El dengue "puede esperar"??
URTUBEY USÓ EL AVIÓN SANITARIO
PARA IR AL SEPELIO DE ALFONSÍN

06 de Abril de 2009 

Urtubey dispuso el avión salteño de uso sanitario para viajar junto a dirigentes radicales al sepelio de Alfonsín

Aunque las exequias duraron 36 horas consideraron que "el tiempo apremiaba". La acongojada delegación incluyó a legisladores, intendentes y al ministro de Turismo provincial.


Como la mayoría de los gobernadores, Urtubey mirá más a Buenos Aires que a su provincia. | Foto: Télam

El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, suma problemas. En Tartagal, el alud dejó una devastación que, pese a las declamaciones oficiales, esta lejos de ser atendida, y ahora el dengue avanza por su provincia, afectando a miles de personas y ya con dos muertos. Pero en medio de esos desastres sanitarios, el mandatario dispuso que se utilice el avión que la provincia destina a vuelos sanitarios para trasladar a Buenos Aires a la comitiva local que asistiría al sepelio de Raúl Alfonsín.

El tema, citado por la Sección Espía del Diario Perfil, se conoció en la provincia norteña cando la diputada provincial radical Valeria Orozco agradeció publicamente a Urtubey por el "gesto" que tuvo. Lo que no imaginó Orozco era el dolor de cabeza que iba a ocasionar a Urtubey con sus palabras.

Según informó el
Nuevo Diario de Salta,
además de Orozco viajaron a Buenos Aires en el avión que la provincia dedica a vuelos sanitarios el diputado Gualberto Cabezas, los senadores José Luis Valle y Silvina Vargas, los intendentes de Joaquín V. González, Gerardo Orellana, y de La Candelaria, Julio Romano, el ministro de Turismo, Federico Posadas, y el secretario de la Función Pública, Matías Posadas.

Ante el cariz que tomaba el asunto, Orozco reconoció que la aeronave tiene entre sus fines los "vuelos sanitarios", pero reflejó la naturaleza del pensamiento político argentino cuando dijo, sin anestesia, "más allá de todo, el que se le da queda a criterio del Gobernador". Esa es una radiografía perfecta de cuestiones que, aunque no violen normas legales, tienen un costado que puede sensibilizar a la opinión pública, ubicándola cada vez más lejos de sus dirigentes.

"Puede llegar a tener usted razón", le dijo finalmente Orozco al periodista, ante lo insólito de que un avión de uso habitualmente sanitario en medio de una epidemia de dengue con víctimas fatales, "pero debería responderle el Gobernador".

 

 

Cómo va a ceder el dengue si no ceden Kirchner, Kapitanich y Okaña?

Con micros que recorren la ciudad lleno de turistas, el escritor y poeta dice que algún guía debería ofrecer un discurso picante que explicase cómo son los argentinos.


Jorge Capitanich y Graciela Ocaña. | Foto:
Télam

Es científico y político a la vez. ¿Cómo va a ceder el dengue si no ceden Kirchner, Kapitanich y OKaña? Está en la naturaleza del dengue, picarnos. Y en la obstinada mala leche de las tres K, también. Vivimos en medio de insectos multiformes que no dan respiro. Y de campañas turísticas que son un bombón. Micros de dos pisos y techo recortado pasean por Buenos Aires a viajeros felices por la Disneylandia que creen recorren. ¿No habrá guía patriota que chape el micrófono y se destape (y les destape la ingenuidad) con un espiche picudo y picador como el dengue?. Digamos, algo así como…:

Hola y buen día amigos. Gracias por llegarse hasta el coño sur del mundo y descender a la única sociedad de la Edad Media que resiste el empujón del tiempo. Están en Argentina. Y ésta es Buenos Aires, casco feudal de estancia de 3 millones de kms2. Reina del Plata al borde del río más playo del mundo. Capital de país lleno de encantos pero desencantado. Aquí lo que más se hace es paradojear de lo lindo. Por ejemplo, se especializan en repetir presente sin pudrirse. Se lo considera el país “más distinto” de los 200 del planeta.

