25 de
Septiembre
de 2008
Por primera
vez en seis
años la
caída llega
hasta 20% y
se nota más
en contratos
hechos
durante la
pelea con el
Gobierno.
Especialistas
explican las
causas del
fenómeno
Por primera
vez en seis
años, los
alquileres
de las
explotaciones
agrícolas de
la pampa
húmeda,
donde se
concentra
casi el 80%
de la
producción,
muestran
caídas de un
10 a un 20%
en quintales
de soja por
hectárea,
según
fuentes
consultadas
por
LA NACION.
Si bien
habitualmente
el grueso de
los
arrendamientos
se empieza a
negociar
casi sobre
el fin de la
cosecha con
vistas a la
próxima,
este año el
conflicto
con el
Gobierno
demoró el
cierre de
las
operaciones
en más de
dos meses y
las bajas
detectadas
corresponden
a los
contratos
realizados
en medio de
la pelea y
tras la
derogación
de la medida
que impulsó
el ministro
de Economía
Martín
Lousteau.
Sólo los
arrendamientos
de las
tierras muy
buenas,
firmados en
muchos casos
antes del
conflicto,
han logrado
mantener sus
valores.
Otra
aclaración:
en esos
casos,
incluso en
dólares por
hectárea -no
ya en
quintales-,
puede haber
alzas porque
la soja vale
más que el
último año.
Alrededor
del 60% de
la
agricultura
se hace
sobre
tierras de
terceros.
Con matices,
los
especialistas
consultados
dan cuenta
de que por
primera vez
en seis años
se detuvo la
fiebre
alcista del
precio de
los
alquileres y
que la
tendencia
apunta ahora
a la baja.
Las causas
del fenómeno
son
variadas.
Entre ellas,
la
incertidumbre
que provocó
la batalla
con el
Gobierno; el
aumento de
los costos
en los
insumos, que
en promedio
subieron un
40% pero
tienen casos
de más del
100% en los
fertilizantes;
el alza de
las labores,
con no menos
de un 20% de
crecimiento;
la baja de
los precios
de los
granos de
más de un
30% desde
fines de
junio y
principios
de julio
pasado; las
restricciones
para un
financiamiento
más
conveniente
que en 2007,
y la sequía,
que ha
provocado
que muchos
productores
o
contratistas
desistieran
de alquilar
nuevamente.
"Todos estos
factores
hicieron que
los
alquileres
bajaran
entre un 12
y un 20%;
alrededor
del 65% [de
los
contratos]
tuvo bajas",
subrayó
Guillermo
Villagra,
socio de la
consultora
Openagro,
que no tiene
dudas de que
los
productores
hoy están
ante un
escenario
con números
estrechos,
sobre todo
si
arriendan.
Según sus
cálculos,
contra
200/250
dólares por
hectárea que
el año
pasado podía
dejar en un
campo
alquilado
-sin contar
impuestos-
una soja de
más de 3000
kilos por
hectárea,
hoy no
habría que
esperar más
de US$
50/60,
siempre sin
incluir los
impuestos.
Por eso,
como nunca
antes el
ajuste en el
sector pasa
por los
arrendamientos.
Así, los
dueños de
los campos
ya no pueden
jactarse de
que del otro
lado de la
tranquera
tienen
cuatro o
cinco
candidatos
esperando si
se va un
inquilino.
Hasta las
grandes
empresas han
recortado
sus planes
de
crecimiento;
El Tejar,
por ejemplo,
que trabaja
más de
150.000
hectáreas,
hizo un 30%
menos de lo
que pensaba
sembrar. Una
fuente
cercana a la
firma dijo
que eso
ocurrió por
la
incertidumbre
y los
mayores
costos. Allí
afirman que
en promedio
hacer una
hectárea
sale US$ 150
más que el
año pasado.
En este
contexto,
muchos
inquilinos
de la pampa
húmeda han
buscado más
plazo para
el pago.
"Hay menos
interés y
los precios
en general
bajaron un
20%, por lo
menos en la
pampa
húmeda",
señaló Pedro
Nordheimer,
director de
la
inmobiliaria
rural que
lleva su
apellido.
Según
Openagro,
antes del
conflicto
con el
Gobierno en
la zona
agrícola
núcleo -una
región de
unos 4,4
millones de
hectáreas
entre el
norte
bonaerense,
el sur de
Santa Fe y
el sudeste
cordobés-
los
alquileres
rondaban
entre 15 y
20 quintales
de soja,
pero después
cayeron a
una franja
de 14 a 17
quintales;
además,
según esa
consultora,
en el oeste
bonaerense
pasaron de
11-14
quintales a
9,5/12
quintales.
Igual, en la
zona núcleo
las mejores
tierras se
mantienen
entre 18 y
20
quintales.
Precios y
modalidad de
pago
Precisamente,
según
Eduardo Fitz
Gerald,
director de
Compañía
Argentina de
Tierras, los
únicos
alquileres
que se
mantuvieron
en valores
similares al
año pasado
son los
campos que
"podríamos
denominar
AAA", de muy
buena
calidad en
la zona
núcleo y
parte del
oeste
bonaerense.
"El resto
[de los
campos], lo
que
podríamos
llamar la
periferia de
la pampa
húmeda, está
más
complicado",
dijo el
especialista,
que agregó:
"Hay bajas,
pueden ser
de un 10 a
un 15 por
ciento".
Marcos
Lanusse,
director de
Madero &
Lanusse
Campos,
coincidió en
que en
general los
buenos
campos
lograron
prácticamente
mantener sus
valores, si
bien también
registraron
bajas y
cambiaron
las
condiciones
de pago, con
plazos más
largos. Así,
de un pago
de contado
se están
manejando de
tres a cinco
pagos desde
el comienzo
del contrato
hasta la
cosecha,
según
Lanusse. "En
los campos
agrícolas de
menor
calidad
observamos
negociaciones
para bajar
los precios,
cosa que en
general
ocurrió en
el orden de
entre un 15
y un 20 por
ciento",
señaló. Como
con los
mejores
campos, en
los de menor
calidad
también se
intentó
cambiar la
modalidad de
pago, en
este caso
buscando que
el
propietario
aceptara un
porcentaje
de la
cosecha.
Según Fitz
Gerald, esta
última
modalidad se
ha visto más
en las zonas
marginales
para la
producción
agrícola,
alejadas de
la pampa
húmeda. "De
los pocos
alquileres
que se
realizan [en
esas
regiones]
muchos son a
porcentaje",
indicó.
Alejandro de
Elizalde,
director
general de
Elizalde
Garrahan &
Cía.,
observó
también
negocios
cerrados a
porcentaje,
en los que
se "pagó
bastante
menos" en
los campos
de inferior
calidad.
Como otros
consultados,
ve que las
tierras de
muy buena
productividad
mantuvieron
su precio.