06 de Abril de 2009
Urtubey dispuso el avión salteño de uso
sanitario para viajar junto a dirigentes radicales al
sepelio de Alfonsín
Aunque las exequias duraron 36 horas
consideraron que
"el
tiempo apremiaba".
La acongojada delegación incluyó a legisladores, intendentes
y al ministro de
Turismo
provincial.
![](http://www.perfil.com/export/sites/diarioperfil/img/2009/politica/0213_urtubey_468_telam.jpg_687088226.jpg)
Como la mayoría de los gobernadores, Urtubey
mirá más a Buenos Aires que a su provincia. | Foto:
Télam
El gobernador de Salta,
Juan Manuel Urtubey,
suma problemas. En Tartagal, el alud dejó una devastación
que, pese a las declamaciones oficiales, esta lejos de ser
atendida, y ahora el dengue avanza por su provincia,
afectando a miles de personas y ya con dos muertos. Pero en
medio de esos desastres sanitarios, el mandatario
dispuso que se utilice el avión
que la provincia destina a vuelos sanitarios para trasladar
a Buenos Aires a la comitiva local que asistiría al sepelio
de Raúl Alfonsín.
El tema,
citado por la Sección Espía del Diario Perfil,
se conoció en la provincia norteña cando la diputada
provincial radical
Valeria Orozco
agradeció publicamente a Urtubey por el
"gesto"
que tuvo. Lo que no imaginó Orozco era el dolor de cabeza
que iba a ocasionar a Urtubey con sus palabras.
Según informó el
Nuevo Diario
de Salta,
además de
Orozco
viajaron a Buenos Aires en el avión que la provincia dedica
a vuelos sanitarios el diputado
Gualberto Cabezas,
los senadores
José
Luis Valle y Silvina Vargas,
los intendentes de Joaquín V. González,
Gerardo Orellana,
y de La Candelaria,
Julio
Romano,
el ministro de Turismo,
Federico Posadas,
y el secretario de la Función Pública,
Matías Posadas.
Ante el cariz que tomaba el asunto, Orozco
reconoció que la aeronave tiene entre sus fines los
"vuelos sanitarios",
pero reflejó la naturaleza del pensamiento político
argentino cuando dijo, sin anestesia,
"más
allá de todo, el que se le da queda a criterio del
Gobernador".
Esa es una radiografía perfecta de cuestiones que, aunque no
violen normas legales, tienen un costado que puede
sensibilizar a la opinión pública, ubicándola cada vez más
lejos de sus dirigentes.
"Puede llegar a tener usted
razón",
le dijo finalmente Orozco al periodista, ante lo insólito de
que un avión de uso habitualmente sanitario en medio de una
epidemia de dengue con víctimas fatales,
"pero debería responderle el
Gobernador".
Cómo va a ceder el dengue si no ceden
Kirchner, Kapitanich y Okaña?
Con micros que recorren la ciudad lleno de
turistas, el escritor y poeta dice que algún guía debería
ofrecer un discurso picante que explicase cómo son los
argentinos.
Jorge Capitanich y Graciela Ocaña. | Foto: Télam
Es científico y político a la vez. ¿Cómo va a
ceder el dengue si no ceden Kirchner, Kapitanich y OKaña?
Está en la naturaleza del dengue, picarnos. Y en la
obstinada mala leche de las tres K, también. Vivimos en
medio de insectos multiformes que no dan respiro. Y de
campañas turísticas que son un bombón. Micros de dos pisos y
techo recortado pasean por Buenos Aires a viajeros felices
por la Disneylandia que creen recorren. ¿No habrá guía
patriota que chape el micrófono y se destape (y les destape
la ingenuidad) con un espiche picudo y picador como el
dengue?. Digamos, algo así como…:
Hola y buen día amigos. Gracias por llegarse
hasta el coño sur del mundo y descender a la única sociedad
de la Edad Media que resiste el empujón del tiempo. Están en
Argentina. Y ésta es Buenos Aires, casco feudal de estancia
de 3 millones de kms2. Reina del Plata al borde del río más
playo del mundo. Capital de país lleno de encantos pero
desencantado. Aquí lo que más se hace es paradojear de lo
lindo. Por ejemplo, se especializan en repetir presente sin
pudrirse. Se lo considera el país “más distinto” de los 200
del planeta.