País, o mejor dicho, juguete manual de un clon austral del sultán de Brunei tolerado sin mosquear demasiado por 40 millones de vasallos en ejercicio. Pese a heredar prodigios (ombú, Borges, vaca, jazmín, messi, mburucuyá) la vinchuca económica y el dengue político se ocupan de mantenerlo taponado. Son eficaces en impedir que haya brotes de conciencia en el circuito social que ocasione el destete de la gente y su molesta rebelión.

Cuentos del tío, de la buena pipa y de nunca acabar, mantienen a la mayoría de los adultos en formol. Los más de los varones la pasan rumiando frases sobre fútbol, tenis y conquistas. Son de inflarse diciendo que habitan el país más rico del mundo y desatienden el hecho de que el 60 por ciento (último dato Giacobbe) es pobre. Huyen de la realidad como de la razón. Atisbos de rebeldía se aprecian en las letras del estentóreo rock nacional (grosso oxímoron pues en Estados Unidos no hay un solo grupo de pericón nacional). Pero bueno. Es algo. Lo que ustedes contemplan es la capital de un país que fue llamado “el imperio que no fue”.

Ahora es capital de “el granero del mundo que fue”. No es sencillo de contar porque aquí no ocurren las cosas. Deben saber, antes que nada, que la Argentina es lo fácil que es difícil hacer. Galimatías que esconde su emperrado y torpe encanto. Así como en la naturaleza de los gobiernos y los dengues domina el picar e infectar, también en los nativos (cuyo cabecerío ven ustedes rodar desde aquí) hay una obsesiva pasión por dejar joderse por quien sea. Esto es, que atraen a los gobiernos y a los dengues, como si necesitarán de su aguijón.

No es inexplicable. Está en la naturaleza los argentinos que así sea. Si conversan con ellos advertirán lo poco que asocian sus dramas con sus causas reales. Culpan de todo a los hectopascales y a la humedad. Asombra también la extinción del "¿por qué?" y su desmedida atención al "¿cómo?" y al "¿quién?".

Pese a las calamidades que sufren (pestes, gabinetes, injusticias, robos, etc) ellos las toman como novísimas cada vez. Abordan tales fenómenos con agrios "¿viste? ¿viste?", con lo que, por paradoja, ahondan su ya porfiada e invisible desgracia colectiva. “Al menos, que no sea vea” es mandato que sostiene parte de su folklore de consuelo. Jamás se dicen "no nos hagamos los argentinos". Pero son queribles. Trátenlos con piedad. Gracais. Esteban Peicovich, Especial para Perfil.com.

 

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Un fenómeno que va más allá del dengue

El regreso de los “males de la pobreza”

Aunque el INDEC diga que hay menos pobres, reaparecieron las enfermedades que se expanden por factores estructurales como la falta de agua potable y de cloacas. También contribuyen las migraciones y fenómenos de la naturaleza en los que la mano del hombre tiene su protagonismo, como el cambio climático. Expertos ya habían advertido que el aumento de la desigualdad haría regresar el dengue, la malaria y el hantavirus.

 

Escenario. Cambio climático y viviendas precarias, combinación letal. Cristina en Tartagal. donde abunda el Aedes aegypti.

Enfermedades de la pobreza, olvidadas o reemergentes. Distintos nombres para definir lo mismo: males que muchas veces permanecen invisibles, pero que están ahí, latentes, y afectan a personas de bajos recursos. En los últimos años regresaron de la mano del crecimiento de la población, la mala urbanización, el aumento de la indigencia, la falta de agua potable, el aumento de las migraciones, el cambio climático y las catástrofes naturales. Enfermedades de la desigualdad y la exclusión que volvieron para quedarse. Mal de Chagas, dengue, fiebre amarilla, tuberculosis y leptospirosis son algunas de ellas.

