16 de Marzo de 2009
Preferimos morir en
la ruta antes que en la chacra. Los líderes rurales
sintieron una ligera vibración física cuando el jueves
escucharon esa frase, varias veces repetida, de parte de
productores rasos en el interior del país.
Repartan la plata o vamos a
salir a la calle todos los días. Hugo Moyano la sorprendió a
Graciela Ocaña con esa advertencia. El líder cegetista sabe
que el piso se le mueve porque no controla los recursos de
las obras sociales, porque la Corte Suprema avanzará sobre
la libertad sindical y porque la crisis se está llevando la
disciplina de gremios y trabajadores. Policías
y civiles inocentes caen también, todos los días, por una
delincuencia decidida a matar como quien juega a tirar al
blanco.
Todo eso sucedía antes de que
Néstor Kirchner
(su esposa, la Presidenta, no hizo más que seguirlo luego)
decidiera adelantar las elecciones y meter al país en una
prematura campaña electoral. Es ya inagotable la
capacidad de Kirchner para crear innecesaria tensión. La
Argentina vive en un permanente estado de estrés
postraumático desde hace casi seis años. Para peor, cuando
los Kirchner retozan en tribunas de vida o muerte son
potencialmente peligrosos para cualquier noción de la
armonía social.
De hecho, y también antes de que se conociera
el apuro electoral, Cristina Kirchner intentó prender la
mecha de eventuales enfrentamientos sociales. Los maestros
no podrán cobrar por culpa de los productores rurales ,
dijo. La mecha no prendió. No prendió porque este gobierno
ya no influye en nadie, pero hace dos años hubiera provocado
que los maestros incendiaran los campos , se espantó un
dirigente rural.
El Estado
vive a pan y agua; a veces, no tiene ni para eso. Cuestiones
básicas de la educación, la salud o la seguridad son
postergadas porque no hay plata para financiarlas. Los
funcionarios susurran, miedosos, esas miserias. El
despilfarro kirchnerista de más de cinco años está pasando
su inevitable factura. ¿Cómo financiarán todos los anuncios
que hacen desde Olivos? , averiguaba, más curioso que
crítico, un ministro de Cristina.
Los
Kirchner adelantaron las elecciones respaldados en el
argumento de que la crisis se cargará la popularidad de los
más pintados, incluida la poca que les quedaba a ellos. Sin
embargo, no es eso lo que les está pasando a los buenos y
prudentes presidentes del propio vecindario. Lula pasea su
popularidad al lado de las estrellas (supera el 85 por
ciento de aceptación social); Michelle
Bachelet tiene ahora las mejores simpatías sociales
de toda su gestión, y Tabaré Vázquez
cuenta en estos meses con el apoyo de más uruguayos.
Cada uno, en fin, arrastra en la vida sus propias cadenas.
La
lógica del conflicto se asemeja a un círculo continuo.
Kirchner mandó boicotear los acuerdos con los dirigentes
rurales y luego, ante la previsible reacción de éstos, se
declaró ofendido. Ordenó una ofensiva final contra el campo,
a pesar de la formalidad de los diálogos de
Florencio Randazzo y Débora Giorgi.
Siempre habrá tiempo para que
Guillermo Moreno desarme lo que los otros arman. Las
cartas de porte que le sacaron a la
Federación Agraria, ahora en manos del Gobierno y
necesarias para las exportaciones, se han convertido en un
rompecabezas para los productores. La resolución que
mejoraba la producción de leche se olvidó del dulce de
leche, pero incorporó la harina. Extraña confusión.
Las ganas de
perder tiempo de parte de los funcionarios son patéticas. En
la última reunión de la dirigencia rural con Giorgi y
Randazzo, los funcionarios alargaron injustos reproches
sobre el artículo de una periodista en un medio
independiente. Nadie se explicó nunca las razones de
semejante escándalo.
Los
dirigentes rurales esperaban pelear en el Congreso una
considerable reducción de las retenciones a la soja. Final
sin principio. Ni la oposición ni los propios dirigentes
rurales aceptarán ahora someterse a una derrota
parlamentaria en medio de la desbocada campaña electoral.
