15 de Enero de 2009
Jubilados financistas
Financiar con recursos de la Anses distintas obras públicas,
como el soterramiento ferroviario, es defraudar a los
aportantes.
Uno de los puntos más importantes de la catarata de anuncios
presidenciales vertidos a fines del año último fue la
resurrección del nada novedoso proyecto de soterramiento del
ex ferrocarril Sarmiento. Obra pública que será financiada con
los recursos que ha pasado a manejar la Anses, merced a la
incautación compulsiva dispuesta sobre los fondos de las
extinguidas AFJP. Esa intención implica defraudar a la clase
pasiva actual y a quienes en el futuro habrán de integrarla.
Enterrar
la traza ferroviaria que parte en dos a nuestra ciudad, desde
la estación terminal de Once hasta la avenida General Paz, a
la altura de Liniers, es una necesidad indiscutible.
Tanto es así que esta empresa fue concebida y hasta
superficialmente iniciada en tiempos de la administración
local de Aníbal Ibarra, relanzada por Néstor Kirchner y
suspendida por Jorge Telerman. Más adelante, deparó la firma
de un acuerdo tripartito entre Cristina Fernández de Kirchner,
Mauricio Macri y Daniel Scioli, y, por fin, ahora ha vuelto a
cobrar actualidad, al conjuro de la necesidad de aplausos
fáciles, mediante el anticipo, efectuado en la residencia
presidencial de Olivos, de la financiación con los fondos de
la Anses.
De modo tal que para solventar una obra útil -la primera
etapa, entre las estaciones Caballito y Ciudadela, demandaría
una inversión de mil millones de dólares-, se ha echado mano a
los dineros que el Gobierno les expropió a los afiliados a las
AFJP, contra su expresa y manifiesta voluntad, con la excusa
de "protegerlos" de los supuestos malos negocios de las
administradoras privadas. No parece ser la obra pública una
inversión rentable y acorde con ese propósito. Ni siquiera es
tranquilizador el anticipo de que la inversión forzosa tendrá
la garantía real de los predios ferroviarios que habrán de
quedar liberados una vez que las vías sean sumidas en las
entrañas de la tierra: llegado el caso, no será tan fácil
vender esa kilométrica franja que, de acuerdo con el proyecto
inicial, estaba destinada a convertirse en un "corredor verde"
parquizado, a modo de compensación del enorme déficit que
padece la ciudad en materia de espacios públicos de esas
características.
Y no sólo la financiación del proyecto provoca objeciones.
Hasta donde ha podido saberse, este tramo inicial constará de
un túnel de dos vías, que admitirá la circulación de los
modernos vagones de dos pisos. Cabe preguntarse si en esta
época en que el ferrocarril está siendo revalorizado en todos
sus aspectos, esa traza exigua bastará para satisfacer la
convivencia de convoyes de pasajeros de larga, media y corta
distancias con el tráfico de trenes de cargas. Máxime si se
tiene en cuenta la previsión de que, en la segunda etapa, el
soterramiento llegará a Castelar y en la tercera alcanzará
Moreno.
¿Es que la
más antigua línea del país, cuyos rieles llegan hasta la
provincia de La Pampa, quedaría reducida a un ferrocarril de
módico alcance suburbano?
En algún cajón debe de reposar todavía otro proyecto,
largamente añejo, que supo tener finalidad similar a la del
soterramiento, pero sin tanto gasto: levantar las vías entre
Once y Liniers, establecer la terminal en este último punto,
aprovechando los terrenos de los antiguos talleres
ferroviarios, y comunicarla con la zona céntrica mediante la
prolongación de la línea A del subte.
Prudente
es reiterar que, así y todo, esa obra es imprescindible para
normalizar el tránsito vehicular,
hoy en día obstruido por el reiterado subir y bajar de las
barreras de los pasos a nivel. Pero tampoco se puede omitir
que financiarla con recursos de la Anses equivale a defraudar
las legítimas expectativas de los jubilados actuales y
futuros, indefensos y forzosos inversores en proyectos acerca
de los cuales ni siquiera han sido consultados para saber si
estaban de acuerdo con ellos. Editorial
del diario La Nación.
NOTAS
RELACIONADAS
La AFIP, en
manos inadecuadas.
La designación de
Ricardo Echegaray refleja un modo de acción del Gobierno que
no ayuda a mejorar la calidad institucional.
La actuación previa de
Ricardo Echegaray en organismos de control y su antigua
relación incondicional con el ex
presidente Néstor Kirchner parecen definir un perfil
preocupante para el importante puesto en el que acaba de ser
designado. La Administración Federal de Ingresos Públicos
(AFIP) es el órgano responsable
de la recaudación de impuestos y, como tal, tiene relación con
la totalidad de las empresas y sociedades del país, así como
con todo individuo que tenga un número de CUIT o CUIL. No hay
otro órgano del Estado que tenga tal grado de involucramiento
en la vida de todos los ciudadanos ni tampoco hay otro que
maneje tal magnitud de recursos económicos.