Dengue. Hoy Argentina está sufriendo el mayor brote epidémico de dengue con miles de afectados en provincias como Chaco, Salta, Jujuy y Catamarca. La enfermedad se está expandiendo en el norte y centro del territorio y día a día aparecen nuevas notificaciones de dengue autóctono o importado (personas que contraen el virus durante algún viaje). Algo similar sucedió el año pasado en Brasil y en 2007 en Paraguay. Bolivia hoy también vive la mayor epidemia en veinte años y estudia declarar el estado de “desastre nacional”.

Y también crece el miedo. Las autoridades sanitarias temen que el dengue se expanda aún más por el movimiento turístico en Semana Santa y los operadores del sector admitieron que algunos clientes cancelaron las reservas por miedo al Aedes aegypti.

La ministra de Salud, Graciela Ocaña, aseguró que “El dengue llegó para quedarse en América latina” y agregó que esta enfermedad “no es evitable, pero sí prevenible”. “La lucha contra en dengue es responsabilidad de todos”, concluyó durante una visita a las zonas más afectadas el día jueves (ver recuadro).

El mosquito Aedes aegypti es el transmisor de los virus del dengue. Pone sus huevos en agua que se junta en recipientes. Todos los especialistas coinciden en que la mejor manera de evitar el dengue es la prevención y la “descacharrización”. El mosquito vive en agua limpia que se junta en tachos, cacharros, gomas, chapas, tanques de agua sin tapa, objetos abandonados o floreros.

Los hogares pobres, donde no existe el agua potable y se acumula la basura, son un gran foco de la epidemia. El agua se busca en canillas comunitarias, o se recoge con las lluvias, y se acumula en tachos de plástico como una forma de supervivencia. “El dengue tiene relación con las malas condiciones sanitarias de las viviendas, aunque claro está que el mosquito puede picar a cualquiera. Es una enfermedad prevenible, pero con salir a matar Aedes aegypti no se resuelve el problema. Hay que controlar al vector durante todo el año”, explica Sonia Tarragona, directora general de la Fundación Mundo Sano y especialista en Economía de la Salud.

Según datos de la Fundación Proteger el dengue aumentó su incidencia en Sudamérica y podría transformarse en una endemia, de la mano del cambio climático, el crecimiento poblacional, la pobreza, el hacinamiento en las ciudades y el aumento de la movilidad humana. Los síntomas son fiebre alta, dolor de cabeza y espalda, vómitos y erupciones cutáneas. El tema se agrava en el caso de una segunda picadura que, si transmite una cepa distinta, puede derivar en dengue hemorrágico, una variante que puede causar la muerte. Ya se registraron muertes por dengue hemorrágico en el país en lugares como Tartagal (Salta), una ciudad muy golpeada después del alud. Tartagal está a la cabeza de los índices de Aedes aegypti: este mosquito transmisor del dengue fue detectado en el 90 por ciento de los hogares.

Mal de Chagas. Otra de las grandes enfermedades olvidadas es el mal de Chagas. Se estima que existen 100 millones de personas en el mundo en riesgo de contraer Chagas, que se transmite por la vinchuca, las transfusiones de sangre, el transplante de órganos o de madre a hijo. En Argentina al menos 3 millones viven con el mal, que provoca alteraciones cardíacas o digestivas que deterioran la calidad de vida y pueden producir la muerte. “Es un gran problema y una de las mayores enfermedades de la pobreza. La vinchuca está directamente relacionada con el hábitat”, señala Oscar Lencinas, director del Instituto de Zoonosis Luis Pasteur.

“Es un problema grave: se calcula que existe la misma cantidad de diabéticos que personas con Chagas”, describe Tarragona, de la Fundación Mundo Sano. Del total de infectados en Latinoamérica, se estima que entre el 14 por ciento se encuentra en Argentina. En adultos es una enfermedad incurable, pero puede revertirse en menores de 14 años. El problema es la falta de diagnóstico: en general la gente se entera que está enferma de grande.

