10 de Febrero de 2009
El Gobierno aísla cada vez más al país
del mundo
Obama no
llama. La Argentina de los Kirchner no figura entre sus
prioridades latinoamericanas. La visita que Cristina
Kirchner está haciendo a Madrid tendrá todo el boato de un
matrimonio sin amor. Macerado en el inclemente clima de la
Patagonia, el matrimonio presidencial ha optado, ante las
primeras desventuras de su vida política, por el encierro y
el aislamiento, dentro y fuera del país. La Argentina está,
en efecto, tan aislada como pocas veces estuvo desde la
restauración democrática, aunque esta vez por la acción del
propio gobierno argentino.
Tres veces
Cristina Kirchner quiso postergar la actual visita de Estado
a Madrid, que ya había sido suspendida dos veces. Sólo una
advertencia desesperada del embajador
argentino en España, Carlos Bettini, pudo resucitar
el viaje. No habrá otra visita a Madrid si ésta se posterga,
anunció. Los españoles se limitaron a una respuesta obvia:
la decisión es de los argentinos.
¿Por qué la
Presidenta, tan predispuesta antes a codearse con reyes y
líderes extranjeros, era tan renuente a este viaje? Dicen
algunos que su marido le insistió en la observación de que
sería maltratada en Madrid por empresarios, periodistas y
gobierno. Otros agregan que fue la propia Cristina la que
intuyó un clima adverso, frío y distante por parte de los
españoles. Fue uno de los viajes más difíciles de preparar y
de concretar, aceptó una alta fuente diplomática argentina.
Argentinos y españoles coinciden en describir el actual
estado de la relación bilateral como el de más baja
intensidad en los últimos años . ¿Más baja que cuándo? Más
baja que cuando estaba muy baja, en medio de la gran crisis,
porque entonces había esperanzas para el momento de la
recuperación argentina; ahora, no , dijeron en Madrid y en
Buenos Aires.
Ni siquiera
agregó mejores condiciones la reciente y satelital suba en
el precio de los servicios públicos. En Madrid no se
confunden. Esa suba estuvo espoleada por la imposibilidad de
los Kirchner de seguir distribuyendo casi 10.000 millones de
dólares anuales, como sucedió en 2008, para subsidiar los
servicios públicos. No fue una concesión a las innumerables
gestiones del gobierno español sobre la situación de sus
empresas en la Argentina, que siempre recibieron buenas
promesas de los Kirchner, todas incumplidas.
Los últimos
tiempos fueron peores aún: la reciente estatización de las
AFJP sacudió fuertemente al sistema financiero español. El
gobierno de Madrid nunca recibió ningún anticipo de esa
decisión. No hablan, no dialogan, se quejaron siempre los
españoles. El caso más largo, corrosivo y contradictorio fue
el de Aerolíneas Argentinas, propiedad de dos líderes de la
corporación empresaria española. Cristina Kirchner no se
verá con la central empresaria
hispana, porque su presidente, Gerardo Díaz Ferrán,
es uno de los dueños de la compañía aérea. El gobierno
argentino eliminó a última hora un día de la visita de
Cristina Kirchner sin dar muchas explicaciones en Madrid,
aunque allí provocó un descomunal problema de agendas y
programas. Tampoco en Buenos Aires se conocen las razones.
Sólo la
insistencia del presidente del
Congreso español, José Bono, posibilitó que la
presidenta argentina pueda hablar ante el pleno de los
legisladores hispanos, como lo hicieron los principales
presidentes latinoamericanos. Funcionarios argentinos habían
insinuado que preferían un discurso de Cristina ante
la comisión de Relaciones Exteriores.
Bono les recordó que Lula, el
mexicano Felipe Calderón y Michelle Bachelet habían
hablado en el estrado del mayor recinto parlamentario de
España. Cristina sospecha que en ese ámbito no tiene muchos
amigos. Quizá no se equivoca. Pero no habrá desplantes ni
réplicas a una presidenta en visita de Estado.
A Cristina
la rodeará la fastuosidad de una visita de esa jerarquía a
un país gobernado por una monarquía constitucional. Pero
carecerá del contenido político y afectivo que tuvo la de
Calderón, considerada en Madrid como un modelo de relación
con América latina. De hecho, gran parte de la inversión
española de los últimos años se fue a México.
En el caso
de Cristina, sólo el esplendor disimulará el mal humor. El
rey y el gobierno se ocuparon personalmente de buscarle una
solución acordada y razonable al caso Aerolíneas Argentinas.
El rey Juan Carlos tiene
relación frecuente con los líderes empresarios directamente
afectados por ese conflicto. No hubo caso.