Desde los tiempos bíblicos,
el recaudador de impuestos ha sido una figura temida y odiada
y estos sentimientos no han sido casuales. La perfección y el
detalle de las normas impositivas nunca son suficientes para
impedir situaciones especiales e interpretaciones diversas. El
recaudador se enfrenta diariamente a contribuyentes
imposibilitados de pagar y a otros que lo intentan, pero que
no lo hacen dentro de la letra estricta de normativas profusas
y engorrosas. Además, casi todos los ciudadanos expuestos
frente al fisco piensan que pagan impuestos excesivos en
relación con las prestaciones insuficientes que reciben del
Estado. En la Argentina, este sentimiento se potencia porque
efectivamente el Estado es ineficiente y porque, además, hay
una corrupción significativa en el sector público.
Habiendo evasores
intencionales, la propensión de un recaudador, aun eficaz y
honesto, es poner en esa misma categoría a todos aquellos que
no muestran un cumplimiento perfecto. El maltrato a estos
últimos es inevitable si no se dispone de una organización
eficiente y cuidadosa. El recaudador debe administrar
decisiones que favorecen o perjudican. De acuerdo con la
visión popular ocurre más bien esta última de las
alternativas, por eso no debe extrañar que, como en los
tiempos bíblicos, la actitud de la gente frente a un organismo
como la AFIP sea, como mínimo, de descontento y de temor.
Si se le pregunta a
cualquier empresario importante de la Argentina acerca de su
disposición a criticar al Gobierno, responderá casi sin dudas
que no puede exponer a su empresa a una acción arbitraria y
persecutoria de la AFIP. Se suelen relatar dolorosas
experiencias históricas en este sentido.
En el marco de una muy
compleja normativa impositiva siempre habrá un inciso del que
un inspector pueda tomarse para encontrar un anterior
incumplimiento que, sujeto a punitorios y ajustes, ponga a la
empresa o al contribuyente cerca de la ruina.
La AFIP es pasible de ser
utilizada como un arma eficaz y peligrosísima para alinear y
someter voluntades o para castigar a quienes el poder le
indique.
Por todo esto, el
funcionario designado en la conducción del ente recaudador
debe ser reconocido por una conducta ejemplar y una
profesionalidad probada, además de ser claramente
independiente del poder de turno. Sin juzgar sus atributos
morales, puede decirse que la persona elegida en esta ocasión
no expone cabalmente ante la opinión pública esas cualidades.
Esta designación confirma un
modo de acción del gobierno nacional que de ninguna manera
contribuye a recuperar la confianza ni a mejorar la calidad
institucional, tan necesarias frente a la crisis que nos
afecta.
Cambios
de funcionarios:
El riesgo de una AFIP más politizada
Con la llegada de
Ricardo Echegaray al organismo recaudador, un hombre de
confianza del matrimonio presidencial, empieza una nueva etapa
en la vida fiscal del país, en la que se espera una mayor
injerencia del Gobierno en el ente.
![El riesgo de una AFIP más politizada](socexclusivas126_archivos/image001.jpg)
La AFIP, ahora manejada por
Ricardo Echegaray, deberá reglamentar la ley de blanqueo de
capitales | Foto: Archivo
Habrá cambios. La poderosa
AFIP, uno de los organismos con más poder persuasivo con los
que cuenta el Estado, ha vuelto a ser tema de debate en las
charlas políticas y económicas. Ni propios ni ajenos creen que
la casa fiscal argentina seguirá igual después del lunes
pasado cuando el Poder Ejecutivo decidió que Ricardo Echegaray
reemplazara en el sillón de mando a Claudio Moroni.
Los propios, es decir, los
que trabajan cerca del nuevo administrador, dicen que se verá
una AFIP operativa, que trabaje en línea con el Poder
Ejecutivo.
Dicen que el funcionario,
que asumió en privado, nunca mencionó la palabra control en
ese exclusivo acto. "Sí habló de un organismo mucho más
operativo, pero no mencionó la palabra control y tampoco habló
de perseguir a ningún sector", dijo un hombre que por ahora
está cerca de la cúpula de la AFIP. "No tenga ninguna duda de
que habrá cambios ?dijo a La Nacion otro estrecho colaborador
de Echegaray?. Pero que le que quede claro: se recaudará
dentro de la ley. Dentro de la ley todo, fuera de la ley,
nada." Los propios se apuraban el viernes a salir al cruce
sobre la percepción que ya se ha instalado entre empresarios,
economistas, tributaristas y, también, por qué no, entre
algunos funcionarios de carrera de la AFIP.
