16 de Abril de 2009
![](http://www.lanacion.com.ar/anexos/fotos/68/984268.jpg)
La
invitación a la fiesta de la hija de Capitanich Foto: LA NACION / Soledad Aznarez
Jorge Milton Capitanich meditaba anoche si dejaría su lugar
este fin de semana al frente de la lucha contra el dengue en
el Chaco.
El gobernador tiene un compromiso asumido con
su hija Guillermina.
Antes de que estallara la crisis sanitaria, le había
prometido a la chica, estudiante de un prestigioso colegio
privado de Belgrano, una gran fiesta por su cumpleaños de
15. Su familia reservó para este sábado
el Tattersall del Hipódromo de Palermo,
un salón inaugurado en 1898 caracterizado por ser el centro
de los grandes eventos sociales porteños.
La tarjeta de invitación, impresa en plateado en una
elegante cartulina negra, incluye una fotografía holográfica
de la joven, que al moverse simula saltar de alegría.
Sólo el alquiler del salón un sábado a la noche cuesta unos
25.000 pesos, dijeron organizadores de fiestas, y un
servicio de catering de ese nivel, se cobra unos 150 pesos
por invitado.
Si la fiesta es acompañada por shows y se monta una
ambientación especial, el presupuesto puede elevarse otros
30.000 pesos.
Pero anoche el gobernador analizaba suspender la
celebración. Al menos, mientras sigue la crítica situación
en su provincia. Diario La
Nación. Nota de la
Redacción: Este es el mejor ejemplo de los políticos en
general, "derrochando la corrupción" sin límite alguno, no
teniendo justificación de sus enriquecimientos (no le sirven
de nada ejemplos como el de
Alfonsín y de tantos otros políticos,
casualmente nunca peronistas, que se retiraron de la función
pública con la misma o menos plata de la que entraron),
conjuntamente con el ingreso a funciones de gobierno. Poco
les importa, más en este caso puntual, (uno de los mayores
alcahuetes del Gobierno) que maneja los destinos de la
provincia con mayor índice de dengue, no prevenido por
su inepta esposa (Ministra de
Salud) y que ha sumido a todo
Chaco y contagiado a casi todo el país de enfermedades de la
pobreza. A todo esto,
Capitanich paseaba con la
Presidenta, inauguraba obras nunca terminadas, y eso sí, le
da un cumpleaños a su hija digno de todo ambiente lleno de
glamour y fashion, como lo refleja el Tattersall últimamente
(porque antes no era para eso), donde se casan futbolistas,
actores y actrices que no representan más que la vergüenza
del país.