12 de Agosto de 2008
DISPARADOR
Una sociedad donde las mentiras tienen patas
largas
En una
entrevista, la reflexiva Araceli González sostuvo que
"siempre digo la verdad ." Resulta arduo comulgar con ella
ya que la más elemental cortesía y no pocas veces la piedad
nos llevan a proferir inocentonas mentiras, de esas que no
acarrean daño colateral alguno.
Muy distinto es vivir entre mentiras. El ejemplo más craso
ahora es el de las cifras del INDEC. Nadie cree en nuestra
sociedad en los fantasiosos números oficiales y eso hace que
todo se enmarañe: desde las discusiones salariales hasta las
de arrendamiento, pasando por todos los precios variables
atados a la evolución del costo de la vida.
El problema lo describió hace unos respetables siglos el
caballero Montaigne: "Si, como la verdad, la mentira no
tuviera más que una cara, estaríamos mejores dispuestos para
conocerla, pues tomaríamos por cierto lo opuesto a lo que
dijera el mentiroso, más el reverso de la verdad revista de
cien mil figuras y se extiende por un campo indefinido. Los
pitagóricos creen que el bien es uno y limitado y el mal,
infinito e incierto."
En el marco de la también incierta interna gubernamental
sobre el proyecto oficial para despenalizar el consumo de
drogas, José Granero, titular de un organismo de
lucha contra la adicción, habló de "garantismo para defender
a narcotraficantes" y de "engaños a la gente" y el
ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos
calificó de "mentiras atroces y sin sentido" a los dichos de
Granero.
Resulta curioso que Fernández también sea ministro de
Derechos Humanos: ante una denuncia sobre inacción frente a
la existencia de unos 25 prostíbulos muy cerca del
Departamento Central de Policía aseguró que "la oferta de
sexo en este país es una infracción, en el mejor de los
casos". Ciertamente no es delito aquí la prostitución, pero
si lo es su explotación. Y eso es lo que ocurre en la
abrumadora mayoría de los prostíbulos, ámbitos donde también
no resulta infrecuente la comisión de delitos gravísimos
como la trata de personas y la explotación de menores. Y
nadie le prohíbe investigar a la Policía, aunque sea de
oficio. Pero en la visión del ministro la discusión supone
una mera "pelea de conventillo".
Sin embargo no todo es cosa de funcionarios. En la
Constitución puede leerse: "El trabajo en sus diversas
formas gozará de la protección de las leyes, las que
asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas
de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados;
retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual
remuneración por igual tarea" y así sucesivamente...Sería
interesante preguntarles qué opinan al respecto a los casi 5
millones de argentinos que malviven con trabajos en negro.
Porque que la ley suprema mienta con tanto énfasis implica
una mentira sin duda constituyente.
Reproducción textual de la columna de :
Marcelo A. Moreno
en el diario Clarín de
la fecha.
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