17 de Junio de 2009
Un desafío para la libertad de
prensa
Tras el colapso económico
argentino de 2001-2002, el Congreso le otorgó al Poder
Ejecutivo inmensos poderes, aduciendo que las circunstancias
requerían medidas extraordinarias. Siete años después, tales
facultades siguen vigentes y el Estado domina la economía como
dueño y regulador.
La Argentina ahora enfrenta la
amenaza de una mayor consolidación del control ejercido por
la presidenta Cristina Fernández de Kirchner
a través de
medios similares a los empleados por
Hugo
Chávez.
Al igual que en
Venezuela, la libertad de expresión y la libertad de prensa
son blancos de una mayor represión.
Que esto sirva de lección a
cualquier democracia que conceda grandes poderes al gobierno
en tiempos de crisis: darle facultades extraordinarias al
Ejecutivo es fácil; recuperarlas no lo es.
Las elecciones legislativas
tendrán lugar el 28 de junio y las encuestas sugieren que los
argentinos son cada vez más recelosos de sus líderes. Se
espera que el ala kirchnerista del peronismo, el Frente para
la Victoria, sea derrotada. Si esto ocurre, la Presidenta y su
esposo, Néstor Kirchner, que la precedió en el cargo y que,
probablemente, aún está moviendo los hilos políticos tras
bastidores, tendrán que enfrentarse a un Parlamento menos
maleable.
Estas serían
buenas noticias para el país. Con el autoritarismo de los
Kirchner, la Argentina ha pasado del capitalismo democrático,
por débil que haya sido, a un sistema controlado por el
Estado, cada vez más represivo y aislado. Los derechos de
protección a la propiedad han sido eviscerados. Los
empresarios han sido forzados a guardar silencio, con amenazas
de investigaciones impositivas y hostigamiento regulatorio.
Matones respaldados por el Gobierno atacan empresas que se
resisten a la agenda de la presidencia.
Los
adversarios de Kirchner lo describen como a un Vladimir Putin,
pero sin su encanto.
Claramente, gran parte del país
está hasta la coronilla del kirchnerismo. Las promesas de
prosperidad no se han materializado. Los agropecuarios se
oponen a los impuestos a las exportaciones. La Presidenta ha
irritado aún más a los electores de la clase media, al
confiscar las cuentas de jubilaciones privadas y subir los
impuestos a la propiedad inmobiliaria. Ahora quiere aumentar
el impuesto sobre las ventas. Todo esto sucede en recesión,
mientras los economistas privados estiman que la inflación
está por encima del 18 por ciento.
Incluso si Kirchner perdiera su
mayoría en el Congreso, aún quedarían riesgos contra la
libertad. Gracias a la decisión del Gobierno de adelantar las
elecciones, el nuevo Congreso no asumirá hasta dentro de ocho
meses, lo que le da a la pareja presidencial una amplia
oportunidad para acrecentar su poder. Una población informada,
por supuesto, resistiría nuevas medidas antidemocráticas,
razón por la cual los Kirchner están intensificando sus
esfuerzos para amordazar a la prensa.
Desde sus primeros días como
presidente, Kirchner intentó silenciar a los medios críticos.
Utilizó el presupuesto de publicidad gubernamental para
recompensar a quienes lo apoyaban y matar de hambre a los que
se atrevían a imprimir críticas. Fue una herramienta efectiva
en una economía conectada a un respirador artificial, en la
que la publicidad se había evaporado.
A medida que se recuperaba la
economía, esta estrategia comenzó a costar más. En 2008, el
Gobierno gastó US$ 100 millones en publicidad en los medios,
ocho veces más que en 2003. El Gobierno canaliza sus avisos
hacia los medios según sea favorable a él la línea editorial.
Sin embargo, las
voces independientes se mantienen, como la del influyente
diario LA NACION. Sus críticas, obviamente, les acarrean
problemas a los Kirchner. De modo que el Gobierno ha
desenfundado el martillo.
El director de la Secretaría de
Inteligencia del Estado (SIDE)
ha presentado
dos demandas criminales contra Bartolomé Mitre, director del
diario, y Julio Saguier, presidente de la corporación dueña
del matutino.
Son acusados de calumnias por
publicar dos editoriales que cuestionan las actividades
políticas de la agencia de inteligencia y de su director.
De alguna forma, ambos casos han
terminado en manos del mismo juez ?aunque las posibilidades de
que esto ocurriera deberían haber sido remotas?, y éste ha
permitido que las causas avanzaran, aunque la Corte Suprema
dictaminó el año último que las críticas a los funcionarios
públicos no pueden motivar acciones civiles o criminales.
Algunos se han preguntado si es posible obtener un juicio
justo. Si son encontrados culpables, los acusados podrían ser
sentenciados a tres años de prisión.
