10 de Marzo de 2008
Nadie sabe con certeza cuántos son. Algunas organizaciones no
gubernamentales que trabajan en el tema calculan que hay unos
tres mil chicos en situación de calle en nuestra ciudad, cifra
que no parece alejada de los 4000 contabilizados en 2001 por
organismos estatales.
Esta semana, La Nación
obtuvo en exclusiva un informe realizado por áreas
dependientes de la Subsecretaría de Promoción Social porteña,
que aporta detalles nuevos sobre la situación de estos chicos
y chicas que hoy tienen como domicilio permanente la calle (es
decir, que no vuelven a sus casas durante la noche) y que
tienen o han tenido algún tipo de contacto con los paradores y
hogares de tránsito o con los equipos móviles que recorren la
ciudad. Son 274 niños y adolescentes de entre 6 y 18 años, de
los cuales fueron encuestados 122.
El trabajo revela, entre los aspectos más preocupantes, que el
77 % de ellos ha consumido algún tipo de sustancias tóxicas
(la marihuana encabeza la lista); que el 75 % no asiste a la
escuela (con un promedio ascendente a medida que va aumentando
la edad) y que el 55,7 % lleva más de un año viviendo en la
calle.
También señala que el 70 % vive en ranchadas que organiza con
sus pares; que los principales medios de subsistencia son la
limosna y la apertura de puertas de taxis, y que el 43 %
manifestó tener una causa judicial: en los más chicos, la
mayoría está relacionada con motivos asistenciales, pero a
medida que sube la edad, aumentan las causas penales,
especialmente por robo.
El relevamiento es como una foto, una instantánea dura de la
realidad de este subgrupo en particular, que es distinto del
que cartonea por la noche con sus padres o del que transita
por la calle durante el día pero que vuelve a su casa a dormir
durante la noche. Por eso mismo, porque se trata de una foto,
no se habla de cifras definitivas de chicos en la calle (274,
el universo de esta investigación es ínfimo si se lo compara
con las cifras que manejan otros sectores), sino de su
situación.
"Mientras demos una respuesta adecuada y cada vez haya menos
chicos en la calle, la manera en que diagnostiquemos es para
nosotros un medio, pero no un objetivo", retruca Soledad
Acuña, subsecretaria de Promoción Social porteña.
La funcionaria no desconoce las críticas que recibió el
relevamiento presentado por su gestión en diciembre último, en
el que se habían contabilizado 798 chicos en un censo que duró
ocho horas. Pero explica que aquel relevamiento nunca tuvo
pretensiones de definitivo. "La de diciembre y la de ahora son
poblaciones distintas. Y hay otras más. Por eso, tenemos
pensado hacer un censo en marzo, durante el día, y otro en
septiembre durante un fin de semana. Pero, hasta ahora, las
políticas de infancia en la ciudad fracasaron justamente por
eso: porque trataron a la población como un todo estático y
homogéneno."
Para diferenciarse, Acuña recuerda declaraciones de otros
tiempos: "Yo he oído decir a algunos ex funcionarios durante
su gestión que los chicos de la calle estaban allí porque
elegían estar allí. Y que las políticas estatales debían,
sobre todo, facilitarles su estadía", continúa la
subsecretaria.
Uno de los pocos puntos en común entre el subgrupo de
diciembre y éste de enero es el lugar de procedencia de la
mayoría de los encuestados: la provincia de Buenos Aires: en
ambos casos, alrededor del 70 por ciento de los chicos vienen
del Conurbano, y en este último caso, especialmente de los
partidos de Quilmes, Almirante Brown y Moreno
"La de diciembre y la de ahora son poblaciones distintas. Por
ejemplo, una de las conclusiones del censo de diciembre fue
que se trataba de chicos que salían a cartonear con sus padres
porque estaban en vacaciones. Por eso, hay que trabajar mucho
con la población cartonera para evitar que sus hijos
consideren a la calle como un entorno amigable", explica
Acuña.
