EL ABSOLUTISMO DEL
 PODER KIRCHNERISTA

02 de Marzo de 2009 

Desde que Néstor Kirchner se puso al frente de la administración nacional, en 2003, quedó claro que para él y su esposa el poder debe conquistarse y ejercerse a través del conflicto.

Desde aquel año, el ejercicio de la función pública quedó identificado, casi de manera absoluta, con una serie de rivalidades tan prolongada que cualquier enumeración parece incompleta. Desde la Casa Rosada se embistió contra la dirigencia del propio partido, en especial contra la que más había hecho por el acceso del matrimonio al Gobierno. Se trabajó, además, para la fragmentación de las fuerzas opositoras. Ni los vicepresidentes -primero Daniel Scioli, ahora Julio Cobos- se salvaron de la ira. Se batalló contra la Iglesia hasta el extremo de que el ex presidente dejó de asistir a los funerales de Juan Pablo II y jamás respondió a un pedido de audiencia del episcopado local. Autoridades de otros países, de las más diversas orientaciones ideológicas, y los organismos internacionales de crédito fueron denostados como supuestos agentes de una expoliación externa. También el empresariado, local o extranjero, se fue acostumbrando a la diatriba. Desde los medios de comunicación hasta el campo o las Fuerzas Armadas, casi no hubo sector que no haya sido blanco de la furia kirchnerista.

Durante el tramo inicial de su ciclo de poder, los Kirchner consagraron el conflicto como método principal de la política. Esa inclinación fue interpretada por buena parte de la opinión calificada como una estrategia. Carente de los votos necesarios para sostenerse en el Gobierno, el nuevo presidente habría recurrido a varios enfrentamientos para rodear a su figura del consenso que no había conseguido en las urnas. Hasta llegó a saludarse la presencia de un gobernante combativo, que venía a restaurar la devaluada autoridad del Poder Ejecutivo.

La superficialidad de aquel diagnóstico está hoy al desnudo. Cuando las condiciones de la fragilidad original quedaron superadas y el kirchnerismo alcanzó la fase culminante de su parábola, el ejercicio de la violencia verbal y del enfrentamiento permanente aparecieron como los rasgos de un liderazgo autoritario. En la crisis con el campo del año pasado quedó a la vista que el recurso al conflicto no es hijo de una estrategia sino de una compulsión por el poder, carente de plan o ideología.

Las actitudes, discursos y decisiones del Gobierno en las últimas semanas no hacen sino resaltar esta característica. El escenario en el que el oficialismo debe moverse está mutando de manera vertiginosa. No sólo porque las inconsistencias de la economía local, potenciadas por la tormenta internacional, obligan a administrar restricciones cada vez más duras. También porque la base electoral y política en la que ese oficialismo se asienta se está reduciendo día tras día.

Este cambio de contexto no está inspirando en la Presidenta ni en su esposo un giro que les permitiría constituir en torno de su gobierno el acuerdo nacional que demandan las grandes crisis. Al contrario, el matrimonio Kirchner ofrece manifestaciones tan frecuentes de irascibilidad que hace temer una radicalización de ese espíritu belicoso con el que se ha movido hasta ahora.

En los últimos días, los dirigentes del PJ que se alejaron del calor oficial fueron calificados de "traidores" que "se sientan a la mesa del enemigo". El ex presidente afirmó también que "los que traicionan una vez traicionan siempre". No advirtió que esa forma de condenar a los disidentes acaso pudo ofender a los numerosos integrantes de su gabinete y a legisladores nacionales que se sumaron a él después de abandonar otras fidelidades.

Al referirse a la oposición, el Gobierno la descalifica como "los que incendiaron el país y huyeron en helicóptero". Y al referirse a las protestas agropecuarias del año pasado insiste en describirlas como "un movimiento destituyente". Cuando la administración se enfrenta a restricciones económicas, se las imputa a la crisis internacional. Pero cuando las que deben hacer ajustes son las compañías, esas limitaciones se convierten en caprichos de los empresarios, cuya perversidad, en la caricatura que provee el oficialismo, parece congénita. Cuando la prensa divulga noticias antipáticas o cuando critica los procedimientos del poder, no está cumpliendo su función en una sociedad abierta y pluralista, sino que "trabaja para poner trabas y condicionar". Otras veces el ex presidente o su esposa se confiesan víctimas de maquinaciones concertadas por opositores, empresas y medios de comunicación en cuyo interés estaría provocar su ruina.

