SIENDO EL GOBIERNO
MEJOR TRATADO POR LOS MEDIOS,
ES EL QUE PEOR LOS TRATA!!

17 de Febrero de 2009

Reaccionar

fb98ae46b3eebbf732d5f8244c4c8c6e.jpgEn la edición del domingo del diario Perfil, la actriz Norma Aleandro sostuvo –a raíz de la decisión de un grupo empresario oficial de levantar de la programación de radio del Plata a Nelson Castro—que "el Gobierno nos quiere tapar la boca". "No es posible que vuelvan a ocurrir ciertas cosas que ya vivimos en este país. Tenemos una experiencia de vida a través de los años y con las distintas cosas que han ido pasando en nuestro país, que nos obliga a reaccionar. Me refiero a los que estamos por la República y la Democracia, cuando vemos que ocurren este tipo de situaciones que a mi siempre me parecen peligrosas…Hay muchas cosas que me parecen graves. Esta última de Castro es, definitivamente una forma de taparle la boca a alguien que no está de acuerdo con algunas acciones del Gobierno".

Ninguna personas sensata, por más kirchnerista que sea, podrá acusar a Norma Aleandro, ni tampoco a su entrevistadora –
Magdalena Ruiz Guiñazú—de haber estado comprometida jamás que ningún proyecto de derecha. Una fue exiliada y perseguida durante la dictadura militar. La otra fue una de los pocos periodistas que arriesgó su vida para denunciar lo que ocurría en la Argentina. Una fue la protagonista de La Historia Oficial, la película más popular de denuncia de las violaciones de derechos humanos de la dictadura, filmada casi en clandestinidad, cuando todavía el poder militar era amenazante. La otra fue integrante de la Conadep, implacable con el punto final, la obediencia debida y el indulto, y luego con el menemismo. Una y otra piensan lo mismo sobre la gravedad de la decisión del grupo empresario oficialista que controla radio del Plata. Ninguna de las dos fue menemista, ni hizo campaña por la reelección del hombre que había indultado a los militares, ni entregó el petróleo.

El gobierno no ha comentado aun el episodio porque, naturalmente, recurre a la estrategia de minimizarlo como un hecho conflictivo habitual entre los dueños de un medio privado y uno de sus periodistas. Pero voceros oficiosos del poder político, recurren a tres argumentos básicos:

· En ningún medio privado (en general lo voceros oficiosos se limitan a mencionar los medios donde trabajan otros, no donde trabajan ellos) se permite a los periodistas difundir información que afecte a sus patrones. Lo de Radio del Plata no sería, entonces, más que un extensión de eso.

· Nelson Castro tiene otros medios para expresarse con lo cual no está censurado.

· Cualquier tipo de abuso se solucionará cuando se apruebe la ley de radiodifusión.

Es una manera de ver las cosas.

A esos argumentos se le suma, naturalmente, una actitud burlona hacia el periodista afectado, algo que es típico en estos casos.

Hay otra manera de ver el episodio, que es tan válida como esa, según la cual el despido de Castro es apenas una evidencia más de la ambición oficialista de reducir paso a paso los márgenes de la libertad de expresión en la Argentina.

Contra lo que dicen sus seguidores –y ellos mismos—los Kirchner han sido mejor tratados que ningún otro presidente de la democracia por los medios de comunicación. Se que muchos progres K se van a escandalizar con esta afirmación. Pero hay un argumento que la sostiene. El medio de comunicación masivo por excelencia es la televisión de aire. No hubo un solo período desde 1983 hasta el 2004, donde no existiera al menos un programa periodístico crítico del Gobierno al aire.
Carlos Menem, convivió con programas muy ácidos para el Gobierno como Hora Clave, Día D, Caiga quien Caiga e incluso, hasta su muerte, con las precisas emisiones dominicales de Tato Bores. Desde que a fines del 2003, el gobierno pactara con América la realización de una purga interna a cambio de una carrada de publicidad oficial, el debate y el humor político desaparecieron de la televisión de aire. En términos de llegada, de popularidad, los medios de comunicación masivos tienen un tronco, que es la televisión de aire. Por importante que sea, todo lo demás es marginal.

