13 de Abril de 2009
Una zanahoria
para Scioli
El
"efecto Alfonsín" está teniendo influencia directa en el
paisaje político. Nadie puede hablar de un cambio de
tendencia consolidado pero sí, en cambio, de una
revalorización del radicalismo histórico como canal de
expresión opositora. Es que la desaparición del ex
presidente ha vigorizado a la UCR bonarense -en su alianza
natural con su ex conmilitona Margarita Stolbizer-, ha
restado votos a la alianza De Narváez-Solá y,
paradójicamente, despegado a Kirchner-Scioli.
Esa es
la radiografía hoy en los 24 partidos del conurbano, donde
se concentra el 22% del electorado nacional. Si las
posibilidades de un dramático triple empate dispararon la
decisión de embarcar a Scioli y a los muchos intendentes en
una elección legislativa, la incorporación del gobernador
bonaerense le dio a Kirchner cierto respiro, según
encuestadores serios.
En un
reportaje que publicamos hoy, Scioli confiesa que va a la
elección para "garantizar la gobernabilidad" y para que el
país no vuelva al desorden económico si el oficialismo no
tiene garantizado el control legislativo. Tamaña declaración
para un gobernador que tiene un déficit muy grave en sus
finanzas muestra cómo encara el kirchnerismo los comicios y
el dilema que pretende incrustar en la campaña: Kirchner o
el caos.
Esta
táctica electoral intenta reagrupar lo que queda del
ejército kirchnerista bonaerense. En los grandes distritos
del interior, los pronósticos para la Casa Rosada son malos
o muy malos.
Kirchner necesita un triunfo contundente en Buenos Aires
para nivelar la balanza. Ese objetivo todavía está en
discusión. Nadie sabe si la impronta emocional por Alfonsín
se mantendrá a la hora de votar y si la jugada en la
Provincia mantiene su empuje. Si esto ocurre, el sacrificio
de Scioli tendrá el premio de la candidatura presidencial en
2011. Ricardo
Kirschbaum, Editor General de Clarín.