29 de Junio de 2009
Tabaré Vázquez asumió el 1° de marzo de 2005, tras haber
triunfado en la primera vuelta con 50.45% de los votos, y
luego de la crisis de 2002, que sumergió a Uruguay en la más
profunda recesión del siglo XX. El producto uruguayo se
hundió 11% en 2002. A partir de allí comenzó la
recuperación: 2.2% en 2003 y un excepcional 11.8% en 2004.
En cinco años, el PBI acumuló un auge de 55%.
La
clave es el aumento de la inversión. Uruguay ha tenido la
tasa de inversión más baja de América Latina (11% del PBI).
En cinco años ha aumentado 60% y llegaría a 20% del PBI en
2010. Es el eje de la estrategia de
Danilo Astori, ex ministro de Economía y precandidato
presidencial: "el aumento de la inversión es la clave
por donde pasa todo lo que el Frente Amplio quiere lograr",
dice Astori.
Un
componente crucial de la acumulación es la inversión
extranjera directa (IED). Uruguay recibía históricamente
menos IED que Paraguay y Bolivia. Entre 1994 y 1998 atrajo
148 millones de dólares por año (-1% del PBI). Ahora alcanza
a 7% (1.223 millones de dólares), con un récord de 2.044
millones en 2008. El núcleo de la IED es la inversión en la
industria pastera-papelera. Sólo Botnia significa 1.700
millones de dólares, y aumenta en 1.5% la tasa de
crecimiento de largo plazo. Hay cinco proyectos semejantes
en desarrollo.
Uruguay se transforma en una de las tres
principales plataformas transnacionales de producción
pastera-papelera.
El
país dispone de un profundo consenso nacional, que se revela
en las características de su sistema político. Surge de su
identificación con el battlismo (democracia, laicismo,
igualdad social); es la obra histórica de
José Battle y Ordóñez y Luis
Battle Berres. Todos en Uruguay son battlistas,
incluyendo a los católicos, la izquierda y el Partido
Nacional. Por eso, un rasgo perenne
de su cultura cívica es la nostalgia y la vuelta al pasado.
La dificultad consiste en orientar ese consenso hacia el
futuro. Es lo que ha logrado Tabaré Vázquez.
El sistema
político tiene un carácter tripartito (Frente Amplio,
Blancos y Colorados) y una naturaleza bipolar (FA vs.
Colorados y Blancos). El FA es el más fraccionado de los
tres, y alberga todas las corrientes políticas e ideológicas
del consenso battlista.
Uruguay tiene 3.300.000 habitantes y casi un millón de
jubilados y pensionados. La nostalgia battlista tiene
sustento demográfico.
Este es el país y el sistema político que se
han transformado profundamente en los últimos cinco años.
Juan
Bautista Alberdi señaló en "Las Bases" que los países de
América Latina necesitan, para salir del atraso, disponer de
un sistema político capaz de actuar y de decidir. Lo llamó
la "República posible". Para Alberdi, la República no es un
conjunto de instituciones jurídico-constitucionales, sino un
instrumento de acción, de decisión y de ambición, hondamente
ligado a las realidades intransferibles de la nación.
Lo que es válido
para Uruguay, lo es para América del Sur: se actúa con lo
que se tiene, que usualmente es poco si se lo compara con el
Primer Mundo; y se lo hace sobre la base de decisiones que
aprovechan los momentos históricos de excepción.
Si Alberdi viviera, es probable que su axioma fuera:
"Gobernar es acertar".
José Mujica pasó
13 años en las cárceles militares en su condición de líder
histórico tupamaro. Puede ser candidato presidencial del FA,
y quizá próximo presidente.
La prioridad para él es el "desarrollo agropecuario a
partir de la innovación", siguiendo el ejemplo de Nueva
Zelandia. Agrega: "Hay que ir por la derecha en la
economía"; y precisa: "Voy a nombrar como asesores
económicos y futuros hombres de gobierno a personalidades
que estén en línea con las exigencias de empresarios e
inversores internacionales". El consenso battlista está
más firme que nunca al concluir la primera década del siglo
XXI. Reproducción textual de la
columna de Jorge Castro, Analista de Política Exterior del
diario Clarín.
NOTA DE LA REDACCIÓN:
Cualquier similitud con la argentina es una muy bienvenida
coincidencia.