Previsiblemente, el peronismo kirchnerista se abroquelará
alrededor de su gobierno en las actuales circunstancias.
¿Qué nos queda si no tenemos una vía democrática para
resolver el problema? Nos queda el conflicto. Habrá
conflicto. Los productores no esperarán tres meses más,
disparó uno de los principales dirigentes agropecuarios.
La ministra Graciela
Ocaña está sola y sufre persecución política y
personal. ¿Qué hizo para merecer eso? No deja que los
dirigentes gremiales sigan robando , explicaron limpiamente
a su lado. Las obras sociales ya no son un feudo propio de
los jefazos sindicales. Moyano
se descompone. El sindicalismo está tan atomizado como el
resto del peronismo. Los despidos, las suspensiones y los
salarios, actuales y por venir, son problemas que también
desestabilizan a los dueños de los gremios.
La plata
está. Repartamos esa plata , urgió Moyano a Ocaña en una
tensa reunión de los dos. Mirá, Hugo, la plata es del
sistema de salud. No te voy a abrir una caja para vos. No lo
voy a hacer mientras yo esté aquí. Soy honesta, no poso de
honesta , lo cortó la ministra. Ocaña siguió luego
investigando las obras sociales por dineros que se fueron
para financiar enfermos que no había, tratamientos que no
existieron y medicamentos que no se usaron. Ocaña toma
precauciones ahora: mira tres veces a los dos lados cada vez
que cruza una calle.
La
ministra podría salir del gabinete para ser candidata a
diputada junto con Kirchner. Rara paradoja. Todo el
oficialismo sabe que el ex presidente está detrás de las
maniobras desestabilizadoras de Ocaña, que en los últimos
días incluyeron versiones sólidas sobre su renuncia con
origen en despachos ministeriales de la Casa de Gobierno. Lo
único que sostiene la política y el ánimo de la ministra es,
de vez en cuando, un llamado telefónico de Cristina o algún
gesto amigable de la Presidenta. Pero está sola.
Sola frente a Moyano, que entrevé que el
mundo que conoció ya no existe. La Corte Suprema tiene
varios casos cercanos en los que insistirá en su posición en
favor de la libertad sindical. El sindicato único y las
obras sociales han sido las cosas que han hecho del
sindicalismo argentino un factor decisivo de poder. Las dos
cosas están cerca de desaparecer, aunque Ocaña deje de ser
ministra cuando Kirchner le haya hecho la penúltima
concesión a Moyano.
Esos ejemplos
hacen inexplicable la renuncia de Manuel Garrido a la
Fiscalía de Investigaciones Administrativas. Leandro Despouy,
el jefe de la Auditoría General de la Nación, vive peor que
Garrido. Está rodeado de kirchneristas que bloquean todos
sus intentos de averiguar sobre presunta corrupción en obras
públicas y hasta quieren callarle la boca. Despouy resiste.
Garrido se fue escudado sólo en una vieja resolución del
procurador Esteban Righi, que cada uno podía interpretar a
su gusto. O la resolución de Righi nunca fue tan grave o
Garrido tiene un problema de lentitud en la interpretación
de los textos. El cuidado de las instituciones no es sólo
una responsabilidad de los que corretean por la Casa de
Gobierno.
Así
también, la suerte electoral de Kirchner no depende sólo de
sus cuestionados atributos. Depende también de sus
opositores. Macri le hizo un
favor. ¿Solá y De Narváez
correrán también en su ayuda? La propuesta del peronismo
disidente no puede excluir a los independientes de De
Narváez, pero tampoco al peronismo, a los sectores rurales y
a la experiencia que expresa Felipe Solá. Una división entre
ellos frenaría en seco la fuga de peronistas bonaerenses del
kirchnerismo hacia Solá.
¿No habían adelantado todos, incluida
Margarita Stolbizer, que una
candidatura de Kirchner en Buenos Aires obligaría a una
propuesta común de toda la oposición? ¿Están explorando ese
eventual acuerdo? El otro país, lastimado y estupefacto,
también los mira a ellos.
