RECUPERACIÓN DE
CRIMINALES A LA SOCIEDAD

 


 

En 1998 acribilló a su padre, un gerente de Techint. Lo hizo con la ayuda de su hermano. Fue condenado a perpetua. Desde entonces, está detenido en Devoto. Es el presidente del centro universitario, licenciado en Administración de Empresas y contador público. La semana pasada participó del estreno de un documental. “Estaba en tinieblas”, dijo acerca de su pasado.
Por Erica Sanchez

Otro tipo. Santiago Da Bouza cuenta que su vida cambió para mejor cuando entró a la cárcel de Devoto.
Santiago Da Bouza camina tomado de la mano de su novia mientras recorre el shopping del barrio porteño del Abasto. Mientras un camión del Servicio Penitenciario Federal lo espera afuera, él se convierte en un visitante más por unas horas, e intenta perderse entre la gente para disfrutar de esa salida, la segunda en lo que va de la semana.
Este joven de 33 años está preso desde hace diez en la cárcel de máxima seguridad de Devoto por haber asesinado, con la complicidad de su hermano Emanuel, a su padre Ramón Da Bouza –ex gerente de Techint– en 1998. Santiago recibió a PERFIL en el marco del estreno en cines del documental No ser Dios y cuidarlos. Estudiar en la cárcel, que relata y muestra la vida de los presos dentro del Centro Universitario de Devoto (CUD), que él preside. En esta entrevista, la primera que brinda a un medio gráfico desde que fue detenido, aclara que prefiere no hablar de su pasado.
—¿Cuándo empezaste a estudiar en la cárcel?
—Vivo en el CUD desde 2002, cuando empecé a estudiar. En ese momento vi la luz, sentí que convertí la derrota en victoria, aprendí a aprovechar el tiempo y hacerlo productivo dentro de la cárcel, algo que no es nada fácil. Cuando llegué a Devoto veía todo gris y estaba en tinieblas, pero gracias al centro universitario hice un gran cambio y me di cuenta de que no todo estaba perdido.
—¿Qué carrera elegiste?
—La primera carrera que cursé fue la Licenciatura en Administración de Empresas y me recibí en 2003. De ahí en más no paré. También me recibí de contador público, licenciado en Sistemas y en este momento me encuentro cursando la última materia de la carrera de Derecho.
—¿Cómo fueron las condiciones en las que te tocó estudiar?
—Al principio, la gestión política dentro del centro universitario era muy elitista y era muy difícil llegar a estudiar. No había igualdad y eso es una de las cosas que logré cambiar. Ahora, la universidad es un espacio de autogestión y nadie es prejuzgado. Aquí sólo tres de cada cien presos que estudian vuelven a delinquir.
—¿Cuál es la carrera que más te gusta?
—Sin lugar a dudas, elijo el tema administrativo. Esta carrera me ayudó no sólo como profesional, sino también para administrar mi tiempo, el personal dentro de la cárcel y organizar los papeles e inscripciones, entre otras cosas. Es algo que me apasiona y es a lo que me quiero dedicar. Igual, tengo la idea de abrir un estudio propio que reúna todas las ramas.
De punta en blanco. Da Bouza está muy bien vestido y se muestra correcto y seguro al hablar. Sin embargo, afirma que piensa mucho qué responder porque “uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras”. Vive en el pabellón del CUD, junto a otros nueve presos, y gracias a su buena conducta ha conseguido que se le otorguen salidas permitidas, las que generalmente usa para realizar trámites o ver a su novia.
—¿Cuál es tu función como presidente dentro del CUD?
—Más allá de lo burocrático en sí, me encargo de ayudarlos en todo lo que necesitan, recorro la unidad, los ayudo incluso a conseguir atención médica. El centro es un espacio de recreación para ellos. Es una universidad y se sienten libres. Vienen de lunes a viernes y nuestra política es que la educación es un camino para la libertad. Estudiar abre puertas.
—¿Cuánto tiempo te queda adentro?
—Tengo esperanzas de que las cosas se resuelvan en diciembre. De todos modos, mi misión en la cárcel no terminó. Acá voy a seguir luchando por los derechos de mis compañeros y cuando salga quiero seguir ayudando a los presos.Reproducción textual de la entrevista.