Hay que elegir bien
por qué luchar

20 de Agosto de 2008

Los obstáculos siempre están ahí y no por eso dejamos de hacer las cosas. Esto bien podría reflejar la visión del controvertido Bjorn Lomborg quien, a pesar de sus críticos, este año fue descrito como uno de los 50 hombres que podría salvar el planeta. Él respondió a las preguntas que ustedes le enviaron

Conocido también como el "ambientalista escéptico", Lomborg empezó a hacerse conocido por su actitud contra-corriente: él sostiene que en la mayoría de los casos se exagera el problema del calentamiento global y que es incorrecto insistir en la reducción de las emisiones de carbono como forma de combatirlo.

A través de su fundación, el Centro del Consenso de Copenhague (CCC), Lomborg intenta darle forma a su manera de enfrentar los problemas: pensando en lo que es posible y en lo que es práctico en este momento.

Para eso, durante la semana pasada invitó a cinco premios Nobel de Economía, quienes evaluaron una serie de propuestas sobre cómo combatir los males que nos afectan en el planeta y después dieron a conocer sus veredictos.

Y mientras ellos hacían esto en Dinamarca, BBC Mundo le pidió su opinión sobre algunos de esos temas y cómo afectan a América Latina. Ustedes también le enviaron preguntas que él contesto durante una visita a los estudios de la BBC

Para empezar, hay un gran escepticismo de parte de nuestros lectores sobre cuánto realmente quieren hacer los gobiernos. Luis Ernesto Aguayo, de Santiago, Chile; Romar Rodríguez, de Budapest, Hungría; Marcos Rizo, de Las Vegas, Estados Unidos, preguntan ¿qué hacer con gobiernos que pueden ser corruptos o que no tienen la voluntad política para los cambios?

Éste es un problema enorme. En 2004 analizamos el problema de la corrupción y llegamos a la conclusión de que no hay mucho que podamos hacer al respecto. No tenemos ninguna buena solución para la corrupción.

Por eso cambiamos nuestro foco de atención a otras áreas donde -incluso a pesar de la corrupción- podemos progresar. Por ejemplo, es muy difícil imaginar gente acumulando suplementos de hierro o vacunas. Además, es más facil inmunizar a un niño y protegerlo de una serie de enfermedades.

Antonio Paz, de Caracas, Venezuela, e Iván, de Lima Perú, son muy críticos de la propuesta del CCC, de fortalecer los alimentos con polvos para espolvorear, por ejemplo, señalando que es un insulto plantear eso cuando países ricos como Inglaterra o Dinamarca, no sólo comen bien sino que derrochan comida. ¿Qué opina?

Cuando eres rico, tienes una visión muy distinta. Para los países ricos los alimentos no son una preocupación. Pero si haces que los países ricos tiren menos comida, no vas a lograr alimentar a los países más pobres.

Si nos preocupan los alimentos, tenemos que enfocarnos en el libre comercio, en hacer que países como Dinamarca o el Reino Unido dejen de subsidiar a sus agricultores, para que los agricultores del Tercer Mundo puedan obtener más ganancias, contratar más empleados, mejorar la economía, transición que ya experimentó el Primer Mundo.

¿No sería mejor enfocar los esfuerzos en hacer que los países ricos, especialmente EE.UU., gasten menos en armamentos y más en financiar proyectos como los que uds. han presentado?, pregunta Jesús Viera, de La Habana, Cuba.

La mayoría de las naciones gastan su dinero como quieren. No tiene sentido decirles que inviertan dinero en el mundo en desarrollo. No se trata de convencerlos de que gasten en los demás lo que gastan en ellos mismos. Lo importante es que cuando gastan dinero en otros (generalmente un 2%), ese dinero sea utilizado de la mejor manera posible.

Lucía Farías, de Cuenca, Ecuador, plantea si en verdad se puede creer en las empresas farmacéuticas, todas de países ricos, que vayan a ayudar a los más pobres.

No, no están aquí para ayudar a nadie excepto a sí mismas. Pero sí podemos confiar en que han creado medicamentos efectivos para inmunizar o para tratar enfermedades cardiacas como la aspirina. Entonces debemos utilizar esta información para distribuir estas medicinas baratas en el Tercer Mundo, porque es una manera económica de ayudar a muchísima gente.

¿Entonces la idea es no meterse en problemas que no se pueden resolver de inmediato y concentrarse en lo más práctico?

El Consenso de Copenague opera un poco como lo hace una sala de emergencia en un hospital: cuando ingresa gente, no tratas a los que casi no tienen problemas ni a los que posiblemente morirán aunque los trates. Te ocupas de los que están en un estado intermedio, de aquellos en los que puedes lograr una gran diferencia.

Se trata de elegir, inteligentemente, por qué causas vas a luchar.

Milton, de San Salvador, El Salvador; Gunter Melendez, de Guatemala y Carolina Paz, de Maracaibo, Venezuela, preguntan si no sería mejor fortalecer primero la institucionalidad de los gobiernos, dado que muchos países tienen buena legislación pero ésta no se aplica.

Sí, pero las instituciones son parte fundamental de las soluciones, pero no sabemos cómo reforzarlas.

