COMO ES ESO DE USAR
LOS FONDOS DE LA ANSES
Y DE LA AFIP, PARA EL
GOBIERNO Y OBRAS VIALES???

HAY UNA LEY O UN DECRETO??

15 de Enero de 2009

Jubilados financistas

Financiar con recursos de la Anses distintas obras públicas, como el soterramiento ferroviario, es defraudar a los aportantes.

Uno de los puntos más importantes de la catarata de anuncios presidenciales vertidos a fines del año último fue la resurrección del nada novedoso proyecto de soterramiento del ex ferrocarril Sarmiento. Obra pública que será financiada con los recursos que ha pasado a manejar la Anses, merced a la incautación compulsiva dispuesta sobre los fondos de las extinguidas AFJP. Esa intención implica defraudar a la clase pasiva actual y a quienes en el futuro habrán de integrarla.

Enterrar la traza ferroviaria que parte en dos a nuestra ciudad, desde la estación terminal de Once hasta la avenida General Paz, a la altura de Liniers, es una necesidad indiscutible. Tanto es así que esta empresa fue concebida y hasta superficialmente iniciada en tiempos de la administración local de Aníbal Ibarra, relanzada por Néstor Kirchner y suspendida por Jorge Telerman. Más adelante, deparó la firma de un acuerdo tripartito entre Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Daniel Scioli, y, por fin, ahora ha vuelto a cobrar actualidad, al conjuro de la necesidad de aplausos fáciles, mediante el anticipo, efectuado en la residencia presidencial de Olivos, de la financiación con los fondos de la Anses.

De modo tal que para solventar una obra útil -la primera etapa, entre las estaciones Caballito y Ciudadela, demandaría una inversión de mil millones de dólares-, se ha echado mano a los dineros que el Gobierno les expropió a los afiliados a las AFJP, contra su expresa y manifiesta voluntad, con la excusa de "protegerlos" de los supuestos malos negocios de las administradoras privadas. No parece ser la obra pública una inversión rentable y acorde con ese propósito. Ni siquiera es tranquilizador el anticipo de que la inversión forzosa tendrá la garantía real de los predios ferroviarios que habrán de quedar liberados una vez que las vías sean sumidas en las entrañas de la tierra: llegado el caso, no será tan fácil vender esa kilométrica franja que, de acuerdo con el proyecto inicial, estaba destinada a convertirse en un "corredor verde" parquizado, a modo de compensación del enorme déficit que padece la ciudad en materia de espacios públicos de esas características.

Y no sólo la financiación del proyecto provoca objeciones. Hasta donde ha podido saberse, este tramo inicial constará de un túnel de dos vías, que admitirá la circulación de los modernos vagones de dos pisos. Cabe preguntarse si en esta época en que el ferrocarril está siendo revalorizado en todos sus aspectos, esa traza exigua bastará para satisfacer la convivencia de convoyes de pasajeros de larga, media y corta distancias con el tráfico de trenes de cargas. Máxime si se tiene en cuenta la previsión de que, en la segunda etapa, el soterramiento llegará a Castelar y en la tercera alcanzará Moreno.

¿Es que la más antigua línea del país, cuyos rieles llegan hasta la provincia de La Pampa, quedaría reducida a un ferrocarril de módico alcance suburbano? En algún cajón debe de reposar todavía otro proyecto, largamente añejo, que supo tener finalidad similar a la del soterramiento, pero sin tanto gasto: levantar las vías entre Once y Liniers, establecer la terminal en este último punto, aprovechando los terrenos de los antiguos talleres ferroviarios, y comunicarla con la zona céntrica mediante la prolongación de la línea A del subte.

Prudente es reiterar que, así y todo, esa obra es imprescindible para normalizar el tránsito vehicular, hoy en día obstruido por el reiterado subir y bajar de las barreras de los pasos a nivel. Pero tampoco se puede omitir que financiarla con recursos de la Anses equivale a defraudar las legítimas expectativas de los jubilados actuales y futuros, indefensos y forzosos inversores en proyectos acerca de los cuales ni siquiera han sido consultados para saber si estaban de acuerdo con ellos. Editorial del diario La Nación.
 

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La AFIP, en manos inadecuadas. La designación de Ricardo Echegaray refleja un modo de acción del Gobierno que no ayuda a mejorar la calidad institucional.