Columna del politólogo
Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación.
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Nota relacionada:
OBSESIONADO POR EL PODER
ES UN GENOCIDA ENCUBIERTO
PORQUE NO LE IMPORTA EL PUEBLO
Un puente
demasiado lejos
Néstor Kirchner está siempre
obsesionado con la política: arma escenarios, los imagina,
se pregunta qué harán sus enemigos y cuánto de lealtad le
resta a sus amigos o aliados. Desconfía. No se permite un
descanso: su vida ha sido un cálculo, una especulación y un
riesgo. No es que sea un gran estratega, que deslumbre por
sus construcciones intelectuales. Pero es astuto y
pragmático hasta la crueldad.
Estos atributos deben ser comparados con el nivel de sus
adversarios. Y saca ventajas. No es un hombre que se pueda
subestimar como para dejar pasar la oportunidad que le dejó
picando Macri, quién hizo la movida de desdoblar las
elecciones para el 28 de junio.
Kirchner ya lo tenía pensado: no podía tolerar que tras la
derrota en Catamarca, llegase el desastre electoral en la
Ciudad, con un electorado mayoritariamente adverso a la Casa
Rosada.
Esa oportunidad servida por Macri
la aprovechó para sorprender con una movida que
conmovió a una oposición en tránsito hacia octubre.
A Kirchner no le importó cambiar drásticamente reglas de
juego institucionales y que, otra vez, esa conducta de la
incertidumbre sea la constante de la política argentina. Lo
principal para el ex presidente fue: 1) Evitar una mayor
dispersión del peronismo y una fuga hacia el
PJ disidente, básicamente en la
provincia de Buenos Aires pero también en otros distritos
donde se asoman rebeldías; 2) Sorprender a la oposición y
restarle tiempos a la posibilidad de alianzas, como la que
intenta Duhalde con la
UCR en la provincia de Buenos
Aires, además de forzar el enfrentamiento del macrismo con
Carrió en la Capital, algo que la líder de la
Coalición Cívica habría evitado
con el desdoblamiento de Macri. Las posibilidades de
Gabriela Michetti sobre Carrió
son ciertas pero también hay una grave duda si es que Lilita
le sale a disputar el distrito a cara de perro; 3) Acentuar
las fricciones entre los ¿socios? de la tríada Macri-De
Narváez-Solá. Macri no tuvo otro camino que aceptar
el adelantamiento, De Narváez saltó de alegría y Solá quedó
desconsolado. El ex gobernador no se bajará ni romperá la
coalición. No quiere darle ese gusto a Kirchner: solo ese
rencor lo mantiene allí; 4) Los efectos de la crisis mundial
se van a sentir con dureza en el segundo semestre. Octubre
era un puente demasiado lejos para el kirchnerismo.
Este anticipo tiene claros riesgos para el Gobierno. Por
ejemplo, que las elecciones le salgan peor de lo que
muestran hoy las encuestas. Estará en disputa la fuerza
legislativa de Kirchner. El síndrome del pato rengo aterra
al matrimonio: la pérdida de poder obligaría a otra
política, sin pensar en salidas más drásticas, como la que
propuso Kirchner luego del voto de Cobos. Una posible
repetición de ese exabrupto quizá haya sido lo que llevó a
Macri a buscar asegurar la Ciudad, mientras él se preparaba
para lanzar su candidatura presidencial.
Del sufrimiento institucional, además
de la inseguridad jurídica, ni hablar: todo es un cálculo
político coyuntural. No avergüenza a Kirchner una
contradicción tan flagrante entre la decisión y el discurso
exculpatorio por la derrota en Catamarca.
Kirchner hace lo que recomendó Nicolás
Maquiavelo: "No debe pues un príncipe ser fiel a su
promesa cuando esa fidelidad le perjudica y han desaparecido
las causas que le hicieron prometerla".
Ricardo Kirschbaum,
Editor General de Clarín.