04 de Mayo de 2009
La disputa por un negocio de 200 millones de pesos
La caja que traba el avance del boleto único
El plazo original para que funcione el sistema electrónico,
SUBE, vence mañana, pero no podrá aplicarse antes de
octubre. Cuatro empresas se compiten por la provisión de las
máquinas lectoras de las tarjetas.
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La combinación de una batalla empresaria por una
inversión de 200 millones de pesos, la incapacidad de
gestión oficial y la guerra por el manejo de la recaudación
diaria del servicio de transporte de pasajeros frustró otra
promesa K. Mañana vence el plazo que se impuso
la presidenta
Cristina Kirchner
para implementar el sistema de boleto
electrónico que terminaría con el “curro” de la falta de
monedas. Fue anunciado hace 90 días, pero con suerte
comenzará a funcionar a los ocho meses del día en que
Cristina Fernández de Kirchner dijo que el plan no podía
fracasar porque estaba amparado por “San Néstor”.
La promesa era ambiciosa: en tres meses la Secretaría de
Transporte debía diseñar el programa, adjudicar la provisión
de 5 millones de tarjetas magnéticas, comprar e instalar las
lectoras en más de 17 mil colectivos y molinetes de
estaciones del subte y trenes, comprar el software,
contratar el servicio informático para la implementación del
sistema y montar las bases de operaciones. Pero hasta hoy el
Gobierno avanzó poco, casi nada.
La empresa Nación Servicios
–que pertenece al Grupo del Banco Nación–, la encargada de
implementar el Sistema Único de Boleto Electrónico (SUBE),
lanzó sólo dos de las licitaciones: hace diez días convocó a
los oferentes para la adquisición de las tarjetas y esta
semana publicó los pliegos para la contratación de los
centros de procesamiento de datos. Pero el capítulo más
significativo del proyecto, la elección y la compra de las
lectoras de tarjetas, está paralizado.
Cuatro empresas que ofrecen distintos estándares
tecnológicos pelean para quedarse con ese negocio, que
representa casi la totalidad de la inversión que prometió la
Presidenta.
El Grupo Roggio, a través de su subsidiaria
Prominente –que ya instaló el Monedero en el subte porteño–,
quiere ganar la futura licitación para extender su negocio y
no perder la inversión que ya realizó: el decreto
presidencial obliga a todas las concesionarias del
transporte metropolitano a adherir al SUBE. En la pelea
también están
Siemens, la española Indra y una compañía de
capitales ingleses.
En una de las dos licitaciones que están en marcha, el
Gobierno admitió que el plazo se extenderá. A los
proveedores de las tarjetas magnéticas les otorgaron un
plazo de 150 días para la entrega del material. El decreto
84/2009 que firmó la jefa de Estado el 4 de febrero decía
otra cosa: “El boleto electrónico deberá organizarse en la
totalidad del sistema en el plazo de noventa (90) días”.
Además, el pliego que preparó Ricardo Jaime obliga a los
proveedores de las tarjetas a entregar sólo 500 mil en los
primeros sesenta días desde que se adjudique la licitación.
Es apenas el 10 por ciento del total, pero aún no se
abrieron los sobres para evaluar las ofertas.
La demora tiene un tercer origen, producto del choque de
intereses entre los actores del sector.
Las cuatro cámaras
que agrupan a los empresarios (Asociación Civil de
Transporte Automotor, Cámara Empresaria de Autotransporte de
Pasajeros, Cámara de Empresarios del Transporte Automotor de
Personas y Cámara Empresaria del Transporte Urbano de Buenos
Aires)
quieren imponer sus condiciones. La discusión es por
dinero. Aún no está claro de qué modo y en qué plazos el
Banco Nación –que operará como administrador financiero–
distribuirá la recaudación entre los operadores. Hoy las
empresas contabilizan sus ingresos a diario. Por un lado, el
sistema impediría la evasión y por otro habilitará un
negocio financiero con la recaudación que, en principio,
quedaría en manos del Gobierno.
El sistema electrónico permite la compra anticipada de
boletos: en la práctica funciona un crédito que los
pasajeros le otorgan a las empresas. Hasta que los pasajes
son utilizados, ese dinero puede emplearse para generar
recursos adicionales. Es cuestión de números: los usuarios
no obtienen ningún beneficio por el “préstamo” y el Banco
Nación puede obtener una renta financiera con esos fondos.
Según el INDEC, en marzo los trenes, subtes y colectivos
metropolitanos trasladaron 190 millones de pasajeros. Son
unos 300 millones de pesos por mes.
Las monedas crecen
poco
No se trataba de resolver el “inconveniente” de las monedas.
La implementación del SUBE fue prometido por la presidenta
Cristina Kirchner para eliminar el “negocio de las monedas”
que –según ella– “pagan los que no tienen estrategias
defensivas frente a la especulación y frente a los
negociados”. Lejos de resolverse, en los últimos meses el
problema empeoró. No sólo por los “negociados” sino también
porque el Estado no acuñó la cantidad de metal que debía. Un
informe de la consultora Qualitativa determinó que, pese a
la inflación y la actividad económica, “el Banco Central no
ha emitido la cantidad suficiente para abastecer la
demanda”. El estudio refleja que la evolución del circulante
de monedas, en los últimos tres años, no acompañó el ritmo
de la economía. En 2008, el BCRA aumentó en un 4,2% la
cantidad de metal, muy por debajo del crecimiento del índice
de precios, incluso el que elabora el INDEC.
Crítica de la Argentina.