Argentina tiene una gran deuda pendiente con la enfermedad, más cuando países como Chile, Uruguay, Brasil y Guatemala certificaron ante la Organización Mundial de Salud (OMS) que lograron erradicar el problema. “Lo que sucede es que se vienen haciendo acciones esporádicas de prevención, pero que no son a largo plazo. El Chagas es una enfermedad silenciosa y silenciada y mucha gente vive sin saber que la tiene. Hoy hay buenos programas, pero que fallan en su ejecución”, agrega Tarragona.

Un avance pareció darse en septiembre de 2007 cuando se sancionó la Ley de Chagas que establecía, ente otros puntos, la obligatoriedad para la realización de las pruebas diagnósticas en todos los niños a los seis y doce años de edad y colaboración financiera a las provincias para erradicar la enfermedad. Pero esa ley aún no está reglamentada pese a que la ministra de Salud, Graciela Ocaña, aseguró que el Chagas era una de las prioridades de su gestión.

Tuberculosis. A diferencia de otras viejas enfermedades que por un tiempo se creyeron erradicadas, la tuberculosis nunca abandonó la Argentina. “Aún tenemos un nivel demasiado alto de esta enfermedad para lo que es nuestro sistema de salud y la situación económica y social. Son cifras demasiado elevadas y, pese a que debería haber un descenso, hay áreas donde la tuberculosis está recrudenciendo. Hoy hay alrededor de mil muertes por año de una enfermedad prevenible y curable”, diagnostica Vicente Donato, director médico de la Liga Argentina contra la Tuberculosis.

Y la tuberculosis también traza su propio mapa ligado a la pobreza. El promedio anual del país es de 28 casos nuevos cada 100 mil habitantes, pero Salta y Jujuy marcan cifras de hasta 80 cada 100 mil y en algunas ciudades asciende a 200. Y, en la Ciudad de Buenos Aires, la polarización norte-sur es evidente. En países desarrollados, como Estados Unidos, la cifra es de cuatro casos cada 100 mil. Y el porcentaje de curación, un 60 por ciento, también está por debajo del 85 por ciento que exige la OMS.

La tuberculosis pulmonar se transmite de persona a persona por vía aérea mediante la tos y la respiración. “Es una enfermedad que puede atacar a cualquiera, pero la gente con mayores niveles de pobreza, que vive en condiciones de hacinamiento, que no se alimenta bien, que se encuentra lejos de los lugares sanitarios o que padece VIH o enfermedades que afectan el sistema inmunológico están en mucho mayor riesgo”, agrega el profesional.

“Cualquier persona que tenga tos por más de 15 días debe consultar al médico. Y hay que tener en cuenta que la vacuna BCG sólo protege al recién nacido de las formas más graves de la enfermedad”, aconseja.

Donato cree que se necesitan políticas públicas más activas y que la clave está en la organización antes que en lo financiero. “Tenemos muy buenos profesionales y equipos, falta una política nacional. La OMS aconseja que la manera de reducir los casos es el tratamiento supervisado. Es muy alto el índice de abandono de los pacientes y así la tuberculosis se torna cada vez más resistente. Es una enfermedad prevenible y curable si se siguen las indicaciones. La medicación es muy económica y el Estado la provee. El tratamiento dura en general entre seis y nueve meses”.

Hace algunos días, la OMS lanzó una advertencia por un fuerte aumento de la tuberculosis resistente. La tuberculo- sis es en todo el mundo la enfermedad infecciosa bacteriana con la mayor cantidad de muertes: sólo en 2007 murieron por esta causa 1,7 millón de personas en el mundo. Alrededor de 500 mil estaban infectadas con bacterias multirresistentes por lo que muchas veces los tratamientos aplicados no tienen efecto.

El 90 por ciento de los casos de tuberculosis en el mundo se encuentra en países de bajos y medianos ingresos. Se calcula que, si no se refuerza el control de esta enfermedad en el mundo, entre el año 2000 y el 2020 se infectarán casi mil millones de personas y 35 millones morirán por esta causa.

