03 de Junio de 2009
Entrevista exclusiva: Vargas Llosa critica
duro a Chávez y a los Kirchner
“Degradan la política”
El escritor y ex candidato presidencial
peruano concentró en los últimos días la atención
internacional por su visita a Venezuela, donde fue
presionado por las autoridades chavistas para que no se
exprese sobre política. PERFIL lo entrevistó ayer y obtuvo
un Mario Vargas Llosa auténtico.
Castiga con mucha fuerza al peronismo y a la pareja
presidencial argentina, casi con más desencanto que el que
demuestra al opinar de
Hugo Chávez.
De fe liberal, pone como ejemplos de lo que se puede hacer
en la región a los gobiernos de Chile, Brasil y Uruguay. Un
reportaje que dará que hablar.
Con PERFIL.
Vargas Llosa, ayer en Caracas, conversa con el enviado
especial de este diario. Hoy debatiría por TV en vivo con
Chávez.
El único momento en el que Mario Vargas Llosa pierde la
calma y altera la voz es cuando se lo enfrenta al
“galimatías indescifrable de la Argentina”. Antes de eso
nada parece alterarlo demasiado: ni el presidente
venezolano, Hugo Chávez, que lo ha convertido por estos días
en el enemigo público número uno de su revolución
bolivariana, ni los gritos e insultos que le dedican los
grupos de organizados chavistas que sitian el hotel donde se
aloja, ni los programas de TV “chavistas” que lo llaman
“agente del imperio yanqui y de la ultraderecha
capitalista”, ni el recuerdo amargo de la decepción que a
mediados de los sesenta le produjo la Revolución Cubana,
“que me parecía una revolución distinta, libertaria”.
Para Vargas Llosa, Chávez encabeza, junto con los hermanos
Castro, “una izquierda reaccionaria, troglodita, que aún
cree en el comunismo y en el estatismo”, en la que también
militan el boliviano Evo Morales y el ecuatoriano Rafael
Correa, que se contrapone a “una izquierda liberal,
progresista”, que defiende el capitalismo y la economía de
mercado, como ocurre con la chilena Michelle Bachelet, el
brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva y el uruguayo Tabaré
Vázquez.
Sin embargo, a sus 73 años y con mucho recorrido no
sólo en la cultura sino también en la política (fue
candidato presidencial en Perú en 1990), no logra ubicar a
los Kirchner, a quienes considera los exponentes de una
“degradación política e intelectual”, y a la Argentina en
ese mapa político e ideológico. “Siempre entro en la
perplejidad y la confusión cada vez que me preguntan por la
Argentina. Yo creo que entiendo todo en política
latinoamericana salvo la Argentina. Para mí, la Argentina es
una especie de galimatías indescifrable”, le dice Vargas
Llosa a PERFIL.
—¿Qué es lo que no entiende?
—¿Cómo se puede entender el caso de Argentina? Un país que
era democrático cuando tres partes de Europa no lo eran; un
país que era uno de los más prósperos de la Tierra cuando
América latina era un continente de hambrientos, de
atrasados. El primer país del mundo que acabó con el
analfabetismo no fue Estados Unidos, no fue Francia; fue la
Argentina con un sistema educativo que era un ejemplo para
todo el mundo y que constituía un instrumento extraordinario
de creación de igualdad de oportunidades para todos los
ciudadanos. Ese país, que era un país de vanguardia, ¿cómo
puede ser que sea el país empobrecido, caótico,
subdesarrollado que es hoy? ¿Qué pasó? ¿Alguien los invadió?
¿Estuvieron enfrascados en alguna guerra terrible? No. Los
argentinos se hicieron eso. Los argentinos eligieron a lo
largo de medio siglo las peores opciones y además siguieron
eligiendo las peores opciones a pesar de todas las
experiencias negativas.
—¿Usted se refiere al peronismo?