¿Cuál es esa percepción?
Pues la que tienen los ajenos, aquellos que están fuera del
riñón de Echegaray: desde ahora habrá una AFIP mucho más
política; habrá una intención manifiesta de cobrarle más
impuestos al campo. Ese sector, se especuló, es el eje de esta
nueva conducción. Dicen que dejará de lado ese carácter
aséptico que caracterizó al organismo durante los últimos años
y que se la verá más cerca de los objetivos políticos del
matrimonio Kirchner. Creen que se apuntará a diversos sectores
en particular, siempre en función de lo que dicten las
decisiones que surgen desde la residencia presidencial de
Olivos. Y piensan que será una letal arma con la que el
kirchnerismo podrá encolumnar a los díscolos que ya les
encontraron la vuelta a los zamarreos del secretario de
Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Por ahora, propios y ajenos
hablan en voz baja. Dicen los propios. "El Presidente, perdón,
la Presidenta, le ha pedido a Echegaray que trabaje y que por
ahora no tenga contacto con la prensa. Tiene una tarea pesada
por delante. Ya hablará", se excusó, yerro de por medio, uno
de sus colaboradores más cercanos. Engranaje kirchnerista al
fin, el ahora administrador ya empezó a recibir advertencias
sobre las consecuencias de hablar con la prensa, según el
pensamiento que impera en el actual gobierno.
Los ajenos son tajantes. "Yo
le cuento cuál es mi sensación, pero, por favor, olvídese de
poner mi nombre porque tengo que seguir trabajando", se
excusaron, palabras más palabras menos, varios tributaristas,
economistas y empresarios al ser consultados por La Nacion
horas después de la designación.
Más allá de percepciones, ya
hay algunos hechos que hablan por sí solos.
En las primeras horas de
número uno de la recaudación nacional descabezó la cúpula de
la AFIP. Varios funcionarios de carrera, estrechos
colaboradores de Alberto Abad ?un hombre que se fue de la
función enfrentado con Echegaray? fueron desplazados para
dejar sus asientos a colaboradores del nuevo hombre fuerte.
"Está dentro de sus atribuciones. Ahora pondrá funcionarios de
su estrecha confianza", contestó un colaborador. Claro que
está entre sus funciones, pero que son señales, lo son.
Pero para entender la
magnitud de los cambios hay que ir un poco para atrás.
El primer administrador
federal de impuestos fue Carlos Silvani, que asumió en 1997
cuando se creó la AFIP. El funcionario dejó su huella en el
mundo fiscal. De hecho, cuando se rememora la vida de la casa
fiscal con quienes recorren los pasillos del organismo surgen
tres nombres: Silvani, Abad y Echegaray.
El primero llegó con un
maletín lleno de antecedentes académicos, entre los que se
contaban especializaciones en impuestos y una foja de trabajo
en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Pero recuerdan que
le faltó liderazgo en la tropa. La estructura de la AFIP no se
contagió de la impronta de su jefe.
César Litvin, un
tributarista del estudio Lisicki-Litvin & Asociados, recuerda
que todo cambió con Abad. Cuando asumió en 2002, la AFIP ya
contaba con una norma que le daba autonomía económica y cierta
estabilidad al administrador. "Abad llegó sin ser un
especialista en cuestiones tributarias, pero supo rodearse muy
bien. Hizo una gestión excelente, más allá de que entró en un
momento en que tuvo medios económicos como para lograrlo. La
gente empezó a ganar bien y los empleados de planta empezaron
a trabajar muy bien. Abad fue un gran motivador y dejó una
huella en su gestión", dijo Litvin.
Con él concuerda la mayoría
de los consultados. Abad estuvo al mando de la AFIP en
momentos en que la recaudación no paraba de subir. Y como
existe una ley mediante la cual un porcentaje de todos los
impuestos que entran al Estado van a parar a la caja fuerte de
la AFIP para solventarse, el presupuesto del ente creció en
forma inusitada. Claro está que esta mejora estuvo apoyada, en
gran parte, por los impuestos extorsivos, como las retenciones
a las exportaciones y el impuesto al cheque, y por los
beneficios de recaudar en una coyuntura en la que existe
inflación y no se reconoce.
Lo explicaba un economista
que no quiso ser citado en la nota. "Los impuestos extorsivos
y la inflación explican la mayoría de la gestión Abad. Los
precios internacionales beneficiaron la caja del organismo ya
que las retenciones se cobraban sobre un precio cada vez
mayor. Y la inflación, otro tanto. No es lo mismo cobrar el
IVA de un litro de leche que valía un peso en 2002 que el 21%
de un litro que vale algo más de tres ahora. Más si el
Gobierno publica índices de inflación falsos. Entonces, la
AFIP podía mostrar números de crecimiento que en realidad era
inflación no reconocida", terminó el economista.