La actuación previa de Ricardo Echegaray en organismos de control y su antigua relación incondicional con el ex presidente Néstor Kirchner parecen definir un perfil preocupante para el importante puesto en el que acaba de ser designado. La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) es el órgano responsable de la recaudación de impuestos y, como tal, tiene relación con la totalidad de las empresas y sociedades del país, así como con todo individuo que tenga un número de CUIT o CUIL. No hay otro órgano del Estado que tenga tal grado de involucramiento en la vida de todos los ciudadanos ni tampoco hay otro que maneje tal magnitud de recursos económicos.

Desde los tiempos bíblicos, el recaudador de impuestos ha sido una figura temida y odiada y estos sentimientos no han sido casuales. La perfección y el detalle de las normas impositivas nunca son suficientes para impedir situaciones especiales e interpretaciones diversas. El recaudador se enfrenta diariamente a contribuyentes imposibilitados de pagar y a otros que lo intentan, pero que no lo hacen dentro de la letra estricta de normativas profusas y engorrosas. Además, casi todos los ciudadanos expuestos frente al fisco piensan que pagan impuestos excesivos en relación con las prestaciones insuficientes que reciben del Estado. En la Argentina, este sentimiento se potencia porque efectivamente el Estado es ineficiente y porque, además, hay una corrupción significativa en el sector público.

Habiendo evasores intencionales, la propensión de un recaudador, aun eficaz y honesto, es poner en esa misma categoría a todos aquellos que no muestran un cumplimiento perfecto. El maltrato a estos últimos es inevitable si no se dispone de una organización eficiente y cuidadosa. El recaudador debe administrar decisiones que favorecen o perjudican. De acuerdo con la visión popular ocurre más bien esta última de las alternativas, por eso no debe extrañar que, como en los tiempos bíblicos, la actitud de la gente frente a un organismo como la AFIP sea, como mínimo, de descontento y de temor.

Si se le pregunta a cualquier empresario importante de la Argentina acerca de su disposición a criticar al Gobierno, responderá casi sin dudas que no puede exponer a su empresa a una acción arbitraria y persecutoria de la AFIP. Se suelen relatar dolorosas experiencias históricas en este sentido.

En el marco de una muy compleja normativa impositiva siempre habrá un inciso del que un inspector pueda tomarse para encontrar un anterior incumplimiento que, sujeto a punitorios y ajustes, ponga a la empresa o al contribuyente cerca de la ruina.

La AFIP es pasible de ser utilizada como un arma eficaz y peligrosísima para alinear y someter voluntades o para castigar a quienes el poder le indique.

Por todo esto, el funcionario designado en la conducción del ente recaudador debe ser reconocido por una conducta ejemplar y una profesionalidad probada, además de ser claramente independiente del poder de turno. Sin juzgar sus atributos morales, puede decirse que la persona elegida en esta ocasión no expone cabalmente ante la opinión pública esas cualidades.

Esta designación confirma un modo de acción del gobierno nacional que de ninguna manera contribuye a recuperar la confianza ni a mejorar la calidad institucional, tan necesarias frente a la crisis que nos afecta.

 

Cambios de funcionarios: El riesgo de una AFIP más politizada

Con la llegada de Ricardo Echegaray al organismo recaudador, un hombre de confianza del matrimonio presidencial, empieza una nueva etapa en la vida fiscal del país, en la que se espera una mayor injerencia del Gobierno en el ente.

El riesgo de una AFIP más politizada
La AFIP, ahora manejada por Ricardo Echegaray, deberá reglamentar la ley de blanqueo de capitales | Foto: Archivo

Habrá cambios. La poderosa AFIP, uno de los organismos con más poder persuasivo con los que cuenta el Estado, ha vuelto a ser tema de debate en las charlas políticas y económicas. Ni propios ni ajenos creen que la casa fiscal argentina seguirá igual después del lunes pasado cuando el Poder Ejecutivo decidió que Ricardo Echegaray reemplazara en el sillón de mando a Claudio Moroni.

Los propios, es decir, los que trabajan cerca del nuevo administrador, dicen que se verá una AFIP operativa, que trabaje en línea con el Poder Ejecutivo.

Dicen que el funcionario, que asumió en privado, nunca mencionó la palabra control en ese exclusivo acto. "Sí habló de un organismo mucho más operativo, pero no mencionó la palabra control y tampoco habló de perseguir a ningún sector", dijo un hombre que por ahora está cerca de la cúpula de la AFIP. "No tenga ninguna duda de que habrá cambios ?dijo a La Nacion otro estrecho colaborador de Echegaray?. Pero que le que quede claro: se recaudará dentro de la ley. Dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada." Los propios se apuraban el viernes a salir al cruce sobre la percepción que ya se ha instalado entre empresarios, economistas, tributaristas y, también, por qué no, entre algunos funcionarios de carrera de la AFIP.