—Eso es. El peronismo es elegir el error, perseverar en el
error a pesar de las catástrofes que se han ido sucediendo
en la historia moderna del país. ¿Cómo se entiende eso? Un
país de gentes cultas, absolutamente privilegiado, una
minoría de habitantes en un enorme territorio que es un
continente que concentra todos los recursos naturales. ¿Por
qué no son el primer país de la Tierra? ¿Por qué no tienen
el mismo nivel de vida que Suecia, que Suiza? Porque los
argentinos no han querido. Han querido, en cambio, ser
pobres. Han querido vivir bajo dictaduras, han querido vivir
dentro del mercantilismo más espantoso. Hay en esto una
responsabilidad del pueblo argentino. Eso es lo primero que
tendría que reconocer la Argentina. Nadie les hizo eso. Lo
construyeron ustedes mismos.
—Se nota que es algo que le duele mucho.
—Para mí, es espantoso lo que ha ocurrido en la Argentina.
La primera vez que fui allí, quedé maravillado. Un país de
clases medias, donde no había pobres en el sentido
latinoamericano de la pobreza. ¿Cómo puede estar una pareja
como los Kirchner gobernando ese país? ¡Qué degradación
política, qué degradación intelectual! ¿Cómo es eso posible?
El epicentro. Vargas
Llosa fue la estrella en Caracas de un seminario de
políticos, empresarios y académicos liberales de todo el
mundo (por la Argentina estuvo, entre muchos otros,
Ricardo López Murphy).
Al llegar, el miércoles, lo retuvieron en el aeropuerto de
Caracas durante casi dos horas y le confiscaron el pasaporte
advirtiéndole que, si se le ocurría hacer declaraciones en
Venezuela contra el gobierno de Chávez, podría ser expulsado
del país. “En ningún lugar del mundo aceptaría esas
restricciones, y menos en la tierra del Libertador Simón
Bolívar”, replicó Vargas Llosa.
El jueves, en el primero de los cuatro días que durará esta
vez
su programa radial y televisivo Aló, Presidente,
Chávez lo criticó elípticamente, aunque dedicó la mayor
parte del tiempo a aconsejar a los jóvenes a que no usen
drogas ni practiquen “el sexo antes de tiempo” ni sean ricos
porque “los ricos son egoístas”, y a instar a los
funcionarios del gobierno y del Poder Judicial a que tomen
medidas contra
el
canal privado de noticias Globovisión,
al que, según todo
indica, quiere clausurar como hizo hace dos años con
otra
emisora privada, RCTV.
“Voy a esperar a que se cumpla lo que
tiene que cumplirse y si no ocurriera lo que tiene que
ocurrir en las instancias correspondientes, voy a tener que
actuar yo mismo como he tenido que hacerlo en algunas
ocasiones ante las deficiencias y los vacíos que todavía
tenemos en algunas instancias del Estado”, sostuvo el líder
bolivariano. Ayer, Chávez lo invitó a debatir en vivo y en
directo desde el Palacio de Miraflores, la sede
presidencial, como parte del megaprograma Aló, Presidente.
Vargas Llosa aceptó, siempre que “haya condiciones mínimas
para que sea un debate y no un monólogo”.
“No soy pesimista con Venezuela. Todavía hay espacios de
libertad en este país para una resistencia que, desde luego,
debe ser pacífica; una resistencia cultural, de ideas que
busquen cambiar las ideas que están detrás de las conductas
equivocadas. Las ideas y el debate de ideas son los
instrumentos que nos permiten alejarnos de la violencia
política. Porque sabemos que los insultos van primero, que
luego van las pistolas y que luego siguen las guerras
civiles y toda esa historia de sangre, de enconos, de
rivalidades atroces que manchan la historia de toda América
latina. Queremos que haya un debate de ideas, no tanto entre
los que pensamos igual sino con aquellos que piensan
distinto, que creen aún en el partido único, en las
políticas estatistas.”
—¿Usted diría que Chávez y sus seguidores le temen al debate
de ideas?
—Bueno, los sistemas antidemocráticos son así.
