“LA CAMPAÑA MÁS SUCIA DE LA
NUEVA DEMOCRACIA”, COINCIDEN
NELSON CASTRO Y J. MORALES SOLÁ!
"QUE TE PASA, NÉSTOR??"

17 de Junio de 2009

Estamos en un avión en emergencia y el piloto cree que volamos en cielo limpio. Necesitamos ayuda. Un ministro importante del gobierno de los Kirchner le habló en esos términos a un hombre que suele acceder al matrimonio presidencial. El avión en emergencia no es otra cosa que la elección bonaerense. Pocas horas antes, Néstor Kirchner se había metido, con el cuerpo y con el alma, en la campaña electoral más sucia desde 1983. La dirigencia política (el Gobierno, sobre todo) ni siquiera reconoció el límite que impedía de hecho mezclar la competencia electoral con el tráfico de drogas. Ese confín nunca se había transpuesto hasta ahora.

La causa contra Francisco de Narváez es, según Elisa Carrió, una operación (fascista, la llamó) armada por los mismos espías de los servicios de inteligencia estatales que en su momento arruinaron la elección de Enrique Olivera. Carrió suele dar hasta el nombre del jefe de esos espías. Esa información fue confirmada por tres fuentes que conocen los secretos del oficialismo. Carrió también le reclamó a De Narváez que hiciera algunas aclaraciones. ¿Por qué comparte el mismo abogado, Mariano Cúneo Libarona, con el "rey de la efedrina", Mario Segovia?, preguntó, por ejemplo.

Conviene hacer una aclaración: Cúneo Libarona no es abogado personal de De Narváez ni firmó ninguna de sus presentaciones ante la Justicia por este caso. Su abogado es Alejandro Carrió, hijo de Genaro Carrió, primer presidente de la Corte Suprema en los tiempos de Raúl Alfonsín, y primo lejano de la propia Elisa Carrió.

La causa del juez Federico Faggionato Márquez está poblada de truhanes de módica calidad, capaces de decir cualquier cosa a cambio de muy poco. Penalistas de renombre han sacado esa conclusión luego de revisar el expediente por razones ajenas al escándalo actual. Sin embargo, y aun cuando hubiera indicios ciertos que apuntaran contra De Narváez, un juez serio habría hecho todo lo contrario de lo que está haciendo el magistrado. Habría esperado el final de las elecciones para poder avanzar en la investigación sin el pataleo y la polémica que provoca la propia campaña.

Al revés, los abogados de De Narváez no descartan que Faggionato Márquez decida la comparencia del diputado llevado por la fuerza pública. El juez podría tomar esa decisión mientras la Cámara de San Martín resuelve su propia recusación. La condición de legislador de De Narváez le impide ir preso, pero no lo protege de una comparencia compulsiva ante la Justicia en calidad de imputado. El escándalo aumentaría exponencialmente si la policía lo tomara del brazo al candidato que está en condiciones de derrotar personalmente a Kirchner.

Fuentes inobjetables revelaron que Faggionato Márquez suele moverse entre oscuros operadores oficiales en la Justicia. Son personas desconocidas por la opinión pública y por la mayoría de los políticos, que hacen las veces de puente entre el Gobierno y muchos jueces. Algunos de esos hombres, ciertamente influyentes, ocupan cargos en organismos de control del Estado en nombre del kirchnerismo.

El escándalo argentino provocado por políticos que se acusan de vinculaciones con el tráfico de drogas ha recorrido ya buena parte del mundo. ¿Cómo se explicará luego que supuestos traficantes de drogas pudieron llevar un candidato hasta la cima de desafiarlo a Kirchner y colocarlo a éste ante el riesgo del descalabro político? ¿Qué país gobernarán después del 28 de junio? ¿Quién confiará en los dirigentes argentinos y en la propia Argentina?

Hay vinculación entre la política y la droga, cómo no, pero creíamos que esos nefastos trapicheos se encerraban en los suburbios de la política. Ahora, la dirigencia acaba de meterlos alegremente bajo las luces del principal escenario político.

La sospecha oficial lanzada contra De Narváez choca, incluso, contra la propia política oficial con respecto de las drogas. El ministro de Justicia, Aníbal Fernández, presionó públicamente a De Narváez en los últimos días para que se enfrente con los jueces por el caso de la efedrina. Fernández sostuvo siempre, contra la opinión de otros funcionarios oficiales, que el tráfico de drogas no es un problema relevante en la Argentina. ¿Cómo sostener la tesis, sin caer en la contradicción, de que ese problema no es importante, pero que, al mismo tiempo, el negocio de la droga habría encumbrado al candidato opositor más importante de esta campaña?

