23 de Marzo de 2009
El análisis
Una medida impuesta por las bases
Ahora sin amarras, sin una Comisión de
Enlace que pueda darles esperanzas ciertas sobre las
negociaciones con el Gobierno, los productores están
dispuestos a acampar en las rutas hasta que las cosas
cambien. Ayer ya lo hicieron en unas 60 concentraciones en
distintos puntos del país y no es arriesgado decir que este
número puede crecer rápidamente en los próximos días.
Con miles de agricultores con
capacidad de movilizarse gracias a una red de contactos que
alimentan con mensajes de texto, a la Comisión de Enlace no
le quedó otra opción que oficializar esta situación
explosiva, con un paro en la comercialización de granos y
hacienda que terminará el próximo viernes.
La protesta generalizada en las rutas
ha puesto un interrogante sobre el grado de conducción que
puedan ejercer los máximos dirigentes del agro. El malestar
entre los productores ya tiene un año, pero se agudizó en
los primeros días de enero. Se padecía entonces una sequía
impiadosa que parecía eternizarse como un castigo bíblico en
casi todas las regiones productivas del país. Aparecieron
entonces los primeros amagues de presencia en las rutas que
fueron disuadidos ante el argumento de no molestar a los
veraneantes. Pero la olla seguía juntando presión. Las vacas
se morían de hambre y sed en el norte santafecino y los
primeros maíces sembrados no superaban en altura a los
cascotes de tierra. Y la cosecha de trigo pesaba la mitad
que la del año pasado. Es cierto que no llovía, pero el
Gobierno, lejos de comprender esta situación, continuaba con
su política de retenciones, poner trabas a la actividad y
distorsionar los mercados como si nada estuviera pasando. No
había señales, sólo puestas en escena de medidas que estaban
lejos de alejar la incertidumbre y el malestar. Sólo la
Comisión de Enlace funcionaba como un dique de contención
que ordenaba el reclamo. Pero a un costo cada vez mayor.
Con mucha habilidad, la Comisión de
Enlace tomó al vuelo una invitación despersonalizada de la
presidenta Cristina Kirchner en la que pedía la ayuda "de
todos los argentinos". Así pusieron al Gobierno en posición
de negociar. Pero todo voló por el aire cuando se anunció el
adelanto de la fecha de las elecciones legislativas y se
eligió al campo como el adversario político. Eso significó
una pésima noticia para los productores que ahora saben que
por lo menos hasta julio no bajarán las retenciones a los
granos. Estos chacareros están sufriendo un quebranto
descomunal. En especial los pequeños productores que, según
cálculos privados, perderían con los rindes estimados más
del 50% de su capital de trabajo. Los primeros lotes de maíz
que se han cosechado traen muy malas noticias.
El nudo del problema con las
retenciones en esta campaña es que el ingreso del Estado
representa la pérdida del agricultor. Ya no se pelea por un
sobrante como intenta comunicar el Gobierno.
Crítica de la Argentina.