En el
mejor de los casos, no puede con su genio. Como el escorpión
que pica a la rana que, a nado, lo carga en su espaldas y
ambos mueren ahogados, Néstor Kirchner no puede con su
instinto y destruye los esfuerzos de Sergio Massa por
mostrar un Gobierno más respetuoso del papel de la prensa, y
tras el simbólico primer aviso oficial que le envían a
PERFIL descarga su furia contenida contra Radio Continental.
No haber podido castigar a Clarín fue otra fuente de tensión
acumulada contra los medios, aunque al ex presidente debería
consolarlo que su declamado gran enemigo, el mercado,
terminó sustituyéndolo en esa tarea y las acciones de Clarín
corrieron la misma suerte que la popularidad de su esposa:
desde noviembre del año pasado, perdieron el 72% de su
valor; pasaron de costar $ 32,44 por acción a $ 9,1, lo que
significa que la empresa que el mercado valuaba hace ocho
meses en 2.600 millones de dólares hoy valdría sólo algo más
de 700 millones. Si la Argentina fuera un país normal y la
mayor parte de las acciones estuvieran en la Bolsa (sólo lo
está el 30%), ya habría puja entre quienes quisieran
quedarse con el control de la empresa (aggressive take-over)
porque el Grupo Clarín vale entre dos o tres veces más que
el precio con el que hoy lo castiga el mercado.
El
Clarín de España, el Grupo Prisa, dueño de radio
Continental, no la está pasando mejor, y por motivos
similares: la baja de las bolsas en todo el mundo. La crisis
económica y financiera del hemisferio norte, sumada a que
Prisa se endeudó considerablemente para quedarse con
Sogecable, la mayor empresa de televisión por cable de
España –equivalente en Argentina a la fusión de Cablevisión
y Multicanal– hizo que las calificadoras de riesgo
impusieran a Prisa un período de veda en inversiones. Esa es
una de las causas por las cuales Prisa no pudo comprar la FM
Nostalgie a su anterior dueño, Mario Pergolini, desde cuya
frecuencia –104.3– viene transmitiendo Continental en
simultáneo con su programación de la AM 590, sino que firmó
un acuerdo con sus nuevos dueños que sólo consiste en pagar
30% de la publicidad por distribuir su programación por esa
frecuencia.
El
Comfer, que se ha caracterizado por tomarse años en resolver
cuestiones mucho más trascendentes, como la venta de radios
o canales de TV –muchos de los cuales, a pesar de haber
pasado largo tiempo desde su cambio de dueños aún siguen sin
tener la resolución de ese organismo– con inusitada rapidez
resolvió que lo que hacía Continental era ilegal.
También, en un país normal, los argumentos jurídicos en uno
y otro sentido no carecerían de razón, pero resulta tan
pornográfica la intención del Gobierno de castigar a
Continental por su posición crítica durante el conflicto del
campo (en la conferencia de prensa de Néstor Kirchner,
cuando decidió enviar las retenciones al Congreso, ante la
pregunta de un periodista de esa radio, dijo: “¿Grupo Prisa,
no? No, está bien, yo sé a qué te mandan a vos”) que pierde
todo sustento el celo del Gobierno por cumplir normas del
Comfer, que sólo aplica para castigar a quienes quiere
hacerlo.
Más
allá de la carencia de autoridad moral del Comfer, en esta
página enumeraré también los argumentos del Gobierno. Dicen
que Prisa es tan prepotente como Marsans y otros grandes
grupos empresarios españoles que pretenden imponer las
reglas de juego como si la Argentina fuera una colonia; que
Prisa, para no cumplir con la Ley de Bienes Culturales que
limita la propiedad de extranjeros en medios de comunicación
a sólo al 30%, constituyó una empresa en Estados Unidos para
aprovechar el convenio entre Estados Unidos y Argentina, que
exime a los norteamericanos de esa limitación. Dicen también
que si bien en el interior hay radios que transmiten la
misma programación en AM y FM, no se puede comparar esas
plazas con la Ciudad de Buenos Aires donde al concentrarse
el 80% de publicidad de radio del país no hay razones de
escala que lo justifiquen. Que sea cual fuera la ley de
Radiodifusión, el espíritu nunca podría ser “que un rico
(sic) se compre todas las frecuencias y pase el mismo
mensaje, el suyo, por todas las ondas; y que además la FM de
Pergolini tiene su propia irregularidad, porque fue
entregada a título gratuito por el Estado hace cuatro años
con el compromiso de que se destinara a una programación
cultural y en los hechos “lo único que se hizo fue pasar
música y alquilarla hasta encontrar un comprador y así
ganarse tres millones de dólares a costa del Estado”, por lo
que estiman que Pergolini perderá la concesión (“por no
haber sido leal al ex presidente que se la regaló”). Para
ponderar los US$ 3 millones de Nostalgie, Prisa pagó por
Continental, más la FM Los 40 principales, 12 millones.