¿Cuál es esa percepción? Pues la que tienen los ajenos, aquellos que están fuera del riñón de Echegaray: desde ahora habrá una AFIP mucho más política; habrá una intención manifiesta de cobrarle más impuestos al campo. Ese sector, se especuló, es el eje de esta nueva conducción. Dicen que dejará de lado ese carácter aséptico que caracterizó al organismo durante los últimos años y que se la verá más cerca de los objetivos políticos del matrimonio Kirchner. Creen que se apuntará a diversos sectores en particular, siempre en función de lo que dicten las decisiones que surgen desde la residencia presidencial de Olivos. Y piensan que será una letal arma con la que el kirchnerismo podrá encolumnar a los díscolos que ya les encontraron la vuelta a los zamarreos del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.

Por ahora, propios y ajenos hablan en voz baja. Dicen los propios. "El Presidente, perdón, la Presidenta, le ha pedido a Echegaray que trabaje y que por ahora no tenga contacto con la prensa. Tiene una tarea pesada por delante. Ya hablará", se excusó, yerro de por medio, uno de sus colaboradores más cercanos. Engranaje kirchnerista al fin, el ahora administrador ya empezó a recibir advertencias sobre las consecuencias de hablar con la prensa, según el pensamiento que impera en el actual gobierno.

Los ajenos son tajantes. "Yo le cuento cuál es mi sensación, pero, por favor, olvídese de poner mi nombre porque tengo que seguir trabajando", se excusaron, palabras más palabras menos, varios tributaristas, economistas y empresarios al ser consultados por La Nacion horas después de la designación.

Más allá de percepciones, ya hay algunos hechos que hablan por sí solos.

En las primeras horas de número uno de la recaudación nacional descabezó la cúpula de la AFIP. Varios funcionarios de carrera, estrechos colaboradores de Alberto Abad ?un hombre que se fue de la función enfrentado con Echegaray? fueron desplazados para dejar sus asientos a colaboradores del nuevo hombre fuerte. "Está dentro de sus atribuciones. Ahora pondrá funcionarios de su estrecha confianza", contestó un colaborador. Claro que está entre sus funciones, pero que son señales, lo son.

Pero para entender la magnitud de los cambios hay que ir un poco para atrás.

El primer administrador federal de impuestos fue Carlos Silvani, que asumió en 1997 cuando se creó la AFIP. El funcionario dejó su huella en el mundo fiscal. De hecho, cuando se rememora la vida de la casa fiscal con quienes recorren los pasillos del organismo surgen tres nombres: Silvani, Abad y Echegaray.

El primero llegó con un maletín lleno de antecedentes académicos, entre los que se contaban especializaciones en impuestos y una foja de trabajo en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero recuerdan que le faltó liderazgo en la tropa. La estructura de la AFIP no se contagió de la impronta de su jefe.

César Litvin, un tributarista del estudio Lisicki-Litvin & Asociados, recuerda que todo cambió con Abad. Cuando asumió en 2002, la AFIP ya contaba con una norma que le daba autonomía económica y cierta estabilidad al administrador. "Abad llegó sin ser un especialista en cuestiones tributarias, pero supo rodearse muy bien. Hizo una gestión excelente, más allá de que entró en un momento en que tuvo medios económicos como para lograrlo. La gente empezó a ganar bien y los empleados de planta empezaron a trabajar muy bien. Abad fue un gran motivador y dejó una huella en su gestión", dijo Litvin.

Con él concuerda la mayoría de los consultados. Abad estuvo al mando de la AFIP en momentos en que la recaudación no paraba de subir. Y como existe una ley mediante la cual un porcentaje de todos los impuestos que entran al Estado van a parar a la caja fuerte de la AFIP para solventarse, el presupuesto del ente creció en forma inusitada. Claro está que esta mejora estuvo apoyada, en gran parte, por los impuestos extorsivos, como las retenciones a las exportaciones y el impuesto al cheque, y por los beneficios de recaudar en una coyuntura en la que existe inflación y no se reconoce.

Lo explicaba un economista que no quiso ser citado en la nota. "Los impuestos extorsivos y la inflación explican la mayoría de la gestión Abad. Los precios internacionales beneficiaron la caja del organismo ya que las retenciones se cobraban sobre un precio cada vez mayor. Y la inflación, otro tanto. No es lo mismo cobrar el IVA de un litro de leche que valía un peso en 2002 que el 21% de un litro que vale algo más de tres ahora. Más si el Gobierno publica índices de inflación falsos. Entonces, la AFIP podía mostrar números de crecimiento que en realidad era inflación no reconocida", terminó el economista.

