27 de Julio de 2009
Son suficientes seis meses de
condiciones sociales adversas como para variar por completo
el estado de ánimo de un país. Esto, que se demostró hace
años, podría quizás explicar por qué en la Argentina se
duplicó en el último año la sensación de no poder pensar ni
planificar proyectos más allá del día a día. Especialmente,
en el interior del país.
"Es un indicador
psicológico que había mostrado una mejoría bastante grande
entre 2004 y 2008, pero que este año creció muchísimo",
señaló
la licenciada María Elena Brenlla,
investigadora jefa del Area de Psicología del Departamento
de Investigación de la Universidad Católica Argentina (UCA).
La nueva encuesta
del Observatorio de la Deuda Social Argentina,
que desde
hace cinco años evalúa con tests psicosociales a 2500
hogares en nueve centros urbanos del país, reveló que la
percepción en los mayores de 18 años de no poder pensar cómo
vivir más allá del día a día trepó fugazmente en un solo año
del 25% sostenido desde 2005 al 49 por ciento.
Y la ciudad de Buenos Aires no
fue la más afectada. En las provincias es donde más creció
la incertidumbre sobre los proyectos personales a largo
plazo. Así lo aseguró más de la mitad de los adultos
entrevistados. "Mientras que en los dos estratos más altos
[medio bajo y medio alto] el incremento rondaba en promedio
el 50%, en los sectores más postergados de la sociedad la
variación interanual superaba en promedio el 110%", indica
el informe de resultados que acaba de difundir el
observatorio.
Eso último significa que en ocho
de cada diez hogares de nivel socioeconómico bajo y muy bajo
no pueden siquiera pensar en proponerse proyectos a futuro.
"Por motivos culturales,
carecemos de mecanismos para poder atajar esta situación
-sostuvo Brenlla-. Es muy importante tomar conciencia de
este clima psicológico que estamos viviendo. Casi el 50% de
la población tiene esa percepción de incertidumbre. Además,
cuatro de cada seis personas no sabe hacia dónde ir, que es
algo que no le hace bien a nadie y menos al país."
Es que a la incertidumbre de los
días por venir se suma otra sensación, la de la
imprevisibilidad.
"Los humanos nos ponemos mal
ante lo impredecible; naturalmente, se nos ha proporcionado
cierta percepción de control, es decir, que algo podemos
predecir -agregó la investigadora-. Todo el clima que se
generó en el país en este último año, y en el que todos los
sectores involucrados colaboraron echando más leña al fuego
de la incertidumbre, no hizo otra cosa que aumentar la
percepción de no poder controlar la propia vida."
Aunque la cantidad de personas
seleccionada para evaluar el estado de salud de las
capacidades psicológicas de la población se limitó este año
a 466 mayores de 18 años, la muestra es representativa a
nivel nacional. "Aun haciendo esa salvedad, es evidente que
hemos construido en poquísimo tiempo un escenario de
incertidumbre que se nota en todas las variables más duras,
como el trabajo o la economía", explicó Brenlla.
La encuesta relevó
también las condiciones laborales, de hábitat y de salud,
como así también la confianza política y hasta la calidad
del tiempo libre
(www.uca.edu.ar/observatorio).
En general, en las poblaciones
donde más cuesta encontrar un camino para poder mejorar las
condiciones de vida o que viven en crisis cíclicas es donde
más se instalan las ideas de que existe poca o ninguna
posibilidad de evitar que factores externos "gobiernen" las
propias acciones.
En el período
2008-2009, precisa el informe del
Barómetro de la
Deuda Social Argentina,
"la adhesión a ese
tipo de creencias en la población adulta se incrementó un
47%". La mayor variación se registró en la ciudad y en la
provincia de Buenos Aires (50%) y en el nivel socioeconómico
más bajo (100%).
"El aumento del malestar
psicológico unido a la imposibilidad de proyectar a futuro y
la percepción de no controlar la propia vida es un cóctel
peligroso del que los argentinos deberíamos tomar conciencia
e intervenir, como bien lo hicieron en Chile y México con
intervenciones psicosociales a gran escala", agregó.
Ira, irritabilidad, impaciencia,
malhumor constante, desinterés y hasta enfermedades
psicológicas que demandan ayuda terapéutica, como la
ansiedad y la depresión, son algunas de las manifestaciones
psicofísicas más evidentes de aquella mezcla peligrosa. Las
mujeres son el grupo más propenso a desarrollar síntomas
psicopatológicos en un contexto tan adverso, en especial si
tienen además un bajo nivel de educación formal, son jefas
de hogar y solteras. Y cuando el malestar psicológico se
filtra en la educación de los hijos, la especialista señaló
que ellos tenderán a replicarlo en sus conductas.
"El clima anímico de un país es
fundamental porque se traduce en toma de decisiones que
pueden serle contraproducente. Sin pretender ser alarmista,
estamos viviendo en un clima psicológico que, de mantenerse,
bastará un poco más de tiempo para ser aún peor. Lo positivo
es que estos indicadores son sensibles a los cambios
sociales, por lo que si entramos en una etapa constructiva,
es posible modificar esas percepciones. La ciencia está muy
avanzada como para seguir sin hacerle caso", finalizó
Brenlla.