Esta propensión a materializar las dificultades y los infortunios, identificándolos con sectores o sujetos que, animados por intereses subalternos, orquestarían una conspiración permanente, entraña un riesgo especial durante las crisis. En vez de dejar de lado diferencias accidentales para convocar a un consenso a través del cual se puedan encontrar soluciones más inteligentes para los desafíos, desde la cima del poder se promueve una peligrosa interpretación de las dificultades, según la cual éstas deben ser imputadas a la inquina de tal o cual actor social.

Este procedimiento, cuyo principal objetivo es relevar al Gobierno de la responsabilidad que le cabe en la gestión de los asuntos públicos, puede desencadenar reacciones que las propias autoridades acaso sean incapaces de moderar. La opinión pública -sirva el caso como un ejemplo- ha asistido con espanto a manifestaciones de antisemitismo por parte de dirigentes muy activos del oficialismo, sin que esas aberraciones hayan recibido la condena que merecían, sobre todo de un elenco político que suele agitar la bandera de los derechos humanos.

Es posible que quienes en la actualidad ejercen el poder no puedan corregir su propensión al conflicto, aun cuando las circunstancias más lo aconsejen. Por esa razón la oposición política y los líderes sociales que mantienen desinteligencias con la administración deberían asumir como propia la cooperación y el diálogo. De esa forma, el escrache, la persecución y la violencia no terminarán siendo la respuesta al desasosiego que trae consigo toda crisis. Reproducción del Editorial de La Nación del 28-02-09.


NOTA RELACIONADA:

Sonríe, Néstor vigila!! Al servicio del pingüino

La SIDE escucha a "traidores" y opositores. El Gobierno aumentó 25% su presupuesto. Néstor y la fiebre de las escuchas.

“Entre más se entera Kirchner de los manejos de la Secretaría de Inteligencia, más busca reformarla y domesticarla. Le sacarán las escuchas telefónicas y habrá un drástico corte de personal. Acevedo ya comenzó la limpieza.”

Nota de tapa sin firma publicada por Página/12 bajo el título: “SIDE, el próximo frente del gobierno”, el 28 de septiembre de 2003.

“Está totalmente paranoico. Mandó pinchar entre quince y veinte mil teléfonos.”

De un ex integrante del gabinete a este diario, sobre Néstor K en la actualidad.

Dos meses después de la citada nota anónima de Página/12, en la madrugada del 17 de diciembre de 2003, el Congreso aprobó sin debate previo la ley 25.873, obligando a las empresas de comunicaciones a grabar y guardar por diez años todas las conversaciones telefónicas y los correos electrónicos de sus usuarios. Esta semana la Ley Espía fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema; era un manual de ambigüedades peligrosas: según su texto, el Estado concentraría toda esa información “para combatir al delito y servir al esquema de seguridad de la Nación”, pero no se aclaraba en qué casos ni con qué justificativos. Lo importante era el cruce de rutas: todas las comunicaciones de los argentinos durante una década irían a parar a los archivos de la Dirección de Observaciones Judiciales (OJ, llamada comúnmente Ojota). Luego del consiguiente escándalo y del recurso de amparo presentado por el abogado Ernesto Halabi, el Gobierno esquivó el tema con habilidad. La justicia hizo lugar en primera y segunda instancia a la inconstitucionalidad del proyecto del copresidente, pero la Procuración se empecinó y decidió llegar a la Corte, que ratificó su fallo adverso. La onda expansiva, sin embargo, no parece haber alterado el mundo subterráneo de la SIDE, una especie de sombra dentro de la sombra cuyo presupuesto se sigue multiplicando de manera exponencial: ministros, funcionarios y ex funcionarios del gabinete, empresarios, jueces, espías y ex espías consultados por Crítica de la Argentina coinciden en señalar lo mismo: Néstor tendrá problemas en la vista, pero no en el oído.