El Servicio de Paz y Justicia (Serpaj) que cuenta con una
unidad de trabajo permanente en la estación Constitución es
uno de los organismos no gubernamentales que cuestionó la
medición de diciembre último.
"Algunas personas están permanentemente en la calle, pero
otras satisfacen sus necesidades durante el día y por la noche
duermen en sus casas o en los paradores que el propio gobierno
ofrece. Entonces nos parece que salir a contar a las personas
que estén por la calle de noche va a mostrar sólo una parte
del problema", dice Bárbara Emmerich, del área de
acompañamiento a adolescentes del Serpaj.
"Nosotros no tenemos cifras para contrastar -prosigue Emmerich-,
pero el solo hecho de ver que la cantidad de gente que día a
día se acerca a los paradores nocturnos excede ampliamente la
capacidad de albergue de estos lugares es un claro ejemplo de
que la Ciudad no está dimensionando adecuadamente el
problema."
Más allá de las encuestas y cifras extraoficiales y oficiales,
para Leonardo Nicosia, psicólogo y operador de calle del
Programa de Atención a Chicos en situación de calle, del
gobierno porteño, el aumento de las ranchadas se nota en la
labor diaria: "Sí, de 2005 a esta parte hay un aumento. En
2005 contamos 500 y ahora son unos 900. Esto tiene que ver con
el tema de la pasta base y los chicos que llegan del Conurbano
y de las villas de Capital, que de pronto se ven en situación
de calle por la adicción, que es un factor muy fuerte para el
crecimiento del número de chicos".
Lo cierto es que hasta que este proceso de fases censales
finalice, nadie sabrá a ciencia cierta cuántos chicos de la
calle hay en la Ciudad. El número también es una incógnita en
territorio bonaerense.
El ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos
Aires, Daniel Arroyo, cree que el hecho de que la mayoría de
los chicos de la calle de la Ciudad hayan nacido en la
provincia obedece a una máxima que se da aquí y en todo el
mundo: la de buscar un lugar que ofrezca mejores oportunidades
y, claro está, eso ocurre en las ciudades.
Pero Arroyo considera a toda el área metropolitana como un
continuo urbano en el que hay entrada y salida permanente.
"Está previsto que mantengamos reuniones con funcionarios de
la Ciudad, pero para mí no es decisiva la cuestión
jurisdiccional y no creo que alguien lo pueda ver así",
agrega.
En tiempos en los que, justamente, la cuestión jurisdiccional
pesa fuerte en las discusiones sobre la salud, los cartoneros
y hasta la basura, el ministro piensa, sin embargo, que existe
tanto en la Ciudad como en la provincia la convicción de que
el abordaje del problema no puede detenerse demasiado en el
último domicilio que figure en el DNI de los niños y
adolescentes que viven en la calle. Y para contener la
situación se propone, principalmente, desarrollar programas
que fortalezcan a todo el entorno familiar. "Si el chico
trabaja para ayudar a la familia, buscar la manera de
compensar ese ingreso por otro lado; otorgar becas a los
chicos, microcréditos a los padres; asegurar una política
alimentaria; capacitar a los jóvenes", son algunas de las
iniciativas que enumera.
![](../images/ch_calle2.jpg) |
Volviendo al nuevo relevamiento, el estudio mostró también que
disminuye la proporción de consumo de sustancias tóxicas entre
quienes asisten a la escuela. Y que el embarazo adolescente no
ocurre precisamente por desconocimiento de la existencia de
métodos anticonceptivos sino porque, de acuerdo con Acuña, en
el lenguaje de la calle estar embarazada facilita la obtención
de recursos y convierte al abusador de la ranchada en un
protector. El 35 por ciento de las niñas y adolescentes
estuvieron embarazadas alguna vez.
El 55,7 por ciento lleva más de un año en la calle, lo que
representa el 39,1% de los niños de entre 6 y 12 años; el
55,6% de los que tienen entre 13 y 15 años y el 64,4% de los
mayores de 16. El 33,3% manifiesta haber abandonado su hogar
por razones relacionadas con el maltrato, en tanto el 22,2%
asegura haberlo hecho tras haber sido víctima de algún tipo de
abuso sexual.