Cerca de Echegaray hacen
valer otros argumentos contra Abad, uno de los principales
adversarios del nuevo recaudador. "Cuando Abad mostraba sus
números siempre omitía decir que el 38% de la recaudación y
gran parte de la mejora provenían de lo que hacía Echegaray en
la Aduana. Nunca éste quiso usar esos argumentos", aclaró la
fuente en referencia al período de 2003 a 2008 en el que el
ahora recaudador manejó los hilos de la Aduana.
Más allá de la causa, lo
cierto es que la recaudación creció mucho en los últimos años
y fue Abad el que les buscó destinos a los millones que
quedaban en las arcas del ente. "La AFIP se profesionalizó y
además invirtió mucho y bien en tecnología", dijo Guillermo
MacLaughlin Bread, especialista en temas impositivos.
Con la
camiseta puesta
Litvin dice que con Abad se
logró "que los funcionarios de la AFIP trabajaran mucho y con
la camiseta puesta". En parte, los méritos se los dan al ex
recaudador, pero también hay que contar que los empleados se
convirtieron en uno de los mejores pagos de toda la
administración pública del país. ¿El motivo? Pues que de ese
porcentaje que se queda la AFIP, gran parte va a parar a los
sueldos de sus empleados que tienen un plus salarial de
acuerdo a la mejora de los ingresos tributarios.
Pero Abad ya no está más.
Después de pelearse con Echegaray por el sistema informático
María -es el software que controla las exportaciones y las
importaciones-, lo sucedió el actual ministro de Economía,
Carlos Fernández, hasta que asumió al frente del Palacio de
Hacienda. Luego vino Moroni, ex Sindicatura General de la
Nación (Sigen) y Anses, que dejó su cargo el lunes.
Todo está por verse en el
ente. Un empresario que está al frente de una multinacional
confesaba el viernes por la tarde que teme que la AFIP se
vuelva otra fuerza de choque importante a la hora de negociar
cualquier cosa con los sectores empresarios. "Hasta ahora,
toda negociación por algo incluía los atropellos de Moreno.
También suele aparecer la AFIP pero con una conducta más
previsible porque estaba manejada por gente técnica. Pero
ahora, no sé qué pasará. Todo hace pensar que será mucho más
política y con decisiones más caprichosas", sostuvo.
Cerca de Echegaray se
molestan al escuchar este tipo de comentarios. "Será una
gestión ajustada a la ley, como todo lo que hace este
funcionario. No vamos a apuntar al campo ni a ningún sector en
particular. Es verdad que en el campo hay evasión pero en los
textiles también. Lo que vamos a hacer es lograr que todos
paguen lo que les corresponde. Ya verá. Lo que sí va a haber
es más control", contestó.
Armando Lorenzo, un
tributarista relacionado con el Consejo Profesional de
Ciencias Económicas porteño, dice que es prematuro hacer un
análisis.
"Se abre un gran
interrogante, si va a seguir con la gente que hay o si va a
cambiar cosas y los funcionarios. Hay mucha gente de carrera
que es muy proba. Y eso si lo quieren cambiar podemos volver a
las andadas que era lo que sucedía antes de Abad", contesta.
MacLaughlin Bread dice que
hay que tener cuidado con los efectos de los controles porque
muchas veces se vuelven en contra. "Si se profundizan
controles hay veces que se complican los procedimientos y eso
ocasiona mayor gasto al que cumple. Además, otro efecto es que
empuja a la marginalidad y favorece a los que están fuera
porque la diferencia entre pagar y no pagar es muy grande. Es
puro costo beneficio", explicó.
A nadie se le escapa que
Echegaray es mucho más político que sus predecesores y menos
aún que llega en un momento en el que la AFIP deberá
reglamentar nada más y nada menos que la moratoria impositiva,
el blanqueo de capitales y la amnistía penal tributaria que
decidió el Gobierno, y refrendó el Congreso, hace pocas
semanas.
"Ese es nuestro principal
trabajo. Las reglamentaciones de estas cosas son la principal
tarea que le encomendó la Presidenta", reconocieron cerca del
recaudador.
La reglamentación de la ley
de blanqueo es vital ya que la norma es bastante más general
que lo que es la norma que le da vigencia posteriormente. Por
ahora no se sabe de qué manera se podrá acceder al beneficio y
mucho menos cómo serán los procedimientos. Los empresarios y
tributaristas esperan con ansias saber cómo se hará el
blanqueo. Además, en esa norma se demostrará si la
repatriación de capitales, el blanqueo y la amnistía fueron
hechas a medida de algún sector.
Y hay un último
interrogante: ¿qué podrá hacer Echegaray en un contexto en el
que la ley de blanqueo desmotivó aún más el pago de impuestos?
