22 de Junio de 2009
Con mucha frecuencia, los periodistas
intentamos ejercer el oficio jerarquizando lo que entendemos
fundamental y dejando de lado lo que es subsidiario,
aleatorio o accesorio. En este caso, la temática de este
podcast podría ser juzgada por algunos como irrelevante, o
superficial.
¿Por ejemplo, que el presidente del Partido
Justicialista aparezca en helicóptero en la cancha de fútbol
del club del que es simpatizante y le regale a ese equipo, a
ese plantel profesional, cuatro televisores plasma de 32
pulgadas cada uno?
En verdad, si se compara este hecho con los grandes debates
internacionales, el problema del cambio climático, las
protestas populares en la República Islámica de Irán, el
nuevo marco regulatorio para el sistema financiero que está
dictando
Barack Obama,
esto de la Argentina es un episodio no
solamente doméstico sino profundamente módico. Irrelevante,
en un sentido explícito.
Sin embargo, deja de serlo cuando el
periodista, a partir de ese episodio pretende conjeturar
algunas variables del accionar político del oficialismo.
Como hincha de Rácing, Néstor Kirchner tenía
varias alternativas, además de emocionarse con la goleada de
3 a 0 a Boca, del otro día. Podría haber suscitado un
homenaje popular; podría haber encabezado un fideicomiso en
donde centenares de racinguistas aportaran dinero para que
en la próxima temporada la institución tenga más capital, a
fin de poder nutrirse de buenos jugadores; o podría haberse
quedado, sin entrar en lo patrimonial, en el terreno
específicamente futbolístico, alegrándose y regocijándose de
la recuperación, de permanecer en primera división, escapar
al fantasma del descenso y, sencillamente, galardonar a los
jugadores con aquello que corresponde en el deporte, la
alegría del espectador ante el triunfo del club del corazón.
Sin embargo, como un Papá Noel lleno de
recursos infinitos y sin determinar de dónde salieron los
plasmas, ratificó su condición de “estanciero generoso”.
Estanciero de cara a la peonada, peonada que siempre tiene
que ser entusiasmada, o recompensada de vez en cuando.
Prometió los televisores, los consiguió –seguramente por
algún canje de atenciones o de favores pendientes- y
apareció como un Papá Noel moderno y blanquiceleste en la
cancha de Rácing -aterrizando el helicóptero presidencial
que él usa, supuestamente, porque se lo alquila para eso el
Partido Justicialista- regalando esos televisores.
Paradigma de lo que el progresismo
kirchnerista no logra explicar o justificar. ¿Esto es lo que
hace un dirigente político que quiere transformar la
sociedad? ¿Ésta es una política o una estrategia, o una
manera de plasmar políticas de Estado, que va de la mano de
un ideario progresista, solidario, de transformación, de
superación del clientelismo de los años ’90? Por supuesto
que no. Es, sencillamente, más de lo mismo, pero cada vez
peor. Casi, diría uno, una caricatura de las actitudes
prebendarias más groseras.
Desde el televisor que se
regala, al helicóptero en el que viene, es una sumatoria de
todo lo que no hay que hacer. Sobre todo, cuando encima se
pretende hacerlo desde un modelo transformador, progresista,
nacional y popular, que termina plasmado en un plasma de 32
pulgadas para ganarse la buena voluntad de la peonada.
Pepe Eliaschev, periodista. Diario Perfil.
-------------------------
NOTA RELACIONADA:
Helicóptero
Señor Director:
"Soy vecino de la quinta presidencial de Olivos.
Regularmente veo el helicóptero presidencial ir y venir
llevando y trayendo a la Presidenta.
Este domingo la señora viajó a Suiza, pero el helicóptero
siguió durante su ausencia despegando y aterrizando
incesantemente.
¿Será que el señor Kirchner, presidente del Partido
Justicialista e inquilino de Olivos, lo usa para hacer sus
viajes de campaña?
¿O será que en realidad el aparato también es a control
remoto y Néstor practica aeromodelismo en escala 1:1?"
Carta de lectores, diario La Nación del 19-6-08
Diego Diez
DNI 24.268.099
diegodiez@arnet.com.ar