22 de Diciembre de
2008
NADA ES MAS BARATO
QUE LAS PLAYAS DE BRASIL
Relevamiento en la isla de Florianópolis
Largó la temporada en el país de la caipirinha y se develó el
misterio sobre el costo de las vacaciones. Cerveza a cuatro
pesos, choclo a tres y almuerzos a quince. Alojamiento
económico y buenas opciones para turismo vip.
![](turismo85_archivos/image002.jpg)
Las playas de Florianópolis todavía están
tranquilas, pero a partir de esta semana, con el inicio de la
temporada alta de verano, los primeros turistas se instalarán
en la isla para disfrutar del sol y la caipirinha. En las
principales playas del estado de Santa Catarina las reservas
ya superan en un 8 por ciento a las del año pasado y las
autoridades estiman que los argentinos que llegarán para
disfrutar de las aguas cálidas y el ritmo brasileño serán más
de 350 mil. Según los datos de Santa Catarina Turismo (Santur),
50 mil arribarán antes de fin de año. Pero una cronista de
Crítica de la Argentina se adelantó al verano y pasó unos días
de descanso como si en verdad estuviera de vacaciones. De ese
relevamiento, surge que, definitivamente, comer, beber y
dormir en Brasil es, en líneas generales, más barato que en la
costa argentina.
Disfrutar de una caipirinha en la playa o en un bar cuesta 4,5
reales, es decir, 7 pesos. Si lo que se pide es una caipirinha
con uva, por ejemplo, 11 pesos. Una cerveza en la playa cuesta
sólo 4 pesos contra los quince que sale en cualquier lugar de
la costa argentina. Una botellita de agua en la playa sale
3,20, pero comprar un litro en el supermercado cuesta sólo dos
pesos. Alquilar una sombrilla cuesta ocho pesos el día, pero
claro, por 39 pesos se puede comprar una en un supermercado.
Un milo, es decir un choclo, cuesta 3,20 pesos, mientras que
los jugos naturales de frutilla, ananá, naranja, durazno y
sandía valen 4,7o pesos. Una gaseosa, entre 3 y 4 pesos.
Un helado de palito, 5 pesos. Para almorzar hay que calcular
unos 15 pesos en bufet libre o comprar comida por kilo a 17
reales, un poco más de 25 pesos.
Los pescadores de la isla se encargan de la producción de
ostras, que se pueden pedir por delivery. Con un llamado
telefónico y 5 reales (7,85 pesos) se consigue una docena, y
se pueden comer solas o, mejor, con limón. En un restaurante,
depende la preparación, van desde los 31 hasta los 62 pesos.
Los camarones, preparados al ajillo, en milanesas, rellenos, a
la griega, están en todos los menús a un precio similar a las
otras. Quienes insistan con el bife con papas fritas pueden
conseguirlo a un precio casi porteño: 23 pesos.
Alquilando un auto por 133 pesos por día, y pagando la nafta 4
pesos el litro, se puede recorrer la isla, que bordeando la
costa tiene 80 kilómetros de una punta a la otra. También se
puede ir de una playa a la otra en colectivo, a 3,20 el boleto
único o 7 en clase ejecutiva, y pasar una tarde diferente en
lugares como Praia Armaçao, donde los botes pintados de
colores recuerdan al barrio de la Boca.
Una habitación doble en un hotel de tres estrellas cuesta 190
pesos. Un departamento para cuatro personas, cerca de la
playa, se consigue a 390 pesos por día, pero también si se
busca un poco más ese costo puede bajar a 250 pesos. Para
alquilar una casa se debe calcular unos 500 pesos por día.
Pero si lo que se busca es alguna de las lujosas residencias
de Jurere Internacional, el balneario más caro, se debe
calcular desde 1.300 pesos la jornada. Los que conocen la isla
recomiendan no alquilar por internet. Un camping para cuatro
personas cuesta 219 pesos.
Los argentinos siempre eligen playas como Canasvieiras, Brava,
de los Ingleses. “Los precios están muy bien este año”, dice
Ángela Ferrer, de Buenos Aires, que se quedará a pasar Año
Nuevo y se compró la reposera porque le salía más barata que
alquilarla todos los días.
La isla también tiene una variada propuesta de excursiones. A
diferencia de la Argentina, son pocos los locutorios que hay.
La forma más barata de comunicarse es comprar tarjeta de
teléfono. Con la de 10R se habla más de una hora. Para salir,
la concentración de boliches está en Canasvieiras, Praia de
los Ingleses y la Lagoa. “La música es la misma de allá. Y la
brasileña son las canciones que conocemos nosotros. Los
vestidos de playa, la comida y la bebida están baratos”, dice
Sofía Sechini, que llegó desde Neuquén en viaje de egresados.
Lo cierto es que en la isla la caipirinha y la diversión están
garantizadas. María Helena Ripetta,
desde Florianópolis, Para Critica de la Argentina.
|