04 de Noviembre de 2008
Néstor hace con el gobierno de Cristina lo que no hacía con el
suyo. La discusión interna por las AFJP. La clase media corre
al dólar. Preparan la cancelación anticipada de deuda a
precios de remate.
Desde que Cristina Fernández es
presidenta, a Néstor Kirchner le apasiona jugar al límite.
Sin balancear costos y beneficios, ni evaluar la reacción
social o eventuales daños sobre el gobierno de su esposa. Le
gusta jugar al borde de la racionalidad política, muchas
veces, incluso, contra la opinión de funcionarios de primer
nivel, a quienes cuando la discusión levanta temperatura es
capaz de censurarlos con la hiriente acusación de que esconden
intereses particulares. Le sucedió durante la crisis del campo
a Alberto Fernández, quien suele comentar entre amigos que
“Néstor hace con el gobierno de Cristina lo que no hacía
cuando era presidente”. También ocurrió días atrás, antes del
anuncio del plan de estatización de las AFJP.
Desde la ANSES llegaron a la Rosada
una serie de alternativas de eliminación de la jubilación
privada. Todas destacaban que lo importante era el Estado
recuperara el flujo de ingresos previsionales: que los 3,6
millones de aportantes regulares a las AFJP contribuyeran
desde el año próximo al sistema de reparto unos 15.000
millones de pesos. Las propuestas diferían sobre qué hacer con
los fondos acumulados en las cuentas de capitalización
individual. Una posibilidad era mantener “la ficción” de las
cuentas individuales, pero bajo administración estatal (lo
mismo que sugirió Roberto Lavagna); otra era conservar el
Fondo en AFJP residuales, con el control de la
Superintendencia.
De una u otra manera, el Estado podía apelar al fondo de
cuentas individuales para financiar obras de infraestructuras
u otros proyectos que fogonea el kirchnerismo. Pero como de
los $ 94.000 millones de pesos acumulados en el sistema
privado el 55% son títulos públicos, la clave está en
refinanciar los vencimientos de los próximos dos años, algo
que igualmente ya estaba acordado con las AFJP.
El matrimonio presidencial optó por la alternativa de
transferir todos los recursos al Fondo de Sustentabilidad de
las Jubilaciones de la ANSES, suprimiendo las cuentas
individuales. Pese a las advertencias en contrario de sus
colaboradores más cercanos.
Como ya se dijo, equiparar lo acumulado en la cuenta
individual de una AFJP a un depósito bancario es un error. El
afiliado no puede disponer de sus fondos como si fuera una
caja de ahorro o un plazo fijo. No es un derecho patrimonial,
sino un derecho previsional: la cobertura futura de una
jubilación, que el Estado complementa con la PBU (Prestación
Básica Universal) y garantiza con el haber mínimo en caso de
que el dinero no alcanzara.
Pero esa “confusión” es un dato de la realidad. Buena parte
de los afiliados a las AFJP son la misma clase media que
deposita sus ahorros en plazos fijos. Y si perciben la
nacionalización del sistema privado como una incautación de
ahorros –como indican las encuestas–, el riesgo de contagio de
la desconfianza a los bancos es un peligro tan grande como
absurdo.
Desde esta columna contamos hace un mes la polémica que
suscitó entre los economistas del oficialismo la política
cambiaria que llevaba adelante el Banco Central, de acompañar
gradualmente el alza del dólar con ventas diarias de reservas.
Carlos Fernández y Mercedes Marcó del Pont, entre otros,
expusieron en la Casa Rosada la necesidad de no malgastar las
reservas, dejando escapar al dólar hasta un nuevo valor desde
donde se le imprimiera “volatilidad” para darle riesgo al que
compra y estabilizar así la cotización. Por ejemplo, permitir
que saltara de golpe hasta 3,60 o 3,50 para luego bajarlo 10
centavos y provocar en quienes corrían al dólar la impresión
de que no era un negocio garantizado.
El kirchnerismo bobo asoció esa alternativa con el lobby
devaluacionista de la UIA que, con los grupos Techint y
Ledesma a la cabeza, presiona descaradamente por un dólar con
alas. Un mes después, el tipo de cambio está a 3,40. Pero
nadie cree que ese techo que Kirchner ordenó fijar esta semana
esté firme. En el camino, el Central entregó dólares “baratos”
de las reservas a individuos y empresas agradecidos por esa
redistribución del ingreso.
En el Gobierno aseguran que jugarán en los próximos días una
carta inesperada. Dicen que ya acordaron créditos por US$
4.500 millones con el Banco Mundial y el BID. De confirmarse,
esas divisas servirían para fortalecer las reservas y
apuntalar la política cambiaria.
Son las ventajas de que casi nadie apueste a que la Argentina
cumplirá con sus compromisos en los próximos años.
Reproducción parcial de la columna de
Maximiliano Montenegro, en Critica de la Argentina.
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