De Narváez tiene un deber de agradecimiento con Kirchner. La verdad es que el diputado se había quedado sin agenda electoral veinte días antes de las elecciones. La inseguridad pública lo encaramó, pero también le había marcado un techo. Parecía no encontrar salida. Kirchner se había convertido, a su vez, en el centro de la campaña electoral. El ex presidente colocaba y sacaba los temas de la discusión política. Decidía también, casi sin obstáculos, si debía aparecer el Kirchner verídico y crispante, o el Kirchner sosegado y bueno.

Las últimas encuestas lo sacaron de quicio al ex presidente. Su triunfo personal en Buenos Aires no estaba garantizado, ni lo está ahora, y eligió hacer lo único que no debía hacer: ungirlo a De Narváez como su principal y excluyente contrincante. Kirchner es así: su temperamento pudo siempre más que su inteligencia política. Gracias a Kirchner, más que a sus propios méritos, De Narváez se sorprendió con la novedad de que está otra vez, ganador, en el centro de la escena. Ahí lo puso Kirchner, cuando las encuestas señalan que la brecha entre el diputado y el ex presidente se podría haber ampliado a favor de De Narváez por obra del escándalo. Sólo un hombre que siempre contó con la ayuda de la suerte política, fatalmente transitoria, puede cometer tantos errores cuando la fortuna lo abandonó.

Julio Cobos se coloca siempre en el otro extremo de donde está Kirchner. Lo recibió, se fotografió y se solidarizó con De Narváez. Sabe que las encuestas lo seguirán halagando si corporiza la refutación del líder que se eclipsa. Cobos estaba mirando, en efecto, a Kirchner, pero los radicales y Carrió creyeron que los estaba abandonando a ellos. La alianza no peronista está sufriendo en la provincia de Buenos Aires los efectos adversos de una polarización extrema entre propuestas peronistas. Es cierto. Pero la culpa no la tiene Cobos.

Algunos radicales calificaron de inoportuno al vicepresidente y Carrió le asestó, como es su estilo, calificativos más agresivos. Cobos no abandonó a los radicales: antes de reunirse con De Narváez había recibido al candidato porteño Ricardo Gil Lavedra (al primero que le dio una mano) y mañana o el martes se verá con Ricardo Alfonsín. Carrió puede tener razón cuando subraya que los militantes bonaerenses quedaron paralizados cuando vieron juntos a Cobos y De Narváez. Pero ¿no forma parte eso de una cultura, instaurada por Kirchner, en la que el natural diálogo entre políticos es una despreciable complicidad?

El jefe del bloque radical de senadores, Ernesto Sanz, antiguo adversario de Cobos en Mendoza, dio la definición más novedosa: La política debe acostumbrarse a que sus dirigentes necesitan libertad, autonomía e independencia. Cobos y Carrió no se quieren y siempre sobresale entre ellos la tensa competencia por la candidatura presidencial de 2011. Es un duelo fascinante. Carrió es una antagonista frontal, infatigable, casi heroica, como se define ella misma. Cobos es un paciente jugador de ajedrez; sólo necesita mover una pieza en el momento oportuno para enloquecer el tablero.

Con el mismo estilo, Cobos ya atormentó, y atormenta, a Kirchner, para quien la razón política sólo aparece, vagamente, cuando ya le dio todos los gustos a la fogosidad de su naturaleza. En esa exaltación de su carácter está inscripta también una campaña en la que todo vale. Reproducción textual de la columna de Joaquín Morales Solá, en el diario La Nación.
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NOTA RELACIONADA:
 

Lugares comunes de la campaña legislativa 

Suciedad y pobreza

Faltan 14 días para las elecciones. Asistimos, tal vez, a la campaña más sucia y más pobre que haya habido desde la recuperación de la democracia, en octubre de 1983. Las ideas escasean. Lo que abunda es la pelea de baja estofa. Si no fuera que lo que está en juego es el destino del país, todo parecería desopilante. 