Otras. La fiebre amarilla es otro de los problemas en ascenso, y comparte con el dengue, el mismo vector: el mosquito Aedes aegypti. Afecta sobre todo a los trabajadores rurales que trabajan en el desmonte.

“La fiebre amarilla que sigue existiendo en América es la selvática. El hombre la adquiere cuando se introduce en el ecosistema rural o selvático. El peligro es que cuando esa persona adquiere el virus, lo lleva a la ciudad y se encuentra con el Aedes aegypti, que es el vector de la fiebre amarilla urbana. El mayor riesgo es que se urbanice esta enfermedad: se estima que la población argentina que convive con este mosquito supera los 22 millones de personas”, detalla Alfredo Seijo, infectólogo y jefe del Servicio de Zoonosis del Hospital Muñiz.

El especialista también enumera otra lista de enfermedades “reaparecidas” que comienzan a tomar fuerza en el consultorio, como la leptospirosis, que se transmite en la mayoría de los casos cuando el hombre toma contacto con la orina de las ratas.

“En los últimos años se dio un gran incremento de casos. Se vio después de la inundación de 2003 en Santa Fe: sólo en esa ciudad se dieron 500 casos, sumados a más de mil bajo sospecha. Lo mismo se repitió en 2007 en Santa Fe y Entre Ríos con casos mortales. Afecta mucho más a las poblaciones pobres, con malas condiciones de urbanización, donde muchos chicos andan descalzos o los adolescentes se meten en arroyos o zanjas contaminadas”, agrega. Otra de las zonas en riesgo es el margen de la cuenca Matanza-Riachuelo.

También resurgió la leishmaniasis, una parasitosis producida por la picadura de un pequeño insecto, en cuya transmisión intervienen animales como los perros. Es endémica en 88 países (entre ellos la Argentina) y se estima que cada año se enferman 12 millones de personas. El hantavirus, relacionado con los roedores silvestres, está mutando y cada vez se observan más casos periurbanos. “Esto tiene que ver con un cambio en la ecología de los roedores que se acercan a las poblaciones humanas”, agrega Seijo.

La triquinosis, enfermedad parasitaria que se contagia por consumir carne de cerdo contaminada, también está en ascenso. “Se ven muchos casos por año y periódicamente se producen brotes que tienen que ver con la falta de control en la fabricación de chacinados. El año pasado hubo uno en el partido de Chacabuco”, agrega el especialista.

Pobreza. Si se entrecruzan todos los datos de estas enfermedades con un mapa de la pobreza se encuentran las coincidencias. Según las estadísticas de la última Encuesta Permanente de Hogares del INDEC se encuentran por debajo de la línea de pobreza 757 mil hogares, los que incluyen 3.754.000 personas. Además, hay 1.088.000 personas indigentes (246 mil hogares). El Noreste es la región a la cabeza, con un 28,7 por ciento de personas pobres. Lo siguen en la lista el Noroeste (21%), Gran Buenos Aires (14,9%) y Cuyo (11,8%). Algunos conglomerados urbanos exceden por mucho el promedio nacional del 15,3 por ciento. Por ejemplo Posadas (32,5%), Gran Resistencia (30,2%) o Corrientes (27.4%).

El resurgimiento de todas estos males muchas veces toma por sorpresa a los mismos médicos en las ciudades, que no siempre están preparados para diagnosticarlos. Pero a quien no toma por sorpresa el tema es a las autoridades sanitarias. La Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Carlos Malbrán ya había alertado sobre la problemática en el Plan Estratégico 2008-2011. Allí reconocía que la desigualdad social reavivó “la presencia de enfermedades infecciosas emergentes y reemergentes, tales como VIH/sida, tuberculosis, Chagas, dengue, hantavirus y leishmaniasis. Algunas de estas enfermedades, como estas tres últimas, están fuertemente relacionadas con el deterioro del medio ambiente público y privado”. abriela Manuli