1600
- Son los
millones de pesos que integran el stock de deuda que el
Tesoro nacional contrajo con la AFIP en 2008. Este monto es
un 10% menor al del stock de deuda contraída en 2007.
21%
- Es lo
que crecerá la recaudación impositiva de diciembre de 2008,
respecto de igual período de 2007, que se estima rondará los
23.800 millones, según estimaciones oficiales.
45%
- Si bien
el aumento de un 10 no es malo, muestra una desaceleración
de la suba respecto del 45% que mostraba en los primeros
meses del año pasado.
38%
de la recaudación total
- Depende
de los ingresos por retenciones a las exportaciones y los
recauda directamente la Aduana.
Los personajes
RICARDO ECHEGARAY
Cargo anterior: director del ONCCA
Funcionario del círculo más
cerrado del kirchnerismo y ejecutor de las duras políticas del
Gobierno hacia el campo, fue nombrado por la presidenta
Cristina Kirchner el 30 de diciembre de 2008.
CLAUDIO MORONI
Cargo anterior: director ejecutivo de ANSES
Es un hombre amigo y ligado
políticamente con el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
Fue nombrado el 5 de mayo de 2008. Su mandato había vencido el
10 de diciembre, pero ya se había firmado su continuidad, por
lo que la noticia lo tomó por sorpresa.
CARLOS FERNÁNDEZ
Cargo anterior: Sec. de la Jefatura de Gabinete
Hombre de contacto diario
con el ex presidente, Néstor Kirchner. Fue nombrado al frente
del ente recaudador el 18 de marzo de 2008 y abandonó el cargo
el 25 de abril, cuando fue designado Ministro de Economía, en
reemplazo de Martín Lousteau.
ALBERTO ABAD
Antes fue vicepresidente del grupo Bapro
Fue nombrado en 2002 por
Eduardo Duhalde. Como presidente, Néstor Kirchner lo valoró
pese a haberlo heredado de Duhalde; pero como ex presidente
provocó su renuncia, al sostener al jefe de la Aduana y hombre
de Rudy Ulloa, Ricardo Echegaray.
ARMANDO CARO FIGUEROA
Antes había sido ministro de Trabajo
Ocupó el cargo de director
ejecutivo de la AFIP en 2001, pero fue consumido por la crisis
que golpeó al país hacia fines de ese año que desembocó en el
fin de la convertibilidad y en el default.
Un
organismo con un gran superávit
Compró deuda del
Tesoro por $ 1600 millones y es el segundo prestamista detrás
de la Anses
![Un organismo con un gran superávit](socexclusivas126_archivos/image002.jpg)
La sala de cómputos de la AFIP en
la que se sigue la recaudación | Foto: Archivo
Paciente pero constante, el
kirchnerismo ha ido cerrando aún más sus filas en torno a los
lugares donde hay dinero fresco en los últimos meses con el
ejemplo de las AFJP como máximo exponente.
Se podría suponer que con el
nombramiento de un hombre incondicional como Ricardo Echegaray
sólo se puso un hombre de máxima confianza en un organismo
clave. Pero, además, se colocó un alfil en un lugar que rebasa
de dinero.
La caja de la AFIP se había
convertido en un preciado botín para muchos observadores dado
que, como su presupuesto está atado a la recaudación, los
ingresos han subido fuertemente.
A tal punto es el dinero que
tiene, y que le sobra, que en el último tiempo se ha
constituido en el segundo prestamista del Tesoro. Ha suscripto
en el último tiempo deuda emitida por el Estado por 1600
millones de pesos y sólo es superada por la Anses que compró
papeles por 6300 millones de pesos.
Según lo que surge del
presupuesto 2008, el ente tuvo un presupuesto en el año que
terminó 4204 millones de pesos contra los 3110 millones que
pudo gastar el año anterior y los 2500 millones con los que
contó en 2006. Es decir, en dos años aumentó su presupuesto un
68 por ciento.
Tal es el dinero y los
medios con los que cuenta el organismo que se da el lujo de
financiar proyectos de entes ajenos. Por ejemplo, hace un
tiempo se aprobó una norma para que se pueda seguir la evasión
de impuestos en las zonas rurales mediante fotos satelitales.
La AFIP puede comprar bases de datos de esas placas y luego,
mediante las direcciones de catastro provinciales, unirlas con
el titular del campo para cruzar datos impositivos y, en su
caso, reclamar algún impuesto. Sin embargo, a poco de andar se
topó con la falta de infraestructura en las provincias y con
la falta de actualización catastral. Pues entonces cortó por
lo sano: financió con recursos propios las actualizaciones
necesarias en los distritos.
