08 de Julio de 2009
Investigación: La otra epidemia
Médicos de
Salta denuncian que uno de cada tres chicos está desnutrido.
Los llaman "enanos nutricionales". Pero para las autoridades
son "enanos raciales".
Mientras la epidemia de dengue y la
pandemia de gripe porcina acaparan la atención del mundo
sanitario y político, el grito silencioso de un grupo de
profesionales retumba desde el noroeste argentino para
llamar la atención sobre la enfermedad que evidencia la
consecuencia más dolorosa e injusta de la inequidad
distributiva: la desnutrición infantil. Uno de cada tres
salteños menores de seis años está desnutrido. “Ni
repelente, ni oseltamivir, a estos chicos les falta olla”,
explica Gladys Pernas, la jefa del
Servicio de Recuperación Nutricional del Hospital de Niños
Jesús de Praga de la ciudad de Salta. Junto a su
equipo, relevó 2.000 casos durante los últimos 24 meses y
comprobó que el 33% tenía peso y talla inferiores a los
parámetros que les corresponden de acuerdo con la edad.
“Como los chiquitos pasan hambre, no logran encarrilarse
genéticamente, crecen a menor ritmo y se quedan cortitos.
Son enanos nutricionales”, asegura la especialista. Sin
embargo, las autoridades sanitarias admiten que la
desnutrición afecta al 18,2% de los chicos, pero sostienen
que “la baja estatura se debe a factores raciales, no de
alimentación”.
Los profesionales hospitalarios
denuncian que el único centro dedicado al seguimiento de
estos casos corre peligro de ser cerrado por el gobierno
provincial, que “entregó el manejo del hospital a una
gerenciadora privada”.
En los 22 años que lleva al frente del
servicio, Pernas recuperó a centenares de criaturas víctimas
del hambre. “Armamos este servicio a mediados de 1980,
cuando empezamos a notar que el 33% de los desnutridos
graves entraban a terapia y la mitad se moría por sobreinfecciones. Aunque el parte formal dijera que había
fallecido por una sepsis derivada de una meningitis, por
ejemplo, en realidad la causa de muerte había sido la
desnutrición complicada por el cuadro infeccioso”, explica
la especialista. “En la edad pediátrica, la persona necesita
más comida porque es cuando más crece, donde la
multiplicación celular es muy intensa. Si no tengo lo
necesario para esa multiplicación, en lugar de crecer tres
centímetros por mes, voy a crecer uno, porque me faltaron
los nutrientes para esta multiplicación”.
En el trabajo titulado “Valoración del
estado nutricional (VEN) al ingreso hospitalario”, Pernas,
junto a sus colegas Miguel Benegas,
Cinthia Bastianelli y Adriana Spiess, plasmaron las
conclusiones de un relevamiento realizado durante dos años
en el servicio que dirige sobre 2.000 pacientes asistidos.
Entre las conclusiones a las que arribaron, se destaca: “La
desnutrición sufrida durante el embarazo y los primeros
meses de vida produce daños irreparables como el retraso
mental y físico, bajo peso y talla, y dificultades en el
aprendizaje”.
¿MANIPULACIÓN? “Ante la falta de
alimentos, lo primero que consumen estos chiquitos son las
grasas y las proteínas del propio organismo. Si la
malnutrición persiste, empieza a afectarse la talla del
cuerpo. Ésos son los casos crónicos, parecen normales,
aunque siempre quedan más enanitos: una adolescente de 15
parece una nena de nueve”, detalla Pernas. Y plantea un
cuestionamiento a las metodologías de medición que ocultan
los casos crónicos. “A los bebés menores de un año sólo se
los clasifica según un indicador antropométrico basado en la
relación peso/ edad, sin tener en cuenta la talla, que
permitiría detectar la desnutrición crónica”.
Según Unicef,
la desnutrición crónica afecta al 8% de los niños y niñas
menores de cinco años en todo el país. En Salta, el número
al menos se duplica, de acuerdo con las estimaciones
oficiales. Y se cuadruplica si se toman los datos del
relevamiento realizado en el hospital pediátrico de la
capital, donde el 33% de los niños y niñas no cubre sus
necesidades básicas nutricionales.
HISTORIAS DE ENANOS. Noemí P. llegó al
mundo el 12 de febrero de 2009. Los médicos que la ayudaron
a nacer anotaron en las planillas que su peso fue de 1,780
kilogramos y que tuvo una talla de 40 centímetros. “La
chiquita nació con un retraso de crecimiento intrauterino,
lo que evidencia la desnutrición de su madre, que la
abandonó después de parirla”, relata Pernas. “Con 4 meses y
12 días, debería pesar 6,5 kilos y medir 70 centímetros,
pero pesa 3,640 y mide 51 centímetros, es como si tuviera 20
días de vida”, detalla.
