PAÍS TOMADO

12 de Agosto de 2008

En el conocido cuento de Julio Cortázar “Casa tomada”, el autor hace referencia a un par de hermanos que conviven en una antigua y querida casa de su familia. A medida que transcurre el relato, estos personajes oyen ruidos extraños en la vivienda, a los que responden cerrando puertas y dejando esas áreas de la casa aisladas.

Como si se tratara de algo inevitable y demostrando una exasperante resignación, los hermanos afirman que la casa estaba siendo tomada. Así, una y otra vez, y frente a diferentes ruidos, los dos personajes van reduciendo su campo de acción detrás de las puertas que cierran definitivamente. Al final, quedan fuera de la casa, solo “con lo puesto” y habiendo dejado todas sus queridas pertenencias dentro.

La libertad individual y el respeto por los derechos no deben darse por sentados. “Dormirse en los laureles” creyendo que es tarea de “otros” el ocuparse de que se respeten dichos derechos, no solo resulta ser una actitud abúlica, sino suicida.

¿Cuántas veces hemos oído que tal o cual circunstancia nunca será posible en nuestra Argentina? . Lamentablemente hemos comprobado que los abusos pronto llegan y se hacen carne en nosotros.

No hay tal cosa como sucesos inexorables al modo matemático o “pendular” cuando de lo que se trata es de acciones humanas.

La patria, tierra de nuestros antepasados, tan querida por nosotros como la casa del cuento, en la que pretendemos trabajar, progresar y educar a nuestros hijos, viene siendo “tomada” desde hace años. No son sólo las acciones de flagrantes atropellos las que han debilitado notablemente a la República, sino aquellos que  de manera cotidiana y casi imperceptible, la corroen de la misma manera como la persistente gota de agua que erosiona la roca.

¿En cuántas ocasiones hemos reaccionado frente a la “toma” de nuestros derechos?. ¿No es acaso la mayoría de las veces cuando nos gana un conformismo infantil?

Ciertamente, quienes no aceptan oposición con un franco debate de ideas, quienes pretenden pisotear la Constitución Nacional, quienes atentan contra una independiente división de poderes, quienes se regodean en la impunidad que les otorga un cierto cargo político que todos solventamos, quienes atacan la Justicia, están “tomando” el espíritu de un país libre y próspero e hipotecan el futuro de todos. El conformarnos con las circunstancias como si se tratara de un piano que nos cae del cielo, solo puede llevarnos a la ruina.

La participación ciudadana y el debate de ideas en la búsqueda de argumentos sólidos es algo a lo que deberíamos acostumbrarnos para no ser llevados de las narices al modo de patéticas ovejas que se conforman con un corral cada vez más reducido.

El padre de nuestra Constitución Nacional, Juan Bautista Alberdi, decía que : “ El Estado se hace fabricante, constructor, empresario, banquero, comerciante, editor y se distrae así de su mandato esencial y único, que es proteger a los individuos de que se compone contra toda agresión interna y externa. En todas las funciones que no son de esencia del gobierno obra como ignorante y como un concurrente dañino de los particulares, empeorando el servicio del país, lejos de servirlo mejor.” Bueno sería volver a las fuentes que hicieron grande a la Argentina.

Si se observa a los países prósperos (que por cierto no son Venezuela ni Cuba de donde huye despavorida la población), seguramente se comprenderá que las recetas que se repiten en nuestro país desde hace más de cincuenta años,  resultan un rotundo fracaso que se profundiza con el paso del tiempo.   Por Marieta Benegas Lynch