13 de Abril de 2009
Cesantías por la
crisis y denuncias de persecución gremial
Una zona
caliente por los despidos
Son empresas autopartistas
de Tigre y San Fernando que echaron a 300 trabajadores.
Varios de ellos denunciaron ante la Justicia discriminación
por su activismo sindical. Ahora esperan un fallo de la
Corte Suprema de Justicia.
![](http://www.criticadigital.com/impresa/fotos/9_538.jpg)
Operario. A la hora de
decidir las cesantías, las empresas ponen bajo la lupa a los
delegados sindicales.
Son fábricas de autopartes
del norte del conurbano, pero comparten mucho más que la
cercanía: con el argumento de la crisis, despidieron en los
últimos meses a casi 300 operarios, entre ellos a los
activistas de base no alineados con los sindicatos de esas
actividades. Se trata de tres empresas de Tigre: Pabsa, Lear
y Dana, ubicadas a pocas cuadras de distancia sobre la
Panamericana, y de la fábrica de neumáticos Fate, de San
Fernando. En algunos casos también tienen en común denuncias
por la militarización de las plantas en los últimos
conflictos gremiales.
“El Gobierno nacional y el
provincial intentan ocultar los despidos y persecuciones
gremiales y no toman medidas para evitarlos en estas
empresas, que por lo general son de capitales
multinacionales”, le dijo a Crítica de la Argentina
Edgardo Moyano, abogado de los cesanteados y miembro del Centro de
Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh).
Tanto el letrado como los
echados coinciden en que las empresas utilizaron la crisis
como excusa para desprenderse de referentes de base. Y que
lo hicieron con el aval –implícito o explícito– de los
sindicatos del plástico (UOYEP), mecánicos (SMATA) y de la
Unión Obrera Metalúrgica (UOM). Los despidos se ejecutaron
en momentos en que crece la expectativa por un fallo de la
Corte Suprema en contra de las cesantías discriminatorias.
Javier Spinelli fue echado
con otros 22 operarios el 16 de febrero de Pabsa, que
fabrica butacas para Volkswagen. El mismo día se convocó a
un paro y Spinelli fue elegido, durante una asamblea, nuevo
delegado pero sin el aval del sindicato plástico. En medio
de la disputa se subió al techo de la planta para reclamar
por los puestos de trabajo y terminó detenido.
El trabajador comentó que
en diciembre, siempre con el argumento de la crisis, la
empresa ya había cancelado más de 70 contratos, y que
durante este año hubo “despidos por goteo”. En la actualidad
trabajan en la firma unos 130 operarios de planta y otros 30
administrativos.
El conflicto pasó a la vía
judicial: “La semana pasada la Cámara de Apelaciones del
Trabajo autorizó a Spinelli a presentarse como candidato a
delegado en las elecciones que se hicieron el 6 de abril,
pero la empresa no lo dejó participar”, explicó Moyano.
A pocas cuadras de Pabsa,
los operarios de Lear, que fabrica mazos de cables para Ford
y Peugeot, sufrieron una situación similar.
Juan Cruz Costa
era un activista y candidato a delegado hasta el 9 de
febrero, cuando recibió el telegrama de despido con otros
cinco trabajadores. Era el paso final de una poda iniciada a
fin de año, con el despido de 60 contratados.
“Yo era candidato seguro a
delegado y caí en la ‘limpieza’. El SMATA no estuvo en las
primeras audiencias en Trabajo y sólo fue a la tercera, para
decir que nos tocaba una indemnización más alta”, se quejó
Costa. El ex empleado dijo que las cesantías se concretaron
por la crisis pero que al mismo tiempo “en Lear empezaron a
hacer horas extras”.
En Dana, que elabora
chasis para varias automotrices, el conflicto también
coincidió con la crisis y con una convocatoria a elecciones
internas. “El 12 de diciembre hubo elecciones pero el gremio
(UOM) nos proscribió y un mes después hubo 15 despidos, la
mayoría de activistas”, contó Roberto Amador, ex candidato a
delegado y en la actualidad desocupado, a la espera de su
eventual reincorporación por la vía judicial.
En el caso de la planta de
Fate no hubo confrontación directa con el sindicato del
neumático (SUTNA) pero sí un conflicto entre la empresa y
los delegados de base, que duró la segunda mitad del año
pasado y llevó a “la militarización de la planta con más de
200 efectivos de Infantería”, contó
Víctor Ottoboni, actual
delegado del personal. Crítica de la Argentina.