicó a LA NACION que es común que este
tipo de delincuentes que venden droga, luego de estar presos,
regresen a la zona: "Están habituados, casi familiarizados con
el barrio y eso les da seguridad. Conocen a la gente y sus
códigos".
A unas pocas cuadras de allí, en Chile y Pasco, la historia
se repite. En una fábrica tomada por peruanos, la sospecha de
la comercialización de drogas está latente. "Ya los agarraron
una vez vendiendo paco. Los chicos se lo fumaban en la misma
cuadra, hasta que vino la policía, hizo un procedimiento.
Ahora viven los mismos, pero no viene gente a comprar", contó
L, un vecino que vive hace 30 años en el barrio.
La señora G, atenta a los movimientos de la cuadra, dijo:
"De la fábrica tomada siempre salen a cualquier hora en
bicicleta, con una mochila o una cartera al hombro". La vecina
relató: "La policía actuó en este caso, pero por arte de magia
siguen viviendo en el mismo lugar". Personal de la comisaría
18a., dijo que era común que los vecinos denunciaran, y que la
policía trabajaba con las herramientas que la ley le otorgaba
para detenerlos.
Las señales de posibles puntos de venta son una leyenda
latente entre los vecinos. Las zapatillas colgadas del cable
de luz. Las pintadas con stencil en la pared. Los
pasacalles de San Expedido. Los pequeños santuarios del
Gauchito Gil. Todas ellas parecen determinar el camino de la
droga.
Las plazas también son marcadas como lugares de venta y
consumo de drogas. En el barrio de Parque Chas, precisamente
en la plaza conocida como "El Trébol", cuentan que hay jóvenes
que se encargan de vender estupefacientes, en connivencia con
el dueño de un comercio lindero.
"En la placita, hay un grupito
de pibes que se la toman y la venden. Si pasás de noche,
sentís el olor", relató un vecino del barrio, y precisó: "Lo
que hacen es ir hasta un quiosco y después se la alcanzan por
la ventanilla a los automovilistas que piden".
El jefe policial, anteriormente
citado, explicó: "Es común que el vendedor lleve menos droga
consigo, porque si lo agarran dice que es para consumo
personal". El funcionario precisó: "Por lo general, tiene un
reducto cerca, como una tapa de luz o un auto, donde la pueden
esconder. Cuando aparece el comprador, la saca y se la
alcanza".
Policías de la comisaría 39a.,
con jurisdicción en la zona, dijeron que "ya conocen a los
muchachos que se reúnen en la plaza", y agregaron que "varias
veces se los llevaron presos", pero no quisieron precisar
cuáles eran las acusaciones.
También en Belgrano
La llamada venta al menudeo, no sólo es patrimonio de
dealers de condiciones humildes. En el barrio de Belgrano,
cerca de la estación ferroviaria de Belgrano R, un joven de 27
años, oriundo de ese barrio y egresado de una carrera
universitaria, sustenta sus gastos con la venta de cocaína,
marihuana, pastillas de éxtasis y ácido lisérgico, según
afirman sus conocidos y compradores.
"Les vende a los amigos, a los ex compañeros de
la facultad desde su departamento, aunque la mayoría de las
veces realiza entregas a domicilio", afirma un cliente del
dealer. Lo más curioso es que el vendedor de drogas convive
con sus padres. "No trabajó nunca. Con la plata de lo que
vende se banca las salidas y la droga que el consume", cuenta
un comprador. Además, agrega que "nunca tuvo ningún problema
con la policía".
Victoria Russo, en su nota del
diario La Nación.
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