EL EJEMPLO DE LO QUE
NO DEBEMOS SER!!!

03 de Noviembre de 2008

a un año de las elecciones presidenciales

La imagen de Cristina cae en 22 provincias

La imagen de la Presidenta experimentó una caída en 22 de las 23 provincias con respecto a los votos que sacó en los comicios del año pasado. Según los datos de la consultora Datamática, la baja de popularidad más abrupta de la ex senadora se dio en Salta, con una diferencia negativa de 42,2% comparando la aceptación de su gestión con los votos que sacó en los pagos de Juan Manuel Urtubey. En la única provincia donde hoy mide más que el 28 de octubre de 2007 es en San Luis. Ni siquiera las proyecciones en el Conurbano son favorables para el matrimonio presidencial.

Floreciente. CFK celebra su victoria el 28 de octubre pasado; hoy, las encuestas no la acompañan.

El tiempo es relativo. Y en política, un año suele ser mucho tiempo. La imagen del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, exactamente 12 meses después de haber sido electa presidenta, se redujo en 22 de las 23 provincias. En total, la aceptación de la opinión pública a su gestión, comparada con los votos que sumó el 28 de octubre de 2007, cayó un 21,96% de promedio en todo el país.

El conflicto con el campo, los manejos de Guillermo Moreno en el INDEC, las aventuras del valijero Guido Antonini Wilson, los cambios de gabinete, la estatización de Aerolíneas y las AFJP impactaron en la Casa Rosada.

Estos datos se desprenden de un trabajo de la consultora Datamática, que entrevistó a 4.200 personas en 78 ciudades entre el 1º y el 14 de octubre pasado.

Tampoco los números de la encuestadora MBC Mori serán del agrado del matrimonio presidencial. Su último relevamiento, de fines de septiembre, también refleja caídas pero una de ellas se destaca por sobre las demás: del 49,2% de votos que obtuvo CFK en el Conurbano en las elecciones, hoy el 32,4% aprueba su Gobierno. Hoy, esos 24 distritos del Gran Buenos Aires desvelan a la Quinta de Olivos, al punto de que se ensayó un “operativo clamor” para que su líder, Néstor Kirchner, sea la punta de lanza allí en las legislativas de 2009.

El 25 de mayo, mientras los ruralistas colmaban el Monumento a la Bandera en Rosario, CFK festejó el día patrio en Salta, con el apoyo del gobernador local, Juan Manuel Urtubey, uno de los incondicionales K que deparó la pelea con el agro. Cinco meses después, esa provincia lidera el ranking de la caída presidencial. De los 74,4% de votos que obtuvo Cristina en octubre, apenas el 32,2% de los consultados por Datamática evaluó positivamente al Gobierno, lo que da una diferencia de 42,2%.

Con un descenso de 37,25%, Misiones se ubica en el segundo puesto, a pesar de que el gobernador Maurice Closs también se mostró alineado con el kirchnerismo en medio del embate de los ruralistas.

Los pagos de los radicales K Miguel Saiz (Río Negro) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero) continúan la lista con bajas para la imagen de Cristina de 35,06% y 33,31%, respectivamente.

En cambio, en los lugares en donde el campo se hizo fuerte, la caída de la imagen presidencial fue menor. En Entre Ríos, emblema de la protesta de la mano de Alfredo De Angeli, hay una diferencia de 24,29% entre octubre pasado y hoy. En La Pampa, cayó un 23,11%. Y en Córdoba, a pesar de la pelea entre Juan Schiaretti y la Casa Rosada por fondos adeudados, es de apenas un 8,02%. Y en Capital Federal, donde menos se devaluó: 2,44%. Claro que en estos últimos dos distritos la fórmula CFK-Julio Cobos sufrió sus peores resultados en octubre del año pasado. O sea, la base de aceptación era bastante inferior a otros provincias donde el kirchnerismo arrasó con la elección.

Esto también explicaría por qué en la única provincia donde hoy la jefa de Estado suma más voluntades que en 2007 es San Luis, el díscolo territorio de los hermanos Rodríguez Saá.

El mandatario de San Juan, José Luis Gioja, encabeza el ranking de gobernadores con mejor imagen, gracias a un 84,4%. Lo siguen Zamora (Santiago del Estero) con 82,7%, Alberto Rodríguez Saá (San Luis) con 77,6% y Eduardo Brizuela del Moral (Catamarca) con 71,1%.

Su contraparte es Celso Jaque (Mendoza) que ostenta una imagen negativa de 51,8%. El sucesor de Julio Cobos es seguido por el cordobés Schiaretti (49,8%), la fueguina Fabiana Ríos (41,45) y el entrerriano Sergio Uribarri (39,2%).

