es DEBER DE LA SOCIEDAD
INTEGRAR A LOS DIFERENTES,
Y ESTA ES LA MEJOR MUESTRA!!

29 de Julio de 2009 

Una vida de película: Tiene síndrome de Down y debuta en cine de la mano de Norma Aleandro

 

El caso de Alejandra Manzo es un ejemplo de integración: terminó la escuela, trabajó en una cadena de comidas rápidas y realizó talleres de actuación. "El rodaje fue una experiencia increíble", dice su madre.

 

Alejandra Manzo le gusta mucho actuar; adora el cine y el teatro. Y a los 36 años le llegó la oportunidad de debutar en la pantalla grande. “Está tan contenta”, explican sus papás. Alejandra se puso en la piel de Anita en la última película de Marcos Carnevale, el mismo director de Elsa & Fred y Tocar el cielo, que escribió y dirigió una producción en la que una chica que tiene síndrome de Down se despierta el 18 de julio de 1994 –el mismo día que estalló una bomba en la sede de la AMIA– y se da cuenta de que su mamá salió de la casa del barrio de Once para hacer unos mandados. Ella, que está sola, se asusta por el estruendo del atentado, y el ruido y el temblor de los edificios la paralizan. Sin embargo, decide salir a la calle para ver qué sucede: esto será el puntapié de un periplo que emprenderá por una ciudad devastada por las 85 muertes. 

La película se llama Anita, se estrenará el próximo 27 de agosto, y cuenta con las actuaciones de Norma Aleandro, Leonor Manso, Peto Menahem y Luis Luque, aunque en este caso el cartel más destacado es para Alejandra.

La fundadora y directora de la Fundación Discar, Victoria Shocrón, cuenta que Carnevale le envió el guión para ver qué opinaba sobre el rol de Anita. Carnevale, en un primer momento, pensó en un personaje que tuviera un retraso mental y se imaginó que podía encarnarlo una actriz profesional. Shocrón lo convenció de que fuera uno de los alumnos de los talleres de la fundación quien directamente se metiera en la piel del protagonista de la película. 

“El personaje previsto para Anita en el guión tenía un retraso mental y lo iba a componer una actriz profesional. Sin embargo, antes de comenzar el rodaje, con Marcos charlamos que en realidad lo ideal era que lo compusiera una persona que tuviera alguna patología. Ahí fue cuando me pidió ayuda para ver si adentro de la fundación encontrábamos a alguien para hacer de Anita. Yo empecé a buscar y me topé con Alejandra. Fue entonces que grabé algunas escenas con mi cámara, hice un video casero y se lo mandé a Marcos para ver qué le parecía. Le encantó, tuvo dos encuentros con ella y Alejandra ya tenía su papel”, recuerda Shocrón. 

Alejandra es la mayor de tres hermanas. Vive con su padres en su casa de Mataderos. Le siguen Carla, de 31 años, y, Cecilia, que tiene 28. “Desde que nació la estimulamos y le dimos contención. Al quinto día ya recibía clases de estimulación temprana y a los ocho años fue a la Escuela Nº 9. Cuando tenía 16 años, egresó de la Escuela Nº 36, que tenía salida laboral, y a partir de allí comenzó a trabajar”, dice Francisca, su mamá. En primer lugar accedió a una pasantía en el Ministerio de Educación de la Nación, después hizo talleres en la Fundación Discar, donde se insertó en los planes de empleo que la llevaron a desempeñarse en la cadena McDonald’s.

La Fundación Discar trabaja con chicos con distintas patologías a los que brinda cursos y talleres desde hace casi veinte años: van desde teatro y música hasta centros de formación y capacitación para que hagan lectura, escritura, gastronomía, informática o empleo. Ya tienen a 150 jóvenes y adultos con alguna discapacidad intelectual con trabajo en empresas. 

“Yo pienso que hay muchos chicos como Alejandra que tienen la posibilidad de ser incluidos en estas actividades y que quizá deberían tener mayor posibilidad de acceso, porque hay muchas cosas que quizá el ser humano común cree que no pueden lograr y sin embargo ellos saben hacer un montón de cosas”, dice la mamá de Alejandra. 

Sin embargo, no todo fue tan fácil. Alejandra es asistida por una psicopedagoga que la contiene emocionalmente y tomó durante varios meses clases de actuación antes de filmar. Su mamá dice que el resultado valió la pena: “El rodaje transcurrió durante seis semanas. Fue un trabajo de lunes a sábado y la citaron en distintos horarios de acuerdo con las escenas que tenía pautadas. Ella ni siquiera lo vivió como un trabajo, sólo como una experiencia increíble y maravillosa que disfrutó mucho. Ahora se la pasa hablando de la película, porque la mimaron y estuvo muy cuidada por la producción y por la fundación. Todavía cuenta cuando el director estaba contento con una escena y cómo se lo demostraba”. 

Guido, el papá de Alejandra, reconoce que nunca se imaginó que su hija podía llegar a ser una estrella de cine. Y confiesa –orgulloso–: “Cuando nos dieron la noticia de que había quedado en el casting, nos pusimos a llorar. Como a ella le gustaba ir a hacer los mandados, nosotros la dejábamos, pero desde que trabajó en la película se la pasa hablando con todo el barrio. Ahora le tomó el gustito a esto del cine y ahora no sé quién la va a parar”.
Nota periodística de Tamara Smerling para el diario Crítica de la Argentina.