Cerca de Echegaray hacen valer otros argumentos contra Abad, uno de los principales adversarios del nuevo recaudador. "Cuando Abad mostraba sus números siempre omitía decir que el 38% de la recaudación y gran parte de la mejora provenían de lo que hacía Echegaray en la Aduana. Nunca éste quiso usar esos argumentos", aclaró la fuente en referencia al período de 2003 a 2008 en el que el ahora recaudador manejó los hilos de la Aduana.

Más allá de la causa, lo cierto es que la recaudación creció mucho en los últimos años y fue Abad el que les buscó destinos a los millones que quedaban en las arcas del ente. "La AFIP se profesionalizó y además invirtió mucho y bien en tecnología", dijo Guillermo MacLaughlin Bread, especialista en temas impositivos.

Con la camiseta puesta

Litvin dice que con Abad se logró "que los funcionarios de la AFIP trabajaran mucho y con la camiseta puesta". En parte, los méritos se los dan al ex recaudador, pero también hay que contar que los empleados se convirtieron en uno de los mejores pagos de toda la administración pública del país. ¿El motivo? Pues que de ese porcentaje que se queda la AFIP, gran parte va a parar a los sueldos de sus empleados que tienen un plus salarial de acuerdo a la mejora de los ingresos tributarios.

Pero Abad ya no está más. Después de pelearse con Echegaray por el sistema informático María -es el software que controla las exportaciones y las importaciones-, lo sucedió el actual ministro de Economía, Carlos Fernández, hasta que asumió al frente del Palacio de Hacienda. Luego vino Moroni, ex Sindicatura General de la Nación (Sigen) y Anses, que dejó su cargo el lunes.

Todo está por verse en el ente. Un empresario que está al frente de una multinacional confesaba el viernes por la tarde que teme que la AFIP se vuelva otra fuerza de choque importante a la hora de negociar cualquier cosa con los sectores empresarios. "Hasta ahora, toda negociación por algo incluía los atropellos de Moreno. También suele aparecer la AFIP pero con una conducta más previsible porque estaba manejada por gente técnica. Pero ahora, no sé qué pasará. Todo hace pensar que será mucho más política y con decisiones más caprichosas", sostuvo.

Cerca de Echegaray se molestan al escuchar este tipo de comentarios. "Será una gestión ajustada a la ley, como todo lo que hace este funcionario. No vamos a apuntar al campo ni a ningún sector en particular. Es verdad que en el campo hay evasión pero en los textiles también. Lo que vamos a hacer es lograr que todos paguen lo que les corresponde. Ya verá. Lo que sí va a haber es más control", contestó.

Armando Lorenzo, un tributarista relacionado con el Consejo Profesional de Ciencias Económicas porteño, dice que es prematuro hacer un análisis.

"Se abre un gran interrogante, si va a seguir con la gente que hay o si va a cambiar cosas y los funcionarios. Hay mucha gente de carrera que es muy proba. Y eso si lo quieren cambiar podemos volver a las andadas que era lo que sucedía antes de Abad", contesta.

MacLaughlin Bread dice que hay que tener cuidado con los efectos de los controles porque muchas veces se vuelven en contra. "Si se profundizan controles hay veces que se complican los procedimientos y eso ocasiona mayor gasto al que cumple. Además, otro efecto es que empuja a la marginalidad y favorece a los que están fuera porque la diferencia entre pagar y no pagar es muy grande. Es puro costo beneficio", explicó.

A nadie se le escapa que Echegaray es mucho más político que sus predecesores y menos aún que llega en un momento en el que la AFIP deberá reglamentar nada más y nada menos que la moratoria impositiva, el blanqueo de capitales y la amnistía penal tributaria que decidió el Gobierno, y refrendó el Congreso, hace pocas semanas.

"Ese es nuestro principal trabajo. Las reglamentaciones de estas cosas son la principal tarea que le encomendó la Presidenta", reconocieron cerca del recaudador.

La reglamentación de la ley de blanqueo es vital ya que la norma es bastante más general que lo que es la norma que le da vigencia posteriormente. Por ahora no se sabe de qué manera se podrá acceder al beneficio y mucho menos cómo serán los procedimientos. Los empresarios y tributaristas esperan con ansias saber cómo se hará el blanqueo. Además, en esa norma se demostrará si la repatriación de capitales, el blanqueo y la amnistía fueron hechas a medida de algún sector.