TIRA Y AFLOJE. En pleno año electoral la presidenta y el copresidente aumentaron el presupuesto de la SIDE un 25% con respecto al año pasado. El área de Educación, por ejemplo, se aumentó un 9,8% y esta semana no darán comienzo las clases en la mayoría de los distritos escolares. Un estudio del CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento) muestra que, entre 2004 y 2008, crecieron un 83% los gastos reservados del organismo de inteligencia. (Ver recuadro en versión impresa)

Llamar “inteligencia” a las tareas que realiza la Secretaría ad hoc es, realmente, un acto de generosidad semántica que los habitantes de 25 de Mayo 11 no podrían cubrir por falta de coeficiente: se dedican, entre otros quehaceres personales, a filmar dealers, hoteles alojamiento, amantes, hacer encuestas electorales, informarse sobre negocios turbios para luego ponerlos en beneficio propio, comprar periodistas, formar grupos de cíber K para influir en los foros de internet, vender pinchaduras a los programas de espectáculos, etc., etc. El pago de sobornos en el Senado durante De la Rúa, los testigos y las pistas falsas en los atentados de la Embajada de Israel y la AMIA son parte del currículum “inteligente” de la SIDE, que emplea a unas 2.500 personas: la misma cantidad que la Central Nacional de Inteligencia de España. Para despistar, quien maneja la SIDE no es Maxwell Smart, el superagente 86, sino la Agente 99: perdón, no es Héctor “Chango” Icazuriaga, el señor Cinco, sino José Francisco “Paco” Larcher, el señor Ocho. Icazuriaga fue diputado provincial y nacional y gobernador de Santa Cruz y su casa de dos pisos en Río Gallegos no es demasiado segura: entre el 8 y el 9 de junio pasado entraron extraños, revolvieron todo, dejaron los objetos de valor y sólo se llevaron una botella de whisky. Larcher es quien le acerca al matrimonio presidencial, cada mañana, el parte de inteligencia del día con el detalle de las actividades de los grupos políticos y hasta los cortes de calle previstos.

También se encarga de las encuestas electorales (es una especie de Artemio López pero flaco y con anteojos negros) realizadas por una empresa fantasma de la SIDE que está a una cuadra de la Casa Rosada.

–Lo primero que le llevan a Kirchner a la mañana es “la tira” –asegura un ex ministro a Crítica de la Argentina–. ¿Qué es la tira? Es el listado con los numeritos uno abajo del otro de los llamados que hacen y reciben las personas que a él le interesan. Kirchner pide por todos. Desconfía de todos. No sólo quiere saber, como ahora, por los tipos del campo; él quiere saber sobre todos los que están a su alrededor. Él los considera traidores a casi todos por algo que leyó en alguna desgrabación. Mil veces me pasó, a mí y a todos, que de un día para el otro me trataba muy mal. Y después yo me enteraba que estaba caliente por alguna conversación mía. La SIDE le anota en “la tira” el titular de cada número. Y la segunda parte del informe son las desgrabaciones directas. Eso está más filtrado, los tipos le buscan lo más interesante. Kirchner quedó preso de las nuevas tecnologías, se obsesionó. Si te dan la oportunidad de escuchar todo y lo hacés te volvés un paranoico, porque siempre vas a escuchar a alguien hablando mal de vos. Para él eso sólo ya significa ser un traidor.

–Con mi secretario siempre nos vamos cambiando los celulares –aseguró a este diario un ministro en funciones–. Néstor es un enfermo de la información. Icazuriaga y Larcher pasan varias horas con él en Olivos. Acceden mucho más a la intimidad de él que nosotros. Yo sé que a mí me espían. Pero no puedo hacer nada. Con el tema del campo está obsesionado: mandó a pedir imágenes satelitales de los campos para saber cuántas toneladas de granos hay en los silos bolsa. Y los técnicos dijeron que hay más de 9 millones de toneladas. Néstor explotó cuando se enteró.