País, o mejor dicho, juguete manual de un
clon austral del sultán de Brunei tolerado sin mosquear
demasiado por 40 millones de vasallos en ejercicio. Pese a
heredar prodigios (ombú, Borges, vaca, jazmín, messi,
mburucuyá) la vinchuca económica y el dengue político se
ocupan de mantenerlo taponado. Son eficaces en impedir que
haya brotes de conciencia en el circuito social que ocasione
el destete de la gente y su molesta rebelión.
Cuentos del tío, de la buena pipa y de nunca
acabar, mantienen a la mayoría de los adultos en formol. Los
más de los varones la pasan rumiando frases sobre fútbol,
tenis y conquistas. Son de inflarse diciendo que habitan el
país más rico del mundo y desatienden el hecho de que el 60
por ciento (último dato Giacobbe) es pobre. Huyen de la
realidad como de la razón. Atisbos de rebeldía se aprecian
en las letras del estentóreo rock nacional (grosso oxímoron
pues en Estados Unidos no hay un solo grupo de pericón
nacional). Pero bueno. Es algo. Lo que ustedes contemplan es
la capital de un país que fue llamado “el imperio que no
fue”.
Ahora es capital de “el granero del mundo que
fue”. No es sencillo de contar porque aquí no ocurren las
cosas. Deben saber, antes que nada, que la Argentina es lo
fácil que es difícil hacer. Galimatías que esconde su
emperrado y torpe encanto. Así como en la naturaleza de los
gobiernos y los dengues domina el picar e infectar, también
en los nativos (cuyo cabecerío ven ustedes rodar desde aquí)
hay una obsesiva pasión por dejar joderse por quien sea.
Esto es, que atraen a los gobiernos y a los dengues, como si
necesitarán de su aguijón.
No es inexplicable. Está en la naturaleza los
argentinos que así sea. Si conversan con ellos advertirán lo
poco que asocian sus dramas con sus causas reales. Culpan de
todo a los hectopascales y a la humedad. Asombra también la
extinción del "¿por qué?" y su desmedida atención al
"¿cómo?" y al "¿quién?".
Pese a las calamidades que sufren (pestes, gabinetes,
injusticias, robos, etc) ellos las toman como novísimas cada
vez. Abordan tales fenómenos con agrios "¿viste? ¿viste?",
con lo que, por paradoja, ahondan su ya porfiada e invisible
desgracia colectiva. “Al menos, que no sea vea” es mandato
que sostiene parte de su folklore de consuelo. Jamás se
dicen "no nos hagamos los argentinos". Pero son queribles.
Trátenlos con piedad. Gracais.
Esteban Peicovich, Especial para
Perfil.com.
NOTAS RELACIONADAS:
Un
fenómeno que va más allá del dengue
El regreso de los “males de la pobreza”
Aunque el INDEC diga que hay menos pobres,
reaparecieron las enfermedades que se expanden por factores
estructurales como la falta de agua potable y de cloacas.
También contribuyen las migraciones y fenómenos de la
naturaleza en los que la mano del hombre tiene su
protagonismo, como el cambio climático. Expertos ya habían
advertido que el aumento de la desigualdad haría regresar el
dengue, la malaria y el hantavirus.
Escenario. Cambio climático y viviendas
precarias, combinación letal. Cristina en Tartagal. donde
abunda el Aedes aegypti.
Enfermedades de la pobreza, olvidadas o
reemergentes. Distintos nombres para definir lo mismo: males
que muchas veces permanecen invisibles, pero que están ahí,
latentes, y afectan a personas de bajos recursos. En los
últimos años regresaron de la mano del crecimiento de la
población, la mala urbanización, el aumento de la
indigencia, la falta de agua potable, el aumento de las
migraciones, el cambio climático y las catástrofes
naturales. Enfermedades de la desigualdad y la exclusión que
volvieron para quedarse. Mal de Chagas, dengue, fiebre
amarilla, tuberculosis y leptospirosis son algunas de ellas.