La recorrida por el servicio continúa.
Raquel S. tiene 18 años. Su hijito Alexis nació hace un año,
con 2 kilos de peso. Hoy no supera los siete kilos 800.
“Está flaquito, por eso se enferma”, dice la mamá, que lo
cuida sentada al borde de la cama ubicada en una de las
salas de recuperación nutricional. Los S. son nueve hermanos
y viven en una vivienda precaria de Rivadavia, una localidad
a 200 kilómetros de la capital provincial. Alexis fue
atendido en el hospital local por una complicación
respiratoria y le detectaron la desnutrición. “Las malas
condiciones alimentarias agravan cualquier cuadro.
Aparecen los parásitos gastrointestinales, que
detienen el crecimiento”, explica Pernas.
Axel nació hace diez meses en una
vivienda del barrio Arturo Torino. “Vivimos medio apretados,
con mis padres y mis siete hermanos”, cuenta Beatriz D.,
mamá de este bebé que apenas pesa 7,750 kilogramos y
presenta una desnutrición del 18%. La mujer tiene 27 años y
otros tres hijos de 10, 8 y 3 años. El grupo se mantiene con
un plan familiar de 295 pesos mensuales que cobra uno de los
hermanos menores de Beatriz. “Cuando no tenemos para darles
de comer, los llevamos a la copa de leche que funciona en el
barrio”, relata.
PELIGRO DE CIERRE. El proceso de
gerenciamiento privado de la salud pública no es nuevo para
los salteños. Y los resultados no son los mejores, según los
profesionales. “En ocho años de gerenciamiento del Nuevo
Hospital Materno no ha mejorado la salud de la población
involucrada”, sostiene un informe de
la Asociación de Profesionales de
la Salud salteña (Apsades). El estudio afirma que “el
Estado debería evaluar y corregir la orientación de sus
políticas sanitarias y priorizar efectivamente las acciones
de atención primaria en vez de pagar un canon a los privados
para que se hagan cargo del negocio”. Sin embargo, en
aproximadamente 60 días el Hospital de Niños cerrará sus
puertas para integrarse como un apéndice del ya gerenciado
Materno, bajo el control administrativo de
la fundación
Santa Tecla. Pernas teme que el nuevo esquema ponga en
peligro el trabajo de su servicio. Y vaticina que “con el
traspaso a manos de la gerenciadora, se va a romper el
equipo multidisciplinario que trabaja en el servicio, los
chicos van a terminar internados en salas generales y nadie
se va a ocupar de recuperarlos nutricionalmente”.
“No son enanos nutricionales son enanos
raciales", dicen las autoridades.
“No son enanos nutricionales, son
enanos raciales”, explicó Patricia
García, jefa del programa materno infantil de la provincia
de Salta. En una singular interpretación científica
de la denuncia formulada por la doctora Pernas, la
funcionaria aseguró a Crítica de la Argentina que “el tamaño
de los chicos guarda relación con las características
genéticas de los aborígenes que vivían en esta región y se
origina en la hipoxia relativa que sufren los habitantes del
noroeste argentino que los hace antropométricamente más
pequeños”. También admitió que “a pesar de que hemos
implementado programas de asistencia nutricional para
menores de seis años y madres embarazadas, sabemos que no
son suficientes y que tenemos que mejorar nuestros
indicadores de talla, porque estamos por debajo de la media
nacional”.
Oficialmente los funcionarios reconocen
que el 12% de los chicos que tienen entre uno y seis años y
el 6,2% de los bebes menores de 12 meses están desnutridos.
Al ser consultado sobre la posibilidad de que
el Servicio de Recuperación
Nutricional del hospital de niños sea cerrado a
partir del gerenciamiento privado dispuesto por el gobierno
provincial, el subsecretario de
Salud Carlos Alejandro Gravanago aseguró que “los
pacientes crónicos o con patologías sociales van a seguir
siendo atendidos sin inconvenientes ya que el hospital de
gerenciamiento privado continuará siendo público y la
fundación que se hará cargo –llamada Santa Tecla– cobra un
canon mensual para hacerse cargo de la administración y nada
tiene que ver con lo asistencial”.
Crítica de la Argentina. NOTA DE LA REDACCIÓN:
No hace nada por la gripe y gracias por “la distribución de
la riqueza”, “el cuidado de la niñez” y “la ausencia del
hambre y la pobreza”…