LA PRESIDENTA QUE HACE
"CULTO" DEL PAPELÓN

17 de Noviembre de 2008

El papelón de la foto y el culto repetido al silencio

El papelón de la foto y el culto repetido al silencio

Nadie podrá decir que Cristina Kirchner no se hizo notar en la cumbre del G-20. Cuando los otros 21 presidentes terminaron de posar ayer para la "foto de familia" que iba a quedar en la historia y empezaban a dirigirse hacia la sala de deliberaciones, alguien les hizo notar que faltaba ella.

Con paso rápido y gestos de disculpas, la Presidenta apareció en la escena y todos sus colegas, entre sonrisas y alguna mueca de fastidio, volvieron a subir las escaleras y a ubicarse en sus sitios para repetir la foto.

La alemana Angela Merkel parecía divertidísima: tal vez recordaba mejor que otros que en mayo pasado Cristina Kirchner también había obligado a repetir la foto oficial de una cumbre internacional, en Lima. Las fotos de aquel día reflejan a la Presidenta con las palmas juntas, en señal de pedir perdón, y a Merkel, muerta de risa; igual que ayer.

El sketch demoró unos pocos minutos a los presidentes. Todo ese tiempo se vio por el circuito cerrado de televisión a Cristina Kirchner repartiendo miradas cómplices y sonrisas a los dignatarios que se le cruzaban, sobre todo con el premier ruso, Dimitri Medvedev, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el primer ministro británico, Gordon Brown. No tenía a mano al traductor para explayarse en excusas.

El día anterior ella había reprochado, con tono de broma, al senador demócrata Chris Dodd por llegar media hora tarde a la cita que habían acordado. Una foto de la Presidencia de la Nación atestigua el momento en que ella le muestra el reloj al legislador norteamericano.

Pocas palabras

La Presidenta había llegado a tiempo al museo en el que se celebró la cumbre, donde la recibió ante las cámaras el presidente George W. Bush.

"How are you?", le preguntó él. "Bien, gracias", respondió ella. Fue todo el diálogo. Después vino el retraso para la foto general. En la cumbre de Perú la demora había respondido a una inesperada llamada al celular, en pleno conflicto con el campo. Ayer, al parecer, "había ido al baño cuando llamaron para la foto". Por lo menos eso fue lo que dijeron, en estricto off the record , fuentes de la delegación.

Justamente otro rasgo que aquí llamó la atención sobre el paso de la Presidenta por la cumbre fue su trato con la prensa.

"¿Perdón, a qué hora es la rueda de prensa de la señora Kirchner?", preguntó anteayer el corresponsal de una agencia de noticias internacional a quien le habían encargado seguir a la delegación argentina. Los enviados de medios argentinos no pudieron evitar una descortés carcajada.

El colega hizo un curso acelerado de kirchnerismo durante dos días de cobertura en los que sólo se cruzó un minuto y medio con la Presidenta y, como el resto de la prensa, sólo pudo oírla monologar rodeada de micrófonos en su trayecto desde la puerta hasta el ascensor del hotel donde se alojaba. Fue a la carrera, como los deportistas que acaban de perder un partido, y no aceptó preguntas. No tenía otra actividad prevista en las cuatro horas que le quedaban en Washington. El día anterior, el canciller Jorge Taiana había sido el encargado de resumir las actividades del día, de pie y en cinco minutos, en el pasillo del hotel.

Cristina Kirchner fue una de las pocas asistentes a la cumbre que no atendió las consultas de la prensa. Algunos, como el español José Luis Rodríguez Zapatero, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el británico Gordon Brown, convocaron a rondas de preguntas y respuestas con las delegaciones de periodistas de sus respectivos países. Otros, como el francés Nicolas Sarkozy y el holandés Jan Peter Balkenende, ofrecieron ruedas de prensa abiertas a todos los medios acreditados, Reproducción de la nota del diario La Nación  WASHINGTON (De nuestro enviado especial).-