Orto motivo de orgullo de
los funcionarios es la tecnología con la que cuenta el
organismo. Por ejemplo, en la gestión de Alberto Abad fue
acondicionada una sala en la que se puede ver cómo evoluciona
la recaudación en tiempo real. Todo un lujo en la
administración pública nacional.
Reservas: la contabilidad creativa
Días
atrás Eduardo Duhalde habló de la necesidad de llevar el tipo
de cambio hasta un nivel de $ 4,40. Si lo vemos por el lado de
la devaluación que ha hecho Brasil, nuestro principal socio
comercial, me parece que Duhalde se quedó corto. Si lo
comparamos con el incremento real de los precios internos, no
el dibujado por el Indec, también. Pero más allá del número
mágico que cada uno puede tener sobre cuánto debería ser el
tipo de cambio, hay una realidad que es que el corazón de la
política económica se basaba en lo que el Gobierno denomina el
tipo de cambio competitivo. Ese corazón, por diferentes
causas, ha sufrido un infarto. La inflación se comió el tipo
de cambio real y la Argentina ha vuelto a ser cara en dólares
o, si se prefiere, el peso es muy barato, particularmente
cuando uno ve el comportamiento arbitrario del matrimonio en
las reglas de juego que impone.
Hasta ahora el Gobierno pudo
manejar el tipo de cambio gracias a que esgrimía el argumento
de los superávits gemelos, esto es, superávit fiscal y
superávit de la cuenta corriente del balance de pagos. ¿Qué se
vislumbra para 2009? Que el superávit fiscal sólo podrá ser
mostrado en los papeles, pero en los hechos no existe desde
hace rato. Lo relevante por tener en cuenta por el lado fiscal
es lo siguiente. La recaudación impositiva debería tender a
bajar o, por lo menos, disminuir notablemente su crecimiento
anual, dado que la economía entró en recesión; el BCRA emite
menos pesos por la fuga de capitales y, en consecuencia, los
impuestos se cobrarán sobre una impuesto inflacionario menor,
y el comercio exterior aportará menos ingresos por menores
precios y volúmenes, tanto por el lado de las importaciones
como por el de las exportaciones.
Hoy el Gobierno no tiene
acceso al mercado voluntario de deuda, esto quiere decir que
nadie nos presta un dólar. Por lo tanto, para no caer en
default, el Gobierno debería generar un superávit fiscal
equivalente a los vencimientos de capital e intereses de la
deuda que vencen en 2009. Casi US$ 20.000 millones, un número
claramente imposible de alcanzar. En este contexto fiscal
caben dos posibilidades: se declara el default o se confisca a
alguien. Algo parecido a las expectativas de 2001. Si en el
tercer trimestre de 2007 ya había comenzado la fuga de
capitales, llegando en un año a los US$ 25.000 millones, es
fácil imaginar qué puede suceder en un año recesivo, con
inflación, con elecciones cruciales en octubre más la sombra
del default y la muerte súbita de los superávits gemelos.
La pregunta es ¿qué
capacidad tiene el BCRA para hacer frente a una creciente
desconfianza de la gente para dominar el tipo de cambio frente
a este escenario? Hay tres datos que indicarían que el BCRA no
está tan bien parado como intentan mostrar desde el Gobierno.
Primero están las regulaciones que estableció el Central para
limitar las operaciones de compra de divisas junto con los
métodos tipo KGB de Moreno. Si el Central tuviera tantas
reservas no sería necesaria tanta histeria del Gobierno para
frenar la compra de dólares. Bastaba con que ofertara una
buena cantidad para dominar al mercado. Sin embargo, tuvo que
recurrir a una metodología muy primitiva para frenar
transitoriamente la hemorragia de divisas.
El segundo dato surge de una
respuesta del BCRA, del 28 de noviembre pasado, a un pedido de
informes de la diputada Nora Ginzburg sobre la situación de
las reservas. En primer lugar, cuando la diputada pide la
información, el Central responde que eso se publica
diariamente en la página del BCRA con dos días de rezago. La
realidad es que al momento de escribir esta nota la
información tiene 11 días de atraso. O sea que ni ellos
parecen conocer lo que ponen en su sitio de Internet. En
segundo lugar, cuando la diputada les pregunta cuál es el
saldo de las posiciones en contrato de venta a futuro de
divisas internacionales se le responde que esas operaciones no
afectan las reservas. La pregunta no fue si afectaba las
reservas, sino cuál era el saldo. Esta evasiva hace suponer
que, efectivamente, deben estar preocupados por las pérdidas
que tendrá el Central por esta operatoria que también se
utilizó para intentar frenar la suba del dólar. Pero la
respuesta agrega que para ello puede remitirse al balance
anual de 2007, lo que muestra otra forma de ocultar la
información, porque se sabe que los datos de 2007 hoy son de
la prehistoria para ver la situación de cuántas divisas vendió
a futuro el Central y cuál es la pérdida que hay que estimar.