En las huestes de De Narváez se celebró que Néstor Kirchner hubiera salido a pegarle con nombre y apellido en algunas de las declaraciones que hizo en la semana. En conocimiento de esto, los asesores de campaña del ex presidente en funciones se alarmaron. Tanto fue así que debieron insistirle mucho para convencerlo de que acabara con esas menciones que terminaban beneficiando a su rival. 

La situación de De Narváez merece, no obstante, un párrafo. La decisión de citarlo a prestar declaración indagatoria tomada por el juez federal de Campana Federico Faggionato Márquez ha motivado críticas por doquier, incluso desde el oficialismo. La declaración del secretario general de la Gobernación de la provincia de Buenos Aires, José Scioli, quien dijo que la decisión del juez embarraba la campaña electoral, incomodó a su hermano, Daniel. 

Por eso fue que el gobernador bonaerense debió salir a aclarar inmediatamente su posición. “Daniel Scioli no habla a través de terceras personas. No es la primera vez que tiene diferencias con su hermano. Además, en estos momentos, la relación de Daniel con Néstor Kirchner es lo suficientemente buena como para que pueda hablarle con claridad. Hay cosas en las que Scioli lo apoya y hay otras en las que, por el contrario, le formula críticas que, hay que reconocer, en general, el Dr. Kirchner desoye”, expresaba una voz desde las cercanías del gobernador. 

Es cierto que la situación del juez es altamente sospechosa. Los 37 pedidos de juicio político que pesan sobre él incluyen acusaciones muy graves sobre su desempeño. Tan pesadas eran –son– esas acusaciones que, hasta aquí, entre los principales impulsores de los juicios políticos estaban las dos espadas del oficialismo en el Consejo de la Magistratura, la diputada Diana Conti y el diputado Carlos Kunkel. 

Es cierto, también, que la actuación del juez hasta aquí no ha hecho más que incrementar las sospechas de judicialización de la campaña destinada a perjudicar a De Narváez. 

A pesar de todo esto, sin embargo, De Narváez, haciendo uso de su derecho ciudadano de recusar al juez de cuya imparcialidad duda, debió haberse presentado ante el requerimiento judicial para aclarar los puntos concretos que hacen a su conducta en el caso de la efedrina en curso de investigación. 

Asimismo, por su condición de candidato, mucho aportaría el esclarecimiento sobre su aumento patrimonial, más allá de las filtraciones que la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) hace trascender. 

Otra operación sospechosa apuntada sobre De Narváez naufragó. Esto ocurrió cuando el fiscal electoral Jorge Di Lello inhabilitó a Fernando Narváez para presentarse como candidato a diputado por el cuasi ignoto Partido de Acción Solidaria Independiente Bonaerense (PASIB), el que había decidido retirar la postulación del cuestionado Narváez para evitar que se pudiera adjudicar “alguna intencionalidad” de confundir a los votantes. En medio de las cuestionables decisiones judiciales de autorizar las candidaturas testimoniales, tan malas para la democracia, al fin una buena medida. 

Los memoriosos recuerdan que una situación similar ocurrió en 1995. En aquel momento, a la fórmula para presidente y vice del Frepaso, integrada por José Luis Bordón y Carlos “Chacho” Alvarez, se le opuso la de otro partido compuesta por Pedro Bordón y José Alvarez, que no resistió el más mínimo análisis y, por lo tanto, fue inhabilitada. 

Como se ve, la historia se repite. 

Lo cierto es que, según parece, ninguna de estas maniobras estaría afectando los guarismos de De Narváez que vienen reflejando las distintas encuestas, ya sean oficialistas, opositoras o independientes. 

En la oposición no peronista las aguas también están revueltas. 

La reunión, con fotografía incluida, entre Julio Cobos y Francisco de Narváez actuó a la manera de un revulsivo. “Es que las cosas entre Cobos y Carrió no quedaron bien después del caso de Cachi Gutiérrez”, reconoce una fuente del radicalismo haciendo alusión al episodio que obligó a bajar la candidatura del intendente de Pergamino, hombre que responde al vicepresidente, luego de la acusación por su supuesta actitud de proteger actividades ligadas a la explotación de menores para servicios sexuales.

“Por eso es que la reunión de Cobos con De Narváez fue un mensaje para Carrió”, confiesan sin disimulo desde las cercanías del vicepresidente. “Es que Cobos es eso. Es una persona que está habituada a cortarse solo. Así fue cuando decidió aliarse a los Kirchner. Así es ahora. Nosotros ya lo conocemos y estamos acostumbrados a ese tipo de actitudes. Por lo tanto, lo aceptamos así como es. Los otros dirigentes del radicalismo tendrán que irse amoldando a estas conductas si es que no quieren romper el partido. No será fácil”, expresan sectores de la Unión Cívica Radical de Mendoza enfrascados en una campaña que se disputa palmo a palmo.