Entre las principales líneas de acción que se propone llevar
adelante la nueva gestión porteña figura la prevención de la
drogadicción y el embarazo adolescente. También, el
fortalecimiento de las familias y las escuelas, instituciones
que pueden volverse expulsivas cuando no cuentan con los
medios para contener a un chico que comenzó a transitar la
calle. Y la creación de una unidad coordinadora en materia de
adicciones que aporte la mirada social del problema, algo que,
hasta el momento no existía en la Ciudad.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cuenta con un parador
(hogar en el que el chico ingresa por un plazo muy breve,
hasta que se lo revincula con la familia o se lo deriva a un
hogar) y tres hogares convivenciales propios (a los que llegan
con una orden judicial), más 70 organizaciones no
gubernamentales que trabajan con el gobierno porteño. Acuña
reconoce que las fugas son frecuentes: "Faltan recursos del
Estado y de privados para atender a adolescentes varones, y
hogares terapéuticos para chicos que han sufrido alguna
situación traumática o padecen algún tipo de discapacidad".
Sin embargo, en todas las esferas gubernamentales (porteña,
bonaerense y hasta nacional) hoy se piensa en
institucionalizar a un chico sólo como último recurso y los
esfuerzos se orientan hacia la revinculación familiar. "En mi
caso, por lo menos, yo pienso en la revinculación como
prioridad, aunque con un límite: el del sentido común. En los
casos en los que hubo abuso o violencia, no podés revincular",
opina la subsecretaria.
Ese mismo sentido común, dice, debe guiar cualquier política
de minoridad en riesgo. "Los chicos no tienen que estar en la
calle y a la noche tienen que irse a dormir. Esto no es ni de
derecha ni de izquierda. Es algo que nos parece fundamental
cuando se trata de los hijos de uno, y tiene que cumplirse
para todos." De Lorena Oliva diario La Nación
Las cifras de la calle
• El 77% de los niños encuestados manifestó consumir o haber
consumido alguna vez algún tipo de sustancia tóxica.
• Entre los que no asisten a la escuela, el 85% consume alguna
sustancia tóxica, pero esa cifra baja a 43 entre los que sí lo
hacen.
• La marihuana es la que más se consume, el 60 por ciento dice
haberla consumido alguna vez. Otras sustancias son el alcohol,
el paco, la cocaína, el tolueno, los psicofármacos y la nafta.
• El 75 % no asiste a la escuela. El promedio va ascendiendo a
partir de los 13 años. El 77,8% entre los mayores de 13 y el
60,9% entre los menores de 13.
• Son chicos que llevan más de un año en la calle en un 55,7
por ciento, mientras que un 10,7% lleva entre 6 meses y un
año. Entre los que están en la calle hace más de un año, los
porcentajes por edad aumentan según el rango etario: el 39,1%
de los niños entre 6 y 12; el 55,6% de los que tienen entre 13
y 15 y el 64,4% de los mayores de 16.
• El 55% de los encuestados pide en la calle o en las
estaciones como medio de subsistencia. La segunda actividad es
la apertura de puertas de taxis.
• El 70% organiza ranchadas con pares, el 17% con pares y
adultos y el 10% con su familia. El 49% tiene hermanos en
situación de calle.
• Del todas las niñas y adolescentes entrevistadas, el 35%
manifestó haber estado embarazada alguna vez: el 60% de ese
total sólo una vez, el 27%, dos veces y el 7% tres veces o
más.
• El 33,3% manifiesta que dejó su casa por maltrato y el 22,2%
por abuso sexual.
• El 68% nació en la provincia de Buenos Aires y el 21% en la
ciudad de Buenos Aires. La proporción se mantiene cuando se
los consulta sobre el lugar en el que viven actualmente. Los
partidos de Quilmes, Almirante Brown y Moreno son los más
mencionados.
El 52% se contacta con su familia en forma semanal (el 20,5%
en forma diaria y el 31% cada 7 días). El 21% lo hace una vez
al mes y el 11,5% una vez por año.
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