Pese a eso, el oficialismo ha desarrollado a lo largo de su gestión un sinnúmero de alianzas e inversiones para poder transmitir sus mensajes. Al pool de radios más popular de la Argentina –el que orienta Daniel Hadad--, le ha sumado alianzas con José Luis Manzano y el grupo América, la aparición de múltiples publicaciones en gráfica –con nula inserción popular—y ahora el desembarco de una empresa paraoficial, Electroingeniería, en el mercado radial.

No es que el Gobierno no tenga medios para difundir sus ideas y argumentos.

Le sobran.

Los podrá utilizar mal, bien, o más o menos.

Pero le sobran.

Lo que intenta es, ahora, con la compra de radio Del Plata neutralizar a los que difunden ideas distintas a las propias.

Los voceros oficiosos del Gobierno sostienen que se trata de un hecho menor y puntual y que la libertad de prensa no está afectada en el país. Esto último es así. Pero también es cierto que, en televisión de aire hace rato que casi no hay espacio para la crítica política y en radio quedan apenas dos emisoras de AM –Mitre y Continental—sin influencia oficial. Sumadas, no alcanzan a la radio líder. Se debe dar margen para ver cual es el futuro de radio Del Plata, pero las primeras medidas no son nada auspiciosas. O sea, la inmensa mayoría de los medios audiovisuales aparecen neutralizados.

Hay tres antecedentes que justifican la preocupación de personas como Norma Aleandro.

Uno es el de Carlos Menem, que intentó la misma aventura durante su segundo mandato. Mediante alianzas con
Daniel Hadad, el Citibank, Raúl Moneta, Eduardo Eurnekián y Telefónica –muchos de esos actores hoy siguen alineados con el oficialismo-- intentó armar un multimedio oficialista que no le sirvió ni siquiera para evitar ir preso. En esa época, Kirchner era menemista.

Otro es el del propio
Nestor Kirchner en Santa Cruz. La construcción de un multimedios propiedad de su chofer que solo se dedica a dar buenas noticias, a ocultar abusos o a intentar destruir el prestigio de las voces críticas es un ejemplo de sometimiento de la prensa no de democracia informativa. Donde pudo construir su esquema ideal de sistema de medios, en Santa Cruz, Kirchner lo sometió.

El tercer antecedente es anterior y tiene que ver con la década del setenta. Uno de los rasgos que caracterizó a la Juventud Peronista de aquellos años fue, justamente, la subordinación de estas cuestiones a otras que, al parecer, eran las prioritarias. Quienes defendían la necesidad de preservar las libertades públicas eran catalogados como pequeño burgueses, o despreciados por liberales de izquierda, porque lo que importaba era otra cosa.

Lo curioso –quizá lo más estúpido de la cuestión—es que es difícil entender el progresivo intervencionismo en los medios de Kirchner. Hasta ahora ganó tres elecciones con este sistema mediático, estatizó la empresa de Aguas, el Correo, las AFJP y Aerolíneas—es decir, afectó intereses poderosos--, modificó la composición de la Corte, renegoció la deuda externa privada, aumentó las retenciones al 35 por ciento. Es tanto lo que pudo hacer sin tratar de cerrar espacios libres que no se entiende, sinceramente no se entiende, en que lo perjudica que se hable libremente.

Se trata, apenas, tan chiquito como suena, de una cuestión de divismo y vanidad: no le gusta que lo critiquen, ni que se difundan malas noticias.

Y, así, se ensucia, se autodenigra, se expone, gana gratuitamente enemigos.

Es increíble todo lo que pierde un gobierno –que en muchas áreas le saca ventaja a los anteriores—cuando se expresan esos raptos de la personalidad y la formación de Nestor Kirchner.

Por eso, personas como Norma Aleandro están preocupadas.

Yo las escucharía.

No saldría del paso con la cantinela de que cualquier crítica es una gorilada.

Quizá tenga, ella, algo de razón en su preocupación.
Ernesto Tenembaun, periodista, en su blog.