Allí la ventaja de la lista que apoya Cobos por sobre la que impulsa el kirchnerismo dista de ser holgada. Son muchos lo que prenuncian un final muy reñido entre los candidatos de uno y otro. 

Los reproches que se dispensan dentro del Acuerdo Cívico –“¡Imagine lo que dirían si yo me sacara una foto con Néstor Kirchner!”, argumenta Elisa Carrió; “no se involucró en la campaña en el distrito y encima se saca la foto con nuestro principal rival”, despotrican desde el campamento de Margarita Stolbizer, la primera candidata a diputada nacional por el Acuerdo en la provincia de Buenos Aires; “Carrió, el 5 de mayo, se comunica con De Narváez para solidarizarse y criticar al Gobierno por la campaña sucia que estaban realizando. Cuando lo hace, Carrió es plural, se toma bien; cuando Cobos lo recibe, se produce un problema”, retrucó el vicepresidente– están desnudando una falta de diálogo llamativa e inquietante. 

La realidad muestra, además, que junto con Carrió, Cobos es el otro dirigente del Acuerdo con proyección presidenciable si es que sus candidatos logran la victoria en Mendoza, en donde con su vuelta, el radicalismo se ha podido reunificar. 

¿Cómo se manejará esta situación ante tamaña incomunicación? 

El otro distrito electoral que hoy desvela y preocupa al matrimonio Kirchner es Santa Fe. 

Es que en esa provincia se juega el destino de quien, de ganar, se lanzará definitiva y decididamente a la carrera presidencial: Carlos Reutemann. La situación allí viene complicándose para el ex piloto de Formula 1. 

De la holgada posición que exhibía al comienzo de la campaña, ha pasado a otra menos cómoda. No caben dudas de que la intervención en la campaña del gobernador Hermes Binner se ha traducido en un fuerte apoyo para las aspiraciones del candidato socialista, el actual senador Rubén Giustiniani. Reutemann sigue a la cabeza en casi todos los sondeos, pero si la actual tendencia continuara, deberá esperar, tal vez, la noche del 28 de junio con alguna inquietud. La lista que encabeza el jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, le saca a Reutemann un porcentaje de votos que lo puede llegar a complicar. 

En el kirchnerismo hay una mirada muy atenta sobre esto. Saben ya que perderán bancas en ambas Cámaras del Congreso. Saben también que no tendrán más la mayoría cómoda de la que disfrutaban y de la que tanto se supieron aprovechar. Por eso es que su apuesta ahora es otra: la de la supervivencia política. Saben que la próxima candidatura presidencial es altamente probable que se deba dirimir a través de elecciones internas. Apuestan, entonces, a hacerse fuertes a base del caudal de votos que les dé el Conurbano bonaerense. 

Si Reutemann perdiera en Santa Fe, los proyectos para que Néstor Kirchner intentara buscar su regreso en 2011 revivirían. 

En el medio de todo esto, hubo una buena noticia. Fue la autorización que recibió la Dra. Hilda Molina para viajar a la Argentina a fin de reencontrarse con su familia y visitar a su anciana madre que no está bien de salud. Durante su visita al país en 2006, Fidel Castro se disgustó con Néstor Kirchner, quien, en medio de la Cumbre del Mercosur en Córdoba, le hizo un reclamo por la situación de la destacada neurocirujana.

Hubo, pues, un delicado trabajo del canciller Jorge Taiana aconsejando bajarle el perfil al caso como único medio de aflojar la resistencia del régimen de La Habana a permitir la salida de la Dra. Molina. Este caso nos ilustra, una vez más, sobre los usos y costumbres de los regímenes totalitarios en los cuales no se tolera la oposición o la crítica al poder imperante, las que, además, se castigan con cárcel o con la restricción de la libertad para poder salir del país a voluntad. 

Que la oposición haya elogiado el involucramiento de la Presidenta en este caso es, además, una bocanada de aire fresco en medio del lodazal de la campaña. Nelson Castro, con Producción periodística de Guido Baistrocchi, en su columna en el diario Perfil.