A
veces siento que toco fondo, pero hay algo que a mis 86 años
me llena el corazón: sigo dando charlas por todo Buenos Aires.
Hago un monólogo llamado "Recuerdos de un comediante", donde
repaso una carrera que las jovencitas no conocen, pero sí sus
abuelas: participé de unas 40 películas, entre ellas "Juvenilia",
en 1943; "Se abre un abismo", de Pierre Chenal, en 1944;
"Ritmo, sal y pimienta", en 1951, con Lolita Torres o "Cuando
en el cielo pasen lista", con el maestro Narciso Ibáñez Menta.
Ese "Passanito"
, como me decían, era el galán de las mujeres en aquellas
épocas. Desde María Duval a Virginia Luque, Malisa Zini, Mecha
Ortiz. Hoy está un poco olvidado.
Aunque gracias a Dios, recordado por cientos de abuelos.
Las mujeres grandes me toman la mano y me dicen, "tiene la
misma voz".
Claro, el pelo ya lo perdí. Pero no las ganas de trabajar.
Me gustaría que se haga pública mi tarea, dicto clases y
además hago junto a mis alumnos festiteatros. Hemos perdido la
cuenta ya de cuántos.
Mientras, yo voy por los barrios dando charlas en centros
culturales, geriátricos, clubes, sociedades de fomento.
Contando secretos de mi profesión y pasando revista a los años
maravillosos en el teatro, el cine y la televisión. Todo sin
cobrar un centavo. Firme hasta que caiga el telón.
Mi padre fue
el fundador del teatro "La máscara".
Tengo cientos de recuerdos y hechos que pueden servir para que
cualquier productor me convoque. Aunque quizá no haya espacio
para los abuelos hoy.
Entonces yo propongo a los grandes hacedores de la TV de hoy,
como Gerardo Sofovich, Adrián Suar o Marcelo Tinelli, que los
actores mayores seamos considerados.
Sería bueno que se nos incluyera en campañas para la tercera
edad a favor de los valores, para que les hablemos a los más
jóvenes.
Tantos como yo estarían encantados. Abro una puerta.
Carta de lectores Diario Clarín del 27
de Setiembre de 2008
Ricardo Passano.
ACTOR/4624-0513
EL COMENTARIO
RESISTIR LA NAFTALINA
Se inició con grandes de la
escena como Nora Cullen, Guillermo Battaglia, Elías Alippi y
Angel Magaña. Para que los jóvenes de hoy lo entiendan: con
obstinación digna de un Galileo de las tablas, el hombre,
firme hacia los 90 años, se resiste a ser un sobre más en el
archivo del diario. Aunque sea un sobre que guarda las mejores
glorias del pasado. Y con todo el derecho que le da ser hoy
mismo testigo de carne y hueso de casi un siglo de la riqueza
cultural del país, quiere dejar la naftalina y pide en esta
carta que lo pongan en la vidriera. O que lo miren y mimen
como parte de aquella historia. Fue una cara bonita y, como se
dice, nunca quiso ser "sólo eso" ni que lo recuerden por haber
sido "el único galán que besó en una película a Lolita
Torres", según señala el propio archivo. "Aprendí mirando,
nunca fui a ninguna academia", dice a propósito de su carta.
Para quienes creen que la actuación infantil es una
sobreexigencia de esta época, cuenta que se formó haciendo sus
primeras destrezas actorales en los actos patrióticos de la
escuela y en las audiciones radiales infantiles que reclutaban
talentos incipientes. Allí compuso prototipos de inmigración
de aquel tiempo.
Años después,
y en la senda del prestigio de su padre, uno de los fundadores
del teatro independiente en la Argentina, el cine le puso el
sello de galán. En la década del 40, por su primera película,
le pagaron $ 250 y un traje. Hoy, más de siete décadas
después, muchos actores de su generación, y aun más jóvenes,
se lucen en teatro y en TV. Lidia Lamaison, Pepe Soriano,
Hilda Bernard, Gogó Andreu, Jorge Luz, Perla Santalla, Haydeé
Padilla, Jorge Rivera López, entre otros. Con esta carta,
¿alguien se atreve a decir que no hay lugar para un venerable
más antes de "que caiga el telón final", como el mismo Passano
define? La puerta está abierta. Y hay un hombre que espera.
Osvaldo Pepe. Clarin