En la hipótesis de la SIDE, De Angeli es el “enemigo interno”: al comienzo del conflicto notó que era seguido por un Volkswagen.

Mandó a investigar el auto y la patente estaba registrada a nombre de la Presidencia de la Nación, Secretaría de Inteligencia. En otra oportunidad advirtió que un ex custodio del senador Maya, cuando éste era subjefe de la SIDE, lo estaba siguiendo y lo increpó:

–¡Déjeme vivir! –le dijo el service–. ¡De algo tengo que trabajar!

–Los informes de Larcher ya ni hablan de los cortes de calle, que antes eran la obsesión de Kirchner –le dijo a Crítica de la Argentina un miembro de un servicio de inteligencia extranjero–. Ahora están todos detrás del campo. Las terminales están a full. Esta gente sufre el mal de sentirse perseguidos y quieren saber todo. No importa ni cómo ni cuánto hay que gastar.

Finalmente un entrepreneur en ciernes, el agente comentó sobre el mercado: por 1.000 pesos por semana escuchás a quien quieras y los muchachos de la SIDE te lo venden. Comprás e-mails, telefonía celular, fija, nextel, mensaje de palomas y oreja a oreja. Un detalle: ¿te diste cuenta de que los políticos y los del campo cuando charlan al oído o en voz baja se tapan la boca? Tienen quienes leen los labios. Está todo inventado.

–Ahora hay tecnología para todo, todo –coincide el ex ministro con el espía–. La SIDE no sólo te escucha a través de la Ojota. Te paran un móvil, una Trafic cerca de tu casa y te pueden escuchar todo. Y también se comercializa para los privados; es un servicio caro pero por siete lucas podés tener una línea de celular pinchada una semana –dijo el ex ministro que, como se ve, no tiene los descuentos del espía.

LA PINCHADURA EXPLICADA A LOS NIÑOS.

Ingredientes:

1 (un) espía o buchón.
1 (un) juez federal.
1 (una) hoja oficio.

En medio de cualquier investigación judicial-policial se presenta ante el juez un escrito solicitando la intervención de distintas líneas de teléfono en busca de pistas. La lista verdadera se tamiza con otros teléfonos de interés personal o político de funcionarios, opositores, periodistas o empresarios.

El juez accede habitualmente a los pedidos de la SIDE, que después de un tiempo comienza a mandar los resultados a Tribunales. Los teléfonos pinchados de la política en general se clasifican con el código SVI (Sin Valor Informativo), esto es, sin valor para la causa que investiga el juez. Eso los cubre frente a un eventual allanamiento. Las escuchas telefónicas se clasifican como IT (Intervención Telefónica), la intervención de distintas líneas de teléfono en busca de pistas. La lista verdadera se tamiza con otros teléfonos de interés personal o político de funcionarios, opositores, periodistas o empresarios. El juez accede habitualmente a los pedidos de la SIDE, que después de un tiempo comienza a mandar los resultados a Tribunales. Los teléfonos pinchados de la política en general se clasifican con el código SVI (Sin Valor Informativo), esto es, sin valor para la causa que investiga el juez. Eso los cubre frente a un eventual allanamiento. Las escuchas telefónicas se clasifican como IT (Intervención Telefónica), son parte del ciclo de inteligencia llamado Reunión, donde se reúne información sobre los “objetivos”. Después de la reunión tiene lugar la Evaluación y finalmente la Difusión, cuando se entrega el informe a los superiores. La Ojota se concentra en un edificio de la Avenida de los Incas y funcionó en un inmueble de Coronel Díaz y Beruti. Otro sitio desde donde se hacen intervenciones es el Puesto Pampa, un departamento en Tagle y Figueroa Alcorta.