Piensan que las ideas son como las bombas, que pueden
provocar explosiones sociales. Nosotros, los liberales, no
creemos eso; creemos que las ideas ayudan a mejorar las
conductas, ayudan a las conductas democráticas y a la
libertad. Nosotros no queremos que Venezuela se convierta en
una sociedad totalitaria comunista. Es verdad que no lo es
todavía; si lo fuera, no estaríamos aquí diciendo esto, pero
la deriva del gobierno lo acerca cada vez más a una
dictadura comunista y lo aleja de una democracia liberal.
—¿Se refiere, concretamente, al posible cierre de otro canal
privado de TV?
—Entre otras cosas. El cierre del canal RCTV fue un hecho
lamentable que mereció muy justas críticas y espero que no
se vuelva a repetir semejante agravio a una de las
libertades básicas, que es la libertad de expresión.
—De todos modos, la aparición de Chávez y sus diez años en
el poder parecen reflejar todos los errores de los gobiernos
anteriores, en especial el olvido de los pobres a pesar de
la enorme riqueza petrolera de este país.
—No hay ninguna duda de que el fenómeno Chávez es
una consecuencia del fracaso de los gobiernos democráticos
anteriores en llegar a los estratos más amplios de la
población. Eran gobiernos donde había libertades públicas
pero con malas políticas económicas y sociales, que
produjeron desencanto en Venezuela y también en la enorme
mayoría de los países de América latina. Fueron ineficientes
en sus políticas económicas y sociales: intervencionistas,
mercantilistas, corruptos. En el pasado, las democracias han
sido muy ineficientes y eso explica el retorno cíclico de
los caudillos, de los hombres fuertes, de los regímenes
autoritarios, que, a pesar de las ilusiones que provocaban,
terminan siendo aún más ineficaces que aquellos gobiernos
débiles.
—¿Por qué cree que el liberalismo o el neoliberalismo están
tan devaluados en la región?
—Yo no sé qué es el neoliberalismo ni dónde están los
neoliberales. Yo soy liberal y ser liberal es defender la
libertad en todos los campos; también en el plano económico
pero no sólo allí: en la democracia, en las libertades
públicas, en la eliminación de la pobreza, en la protección
de las minorías, en la libre orientación sexual. Creo que
hablar de neoliberalismo es tratar de construir una
caricatura de lo que es el liberalismo para vincularlo con
la derecha. Y creo que hay que combatir esa caricatura. La
libertad es una sola y debe ir toda junta: no basta con la
libertad de mercado como pretendieron algunos gobiernos
autoritarios, algunas dictaduras como la de Pinochet, porque
eso termina en un desastre. Y, por el otro lado, hablar de
propiedad social es una quimera, es insistir en políticas
que han fracasado en todo el mundo, que han derivado en la
puesta en marcha de una burocracia ineficiente y, tarde o
temprana, corrupta.
—A usted se le reprocha su apoyo inicial a la Revolución
Cubana y este cambio al liberalismo.
—Cuando yo fui joven vi a la Revolución Cubana como una gran
esperanza libertaria para América latina. Parecía una
revolución distinta, con una gesta heroica. Con el paso de
los años, me di cuenta de que era una visión ingenua. Fui
varias veces hasta que hubo algo que me produjo mi primera
crisis: creación de verdaderos campos de concentración para
disidentes políticos y culturales; artistas que iban a parar
allí sólo porque eran homosexuales. Desde entonces, en la
segunda mitad de los 60, experimenté un deterioro creciente
de esa imagen libertaria que tenía de la Revolución. También
influyó el tema de los disidentes de Europa del Este, y todo
eso me llevó a revisar mi descreimiento con relación a la
democracia, a la libertad, algo que era muy común en mi
generación. Ahora, soy liberal y, como tal, creo en la
libertad para el progreso económico y la igualdad de
oportunidades para todos.
Nota periodística de Ceferino Reato para el
diario Perfil.