12 de Mayo de 2009
Cumbre inmobiliaria, marcha de protesta y represión
En la
Patagonia están de liquidación
Más de
cuatrocientos operadores inmobiliarios se reunieron en el hotel Llao Llao para
discutir cómo vender la tierra en el sur en tiempos de crisis. La contracara
es la emergencia habitacional en Bariloche. El encuentro fue repudiado por
organizaciones civiles.
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Dos caras.
Mientras dentro del hotel 400 brokers hablaban de negocios, los manifestantes
reclamaban afuera un acceso igualitario a la tierra.
Para los grandes medios, el acontecimiento pasó
inadvertido. Si alguno se enteró, habrá concluido que la reunión –y la
manifestación que suscitó, con represión incluida careció del brillo
indispensable que la sociedad de las noticias les exige a determinados hechos.
Pero, ese día, en San Carlos de Bariloche brillaba tremendamente el sol, un
sol de verano.
Era, sin embargo, 24 de abril y los salones del hotel
Llao Llao estaban colmados, pero no de huéspedes comunes. Por sus pasillos
circulaban cerca de cuatrocientos brokers inmobiliarios venidos de Buenos
Aires y de diferentes partes del mundo y también potenciales inversores que
ven en el sur del país la posibilidad de comercializar pequeños, medianos y
desproporcionados paraísos privados. Comían trucha, ciervo y salmón ahumado y
llenaban con champaña y vino tinto las copas que levantaban para brindar por
el lema que los convocaba: “La Patagonia se vende sola”.
Hubo coffee break, reuniones de mesa chica y conferencias multitudinarias, que
tuvieron como oradores a
Carlos Melconian, Rosendo Fraga y el gobernador de
Río Negro, Miguel Saiz,
entre otros. Durante el Encuentro Inmobiliario
Patagonia 2009, celebrado en el hotel más emblemático de la región, hubo
también aplausos porque, a pesar de la crisis económica y de la parálisis
general que afecta al sector de los bienes raíces, los vendedores del fin del
mundo sacaron pecho esperanzados, confiados en que la región tiene cuero de
sobra para picar en punta cuando pase el temblor.
Mientras los especialistas departían sobre esas tierras con costa de
lago o sobre equis cantidad de metros aptos para un campo de golf o sobre la
conveniencia de tejer alianzas con inmobiliarias poderosas de la zona –las
mismas, por ejemplo, que le vendieron en febrero un campo de tres mil
hectáreas a
Máxima Zorreguieta–,
afuera del hotel se oían gritos de protesta.
Unos 350 manifestantes de diferentes organizaciones civiles, ambientales,
campesinas, mapuches y obreras de la Patagonia llevaron la voz de alarma al
Llao Llao para denunciar que la venta de la tierra en el Sur es un proceso que
no se detiene y que ocurre bajo el amparo de los poderes políticos
provinciales.
Según informes del
Concejo Deliberante local,
el déficit habitacional de
Bariloche ronda las 12.000 familias. El número de inscriptos voluntariamente
en los listados municipales para adquirir terrenos fiscales llega a las ocho
mil personas. Y el municipio, está claro, no puede brindar una respuesta
adecuada a la coyuntura dominante. Pero también es numerosa, e imprecisa por
falta de censos, la cantidad de familias que viven en barrios carenciados
donde el frío duele, a la espera de títulos de propiedad que nunca llegan. A
partir de estos datos –y otros más, como por ejemplo el multipoblado universo
de los conflictos indígenas en la zona–, semanas atrás se declaró en la ciudad
del Centro Cívico y los estudiantes, el estado de emergencia habitacional por
el término de un año. “Pero eso al parecer no hizo que los mercaderes de la
tierra se echaran atrás con este encuentro, sino que fueron para adelante”,
dice
el abogado Darío Rodríguez Duch, concejal del ARI e integrante de la Mesa
Social de Tierras. El hombre llevó pancartas de oposición hasta la puerta del Llao Llao esa tarde en que las cosas se complicaron. “Fue una manifestación
pacífica, pero, bueno, algunos chicos se sobrepasaron y se produjeron algunos
disturbios. Nada más. Lo grave no estaba del lado de afuera, sino ahí adentro,
donde un grupo de personas se reunió con el lema ‘La Patagonia se vende sola’
para seguir rematando lo que consideran un paraíso inmobiliario”, grafica
Duch, y remarca lo que por acá todos saben: no existen por parte de los
estados provinciales políticas que garanticen el acceso a la tierra.
Mientras los concurrentes analizaban dentro del hotel las maneras en que se
comporta el mercado en tiempos de crisis, afuera los manifestantes saltaban el
vallado policial y se trenzaban con la policía. La manifestación se deshizo
naturalmente, sin detenidos ni demorados.
El encuentro de los brokers culminó sin pena ni gloria. Pero los organizadores
se dieron por hechos. Los concurrentes volvieron a sus lugares de origen con
la idea de que la Patagonia se vende o se vende, avalados por los auspiciantes
de la reunión, a saber, cámaras inmobiliarias de la región, secretarías de
Turismo, colegios de profesionales diversos (escribanos, arquitectos,
ingenieros), cámaras de la construcción, empresas de servicios y medios de
comunicación. Quedó claro que la venta de tierra en la Patagonia, a pesar de
la crisis, no se detiene. Y que tiene, por si hiciera falta, promotores de
sobra.
Gonzalo Sánchez, desde Bariloche, Critica de la Argentina.
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