NO EN LA CASA ROSADA,
EN LA QUINTA DE OLIVOS!!
RESIDE EL PODER “REAL”

02 de Febrero de 2009

Cambios en el poder

 Néstor Kirchner cruzó los jardines con la mirada fija en el piso. Pasó por detrás del quincho donde la Presidenta preparaba otro anuncio oficial y siguió hasta "la Jefatura", el lugar que reacondicionó para sus reuniones en la quinta de Olivos. Ahí repasó encuestas, vio a su esposa por televisión y mandó a llamar a los gobernadores que estaban en el acto. 

Las reuniones en Olivos siguieron el miércoles hasta el anochecer. Lo mismo había ocurrido el día anterior. Lo mismo pasó el siguiente. La costumbre se convirtió en rutina: la quinta presidencial acoge la nueva sede del gobierno kirchnerista. Nunca antes había habido tan poca actividad en la Casa Rosada y tanta en los jardines de Olivos. Allí se unificaron visitas e influencias, sin distinciones

"Al principio fue una necesidad. La mejor forma de disimular dónde está el poder real", confesó un influyente dirigente kirchnerista, que entra habitualmente a la quinta presidencial. 

En los últimos dos meses, Cristina Kirchner tuvo actividad oficial apenas ocho días en Balcarce 50. Desde el fracaso de las retenciones móviles, dio un solo discurso en la Casa de Gobierno, la tarde del 2 de septiembre, cuando anunció el pago de la deuda con el Club de París (todavía incumplido). 

Después, con la estrategia pública de demostrar que no estaba encerrada en su despacho, mudó los actos a un lugar que la terminó fascinando: el quincho con vistas a los jardines de la quinta. 

En esos mismos jardines, Kirchner instaló sus oficinas, tras un año de permanentes mudanzas. En octubre de 2007, el líder peronista había prometido -no sin ironías- irse a "un café literario". Enseguida cambió esa idea por un lujoso piso en un edificio vidriado de Puerto Madero. Lo abandonó después por la sede del PJ, en Matheu 130. Al final, el conflicto agropecuario convirtió a la residencia presidencial en el mejor lugar para no exponer tanto el peso de su autoridad.

"La Jefatura" 

Sus colaboradores desempolvaron entonces "la Jefatura de Gabinete", un edificio de una planta, dividido en dos alas principales, con media docena de oficinas y un salón principal, que en otros tiempos el ex presidente Carlos Menem usaba para reunir a su gabinete de tanto en tanto. También Eduardo Duhalde solía trasladar allí su oficina de trabajo algunos días a la semana. 

La Presidenta se recluyó en el ala derecha; Kirchner se apoderó del ala izquierda. Suelen ocupar oficinas menores el ministro del Interior, Florencio Randazzo, y el coordinador político de la Presidencia, Juan Carlos Mazzón. No son los únicos: casi todo el gabinete pasa varias horas al día reunido en "la Jefatura".

En la práctica, la Presidenta se ocupa de los anuncios oficiales; el líder del PJ, del ritmo de la agenda política. Aprovecha los actos de su esposa para mandar a llamar a ministros, intendentes, sindicalistas o gobernadores, y hablar de la gestión y debatir su obsesión por el armado electoral de octubre. Para los dirigentes del peronismo, encontrarse con Kirchner ahora puede revestirse de una pátina institucional. 

Un ejemplo: el último 14 de enero, mientras la atención periodística estaba puesta en el quincho, donde Cristina Kirchner reaparecía en público después de su lipotimia, el ex presidente y Randazzo negociaban fondos de obras públicas con intendentes del interior bonaerense. "Tenemos que ganar las elecciones", arengaba Kirchner cuando su esposa todavía hablaba frente a las cámaras. 

La última semana, la Presidenta usó cuatro veces el quincho de Olivos. Anunció obras públicas para las provincias, informó sobre la negociación de la deuda y lanzó el canje de electrodomésticos. A su esposo no se lo vio en público. 

Pero después de cada acto, los participantes aprovechaban para reunirse con él: gobernadores preocupados por su intromisión electoral en las provincias, jefes territoriales del interior que pedían fondos, ministros que acercaban encuestas, caciques del conurbano ansiosos por definir la agenda electoral bonaerense? En menos de una semana, 10 gobernadores y varias decenas de intendentes peregrinaron por "la Jefatura" para hablar de política. 

La Presidenta prefiere no ocuparse de esas cuestiones: combina sus anuncios en los jardines con reuniones con sus ministros de mayor confianza. 

En la Casa Rosada pasa cada vez menos tiempo. En diciembre tuvo actividad oficial sólo cuatro veces. 

El 2 recibió a Ingrid Betancourt y a Madonna. Dos días después inauguró una muestra. Volvió el 22, pero estuvo unas horas y se fue a Luján a participar de la misa por el aniversario de la mediación papal en el Canal de Beagle. A la semana siguiente regresó para encabezar dos actos breves y conocer la sala de periodistas. Después viajó a El Calafate. 

En enero también fue cuatro veces. La semana pasada, dos. En cambio, nunca dejó de hacer sus actos en Olivos. Este mes hizo seis anuncios oficiales: todos fueron en la quinta presidencial. 

Hasta mediados de 2008, el uso político de la quinta era una rareza. Desde que la familia presidencial dejó el Sur, en 2003, siempre había preservado la intimidad familiar de la residencia. 

Cuando Kirchner era presidente llegaba a la Casa Rosada todos los días a las 7.45. Se iba a las 13 y regresaba a las 17. No dejaba la casa de Gobierno hasta las 23. Entonces, su esposa tenía un despacho propio en el primer piso, que ahora le cedieron a Gustavo López, el subsecretario general de la Presidencia. Kirchner no hubiera querido estar ahí. Juan Pablo Morales y Mariana Verón, su nota para el diario La Nación del 01.02.09