Y hay un último interrogante: ¿qué podrá hacer Echegaray en un contexto en el que la ley de blanqueo desmotivó aún más el pago de impuestos?

1600

  • Son los millones de pesos que integran el stock de deuda que el Tesoro nacional contrajo con la AFIP en 2008. Este monto es un 10% menor al del stock de deuda contraída en 2007.

21%

  • Es lo que crecerá la recaudación impositiva de diciembre de 2008, respecto de igual período de 2007, que se estima rondará los 23.800 millones, según estimaciones oficiales.

45%

  • Si bien el aumento de un 10 no es malo, muestra una desaceleración de la suba respecto del 45% que mostraba en los primeros meses del año pasado.

38%
de la recaudación total

  • Depende de los ingresos por retenciones a las exportaciones y los recauda directamente la Aduana.


Los personajes

RICARDO ECHEGARAY
Cargo anterior: director del ONCCA

Funcionario del círculo más cerrado del kirchnerismo y ejecutor de las duras políticas del Gobierno hacia el campo, fue nombrado por la presidenta Cristina Kirchner el 30 de diciembre de 2008.

CLAUDIO MORONI
Cargo anterior: director ejecutivo de ANSES

Es un hombre amigo y ligado políticamente con el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Fue nombrado el 5 de mayo de 2008. Su mandato había vencido el 10 de diciembre, pero ya se había firmado su continuidad, por lo que la noticia lo tomó por sorpresa.

CARLOS FERNÁNDEZ
Cargo anterior: Sec. de la Jefatura de Gabinete

Hombre de contacto diario con el ex presidente, Néstor Kirchner. Fue nombrado al frente del ente recaudador el 18 de marzo de 2008 y abandonó el cargo el 25 de abril, cuando fue designado Ministro de Economía, en reemplazo de Martín Lousteau.

ALBERTO ABAD
Antes fue vicepresidente del grupo Bapro

Fue nombrado en 2002 por Eduardo Duhalde. Como presidente, Néstor Kirchner lo valoró pese a haberlo heredado de Duhalde; pero como ex presidente provocó su renuncia, al sostener al jefe de la Aduana y hombre de Rudy Ulloa, Ricardo Echegaray.

ARMANDO CARO FIGUEROA
Antes había sido ministro de Trabajo

Ocupó el cargo de director ejecutivo de la AFIP en 2001, pero fue consumido por la crisis que golpeó al país hacia fines de ese año que desembocó en el fin de la convertibilidad y en el default.

 

Un organismo con un gran superávit

Compró deuda del Tesoro por $ 1600 millones y es el segundo prestamista detrás de la Anses

Un organismo con un gran superávit
La sala de cómputos de la AFIP en la que se sigue la recaudación | Foto: Archivo

Paciente pero constante, el kirchnerismo ha ido cerrando aún más sus filas en torno a los lugares donde hay dinero fresco en los últimos meses con el ejemplo de las AFJP como máximo exponente.

Se podría suponer que con el nombramiento de un hombre incondicional como Ricardo Echegaray sólo se puso un hombre de máxima confianza en un organismo clave. Pero, además, se colocó un alfil en un lugar que rebasa de dinero.

La caja de la AFIP se había convertido en un preciado botín para muchos observadores dado que, como su presupuesto está atado a la recaudación, los ingresos han subido fuertemente.

A tal punto es el dinero que tiene, y que le sobra, que en el último tiempo se ha constituido en el segundo prestamista del Tesoro. Ha suscripto en el último tiempo deuda emitida por el Estado por 1600 millones de pesos y sólo es superada por la Anses que compró papeles por 6300 millones de pesos.

Según lo que surge del presupuesto 2008, el ente tuvo un presupuesto en el año que terminó 4204 millones de pesos contra los 3110 millones que pudo gastar el año anterior y los 2500 millones con los que contó en 2006. Es decir, en dos años aumentó su presupuesto un 68 por ciento.

Tal es el dinero y los medios con los que cuenta el organismo que se da el lujo de financiar proyectos de entes ajenos. Por ejemplo, hace un tiempo se aprobó una norma para que se pueda seguir la evasión de impuestos en las zonas rurales mediante fotos satelitales. La AFIP puede comprar bases de datos de esas placas y luego, mediante las direcciones de catastro provinciales, unirlas con el titular del campo para cruzar datos impositivos y, en su caso, reclamar algún impuesto. Sin embargo, a poco de andar se topó con la falta de infraestructura en las provincias y con la falta de actualización catastral. Pues entonces cortó por lo sano: financió con recursos propios las actualizaciones necesarias en los distritos.

