26 de Agosto de 2009
La revancha que Kirchner buscaba
Otra
vez la rebelión rural está en el centro de la escena y de la
política. Los propios dirigentes rurales debieron archivar
ayer cualquier aire de moderación, porque en el último año
nunca hubo tanto malestar como ahora entre los productores
rasos del campo con el gobierno de los Kirchner. El veto
presidencial a las exenciones del pago de las retenciones
para los productores bonaerenses más afectados por la sequía
colocó a los ruralistas en el paro y cerca de las rutas. Las
cosas podrían ser mucho peores: el Gobierno analiza en
reserva (aunque lo haya negado) un aumento de las
retenciones a la soja, que llegarían al 45%. Hoy están en el
35 por ciento.
Los
máximos dirigentes rurales se preguntaban ayer sobre el
proyecto final de Néstor Kirchner. "¿Acaso está buscando el
argumento de que nosotros los echamos del gobierno? No
deberíamos dárselo", dijo uno de los cuatro integrantes de
la Comisión de Enlace. Pero ninguno está en condiciones de
garantizar la paz rural, sobre todo si se produjera un
fuerte aumento en las retenciones a la soja. "Sería la
declaración de una guerra nuclear", dramatizaron.
Kirchner está más pendiente de la revancha que de otros
proyectos. Jamás les perdonó a los ruralistas que hayan sido
los autores de su primera derrota en 20 años de política. Es
posible que ahora los entrevea, también, menos fuertes o más
débiles que hace un año. Sea como sea, el ex presidente
prefiere esos contendientes a cualquier otro, aunque sólo
fuere para conservar alzada una bandera personal.
El
proyecto sobre una suba importante de las retenciones se
estudió sobre la mesa de Olivos en el fin de semana último.
Quedó en la mesa, pero no fue archivado. Dicen que a Néstor
Kirchner le brillaron los ojos cuando le dijeron que ese
aumento significaría un ingreso adicional para el Estado de
cerca de 1000 millones de dólares para el presupuesto de
2010.
Es cierto que el precio de la soja es el que más subió en
los últimos tiempos; ahora se acerca a los 400 dólares la
tonelada, según una información de hace 48 horas
proporcionada por el Mercado de Chicago.
El
jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, desmintió ayer esa
información, pero el ministro suele desmentir informaciones
que después resultan ciertas. ¿No fue él quien dijo que el
fútbol debía resolver los problemas del fútbol una semana
antes de que se estatizaran las emisiones televisivas del
fútbol?
El proyecto sobre las nuevas retenciones simplemente se
pospuso para permitir una siembra normal de la soja, que se
hace entre septiembre y octubre, dijeron confiables fuentes
oficiales. El Gobierno teme, en síntesis, que otra
confiscación de la renta rural desaliente a los productores
y estos decidan sembrar muy poco en la próxima campaña
sojera.
Aníbal Fernández tiene otro problema, además: los dirigentes
rurales le creen menos que a Néstor Kirchner. Un clima de
tensión y expectativa entre la dirigencia ruralista era
fácilmente perceptible ayer, luego de que trascendiera la
versión sobre el aumento de las retenciones a la soja y
antes, inclusive, de que las entidades declararan el nuevo
paro.
Un chequeo de último momento les había advertido también a
esos líderes agropecuarios que el anuncio del aumento se
había postergado, pero que no se había excluido
definitivamente.
"Quieren fijar las retenciones a las soja en el 45 por
ciento, para negociar luego el 40 por ciento", afirmó un
alto funcionario oficial. La soja paga actualmente el 35 por
ciento de retenciones.
El
veto presidencial de ayer fue tomado, a su vez, como la
revelación de que la guerra no ha cesado. Por eso, el paro.
Ningún dirigente rural cree que existió un "error" de los
legisladores oficialistas, sobre todo en la Cámara de
Diputados. El proyecto que aprobaron por unanimidad los
diputados y senadores, sobre la exención del pago de
retenciones para productores de varios partidos bonaerenses,
fue presentado por Francisco de Narváez en enero. Pasó por
las comisiones y por los recintos de las dos cámaras; nadie
advirtió nada.
"La
sorpresa y el error pudieron existir en el Senado, donde el
proyecto estuvo poco tiempo y venía aprobado por Diputados,
pero es imposible que hayan sucedido en la cámara baja",
precisó un ruralista.
Ellos
creen que hubo un trasiego de favores con varios diputados
para la aprobación de las facultades delegadas al Ejecutivo,
que el Gobierno está desconociendo ahora. Entre esos favores
habría estado la exención del pago de retenciones para los
productores de la provincia de Buenos Aires.
Desenfreno
Los
argumentos oficiales son poco consistentes. Pero el
desenfreno no es exclusivo del Gobierno. El vicepresidente
de CRA, Néstor Roulet, cometió un serio error cuando amenazó
que toda la producción sojera se comercializaría en los
lugares eximidos de retenciones. Eso es imposible. El
beneficio abarcaba a los productores del lugar y no a
cualquier productor.
"El
decreto 1128 de ayer (que vetó las exenciones) se convirtió
en otra resolución 125", exageró un dirigente rural. ¿En sus
consecuencias económicas? No, desde ya. La similitud entre
una y otra decisión radica en el hecho de que ambas
abroquelaron a los distintos sectores rurales.
El
efecto se sintió ayer mismo, cuando Eduardo Buzzi, jefe de
la Federación Agraria, declaró que no apoyaba el proyecto de
ley de arrendamiento que está en la Cámara de Diputados.
Ese
proyecto, que expresa viejas ideas de la Federación Agraria,
había sido motorizado por el oficialismo para dividir a la
Comisión de Enlace. "No le creo a los Kirchner", disparó
Buzzi; y cerró el debate: "Tampoco es ésta la oportunidad de
tratar esa cuestión".
La
estrategia del Gobierno parece zigzagueante: avanza en una
dirección en la misma medida que retrocede. Conclusión: la
dirigencia rural estaba ayer tan abroquelada como lo había
estado durante el conflicto del año pasado. El paro fue su
consecuencia más predecible.
Todos esos dirigentes quieren zafar de la encerrona a la que
parece llevarlos Kirchner. Vuelven a hablar de Kirchner y no
de Cristina.
El
propio De Narváez responsabilizó personalmente al ex
presidente del veto de la víspera. ¿Cuál es la encerrona?
"Si aumentaran las retenciones, estaría claro que quieren
volver al mismo conflicto, potenciado, de hace un año. Pero
ahora el Gobierno viene de una derrota. ¿Qué están buscando?
¿Hasta cuándo podremos contener la bronca del interior?
¿Quieren la guerra total?", se preguntaba, sin respuestas,
uno de los más conocidos líderes agropecuarios. "No debemos
entrar en esa lógica", se resignaba, por último. La
lógica de Kirchner es la de la confrontación, para ganar o
para perder.
Busque lo que busque, lo cierto es que Kirchner actúa como
un cazador furtivo y preciso: el campo, el fútbol y Carlos
Reutemann fueron los últimos blancos de sus disparos. No hay
una construcción de un futuro con ninguno de ellos. Sólo
está saldando cuentas del pasado e imaginando las
condiciones de su destino, político y personal.Reproducción
textual de la columna del politólogo Joaquín Morales Solá
en el diario la Nación.