30 de Marzo de 2009
El secretario de Comercio fue
recibido a tomatazos en el Mercado Central. Hubo tres
detenidos.
¿Reclamo gremial o interna
del PJ? La obsesión del matrimonio presidencial por bajar el
perfil del polémico funcionario.
El tomate hizo un
recorrido amenazante pero impreciso. La cebolla fue certera
y dio de lleno en su humanidad.
–Puto, vení. Tirámela en la cara. Yo tengo huevos, vengan de
a uno –se exaltó
Guillermo Moreno con
el índice erguido.
La Guardia de Infantería comenzó a moverse inquieta en medio
de la lluvia de
hortalizas.
–Ortiba, bocón –le mojaron la oreja los puesteros.
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El secretario de Comercio sacó pecho y los volvió a señalar.
La policía intervino. Se llevó a tres de los escrachadores.
Uno de ellos denunció apremios ilegales.
La tensión en la nave 11 del Mercado Central tardó en
disiparse. El funcionario se propuso en vano cotejar las
instalaciones.
Amén del estilo impiadoso de Moreno, la resistencia se
explicaba en un incremento del 60 por ciento del canon que
impuso a los operadores, justo en una temporada atípica por
las pérdidas que el conflicto del campo produjo en ese
centro concentrador.
La interna del peronismo también se coló en las
especulaciones. Los trabajadores del lugar aseguran que
el presidente de la
Cámara de Operadores Mayoristas Frutihortícolas (Comafru),
Fabián Zeta, ve con
simpatía la candidatura a diputado nacional de
Francisco de Narváez.
El episodio ocurrió hace diez días y fue convenientemente
silenciado. Néstor Kirchner prefiere esconder al
verborrágico secretario de Comercio en esta nueva etapa de
la guerra gaucha. Un poco para preservarlo, otro para no
exponer el costado más brutal del Gobierno en vísperas de
elecciones. El voto de censura también le cabe al
piquetero Luis D’Elía.
PORONGAS Y MIERDAS.
La nueva estrategia oficial no reniega de las palabras
fuertes, siempre y cuando se expresen en forma pausada y en
baja intensidad. El propósito es contrastarlas con el
previsible discurso altisonante e irascible de los
ruralistas.
No por nada, aquella arenga sanguínea de Cristina Kirchner
contra los “piquetes de la abundancia” dio paso en estas
semanas a un relato aplomado y plagado de citas bíblicas.
¿Podría Moreno participar de ese marketing? Definitivamente,
no.
El secretario de Comercio, cuando recibe a un empresario,
escapa a este festival de la hipocresía.
–¿Vos sos poronga o sos mierda? –suele ser su primera
pregunta.
Y ante el asombro de su interlocutor, él mismo lo saca del
apuro.
–Vos no te preocupes, porque yo soy mierda.
En el universo de Moreno, vale la aclaración, el único
poronga es Kirchner, y los mierda, sus adláteres.
Este gendarme de los precios, que se ha ganado el mote de
Napia, Patota o El Malo, está vivito y coleando. Transita
Olivos como su casa. Se lo ve habitualmente en el “ala
Kirchner” de la jefatura de Gabinete de la Quinta. La
aclaración vale porque en esa casa también existe el “ala
Cristina”.
Ambos lugares están claramente delimitados y presentan
diferentes ornamentaciones. A pesar de la sociedad política
que conforman, Néstor y la Presidenta no comparten ni los
mismos gustos ni las mismas amistades.
En ese sentido, el caso de
Sergio Massa
es paradigmático. El jefe de Gabinete tiene correspondencia
con la mandataria. Pero Kirchner le desconfía. Del círculo
íntimo del santacruceño alientan las versiones más
entreveradas. La última es que el funcionario promueve
concejales del peronismo anti-K en algunos distritos de
bonaerenses. Incomprobable.
Lo único evidente a esta altura es la interna que Massa
tiene con Florencio
Randazzo. En el avión
que los trajo de Santiago del Estero, el jefe de Gabinete le
infligió la humillación del subordinado, cargándolo de
órdenes delante de Cristina. Con paciencia de orfebre, el
ministro del Interior ahora aguarda sin chistar la eyección
de su compañero circunstancial de ruta. Si esto ocurre,
¿ocupará su lugar?
Desafiante, Massa asegura que su destino inmediato será la
intendencia de Tigre y no una candidatura. A los incrédulos,
lo desafía con apuestas, una debilidad manifiesta del jefe
de Gabinete.
¿Qué margen tiene para negarse a integrar la lista oficial
si Néstor se lo pide? Atento a la lógica K, ninguno. Pero
hay quien recuerda aquella filípica del ex presidente
prohibiéndole que se presente como candidato a jefe comunal
de Tigre, algo que el joven e hiperkinético funcionario
desoyó.
TELEBEAM PARA MACAYA.
Si Massa no acepta el convite de
acompañar a Kirchner en la boleta, ésta se completará con
el secretario general de la gobernación, José Scioli, y la
ministra de Salud de la Nación, Graciela Ocaña.
En La Plata aseguran que el
cuarto lugar podría quedar para
Guillermo Vilas.
En los últimos días el ex tenista buscó empaparse de
coyuntura política. Un colaborador de años le sugirió que
mire Desde el llano,
el programa que el periodista Joaquín Morales Solá tiene en
TN, el canal de cable de Clarín.
A propósito de ese grupo: la pulseada que plantea el debate
de una nueva Ley de Radiodifusión tiene ribetes que dan
pavor. En la Rosada hacen un seguimiento de cada palabra que
se pronuncia en Canal 13, y no sólo en los noticieros sino
en toda la programación. ¿Un ejemplo? Han relevado y
distribuido una declaración del
conductor de Fútbol de
Primera, Enrique Macaya Márquez,
donde plantea reparos a la
propuesta oficial para modificar la transmisión televisiva
de los partidos.
Kirchner lo toma como una batalla personal. A veces la
protagoniza en público, como aquel día que consagró el
“¡¿qué te pasa Clarín?!”. Pero también blasfema en privado,
ante su círculo áulico, por cómo Clarín hace lobby en el
Congreso.
La campaña indefectiblemente profundizará esa tradición
política de no hacerse cargo de las cosas. La semana
saliente ofreció una muestra palmaria cuando el Gobierno
decidió cargar sobre
el gobernador chaqueño Jorge Capitanich
toda la responsabilidad por
la epidemia del dengue. Una manera de limitar a una
provincia un tema de preocupación nacional.
Con el anuncio de un plan de seguridad ocurrió lo mismo. ¿No
era una “sensación térmica”? Ni hablar de la crisis
internacional, que de ser un problema ajeno pasó a ser la
razón que precipitó el adelantamiento de las elecciones.
Como si fuera poco, el martes probablemente se corporice
–una vez más– la terquedad oficial para dar un cierre
negociado al conflicto del campo. “Estos tipos de lo único
que quieren hablar es de las retenciones a la soja. Y
nosotros ya dijimos que no vamos a dar marcha atrás”,
sentenció un ministro ante Crítica de la Argentina.
Traducción: como mucho, habrá reunión de técnicos pero no de
representantes políticos.
Ese mismo día Kirchner hará un acto en Junín. ¿Anunciará
allí su lanzamiento como candidato a diputado? Es
improbable. Por tradición, o cábala, el matrimonio es más
afecto al Teatro Argentino de La Plata o el Mercado Central.
Si finalmente optase por este último lugar, alguien de su
entorno debería recomendarle que no lo acompañe Moreno.
Diego Schurman, Critica de la Argentina.