Orto motivo de orgullo de los funcionarios es la tecnología con la que cuenta el organismo. Por ejemplo, en la gestión de Alberto Abad fue acondicionada una sala en la que se puede ver cómo evoluciona la recaudación en tiempo real. Todo un lujo en la administración pública nacional.



Reservas: la contabilidad creativa

Días atrás Eduardo Duhalde habló de la necesidad de llevar el tipo de cambio hasta un nivel de $ 4,40. Si lo vemos por el lado de la devaluación que ha hecho Brasil, nuestro principal socio comercial, me parece que Duhalde se quedó corto. Si lo comparamos con el incremento real de los precios internos, no el dibujado por el Indec, también. Pero más allá del número mágico que cada uno puede tener sobre cuánto debería ser el tipo de cambio, hay una realidad que es que el corazón de la política económica se basaba en lo que el Gobierno denomina el tipo de cambio competitivo. Ese corazón, por diferentes causas, ha sufrido un infarto. La inflación se comió el tipo de cambio real y la Argentina ha vuelto a ser cara en dólares o, si se prefiere, el peso es muy barato, particularmente cuando uno ve el comportamiento arbitrario del matrimonio en las reglas de juego que impone.

Hasta ahora el Gobierno pudo manejar el tipo de cambio gracias a que esgrimía el argumento de los superávits gemelos, esto es, superávit fiscal y superávit de la cuenta corriente del balance de pagos. ¿Qué se vislumbra para 2009? Que el superávit fiscal sólo podrá ser mostrado en los papeles, pero en los hechos no existe desde hace rato. Lo relevante por tener en cuenta por el lado fiscal es lo siguiente. La recaudación impositiva debería tender a bajar o, por lo menos, disminuir notablemente su crecimiento anual, dado que la economía entró en recesión; el BCRA emite menos pesos por la fuga de capitales y, en consecuencia, los impuestos se cobrarán sobre una impuesto inflacionario menor, y el comercio exterior aportará menos ingresos por menores precios y volúmenes, tanto por el lado de las importaciones como por el de las exportaciones.

Hoy el Gobierno no tiene acceso al mercado voluntario de deuda, esto quiere decir que nadie nos presta un dólar. Por lo tanto, para no caer en default, el Gobierno debería generar un superávit fiscal equivalente a los vencimientos de capital e intereses de la deuda que vencen en 2009. Casi US$ 20.000 millones, un número claramente imposible de alcanzar. En este contexto fiscal caben dos posibilidades: se declara el default o se confisca a alguien. Algo parecido a las expectativas de 2001. Si en el tercer trimestre de 2007 ya había comenzado la fuga de capitales, llegando en un año a los US$ 25.000 millones, es fácil imaginar qué puede suceder en un año recesivo, con inflación, con elecciones cruciales en octubre más la sombra del default y la muerte súbita de los superávits gemelos.

La pregunta es ¿qué capacidad tiene el BCRA para hacer frente a una creciente desconfianza de la gente para dominar el tipo de cambio frente a este escenario? Hay tres datos que indicarían que el BCRA no está tan bien parado como intentan mostrar desde el Gobierno. Primero están las regulaciones que estableció el Central para limitar las operaciones de compra de divisas junto con los métodos tipo KGB de Moreno. Si el Central tuviera tantas reservas no sería necesaria tanta histeria del Gobierno para frenar la compra de dólares. Bastaba con que ofertara una buena cantidad para dominar al mercado. Sin embargo, tuvo que recurrir a una metodología muy primitiva para frenar transitoriamente la hemorragia de divisas.

El segundo dato surge de una respuesta del BCRA, del 28 de noviembre pasado, a un pedido de informes de la diputada Nora Ginzburg sobre la situación de las reservas. En primer lugar, cuando la diputada pide la información, el Central responde que eso se publica diariamente en la página del BCRA con dos días de rezago. La realidad es que al momento de escribir esta nota la información tiene 11 días de atraso. O sea que ni ellos parecen conocer lo que ponen en su sitio de Internet. En segundo lugar, cuando la diputada les pregunta cuál es el saldo de las posiciones en contrato de venta a futuro de divisas internacionales se le responde que esas operaciones no afectan las reservas. La pregunta no fue si afectaba las reservas, sino cuál era el saldo. Esta evasiva hace suponer que, efectivamente, deben estar preocupados por las pérdidas que tendrá el Central por esta operatoria que también se utilizó para intentar frenar la suba del dólar. Pero la respuesta agrega que para ello puede remitirse al balance anual de 2007, lo que muestra otra forma de ocultar la información, porque se sabe que los datos de 2007 hoy son de la prehistoria para ver la situación de cuántas divisas vendió a futuro el Central y cuál es la pérdida que hay que estimar.