A la pregunta de la diputada
si la deuda con el Banco Internacional de Basilea (BIS)
asciende a los US$ 3000 millones, la respuesta textual es: el
BIS pide mantener cierto nivel de reserva en las operatorias
de cada banco central con esa institución. Pero agrega: "La
deuda era sustancialmente menor al monto por Ud. señalado".
¿Qué nos dice esto? Que efectivamente el BCRA tomó deuda para
enfrentar la corrida, pero no quiere informar el monto exacto
y que parte de esa deuda está colocada en su activo como
reservas.
Leyendo detalladamente las
respuestas del BCRA surge claramente un intento de no dar toda
la información requerida, dado que sistemáticamente la remite
al sitio del BCRA y a las solapas correspondientes donde,
supuestamente, la diputada podría encontrar la respuesta. Cosa
que no es así ya que personalmente reviso casi todos los días
los datos del BCRA y falta información relevante.
Números en
sí mismos
El tercer dato por tener en
cuenta son los números en sí mismos. Al 19 de diciembre pasado
el BCRA informaba reservas por US$ 46.297 millones. Pero a ese
número hay que restarle US$ 5090 millones que son encajes en
dólares de los bancos en el Central, por lo tanto no son un
activo, sino un pasivo. También hay que quitar US$ 3000
millones de deuda con el BIS hasta que se demuestre lo
contrario; US$ 13.437 millones en pases y letras porque el
Central compró reservas contra esa deuda, y unos US$ 2000
millones de pérdidas por operaciones de futuro. La cuenta
final da que el BCRA tiene unos US$ 22.770 millones de
reservas propios para enfrentar una base monetaria (pesos en
circulación y deudas con los bancos) de $ 108.000 millones.
Esto quiere decir que por cada dólar propio de reservas que
tiene el BCRA hay $ 4,74 en circulación. Bastante lejos de los
$ 3,45 que cotiza actualmente y muy lejos si hubiese que
otorgar redescuentos a las entidades financieras si hubiera
pánico ante el creciente deterioro de las cuentas fiscales y
la cercanía del default. Y esta situación es el escenario
optimista, porque hay demasiadas inconsistencias en la
información del BCRA a tal punto que si se toma el balance al
15 de diciembre pasado (último disponible) la relación da que
hay $ 5,93 por cada peso en circulación por cada dólar en las
reservas, porque las reservas propias caen a US$ 17.549
millones.
Lo concreto es que de las
reservas que declara el Central, menos de la mitad son
propias. El resto no le pertenece o es contabilidad creativa
para mostrar una fortaleza que no existe para sostener una
política económica inconsistente y que "hace agua" por todos
lados. Roberto Cachanosky, economista,
para La Nación.
"La Argentina
no es confiable"
El economista
opinó que las políticas del actual gobierno afectan más al
país que la crisis financiera mundial
!["La Argentina no es confiable"](socexclusivas126_archivos/image003.jpg)
Elliott Morss: "Me
resulta muy extraño que se impongan retenciones a las
exportaciones" Foto:
Fernanda Corbani
Las opiniones del ex
funcionario del Fondo Monetario Internacional (FMI) Elliott
Morss arrojan una buena y una mala noticia para la Argentina.
La primera es que la crisis financiera internacional no le
pegará tan duro, y la segunda es que las políticas económicas
que se llevan adelante aquí hacen que el país sea poco
confiable.
Morss, que trabajó en el FMI
entre 1965 y 1967, fue el primer asignado por ese organismo en
Ghana, trabajó además para 45 países y enseñó en las
universidades de Harvard, Boston y Michigan. Obtuvo el
doctorado en Política Económica en The Johns Hopkins
University, en 1963, es un experto en mercados de capitales y
publicó recientemente el libro New Global History and the
City .
El especialista, que visitó
la Argentina para dictar un seminario en la Universidad de
Palermo, dialogó con LA NACION y criticó el incumplimiento del
pago al Club de París, la estatización de las jubilaciones, el
cobro de retenciones a las exportaciones agropecuarias y la
manipulación de las estadísticas oficiales. "Creo que esto es
lo más preocupante", afirmó.
Consideró que la crisis
financiera no golpeará tanto aquí como en otras partes del
mundo, ya que el país exporta principalmente alimentos y eso
es lo último que se deja de demandar.
También se mostró duro con
el actual presidente de los Estados Unidos, George Bush, y su
secretario del Tesoro, Henry Paulson. "Cometió muchísimos
errores", comentó. Y elogió al mandatario electo, Barack Obama.
"Es brillante y escucha a los demás. Además, podrá formar un
gran equipo", señaló.