Los argumentos de Radio Continental se sostienen más desde
la razonabilidad que desde lo político. El convenio con
Estados Unidos para comprar el 100% de una empresa argentina
de medios fue utilizado también por Hadad para vender Canal
9, y por Televisa para comprar Editorial Atlántida. Lo que
haya hecho Pergolini con la frecuencia que le otorgó el ex
presidente Kirchner no es su tema, y tampoco la cuestión de
fondo, porque el planteo del Comfer no desaparecería si, en
lugar de transmitir su programación por la FM 104.3,
Continental lo hiciera por cualquier otra. El argumento de
que priva de diversidad a la audiencia que una AM transmita
también por una FM sería sustentable si hubiera sólo un
pequeño número de radios FM, pero con la oferta de señales
que hay en la Ciudad de Buenos Aires, sumada a que la
tecnología hace crecer el número de alternativas
continuamente (habrá miles de radio por Internet en pocos
años), no resulta una amenaza concreta.
La
cuestión de fondo es que en el microcentro y algunas otras
zonas de la Ciudad de Buenos Aires sólo se puede sintonizar
la AM Radio 10. Los taxistas saben que Radio 10 se escucha
desde cualquier parte de la Ciudad, algo fundamental para
quien maneja. Las FM no padecen los mismos problemas de
“suciedad del espectro radiofónico” producido no sólo por
las radios clandestinas, sino también por el creciente
número de cables y aparatos que aumentan la interferencia
radial.
Las
tres principales radios AM –Continental, Mitre y Radio 10–
tienen ingresos por ventas de publicidad algo superiores a
los 20 millones de pesos anuales, y una señal de potencia
formalmente similar, alrededor de los 100 watts. Pero Radio
10 se sintoniza más nítidamente, generando una ventaja
competitiva cuyas causas tienen distintas explicaciones. La
más conocida es que Radio 10 tiene “una antena más potente”
porque, independientemente de lo que tenga autorizado,
utiliza 400 watts para transmitir, gracias a la complicidad
de los distintos gobiernos de turno. Para el Gobierno, “si
se mudara a Radio 10 del dial, igual sería la líder por su
contenido populachero, y se escucha mejor porque son los
únicos que se preocupan por limpiar continuamente a las
radios truchas que le hacen interferencia gracias a sus
contactos con la Policía, pero también a su dedicación”.
La
Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores tiene 110 radios AM
ilegales. Es un caso único en el mundo, porque las
frecuencias de AM, por su largo alcance, surgen de acuerdos
internacionales con los países vecinos. Pero de la misma
forma que por causas sociales el puente de Gualeguaychú
siguió cortado contrariando las normas internacionales,
entre las radios AM ilegales se encuentran casos tan
emblemáticos como la radio de las Madres de Plaza de Mayo, y
dicen en el Comfer que la gran mayoría de las radios truchas
invocan su condición de revolucionarias y culturales cada
vez que se las quiere cerrar.
No
parece razonable que un Estado que no garantiza a las radios
que su frecuencia no sea interferida, salvo que cuente con
un sistema de seguridad privada y buenos contactos con la
Policía, impida que una radio AM transmita en simultáneo por
FM, si al mismo tiempo se lo permite a radios de las 20
ciudades más importantes del país, como Córdoba, Rosario,
Mendoza o Tucumán. Más parece un deseo de impedir el
crecimiento de una radio crítica al Gobierno y cuya
audiencia creció un 25% desde la crisis del campo,
incremento que coincide con los cien mil oyentes que la
escuchan por FM desde el pasado 1º de abril. Esas personas
son las verdaderas víctimas del Comfer.