A la pregunta de la diputada si la deuda con el Banco Internacional de Basilea (BIS) asciende a los US$ 3000 millones, la respuesta textual es: el BIS pide mantener cierto nivel de reserva en las operatorias de cada banco central con esa institución. Pero agrega: "La deuda era sustancialmente menor al monto por Ud. señalado". ¿Qué nos dice esto? Que efectivamente el BCRA tomó deuda para enfrentar la corrida, pero no quiere informar el monto exacto y que parte de esa deuda está colocada en su activo como reservas.

Leyendo detalladamente las respuestas del BCRA surge claramente un intento de no dar toda la información requerida, dado que sistemáticamente la remite al sitio del BCRA y a las solapas correspondientes donde, supuestamente, la diputada podría encontrar la respuesta. Cosa que no es así ya que personalmente reviso casi todos los días los datos del BCRA y falta información relevante.

Números en sí mismos

El tercer dato por tener en cuenta son los números en sí mismos. Al 19 de diciembre pasado el BCRA informaba reservas por US$ 46.297 millones. Pero a ese número hay que restarle US$ 5090 millones que son encajes en dólares de los bancos en el Central, por lo tanto no son un activo, sino un pasivo. También hay que quitar US$ 3000 millones de deuda con el BIS hasta que se demuestre lo contrario; US$ 13.437 millones en pases y letras porque el Central compró reservas contra esa deuda, y unos US$ 2000 millones de pérdidas por operaciones de futuro. La cuenta final da que el BCRA tiene unos US$ 22.770 millones de reservas propios para enfrentar una base monetaria (pesos en circulación y deudas con los bancos) de $ 108.000 millones. Esto quiere decir que por cada dólar propio de reservas que tiene el BCRA hay $ 4,74 en circulación. Bastante lejos de los $ 3,45 que cotiza actualmente y muy lejos si hubiese que otorgar redescuentos a las entidades financieras si hubiera pánico ante el creciente deterioro de las cuentas fiscales y la cercanía del default. Y esta situación es el escenario optimista, porque hay demasiadas inconsistencias en la información del BCRA a tal punto que si se toma el balance al 15 de diciembre pasado (último disponible) la relación da que hay $ 5,93 por cada peso en circulación por cada dólar en las reservas, porque las reservas propias caen a US$ 17.549 millones.

Lo concreto es que de las reservas que declara el Central, menos de la mitad son propias. El resto no le pertenece o es contabilidad creativa para mostrar una fortaleza que no existe para sostener una política económica inconsistente y que "hace agua" por todos lados. Roberto Cachanosky, economista, para La Nación.

 

"La Argentina no es confiable"

El economista opinó que las políticas del actual gobierno afectan más al país que la crisis financiera mundial

"La Argentina no es confiable"
Elliott Morss: "Me resulta muy extraño que se impongan retenciones a las exportaciones" Foto: Fernanda Corbani

Las opiniones del ex funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI) Elliott Morss arrojan una buena y una mala noticia para la Argentina. La primera es que la crisis financiera internacional no le pegará tan duro, y la segunda es que las políticas económicas que se llevan adelante aquí hacen que el país sea poco confiable.

Morss, que trabajó en el FMI entre 1965 y 1967, fue el primer asignado por ese organismo en Ghana, trabajó además para 45 países y enseñó en las universidades de Harvard, Boston y Michigan. Obtuvo el doctorado en Política Económica en The Johns Hopkins University, en 1963, es un experto en mercados de capitales y publicó recientemente el libro New Global History and the City .

El especialista, que visitó la Argentina para dictar un seminario en la Universidad de Palermo, dialogó con LA NACION y criticó el incumplimiento del pago al Club de París, la estatización de las jubilaciones, el cobro de retenciones a las exportaciones agropecuarias y la manipulación de las estadísticas oficiales. "Creo que esto es lo más preocupante", afirmó.

Consideró que la crisis financiera no golpeará tanto aquí como en otras partes del mundo, ya que el país exporta principalmente alimentos y eso es lo último que se deja de demandar.

También se mostró duro con el actual presidente de los Estados Unidos, George Bush, y su secretario del Tesoro, Henry Paulson. "Cometió muchísimos errores", comentó. Y elogió al mandatario electo, Barack Obama. "Es brillante y escucha a los demás. Además, podrá formar un gran equipo", señaló.