El Gobierno también ha elaborado
un proyecto de ley de radiodifusión que, si se aprueba, con
seguridad parece destinado a aplastar la libertad de los
medios. La legislación reservaría sólo un tercio del espectro
de radiodifusión para el sector privado; un tercio sería para
emisiones de medios estatales, y el tercio restante sería para
organizaciones no gubernamentales elegidas por el Estado. No
está claro cómo se otorgarían las licencias, pero sólo
durarían diez años y podrían ser renovadas una vez. Muchas
empresas de medios que operan actualmente no serían elegibles
para competir. La ley no hace mención alguna a la libertad de
prensa y los funcionarios no han solicitado las opiniones del
sector.
Los argentinos
deberían recordar que la supervivencia de la República
requiere un cuarto poder fuerte. La supervivencia del régimen
Kirchner requiere lo opuesto. En los próximos meses, uno se
impondrá. Mary
Anastasia O'Grady, desde Nueva York, para
la Columna de las
Américas de The Wall Street Journal.
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Notas relacionadas:
La obsecuencia no es periodismo
Si pierden el 28, el menú de
emergencia de los Kirchner incluye la hipótesis de adelantar
la elección presidencial para 2010. Esto fue lo que consignó
Clarín el domingo. En la columna política, en la sección El
País y en esta misma Carta del Editor. Nada anónimo, como
imaginó ayer el ex presidente (ver Kirchner cargó contra Cobos
y De Narváez en un acto porteño).
Y aunque se sabe que
su fuerte no es la moderación, anoche sorprendió a todos:
llegó a decir que esa información "compromete no el futuro de
un gobierno sino la paz social y la estabilidad institucional
de la Nación". Una exageración que no se le escapó: la leyó
del texto que le habían escrito para respaldar la candidatura
de Heller.
Incluyó allí además
la desmentida del gobierno de EE.UU. a
Marcelo Bonelli,
un periodista con
muchas fuentes, entre ellas el propio Kirchner. Bonelli
explicó que empresarios que estuvieron en Washington
ratificaron sus dichos. Kirchner tampoco improvisó: leyó la
crítica contra Bonelli.
También leyó y se atribuyó, como
si fuera un experto, definiciones sobre el periodismo
profesional por el que ha demostrado siempre el mayor
desprecio. Sería una anécdota si no fuese un mensaje de
intimidación. Es infinitamente más grave promover el abandono
del Gobierno, como él hizo luego del voto no positivo de
Cobos, que consignar una hipótesis que de verdad se analiza.
Kirchner ya adelantó estas elecciones. No fue la oposición.
Tampoco el periodismo.
Se conoce lo que
Kirchner proclama sobre los medios. No se sabe qué clase de
medios quiere en realidad. O sí se sabe: los años en Santa
Cruz y la relación como presidente con la prensa muestran la
diferencia entre sus palabras y los hechos concretos. Habla de
democratizar la prensa. Pero la razón de ser de la prensa en
una democracia no es la obsecuencia sino la crítica.
Reproducción del editorial de Ricardo Kirschbaum, Editor
General de Clarín.
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Libertad de prensa en
Latinoamérica
El Departamento de Estado de los
Estados Unidos ha manifestado su preocupación por la situación
de la libertad de prensa en América Latina, en un mensaje que
tiene resonancias locales.
El vocero
del Departamento, Ian Kelly,
sostuvo que su Gobierno considera que la libertad y la
independencia de la prensa son vitales para la democracia y
manifestó su preocupación por las acciones de Gobiernos de la
región para desafiar a la prensa independiente. El funcionario
aludió implícitamente a medidas contra medios de difusión que
tomaron gobiernos "renuentes a aceptar las críticas planteadas
por los medios de comunicación independientes".
Este tipo de inquietudes pueden
referirse también a la situación local ya que, en diversas
oportunidades, el Gobierno ha manifestando su malestar por el
trabajo de la prensa independiente al tiempo que promueve un
proyecto de ley de radiodifusión cuya implementación podría
afectar la libertad de prensa.
En este sentido,
la
Asociación internacional de Radiodifusión (AIR) - una
organización mundial de radios y televisoras privadas que es
órgano de consulta de la UNESCO-,
señaló en un comunicado del mes pasado, la amplia
discrecionalidad que esa ley proporcionaría al Gobierno, así
como la falta de parámetros objetivos para el otorgamiento y
renovación de licencias.
La Argentina ha sido colocada, en
suma, en un lugar nada ponderable ante los observadores
externos de la libertad de prensa.
El Departamento
de Estado criticó las presiones contra la prensa independiente
en América Latina y la AIR criticó la discrecionalidad del
proyecto oficial de ley de radiodifusión.
Editorial del diario La Nación.
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