04 de Mayo de 2009
![](http://www.lanacion.com.ar/anexos/fotos/16/991416.jpg)
El helicóptero se posa en
el centro de una cancha de fútbol sin pasto en las áreas. En
cuanto se detienen las hélices, baja Néstor Kirchner, que,
de inmediato, se acomoda en una camioneta, rodeado de
custodios de la Policía Federal, una autobomba y un par de
ambulancias. En minutos protagonizará un acto de campaña en
Berazategui, con gastos pagos por la Presidencia de la
Nación y varios municipios del conurbano.
El financiamiento público
de su campaña es constante. Además del alquiler del
helicóptero, la Casa Rosada se encarga de la filmación y
televisación en vivo del encuentro, de la transcripción y
distribución del discurso del presidente del PJ, y de
aportar todo el personal del Estado necesario para que la
organización no tenga fisuras.
Escenas similares se
repitieron en los actos que Néstor Kirchner encabezó en la
provincia de Buenos Aires durante las últimas dos semanas,
según un seguimiento que hizo La Nacion.
En el comienzo de su aún no declarada campaña
como candidato a diputado nacional, y antes del plazo legal
permitido de 60 días previos a los comicios para las
actividades proselitistas, el ex presidente se valió de los
recursos públicos para cubrir sus gastos. Lo mismo que hizo
Cristina Kirchner, cuando era primera dama, en las
elecciones de 2007 y viajó por el mundo para una gira de
"instalación internacional".
LA NACION intentó conocer la posición de
Kirchner, pero sus asesores no respondieron las llamadas
hechas durante los últimos cinco días.
Alberto
Balestrini, el presidente del PJ provincial,
tampoco contestó el requerimiento.
Representantes de tres organizaciones no
gubernamentales que estudian temas financiamiento político
coincidieron, sin embargo, en que Kirchner incurre en una
irregularidad que podría constituir un delito y que torna la
campaña una competencia desigual
En el acto de Berazategui, el gobernador
Daniel Scioli aterrizó en el helicóptero LV-WRW de la
gobernación. Pero en su caso puede argüir que así aprovecha
mejor el tiempo para su gestión ejecutiva. Distinto es el
caso de su mujer, Karina Rabollini. En julio de 2008 voló en
un avión oficial hasta Santa Fe sólo para mostrarle su
pueblo natal, Elortondo, a un programa de televisión. Debió
volver en auto hasta Pergamino por el piquete que armaron
los productores y cosechó una denuncia por "utilización
abusiva" de bienes del Estado.
En Berazategui y en
Malvinas Argentinas, Kirchner aterrizó en un helicóptero
Bell 427 azul con líneas doradas y matrícula N-367ND.
Registrado en Estados Unidos a nombre de una compañía ignota
de Nassau, Nueva York, según verificó LA NACION, opera en el
país para el Grupo Modena
Helicópteros. Voceros de la empresa, en la que
Cristiano Rattazzi tiene una
pequeña participación accionaria, explicaron que alquilan
máquinas "a Presidencia de la Nación", no al Partido
Justicialista, cuando los aparatos "hotel 1" y "hotel 2", es
decir, los oficiales, no están en servicio por
mantenimiento.
La hora de vuelo de un
helicóptero biturbina como el que usó Kirchner en esos dos
actos cuesta entre 2000 y 2500 dólares, según las tarifas
del mercado que obtuvo LA NACION. Es decir, que la Casa
Rosada desembolsó entre 7000 y 9000 pesos para ir y volver
de Berazategui. Quizás para evitar esos gastos, cuando se
reunió con intendentes cordobeses en Ezeiza, el martes
pasado, Kirchner voló en un helicóptero de la Gendarmería.
Conocedor de los tiempos
televisivos, el ex presidente se aseguró de que los
discursos que pronunció en Pilar, Mar de Ajó, Berazategui,
San Nicolás y Malvinas Argentinas se transmitieran en vivo,
alrededor de las 20, para colarse en los noticieros.
La televisación la
concretó Prensa Satelital, una
empresa de los mismos dueños que La
Corte, la firma que accedió a más de $ 6 millones de
la Casa Rosada mediante contrataciones directas para
transmitir sus actos, a lo largo de tres años, antes de que
Télam llamara a una licitación pública que también ganó esa
empresa. Sólo en 2006, Prensa Satelital cobró más de $ 2,5
millones del Ejecutivo.
La compañía graba cada
acto con tres cámaras, una fija, otra móvil que enfoca al ex
presidente y otra instalada sobre un robot mecánico que
ofrece paneos del público. A cambio del pago desde el
Estado, transmite y ofrece, gratis a los canales de
televisión abierta o cable que lo deseen, los discursos de
los Kirchner -él y ella- desde cualquier punto de la
Argentina y del mundo.
Todos los actos, además
del personal del municipio organizador y de la provincia de
Buenos Aires, contaron con la asistencia de empleados de la
Casa Rosada, aportados por la Vocería, Prensa de
Presidencia, la Secretaría de Medios o la Dirección de
Ceremonial. En Malvinas Argentinas, por ejemplo, había dos
funcionarios de Prensa y dos de la secretaría que encabeza
Enrique Albistur.
En Berazategui, el
servicio fue más completo. Un taquígrafo oficial se encargó
de tomar nota del discurso de Néstor Kirchner, luego
distribuido al periodismo por medio de un e-mail terminado
en "@presidencia.gov.ar". Para que no quedaran dudas, lo
transcribieron en un papel con membrete identificatorio
"Taquígrafos - Presidencia de la Nación".
Con la campaña en marcha, los gastos prometen
crecer día a día, mientras se expanden los tentáculos del
aparato estatal. Los "barones" del conurbano también aportan
sus maquinarias. Muchos concurren a los actos por afinidad
política. Pero, por las dudas,
el
intendente de Berazategui, Juan José Mussi,
proveyó decenas de micros; de Quilmes llegó hasta una
camioneta dedicada, en teoría, a fiestas infantiles; y de
Almirante Brown, Lanús y Malvinas Argentinas. entre otros,
también llegaron punteros con unas 30 personas por
colectivo. y entre 25 y 40 pesos por cabeza.
Cuánto cuesta
$ 20.000
Por un estadio municipal
Un teatro en Capital
Federal con buena capacidad puede trepar hasta los $ 40.000
por noche y un acto de cierre, unos $ 200.000
$ 50.000
Por una
pegatina de afiches
El
servicio incluye el empapelado de 100.000 unidades en el
conurbano, pero pueden durar 48 horas si no cuentan con
protección local. Nota
periodística de Hugo Alconada Mon y Gabriel Sued, para LA
NACION.