-¿Cree que la Argentina hace
bien en apartarse de los consejos del FMI?
-Creo que el FMI lo que más
va a mirar de ahora en más es cómo van a actuar los líderes de
este país. En este caso, en la presidenta Cristina Kirchner,
que tiene toda la responsabilidad de hacer que la Argentina
sea un país confiable para recibir préstamos. No creo que se
mire lo que ha hecho en el pasado, si pagaron o no pagaron.
-¿Considera confiable al
país?
-La Presidenta anunció hace
un tiempo que iba a pagar al Club de París, pero aún no se ha
visto nada de eso. Estos son los comportamientos que alarman
al resto del mundo. Y otro aspecto que alarma y que hace que
la Argentina no sea confiable es lo que pasó con la
estatización de las jubilaciones. Esto hace que el país sea
menos confiable porque se están sacando pensiones y eso genera
una gran desconfianza en el exterior. Yo veo esto como algo
muy peligroso.
-¿Ve otros aspectos
negativos?
-Bueno, algo que como
estadounidense me resulta muy extraño es que se impongan
retenciones a las exportaciones de materias primas. Lo veo
como algo muy raro. Creo que esto es lo más preocupante, junto
con los dos temas que mencioné antes.
-Otra tendencia aquí es la
intromisión del Estado en las empresas. ¿Qué opina sobre eso?
-No es raro que haya esta
intromisión de gente del Gobierno en las empresas. Pasa en
todo el mundo. Lo que opino es que esta gente está ahí para
sacar ventajas de ello y ganar dinero. No lo creo bueno para
nada pero sucede en otras partes también.
-También se manipulan las
estadísticas oficiales. ¿Cuál sería la peor consecuencia de
ese accionar?
-Es muy peligroso que el
Gobierno haga esto, porque da una mala imagen en el exterior.
Creo que la gente y los medios deberían seguir haciendo
hincapié en este tema y avergonzar al Gobierno por esa forma
de actuar. La falsificación de estadísticas es una pésima
metodología y muy peligrosa.
-¿Cuánto durará la actual
crisis mundial y dónde impactará más?
-Creo que llevará unos tres
años recomponer la economía. Recién allí se verán signos de
recuperación. Los países más afectados serán Estados Unidos,
por supuesto, y luego China, Inglaterra (que hoy está muy
golpeada) y algunos otros países europeos.
-¿Y cómo impactará aquí?
-Aunque recibirá el impacto,
creo que no será tan golpeada porque sus principales
exportaciones son los alimentos y éstos serán lo último que
dejarán de comprar los consumidores globales. Se restringirán
más las ventas de casas, autos y otros bienes, pero la gente
no dejará de comer.
-¿Cree que Barack Obama hará
algo rápido para paliar la crisis?
-Obama tiene la inteligencia
como para conseguir gente brillante y capaz para su gobierno,
porque tiene acceso a las universidades para seleccionar a las
personas. Bush confió en un grupo de personas que no eran
eficaces, y Henry Paulson, el secretario del Tesoro, cometió
muchísimos errores. Obama tiene la capacidad de formar un buen
equipo y superar esta crisis.
-¿Cuáles fueron los
principales errores de Paulson?
-Uno de los errores es que
se invirtió en los lugares equivocados.
-¿Cree, como algunos, que
éste es el fin del capitalismo?
-El capitalismo siempre va a
existir porque siempre va a haber alguien que quiera hacer
dinero. Encontrará la manera de subsistir y corregir los
errores. Esto va a evolucionar y dentro de unos años la gente
se olvidará de la crisis. Va a tomar menos riesgos hoy, va a
recortar su presupuesto, pero dentro de diez años quizá ya no
se acuerde.
-¿Un gobierno demócrata en
Estados Unidos, y en especial la llegada de Obama, puede
beneficiar a la Argentina?
-A diferencia de Bush, Obama
es una persona más comprensiva. Bush ve su país como
omnipotente, poderoso y fuerte, mientras que Obama va a
considerar más los problemas particulares de cada país. El
hecho de que haya vivido en Africa y en Haití le dan otra
visión.
-Sí, pero, como se dice,
antes que nada es un estadounidense...
-Sí, pero Obama es una
persona inteligente y brillante... a pesar de ser americano
[se ríe]. Escucha a su equipo y considera que las opiniones
del resto de las personas son importantes. En cambio a Bush lo
único que le interesa es tener el poder y la razón y no
considera a los demás.
-¿La cercanía de los
demócratas con los sindicatos locales no puede tornar a
Estados Unidos más proteccionista en perjuicio de los países
que venden sus productos allí?
-Sí, creo que los sindicatos
estarán más cerca de Obama y esto hará que el país se vuelva
un poco más proteccionista. Carlos
Manzoni, Columnista invitado por La Nación.
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