-¿Cree que la Argentina hace bien en apartarse de los consejos del FMI?

-Creo que el FMI lo que más va a mirar de ahora en más es cómo van a actuar los líderes de este país. En este caso, en la presidenta Cristina Kirchner, que tiene toda la responsabilidad de hacer que la Argentina sea un país confiable para recibir préstamos. No creo que se mire lo que ha hecho en el pasado, si pagaron o no pagaron.

-¿Considera confiable al país?

-La Presidenta anunció hace un tiempo que iba a pagar al Club de París, pero aún no se ha visto nada de eso. Estos son los comportamientos que alarman al resto del mundo. Y otro aspecto que alarma y que hace que la Argentina no sea confiable es lo que pasó con la estatización de las jubilaciones. Esto hace que el país sea menos confiable porque se están sacando pensiones y eso genera una gran desconfianza en el exterior. Yo veo esto como algo muy peligroso.

-¿Ve otros aspectos negativos?

-Bueno, algo que como estadounidense me resulta muy extraño es que se impongan retenciones a las exportaciones de materias primas. Lo veo como algo muy raro. Creo que esto es lo más preocupante, junto con los dos temas que mencioné antes.

-Otra tendencia aquí es la intromisión del Estado en las empresas. ¿Qué opina sobre eso?

-No es raro que haya esta intromisión de gente del Gobierno en las empresas. Pasa en todo el mundo. Lo que opino es que esta gente está ahí para sacar ventajas de ello y ganar dinero. No lo creo bueno para nada pero sucede en otras partes también.

-También se manipulan las estadísticas oficiales. ¿Cuál sería la peor consecuencia de ese accionar?

-Es muy peligroso que el Gobierno haga esto, porque da una mala imagen en el exterior. Creo que la gente y los medios deberían seguir haciendo hincapié en este tema y avergonzar al Gobierno por esa forma de actuar. La falsificación de estadísticas es una pésima metodología y muy peligrosa.

-¿Cuánto durará la actual crisis mundial y dónde impactará más?

-Creo que llevará unos tres años recomponer la economía. Recién allí se verán signos de recuperación. Los países más afectados serán Estados Unidos, por supuesto, y luego China, Inglaterra (que hoy está muy golpeada) y algunos otros países europeos.

-¿Y cómo impactará aquí?

-Aunque recibirá el impacto, creo que no será tan golpeada porque sus principales exportaciones son los alimentos y éstos serán lo último que dejarán de comprar los consumidores globales. Se restringirán más las ventas de casas, autos y otros bienes, pero la gente no dejará de comer.

-¿Cree que Barack Obama hará algo rápido para paliar la crisis?

-Obama tiene la inteligencia como para conseguir gente brillante y capaz para su gobierno, porque tiene acceso a las universidades para seleccionar a las personas. Bush confió en un grupo de personas que no eran eficaces, y Henry Paulson, el secretario del Tesoro, cometió muchísimos errores. Obama tiene la capacidad de formar un buen equipo y superar esta crisis.

-¿Cuáles fueron los principales errores de Paulson?

-Uno de los errores es que se invirtió en los lugares equivocados.

-¿Cree, como algunos, que éste es el fin del capitalismo?

-El capitalismo siempre va a existir porque siempre va a haber alguien que quiera hacer dinero. Encontrará la manera de subsistir y corregir los errores. Esto va a evolucionar y dentro de unos años la gente se olvidará de la crisis. Va a tomar menos riesgos hoy, va a recortar su presupuesto, pero dentro de diez años quizá ya no se acuerde.

-¿Un gobierno demócrata en Estados Unidos, y en especial la llegada de Obama, puede beneficiar a la Argentina?

-A diferencia de Bush, Obama es una persona más comprensiva. Bush ve su país como omnipotente, poderoso y fuerte, mientras que Obama va a considerar más los problemas particulares de cada país. El hecho de que haya vivido en Africa y en Haití le dan otra visión.

-Sí, pero, como se dice, antes que nada es un estadounidense...

-Sí, pero Obama es una persona inteligente y brillante... a pesar de ser americano [se ríe]. Escucha a su equipo y considera que las opiniones del resto de las personas son importantes. En cambio a Bush lo único que le interesa es tener el poder y la razón y no considera a los demás.

-¿La cercanía de los demócratas con los sindicatos locales no puede tornar a Estados Unidos más proteccionista en perjuicio de los países que venden sus productos allí?

-Sí, creo que los sindicatos estarán más cerca de Obama y esto hará que el país se vuelva un poco más proteccionista. Carlos Manzoni, Columnista invitado por La Nación.