Dengue.
Hoy Argentina está sufriendo el mayor brote epidémico de
dengue con miles de afectados en provincias como Chaco,
Salta, Jujuy y Catamarca. La enfermedad se está expandiendo
en el norte y centro del territorio y día a día aparecen
nuevas notificaciones de dengue autóctono o importado
(personas que contraen el virus durante algún viaje). Algo
similar sucedió el año pasado en Brasil y en 2007 en
Paraguay. Bolivia hoy también vive la mayor epidemia en
veinte años y estudia declarar el estado de “desastre
nacional”.
Y también crece el miedo. Las autoridades
sanitarias temen que el dengue se expanda aún más por el
movimiento turístico en Semana Santa y los operadores del
sector admitieron que algunos clientes cancelaron las
reservas por miedo al Aedes aegypti.
La ministra de Salud, Graciela Ocaña, aseguró
que “El dengue llegó para quedarse en América latina” y
agregó que esta enfermedad “no es evitable, pero sí
prevenible”. “La lucha contra en dengue es responsabilidad
de todos”, concluyó durante una visita a las zonas más
afectadas el día jueves (ver recuadro).
El mosquito Aedes aegypti es el transmisor de
los virus del dengue. Pone sus huevos en agua que se junta
en recipientes. Todos los especialistas coinciden en que la
mejor manera de evitar el dengue es la prevención y la “descacharrización”.
El mosquito vive en agua limpia que se junta en tachos,
cacharros, gomas, chapas, tanques de agua sin tapa, objetos
abandonados o floreros.
Los hogares pobres, donde no existe el agua
potable y se acumula la basura, son un gran foco de la
epidemia. El agua se busca en canillas comunitarias, o se
recoge con las lluvias, y se acumula en tachos de plástico
como una forma de supervivencia. “El dengue tiene relación
con las malas condiciones sanitarias de las viviendas,
aunque claro está que el mosquito puede picar a cualquiera.
Es una enfermedad prevenible, pero con salir a matar Aedes
aegypti no se resuelve el problema. Hay que controlar al
vector durante todo el año”, explica Sonia Tarragona,
directora general de la Fundación Mundo Sano y especialista
en Economía de la Salud.
Según datos de la Fundación Proteger el
dengue aumentó su incidencia en Sudamérica y podría
transformarse en una endemia, de la mano del cambio
climático, el crecimiento poblacional, la pobreza, el
hacinamiento en las ciudades y el aumento de la movilidad
humana. Los síntomas son fiebre alta, dolor de cabeza y
espalda, vómitos y erupciones cutáneas. El tema se agrava en
el caso de una segunda picadura que, si transmite una cepa
distinta, puede derivar en dengue hemorrágico, una variante
que puede causar la muerte. Ya se registraron muertes por
dengue hemorrágico en el país en lugares como Tartagal
(Salta), una ciudad muy golpeada después del alud. Tartagal
está a la cabeza de los índices de Aedes aegypti: este
mosquito transmisor del dengue fue detectado en el 90 por
ciento de los hogares.
Mal de Chagas.
Otra de las grandes enfermedades olvidadas es el mal de
Chagas. Se estima que existen 100 millones de personas en el
mundo en riesgo de contraer Chagas, que se transmite por la
vinchuca, las transfusiones de sangre, el transplante de
órganos o de madre a hijo. En Argentina al menos 3 millones
viven con el mal, que provoca alteraciones cardíacas o
digestivas que deterioran la calidad de vida y pueden
producir la muerte. “Es un gran problema y una de las
mayores enfermedades de la pobreza. La vinchuca está
directamente relacionada con el hábitat”, señala Oscar
Lencinas, director del Instituto de Zoonosis Luis Pasteur.
“Es un problema grave: se calcula que existe
la misma cantidad de diabéticos que personas con Chagas”,
describe Tarragona, de la Fundación Mundo Sano. Del total de
infectados en Latinoamérica, se estima que entre el 14 por
ciento se encuentra en Argentina. En adultos es una
enfermedad incurable, pero puede revertirse en menores de 14
años. El problema es la falta de diagnóstico: en general la
gente se entera que está enferma de grande.
