28 de Julio de 2008
Mientras el país sigue sin hallar el rumbo en cuestiones
importantes y urgentes con respecto al presente y al
porvenir, se persevera en librar estériles batallas en la
inasible dimensión del pasado. Se han oído en los últimos
tiempos, desde las máximas alturas del poder, pero también a
través de las simplificaciones de un coro de voces
subalternas, fulminaciones hacia ilustres personajes del
pretérito, capciosas interpretaciones de episodios ocurridos
a lo largo de casi doscientos años, comparaciones
inaceptables entre los tiempos épicos en que la Argentina
surgía a la faz de la tierra mediante esfuerzos colosales y
los presuntos logros de un presente siempre beneficiado por
el discurso público que lo consagra como "el mejor momento
de la historia".
Mientras en las carpas levantadas frente al Congreso, un
militante se trazaba una fantasiosa "línea de la traición"
que unía a Urquiza frente a la guerra con el Paraguay a un
ex primer mandatario que ocupaba su banca de senador en el
momento de la votación sobre las retenciones al campo y al
vicepresidente de la República que sufragó de un modo
ingrato para el oficialismo, surgía, en ámbitos paralelos,
la idea de quitar de los billetes de cien pesos la imagen
del "genocida" Julio Argentino Roca y sustituirla por la de
la heroína de la independencia Juana Azurduy de Padilla.
Constituye un tema de elemental educación popular saber que
Urquiza no traicionó a su patria al ponerse a las órdenes
del gobierno nacional encabezado por Mitre para combatir al
ejército invasor y que en cambio lo hubiera hecho si hubiese
escuchado los cantos de sirena del dictador Francisco Solano
López para que se sumara a sus filas.
Con respecto a la peregrina sugerencia acompañada de
denuestos de eliminar de la moneda vigente la figura del
gran estadista y soldado tucumano a quien debemos, entre
otras cosas, que la Patagonia sea argentina, cabe
preguntarse por qué no se pidió también la desaparición del
retrato de Juan Manuel de Rosas de los billetes de veinte
pesos. Si se tratara, en efecto, de erradicar el recuerdo de
los que llevaron a cabo acciones punitivas contra los indios
en una época en que el desierto se alzaba como la gran
barrera para la seguridad de la campaña y el desarrollo del
país, el gobernante porteño comandó entre 1833 y 1834 una de
las expediciones más vastas del siglo XIX. Las acciones de
Rosas provocaron un número mucho mayor de muertos que la
encabezada por Roca en 1879. En ambos casos, sin embargo, el
llamado genocidio distó de ser tal, y si a lo largo de una
guerra que se libraba ya desde tiempos coloniales hubo
víctimas, fueron el resultado de peleas en las que no se
daba ni pedía cuartel, y no de ejecuciones masivas e
indiscriminadas. Ni una ni otra efigie debe ser arrancada
con furia iconoclasta del peso argentino ni de ninguna otra
parte. Son representativas de un tiempo remoto y ejercer
venganza sobre sus respectivos recuerdos sería una nueva e
inútil regresión infantil.
Hace poco, se dispuso sustituir el nombre del Libertador
José de San Martín de la Biblioteca de la Provincia de
Buenos Aires, en La Plata, por el de Ernesto Sabato.
Ciertamente, el autor de Sobre héroes y tumbas merece
el reconocimiento por su notable trayectoria, pero hay
maneras de consagrarlo una vez más sin menoscabo del
recuerdo de aquél a quien se había honrado al cumplirse en
1950 el centenario de su muerte.
El intendente de la ciudad santafecina de Granadero
Baigorria, que perpetúa así la memoria de uno de los héroes
del Combate de San Lorenzo, acaba de enviar al Concejo
Deliberante un insólito proyecto de ordenanza que modifica
el nombre de la plaza San Martín, por República de Irak.
Resulta entendible que se quiera exaltar a un país con el
que se mantienen relaciones diplomáticas, pero no que para
ello se excluya al prócer por antonomasia de los argentinos.
Es una pena, en suma, que en dirección contraria a todo
lo que queda por construir y afianzar, se insista en una
tarea de demoler valores que sólo encuentra explicación en
políticas que tienden a la fractura entre argentinos y de
éstos con su historia. Los resultados están a la vista.
Copia textual del editorial del Diario La Nación del 27-7-08
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