El trabajo de Datamática concluye que la imagen positiva del Gobierno de Cristina Kirchner es de 24,6%, mientras que la negativa escala hasta el 58,7%. Según este estudio, comparado al anterior realizado hace tres meses, el oficialismo se había recuperado un poco. “Los anuncios respecto de las AFJP deterioraron rápidamente el mejoramiento de imagen y se volvió a valores similares a los que se tenían al finalizar el conflicto con el campo”, argumenta el informe de Datamática.

El matrimonio K, amante de las encuestas, mirará estas cifras pensando en las legislativas del año que viene, esperando que el tiempo les dé una mano.

 

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Retroceso en los meses de Cristina

La Presidenta ganó las elecciones con una prioridad: reinsertar a la Argentina en el mundo. En ese sentido no hubo ningún avance. En otros tampoco. La forma de lanzar la reestatización de las jubilaciones aumentó la incredulidad. Hay pocos socios en la región.

La economía empieza a sufrir como no sufrió nunca en la era kirchnerista. La industria automotriz ha desacelerado su producción y comenzado con un plan de suspensión de trabajadores. Se trata de un reflejo de lo que sucede en Brasil y en el mundo: las empresas brasileñas del sector prevén seis meses de fuerte retracción y lanzaron en la última semana un plan de licencias colectivas. La caída del empleo en la construcción también causa alarma: desde principios de año las cifras oficiales se duplicaron y escalan hoy hasta los 100 mil obreros. La fabricación de autos y la construcción resultaron motores de la resurrección argentina de estos años.

El jefe de Gabinete, Sergio Massa, estuvo revisando días pasados un informe sobre la economía internacional para el 2009 que le produjo escalofríos. Las empresas multinacionales instruyeron a sus filiales —muchas de ellas instaladas en la Argentina y Brasil— sobre un fuerte recorte presupuestario. Las partidas salariales deberían bajar alrededor de un 14%. Eso no significaría una disminución de sueldos. Significarían cesantías. Hay gobernadores que alzaron la voz de alarma: uno de los primeros fue Hermes Binner. Al socialista lo cerca la crisis del sector automotriz, pero además señales poco tranquilizadoras de empresas ligadas al agro. El campo y el Gobierno se estarán preguntando, luego del viraje de la economía del mundo, por qué motivo pelearon tres meses y por qué debilitaron la posición argentina.

El mundo continúa en un derrotero de volatilidad e incertidumbre aunque la semana pasada pareció menos dramática, en términos financieros, que las anteriores. Pero se empezaron a conocer datos desalentadores sobre la economía de Estados Unidos. Datos que prenuncian recesión. Sobre Estados Unidos converge toda la atención para ver si la política produce alguna certidumbre que ayude a la economía: el martes, de no mediar algún imprevisto, se sabrá si la ruinosa herencia de George Bush será recogida por su heredero, John McCain o por el demócrata Barack Obama.

Cristina y Néstor Kirchner, después de fantasear con el paraíso, parecen haber empezado a tomar nota de que un infierno, breve o prolongado, podría acompañar sus días futuros en el poder. Con la misma obcecación que defendieron sus argumentos durante el conflicto con el campo defienden ahora la reestatización del sistema de jubilaciones. La Presidenta ocupó tiempo de un foro internacional, la Cumbre Iberoamericana en El Salvador, para explicar las bondades de una repentina decisión que el mundo no alcanza a comprender.

La cuestión es siempre la misma. No caben reparos a la posibilidad de un cambio, aunque se trate de un cambio estructural y complejo. Se objeta la manera discrecional con que el matrimonio presidencial adopta sus decisiones. Un mecanismo similar sucedió cuando detonó el conflicto con el campo que terminó desangrando al Gobierno. La derrota dibujó un espejismo: Cristina varió su estilo y alentó las esperanzas también en el terreno institucional y político. Fue una ráfaga.

Queda la sensación ahora que aquel giro presidencial, como otros, surgió como producto de la necesidad antes que de la convicción. Respondió a un espasmo. También su proclamada voluntad por la comunicación con la prensa, que se está circunscribiendo a algunos artículos que Cristina escribe en diarios del interior. Idea que fogoneó su portavoz, Miguel Núñez, y que sorprendió a los especialistas oficiales.

El arrebato del matrimonio presidencial sobre las jubilaciones fue el que alentó los temores de aquí y afuera. La primera conjetura resultó casi unánime: el Gobierno quiere apropiarse de fondos excepcionales (15 mil millones de pesos anuales) para afrontar un próximo año con durísimas obligaciones externas y la demanda electoral. La mirada de los economistas empieza a incorporar matices: la mitad de los vencimientos (18 mil millones de dólares en total) serían prorrogables; aún cuando las negociaciones con el Club de París y con los bonistas quedaran en la nada el país dispondría de recursos para afrontar la mitad restante. Hay casi 6 mil millones de dólares de ahorro de organismos del Estado. Figuran en los cómputos de Kirchner.

