02 de Diciembre de 2008
Contaminados
Señor Director:
"«¿Cuándo van a venir a
visitarme?
Me voy a morir sin que vengan», me lanzó al oído, impune,
sincera, la abuela Elisa, a fines de septiembre. «Aunque
tengamos que irnos hasta Paysandú, a fin de año vamos a pasar
las Fiestas todos juntos de nuevo», le aseguré.
"Dos años y medio habían
pasado desde que el conflicto de la papelera dividió nuestra
familia, y amplió estúpidamente los escasos 300 kilómetros que
antes nos separaban del encuentro con nuestros afectos.
El 28/10 falleció mi abuela de un paro cardíaco, inesperado.
A la madrugada del día siguiente viajábamos hacia Fray Bentos.
"La ruta
estaba vacía, y no era de extrañar.
Los carteles nos advertían del cierre del camino algunos
kilómetros más adelante, como hostiles advertencias para
quienes se aventuran por esta ruta ahora olvidada.
"En el auto se respiraba un
clima de incertidumbre ante la inminente exposición de los
motivos, más que personales, que nos llevaban a rogar libre
paso por las barreras de la asamblea ambientalista.
"La tristeza de estas
oraciones le dan paso a toda mi bronca.
Y es que para quienes impiden el libre tránsito por la ruta
136 no bastó con demostrarles el dolor que nos acompañaba.
La voz resonó contra mi nuca, cuando ya volvía hacia el auto
para franquear la barrera y seguir viaje para llegar al
velorio:
«A la vuelta traigan el certificado de defunción por cada
auto, porque si no por acá no pasan».
"Innecesario. Inexplicable.
Irracional.
Tan paradójico como que Botnia ya demostró ser una industria
de alto riesgo para el entorno.
Tan simple como entender que el alma y la razón de quienes
dicen luchar en favor de la vida y contra las papeleras ya
están contaminadas de fundamentalismo."
Carta de lectores diario La Nación del 30-11-2008
Lic. Esteban A. Wood
DNI 25.024.851
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