La
impresión generalizada entre los españoles es que
la empresa Marsans, propietaria
de Aerolíneas Argentinas, fue victima de un juego de pinzas:
sufrió el boicot de los gremios aeronáuticos protegidos por
el Gobierno, mientras el Gobierno le negaba a la empresa las
condiciones económicas para hacer viable sus negocios. El
proceso terminó en una dura expropiación, que se ha
concretado con muy malos modos.
No
obstante, un acuerdo es probable ahora entre el Gobierno y
Marsans, aunque todavía no está cerrado ni su conclusión es
segura. Pero será, en todo caso, el acuerdo entre dos
desesperados: el Gobierno necesita aviones nuevos para una
compañía aérea con aviones viejos, y Marsans necesita
sacarse de encima más de treinta aviones que compró para una
compañía que ya no tiene. Punto. No habrá brindis por eso.
Los españoles sólo han menguado la pérdida. Nada más.
La peor
noticia que tuvo el gobierno español fue cuando los Kirchner
decidieron incumplir un contrato con Marsans y, encima,
enviaron un proyecto al Parlamento para reconstruir la
mayoría legislativa pérdida durante el conflicto con el
campo. Una cuestión de política exterior convertida en
política interna.
Funcionarios argentinos se desesperan preguntando por qué
Cristina Kirchner no figuró entre los interlocutores
latinoamericanos del presidente Obama luego de la asunción
de éste. ¿Acaso fueron líderes dóciles los presidentes a los
que sí llamó? Obama habló con Lula,
Calderón, Bachellet y el colombiano Alvaro Uribe.
México y Chile son los dos países de América latina que
mejor se opusieron a la invasión de Irak. Vetaron desde el
Consejo de Seguridad, que integraban en ese momento, el aval
de las Naciones Unidas al despliegue militar.
Brasil es
el país que lideró decididamente la oposición
latinoamericana al ALCA que quería Washington, y desarrolló
también una intensa gestión diplomática contra la invasión a
Irak. No fueron dóciles, pero fueron prudentes: hicieron
actos eficaces en los lugares oportunos y callaron dentro de
sus países.
Néstor
Kirchner es el ejemplo contrario. Usó la impopularidad y los
errores de Bush para hacer política interna desde tribunas
innecesarias, llevando otra vez sus necesidades locales a la
política exterior. Nunca hizo un gesto concreto y efectivo
contra el estado del mundo que maldecía. Atacar a Bush era
muy redituable , aceptó ahora un alto funcionario
argentino.
El problema de los Kirchner es que en Washington existe un
Estado con memoria histórica y que Obama no es kirchnerista
ni peronista: es, al revés, una expresión cabal del
establishment político norteamericano.
La llegada
de Obama a la Casa Blanca ha significado muchos cambios
políticos y sociales, pero no cambiará el sistema político
ni los mecanismos del Estado. El sistema político de
Washington no ha olvidado la cumbre americana y la
contracumbre de Mar del Plata, las dos financiadas por el
gobierno local, ni el severo hostigamiento de Kirchner a un
presidente de los Estados Unidos. Tampoco olvidó el estadio
cedido a Hugo Chávez para
despotricar desde Buenos Aires contra un presidente
norteamericano que se encontraba en Montevideo. Washington
pidió entonces que se postergara dos días ese acto, hasta
que Bush abandonara Uruguay. El
pedido fue rechazado por el gobierno argentino. Bush es y ha
sido impopular, pero era el presidente de la mayor potencia
mundial que existe.
El
precedente del maltrato no pasará inadvertido para los
dirigentes norteamericanos de cualquier extracción. La
propia Cristina Kirchner cuestionó el sistema jurídico y
político norteamericano cuando Antonini Wilson destapó en
Miami las vergüenzas de argentinos y venezolanos.
Obama,
enfrascado ahora en apagar varios fuegos dentro y fuera de
su país, hablará con Cristina. No se sabe cuándo y tampoco
se sabe si hablará antes con otros presidentes
latinoamericanos. Cristina le manda mensajes públicos de
cercanía todos los días, pero sería conveniente que se
olvidara ya del color de la piel de Obama, tema recurrente
en sus discursos de seducción. Obama es ahora el presidente
de los Estados Unidos.
La Argentina
tiene, sin duda, otras formas de relación con Washington más
allá de una conversación telefónica. Sin embargo, los
silencios y las comparaciones también forman parte de la
política exterior.
Los Estados
Unidos siguen siendo la nación más relevante del mundo.
España ha sido el país del Hemisferio Norte más cercano a la
Argentina durante las últimas décadas. Las cosas están como
están con ellos. Sólo con Chávez y con el ecuatoriano Rafael
Correa parece haber corrientes cálidas desde la Argentina de
los Kirchner. ¿Se puede estar más aislado en este mundo?
Joaquín Morales Solá, reproducción
textual de su nota en el diario La Nación del 08.02.09