El foco de los economistas enfila hacia otro lado. El matrimonio presidencial necesitaría recursos para otro par de cosas. La reanimación de la obra pública que, en general, tiene ya ritmo cansino y que podría compensar, en alguna medida, los efectos de un parate económico que resultará ineludible. El fortalecimiento de la caja para el tiempo electoral que, a la distancia, está plagado de enigmas para el oficialismo. Esa caja tiene que pasar dos pruebas parlamentarias que nadie sabe si podrá pasar en la medida en que el Gobierno consagre a su antojo la reestatización de la jubilaciones: el impuesto al cheque y la emergencia económica.

Kirchner no quiere variaciones en el proyecto oficial como no los quiso al principio de la confrontación con el campo. Cedió cuando era tarde. Las circunstancias políticas no son iguales. La demanda del campo tuvo desde el arranque una amplia permeabilidad en la sociedad que llegó a picos de aceptación del 80%. Sobre la conveniencia de reestatizar las jubilaciones existe una mayor diversidad: una encuesta oficial marca que un 63% de la población la aprueba; una encuesta no oficial divide las preferencias en partes casi simétricas.

La dirigencia agraria, aunque se esfuerza, no forma parte de esta nueva pelea. Ese frente se astilló después del último frustrante paro. Esa fragmentación melló también las energías de la oposición. Elisa Carrió plantea una intransigencia que no deja hendija para la negociación. Aunque advierte, con razón, sobre la combinación explosiva que podría representar la caja abultada de los Kirchner con el ejercicio de los superpoderes. Alfonso Prat-Gay, su candidato a diputado, ofrece un discurso menos guerrero pero con aristas que enriquecerían el debate en el Congreso.

Los socialistas están de acuerdo con la reestatización pero reclaman que de los nuevos fondos a los que accederá el Gobierno una parte sea coparticipable con las provincias. Por ahora el kirchnerismo se resiste. Los radicales fueron los únicos que lograron elaborar una propuesta alternativa que Kirchner también desestima. "Por lo menos tres artículos de esa propuesta podrían incorporarse sin problemas al proyecto oficial. Si así fuera muchos radicales estarían dispuestos a acompañarnos", confesaba un ministro desalentado por la cerrazón del Gobierno.

Kirchner pretende que el proyecto de reestatización sea consagrado el jueves en Diputados. Puntea los votos a cada rato y dice contar con una base segura de 140. Suficiente para la victoria. Ha empezado a preguntar qué actitud tendrá Carlos Reutemann en el Senado. El santafecino está esquivo. Su conducta suele ser influyente en el bloque oficial. Amado Boudou es el nuevo berretín del ex presidente. Le encanta cómo el titular de la ANSeS defiende el plan jubilatorio. Boudou llegó a la ANSeS a instancias de Massa.

Cristina viajó a la Cumbre Iberoamericana para defender el mismo plan y para brindarle garantías a José Luis Rodríguez Zapatero que las inversiones españolas no corren riesgo en la Argentina. El socialista tolera todo porque su debilidad es ahora acentuada. La crisis económica lo está golpeando feo. Esa debilidad se trasunta también en que nuestro propio país y Brasil son los puntales para que España sea incorporado de una vez al Grupo de los 20.

España es, pese a todo, la única puerta abierta en Europa que dispone la administración kirchnerista. Eso explica, tal vez, que la próxima excursión de la Presidenta esté rumbeada hacia Africa. La
sensación de soledad
tiene registro además en la región. Ahora se sabe que el veto que Tabaré Vázquez impuso a la candidatura de Kirchner como jefe de la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) contó con algún acicate de Chile. Y que Perú y Colombia recibieron aquel veto con indisimulada satisfacción.

Cristina tenía pensado concurrir al coloquio empresario de Mar del Plata pero desistió de hacerlo cuando se enteró de la invitación cursada a Julio Cobos. Sólo un ministro se animó a asistir. Preguntó desde El Salvador cómo se había comportado el vicepresidente. La Presidenta cumplió un año de su rotunda victoria electoral que estuvo precedida de promesas sobre la calidad institucional, de la apertura del debate, del deseo de reinsertar a la Argentina en el mundo. Nada de eso sucedió en estos diez meses.

Ese primer aniversario presidencial coincidió con los 25 años de la recuperación de la democracia. Coincidió también con la consolidación de Raúl Alfonsín como símbolo de aquella recuperación, incluso para otras naciones de América latina. No se trata de ninguna apología. En el huerto del líder radical hubo de todo: aciertos y desatinos. Pero nunca, ni siquiera en su atardecer, un renunciamiento al diálogo, a la convivencia y al reencuentro.

Contrastes de una democracia joven, precaria y aún empobrecida. Reproducción textual de la columna de
 Eduardo van der Kooy , periodista, para el diario Clarín.

 

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La menos pensada