Las encuestas pedidas por el Ejecutivo se realizan a través de una empresa fantasma llamada IDIS (Instituto de Investigaciones Sociales), que funciona en una oficina del Pasaje Barolo. IDIS SRL nació a nombre de Jose Luis Salinardi, un agente histórico, fronting de la SIDE en otras empresas. Salinardi se divorció a fines de los 90 y su ex esposa le exigió la mitad de sus empresas, entre las que figuraban IDIS y OSGRA SRL (con la que la SIDE compró el edificio de 25 de Mayo 35 y la base de Contrainteligencia en la calle Estados Unidos al 3500). El escándalo se hizo público y Salinardi se apartó de las sociedades dejando su lugar al abogado Daniel Lizarralde, quien aún no ha tenido desavenencias conyugales.

–La SIDE está descontrolada –afirmó a este diario un ex jefe de la Secretaría–. Las luchas internas de sus jefes hacen que se produzcan operaciones cruzadas todo el tiempo. Es un colador de información. Es inadmisible que trasciendan en los medios los nombres de los jefes, sus fotos y hasta las direcciones de las bases secretas.

El 14 de marzo de 2007 bien podría proponerse como Día Internacional de la Pinchadura: esa mañana, en Garín, partido de Escobar, se detectó por accidente un equipo que interceptaba 3.780 líneas de teléfono celular, fijo y correo electrónico. La historia comenzó en realidad el 18 de enero durante un confuso episodio de intimidación contra Santiago Montoya, el titular de ARBA, quien comentó en una declaración testimonial que su celular estaba pinchado e, incluso, podían rastrearlo. La madre del borrego digital estaba en un edificio de Telecom de la calle Perón y vías del ex ferrocarril Mitre: un equipo DVCRAU (Data Voice Call Recording and Acquisition Unit), custodiado por una sola empleada de limpieza. Telecom aseguró, en su descargo, que el aparato pertenecía a la SIDE. Pero Garín queda demasiado lejos de la Ojota. Todo parecía indicar un, cómo decirlo, emprendimiento “mixto” entre la SIDE, el Gobierno y bandas de la provincia de Buenos Aires. La causa, por arte judicial, pasó al juez Faggionatto Márquez, y allí descansa. Otra investigación sobre hackeo de mails del denominado Proyecto Vampiro, que involucró a dos agentes de la SIDE Base Coronel Díaz, Iván Velázquez y Pablo Carpintero, a las órdenes de Antonio Horacio Stiusso. El foro de atracción de los vampiros fue el juzgado de Sandra Arroyo Salgado en San Isidro. En este caso la SIDE puede jactarse de manejar un matrimonio: Sandra es la mujer del detective fiscal Nissman, quien encontró al conductor suicida de la AMIA pero no llegó a agarrarlo fuerte del turbante.

CAOS VS. CONTROL. Nunca, nadie, presentó en la SIDE ni un vale de café. Sus gastos están amparados por el secreto de Estado y hasta la Comisión Bicameral que los controla tiene un presupuesto extra y se reúne en secreto. Reciben 3.600.000 para sus propios gastos fuera del presupuesto parlamentario. La Comisión es un canto al pluralismo: de sus dieciséis miembros, doce son del oficialismo, dos son radicales y hay dos vacantes. El presidente es Marcelo Fuentes, un neuquino del Frente para la Victoria y lo secunda la diputada tucumana Stella Maris Córdoba. También están Nicolás Fernández (otro Fernández amiguísimo de los otros Fernández), Miguel Ángel Pichetto y José María Díaz Bancalari. Se reúnen (es en serio, no se rían) en una sala blindada y con protección acústica del edificio de la ex Caja de Ahorro. Como es secreto y ni siquiera hacen ruido, nadie sabe en verdad si se reúnen. Eso sí: viajan. En 2007 (fue la última actualización de su página oficial) viajaron a Francia, Inglaterra y Estados Unidos. En 2006 hicieron una jornada en el Hotel Meliá Buenos Aires y un viaje a Estados Unidos. En 2003 viajaron a Ginebra, Berlín, Madrid y Roma. Jorge Lanata, para Crítica de los Argentinos. Investigación: J L /LUCIANA GEUNA/ NICOLÁS WIÑAZKI