Oasis urbano sin agua y
en peligro de extinción

SEQUÍA EN LA RESERVA ECOLÓGICA
Es un área protegida internacionalmente. Reclaman que el Congreso intervenga en la crisis de ese espacio verde. La Legislatura porteña evalúa pedirle informes a Macri.

“Estamos a punto de perder la única área protegida de la ciudad y el segundo pulmón de oxígeno capitalino después de Palermo. Detectamos que en los últimos seis meses las tres lagunas de la Reserva Ecológica de la Costanera Sur han perdido toda el agua”, denunció el diputado nacional y ex funcionario porteño por el socialismo Roy Cortina.

La reserva es uno de los 16 humedales protegidos que tiene la Argentina. El mundo cuenta con 17 mil y el único de la Capital Federal está a punto de desaparecer, algo que viola la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional que suscribió la Argentina en marzo de 2005 y que pone a la Costanera en el mismo nivel de importancia que los bañados del río Dulce y la laguna de Mar Chiquita, en Córdoba, o las lagunas y esteros del Iberá, en Corrientes.
Para la directora de la Reserva, la bióloga María Luján Arzubi Calvo, la ausencia de agua es real: “Ahora estamos en un nivel crítico, lamentable pero no peligroso. A todos nos gusta ver la mejor cara, pero la sequía también es parte de la naturaleza”.

Los especialistas dicen que la Reserva es un regalo de la naturaleza para una ciudad que nunca se llevó muy bien con el río ni su ecosistema. El requisito internacional para que una porción de agua sea considerada un humedal es que en marea baja no tenga más de seis metros de profundidad.

Las lagunas del sur de la Costanera se formaron a partir de 1984, cuando abandonaron las obras realizadas por la dictadura para ganar terreno al río frente la construcción de autopistas. Con el correr de los años comenzaron a desarrollarse diferentes comunidades vegetales a partir de semillas presentes en el sedimento, transportadas por el viento o dispersadas por los animales. Aunque descansa sobre una tremenda acumulación de escombros y tierras depositadas por la intendencia del intendente Cacciatore, esas 353 hectáreas ubicadas en el extremo sur de la ciudad se transformaron en un espectacular refugio para el asentamiento de diferentes especies animales.

El 5 de junio de 1986, fue declarada Parque Natural y Zona de Reserva Ecológica. Según el profesor Norberto Ovando, vicepresidente de la Asociación de Amigos de los Parques Nacionales y experto de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), la subsistencia de la Reserva corre serios peligros. Pero el gobierno porteño no opina lo mismo.

“Nosotros registramos que en ese pequeño espacio viven 250 especies de aves, 25 especies de reptiles, 10 de mamíferos y 9 de anfibios. Hemos comprobado que los humedales están sin agua y esto implica que se perderá más del 50 por ciento de esa fauna. Cuando se acaba el acuífero, la mayoría de las especies migra hacia otras reservas”, explicó el especialista, quien recordó que además de la falta de agua, “en esas 353 hectáreas todos los fines de semana pasean miles de personas que transforman a la Reserva en un lugar sumamente hostil para la vida silvestre”.

Para Arzubi Calvo, las razones del problema están en las napas: “Conseguir agua en ese lugar es complicado, en 2007 se logró una perforación en el acuífero pampeano, y las perforaciones están funcionando, pero el fenómeno de la sequía es grave y las napas no rinden”.

Los humedales son uno de los ecosistemas más frágiles del mundo y cada día sufren mayores amenazas. El 2 de febrero de 1971, los principales expertos de todo el mundo se reunieron en la ciudad iraní de Ramsar para crear una convención que desde entonces obliga a los Estados que la suscriben a proteger sus humedales.

La Argentina firmó los compromisos en 2005 para proteger a los 16 que hay en su territorio. Para Ovando, la protección del único humedal porteño “es responsabilidad del gobierno, que debería garantizar el uso sostenible de la Reserva, pero el manejo de la Reserva no se cumple de acuerdo a lo especificado y la virtual desaparición de las tres principales lagunas de la Reserva, son la prueba más notoria”.

En el caso porteño, su delicadeza es mayor porque se trata de una Reserva formada artificialmente que depende de un sistema de bombas que le provee de agua.

Una fuente confió que “si bien en 2007 se logró encontrar una napa de agua dulce para alimentar la Reserva, el problema es que en el verano voló la instalación eléctrica que hacía funcionar las bombas y ahora los viejos humedales son casi pastizales”.

La directora de la Reserva lo admite: “Es cierto que tuvimos un problema eléctrico, ahora las bombas funcionan, pero el tema es que no hay un volumen para llenar las lagunas y por eso estamos en un nivel crítico”.
La comuna cuenta con 4,5 millones de pesos para mantener ese ecosistema. La legisladora porteña Verónica Gómez reveló que en el primer trimestre sólo se gastó el 11 por ciento de ese dinero. “Y ni siquiera hubo una rendición de caja chica”, afirmó la diputada, quien firmó junto a su compañero de bancada, Julián D’Angelo, un proyecto para que la Legislatura porteña le reclame a Mauricio Macri que conteste un cuestionario con 19 preguntas específicas sobre el estado de ese espacio verde.

“Se trata de situaciones cíclicas que han sucedido, nunca como ahora, aunque es cierto que hay un descenso en la biodiversidad, pero esto no es irreversible”, indicó la funcionaria. Sin embargo, nadie puede pronosticar cuándo volverá el agua a las tres lagunas. “Más que de las lluvias, todo está en manos del presupuesto. Hay muy buen personal en la Reserva, pero con tan pocos recursos semejante esfuerzo se pierde”, concluyó Cortina.

Un lugar cercado por torres de lujo
Además de los incendios reiterados y luego del fracaso de un plan que pretendía instalar un helipuerto al lado de la Reserva Ecológica, un proyecto desatará más polémica. Se trata de los Solares de Santa María del Plata, el megaproyecto inmobiliario que la constructora IRSA planea desarrollar en la ex Ciudad Deportiva de Boca, pegado a la reserva. Cuenta con una inversión inicial de 500 millones de dólares. Fue presentado al presidente Néstor Kirchner en marzo de 2007, diez años después de que la empresa de Eduardo Elsztain compró los terrenos por u$s51, 5 millones, en una venta que autorizó Carlos Menem.

En diciembre de 2007, un amparo presentado por el diputado Pablo Failde paralizó un decreto firmado por Jorge Telerman que permitía su construcción. Los vecinos de la zona denuncian que “perjudicará a la Reserva Ecológica por la entrada y salida de camiones, las excavaciones y los movimientos del suelo”. Para los especialistas, “la proximidad del nuevo barrio traerá más problemas con la población animal de una reserva que estará atrapada entre ladrillos”.
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