Argentina tiene una gran deuda pendiente con
la enfermedad, más cuando países como Chile, Uruguay, Brasil
y Guatemala certificaron ante la Organización Mundial de
Salud (OMS) que lograron erradicar el problema. “Lo que
sucede es que se vienen haciendo acciones esporádicas de
prevención, pero que no son a largo plazo. El Chagas es una
enfermedad silenciosa y silenciada y mucha gente vive sin
saber que la tiene. Hoy hay buenos programas, pero que
fallan en su ejecución”, agrega Tarragona.
Un avance pareció darse en septiembre de 2007
cuando se sancionó la Ley de Chagas que establecía, ente
otros puntos, la obligatoriedad para la realización de las
pruebas diagnósticas en todos los niños a los seis y doce
años de edad y colaboración financiera a las provincias para
erradicar la enfermedad. Pero esa ley aún no está
reglamentada pese a que la ministra de Salud, Graciela
Ocaña, aseguró que el Chagas era una de las prioridades de
su gestión.
Tuberculosis.
A diferencia de otras viejas enfermedades que por un tiempo
se creyeron erradicadas, la tuberculosis nunca abandonó la
Argentina. “Aún tenemos un nivel demasiado alto de esta
enfermedad para lo que es nuestro sistema de salud y la
situación económica y social. Son cifras demasiado elevadas
y, pese a que debería haber un descenso, hay áreas donde la
tuberculosis está recrudenciendo. Hoy hay alrededor de mil
muertes por año de una enfermedad prevenible y curable”,
diagnostica Vicente Donato, director médico de la Liga
Argentina contra la Tuberculosis.
Y la tuberculosis también traza su propio
mapa ligado a la pobreza. El promedio anual del país es de
28 casos nuevos cada 100 mil habitantes, pero Salta y Jujuy
marcan cifras de hasta 80 cada 100 mil y en algunas ciudades
asciende a 200. Y, en la Ciudad de Buenos Aires, la
polarización norte-sur es evidente. En países desarrollados,
como Estados Unidos, la cifra es de cuatro casos cada 100
mil. Y el porcentaje de curación, un 60 por ciento, también
está por debajo del 85 por ciento que exige la OMS.
La tuberculosis pulmonar se transmite de
persona a persona por vía aérea mediante la tos y la
respiración. “Es una enfermedad que puede atacar a
cualquiera, pero la gente con mayores niveles de pobreza,
que vive en condiciones de hacinamiento, que no se alimenta
bien, que se encuentra lejos de los lugares sanitarios o que
padece VIH o enfermedades que afectan el sistema
inmunológico están en mucho mayor riesgo”, agrega el
profesional.
“Cualquier persona que tenga tos por más de
15 días debe consultar al médico. Y hay que tener en cuenta
que la vacuna BCG sólo protege al recién nacido de las
formas más graves de la enfermedad”, aconseja.
Donato cree que se necesitan políticas
públicas más activas y que la clave está en la organización
antes que en lo financiero. “Tenemos muy buenos
profesionales y equipos, falta una política nacional. La OMS
aconseja que la manera de reducir los casos es el
tratamiento supervisado. Es muy alto el índice de abandono
de los pacientes y así la tuberculosis se torna cada vez más
resistente. Es una enfermedad prevenible y curable si se
siguen las indicaciones. La medicación es muy económica y el
Estado la provee. El tratamiento dura en general entre seis
y nueve meses”.
Hace algunos días, la OMS lanzó una
advertencia por un fuerte aumento de la tuberculosis
resistente. La tuberculo- sis es en todo el mundo la
enfermedad infecciosa bacteriana con la mayor cantidad de
muertes: sólo en 2007 murieron por esta causa 1,7 millón de
personas en el mundo. Alrededor de 500 mil estaban
infectadas con bacterias multirresistentes por lo que muchas
veces los tratamientos aplicados no tienen efecto.
El 90 por ciento de los casos de tuberculosis
en el mundo se encuentra en países de bajos y medianos
ingresos. Se calcula que, si no se refuerza el control de
esta enfermedad en el mundo, entre el año 2000 y el 2020 se
infectarán casi mil millones de personas y 35 millones
morirán por esta causa.