Tienes que pensar que con dinero no se pueden reforzar las instituciones. Claro que tienen que reforzarse para que las cosas funcionen a largo plazo, pero a corto plazo nosotros nos concentramos en las cosas que no necesitan que las instituciones estén funcionando tan bien, como lo es en el caso de repartir micronutrientes.

Y hay que recordar que si la gente está más sana y mejor alimentada y tiene más oportunidades de mejorar su situación, hay más posibilidades de que se transformen en ciudadanos más comprometidos, que trabajen para que sus instituciones sean más responsables.

Sobre el tema de la contaminación, Joaquín Piniella de Gijón, España, pregunta ¿cómo eliminar el uso de la leña y el carbón si los precios del gas y el petróleo son tan elevados?

La mayoría en el mundo desarrollado ha dejado de utilizar leña para cocinar porque tiene dinero para hacerlo. Por eso la idea es tratar de que con el tiempo la gente se enriquezca y entonces se pueda producir una transición hacia el uso de combustibles menos contaminantes.

Sería poco probable entonces que no veamos una transición similar a la que tuvo lugar en el mundo desarrollado. Y también no hay que olvidar que la madera en las grandes ciudades, es también muy cara.

Eric Gamboa, de Syracuse, EE.UU., plantea que si con información y educación la gente hace decisiones razonables, entonces ¿por qué no se hace de la educación la prioridad número uno?

Sí, la educación ocupa un lugar bastante prioritario en nuestra agenda, pero la educación es difícil de lograr con dinero. Uno de los puntos cruciales es que sabemos que si construyes más escuelas esto no va a tener impacto en la escolarización. Indonesia por ejemplo duplicó el número de escuelas y sólo logró un aumento en la asistencia de un 3%.

La educación es importante pero no es lo mejor que puedes hacer si tienes para gastar mil millones de dólares extra.

Luis Chicana, de Chachapoyas, Perú, pregunta si los problemas no se podrían resolver eliminando la explotación del hombre por el hombre.

El mundo sería maravilloso si no hubiese explotación, si la gente estuviese motivada en hacer el bien a los demás y no sólo pensasen en sí mismos. Pero eso nunca se ha visto.

El punto de vista de los economistas es que en un mundo donde cada uno piensa en sí mismo es uno en el que no todos, pero mucha gente puede enriquecerse y el interés personal puede aportar al bien común.

Como señala Adam Smith, el panadero no hornea pan para mí sino que lo hace para su propio beneficio. Pero eso hace que yo pueda conseguir pan más fácil y más barato para mí.

Sobre el tema de salud y medicinas: Rosa Fuenzalida, de Comodoro Rivadia, en Argentina, fue muy enfática en asegurar que las medicinas baratas no son la solución, porque medicinas baratas puede significar menor calidad del producto y porque, según ella, la alimentación y la educación son mejores opciones.

Es difícil elegir sin mirar primero la evidencia. La alimentación y la educación son importantes pero los medicamentos también. Hay que preguntarse en cuánto puedes abaratar las medicinas o en cuánto puedes abaratar los costos de la comida y la educación. Y si puedes hacer una de ellas más barata ¿por qué no?

Muchas de las enfermedades que están casi erradicadas en el Primer Mundo como Hepatitis B o Neumonía en la población infantil, podemos evitarlas en el mundo en desarrollo vacunando a los niños.

Por eso yo digo que hay que dar primero lo que es más barato porque así podemos llegar a más gente.

Otro tema recurrente entre los lectores de BBC Mundo es el papel que se prevé para las empresas. Gustavo Vidal, de Veracruz, México y Aurora, de San Salvador, El Salvador, preguntan si no es hora que las empresas privadas se hagan responsables de pagar por la educación completa de sus empleados y trabajadores.

En general las compañías pagan por brindar educación que es necesaria para el trabajo, pero no la educación básica.

Ese no es el modelo que se aplica en el mundo desarrollado y dudo mucho que las compañías en el mundo en desarrollo quieran hacer eso, porque entonces querrían asegurarse de que sus empleados se quedarán por bastante tiempo y eso es ya un problema en el mundo desarrolllado, donde la gente cambia de trabajo.

¿Qué valor para la vida de los latinoamericanos tiene el hecho que cinco premios Nobel, todos de EE.UU., seguramente sin la experiencia de pobreza o limitaciones, se sienten durante una semana en Dinamarca para discutir problemas que no tienen nada que ver con ellos?

Es una buena pregunta. Tuvimos una larga discusión y decidimos que queríamos dar la perspectiva de la gente más reconocida que trabaja en este campo y, desafortunadamente, es un hecho que los mejores economistas son de EE.UU. o viven allí.

¿Cómo responde a la crítica que su enfoque es muy economicista, viendo todo desde el punto de vista de la rentabilidad de un proyecto?

Yo creo que es importante saber cuál es el costo y el resultado de un programa. Si luego decides en función de esa variable es un problema democrático.

Es algo así como entrar a un restaurante y ver el menú con una gran oferta de platos pero sin precio. A la hora de elegir, eso te hace sentir incómodo. Lo que nosotros hacemos es poner precios y medidas en ese menú.