Otras.
La fiebre amarilla es otro de los problemas en ascenso, y
comparte con el dengue, el mismo vector: el mosquito Aedes
aegypti. Afecta sobre todo a los trabajadores rurales que
trabajan en el desmonte.
“La fiebre amarilla que sigue existiendo en
América es la selvática. El hombre la adquiere cuando se
introduce en el ecosistema rural o selvático. El peligro es
que cuando esa persona adquiere el virus, lo lleva a la
ciudad y se encuentra con el Aedes aegypti, que es el vector
de la fiebre amarilla urbana. El mayor riesgo es que se
urbanice esta enfermedad: se estima que la población
argentina que convive con este mosquito supera los 22
millones de personas”, detalla Alfredo Seijo, infectólogo y
jefe del Servicio de Zoonosis del Hospital Muñiz.
El especialista también enumera otra lista de
enfermedades “reaparecidas” que comienzan a tomar fuerza en
el consultorio, como la leptospirosis, que se transmite en
la mayoría de los casos cuando el hombre toma contacto con
la orina de las ratas.
“En los últimos años se dio un gran
incremento de casos. Se vio después de la inundación de 2003
en Santa Fe: sólo en esa ciudad se dieron 500 casos, sumados
a más de mil bajo sospecha. Lo mismo se repitió en 2007 en
Santa Fe y Entre Ríos con casos mortales. Afecta mucho más a
las poblaciones pobres, con malas condiciones de
urbanización, donde muchos chicos andan descalzos o los
adolescentes se meten en arroyos o zanjas contaminadas”,
agrega. Otra de las zonas en riesgo es el margen de la
cuenca Matanza-Riachuelo.
También resurgió la leishmaniasis, una
parasitosis producida por la picadura de un pequeño insecto,
en cuya transmisión intervienen animales como los perros. Es
endémica en 88 países (entre ellos la Argentina) y se estima
que cada año se enferman 12 millones de personas. El
hantavirus, relacionado con los roedores silvestres, está
mutando y cada vez se observan más casos periurbanos. “Esto
tiene que ver con un cambio en la ecología de los roedores
que se acercan a las poblaciones humanas”, agrega Seijo.
La triquinosis, enfermedad parasitaria que se
contagia por consumir carne de cerdo contaminada, también
está en ascenso. “Se ven muchos casos por año y
periódicamente se producen brotes que tienen que ver con la
falta de control en la fabricación de chacinados. El año
pasado hubo uno en el partido de Chacabuco”, agrega el
especialista.
Pobreza.
Si se entrecruzan todos los datos de estas enfermedades con
un mapa de la pobreza se encuentran las coincidencias. Según
las estadísticas de la última Encuesta Permanente de Hogares
del INDEC se encuentran por debajo de la línea de pobreza
757 mil hogares, los que incluyen 3.754.000 personas.
Además, hay 1.088.000 personas indigentes (246 mil hogares).
El Noreste es la región a la cabeza, con un 28,7 por ciento
de personas pobres. Lo siguen en la lista el Noroeste (21%),
Gran Buenos Aires (14,9%) y Cuyo (11,8%). Algunos
conglomerados urbanos exceden por mucho el promedio nacional
del 15,3 por ciento. Por ejemplo Posadas (32,5%), Gran
Resistencia (30,2%) o Corrientes (27.4%).
El resurgimiento de todas estos males muchas
veces toma por sorpresa a los mismos médicos en las
ciudades, que no siempre están preparados para
diagnosticarlos. Pero a quien no toma por sorpresa el tema
es a las autoridades sanitarias. La Administración Nacional
de Laboratorios e Institutos de Salud Carlos Malbrán ya
había alertado sobre la problemática en el Plan Estratégico
2008-2011. Allí reconocía que la desigualdad social reavivó
“la presencia de enfermedades infecciosas emergentes y
reemergentes, tales como VIH/sida, tuberculosis, Chagas,
dengue, hantavirus y leishmaniasis. Algunas de estas
enfermedades, como estas tres últimas, están fuertemente
relacionadas con el deterioro del medio ambiente público y
privado”. abriela Manuli