LA PRESIDENTA ES “REINA”
PUES NADA DELEGA Y
TODO LO SABE ," CON  NESTOR”

14 de Enero de 2009 

 El médico y periodista Nelson Castro, cree que el problema de salud que sufrió Cristina Kirchner tiene un costado político y cuestiona la forma en que se desenvolvió el Gobierno para comunicar el estado de salud de la Presidenta.

Entrevistado por Clarín, Castro, autor del libro que relata enfermedades de figuras de la política del pasado y de algunos de los presidentes, "Enfermos del poder" marcó "como primer punto importante que la salud de un jefe de Estado es un tema político". Y agregó: "En segundo lugar, debido a la implicancia política, siempre la tendencia es a minimizarlo o ocultar este tipo de inconvenientes. En este caso ha ocurrido eso. Se lo minimizó y se lo ocultó."

¿Por qué le parece que se intentó disfrazar el malestar de Cristina?

Porque este enfermedad habla de una clara debilidad política para este Gobierno.

¿Qué le llamó la atención del parte médico?

Haciendo un análisis clínico, el parte médico habla de lipotimia por deshidratación leve. En primer lugar me llama la atención que la causa haya sido el calor. Primero porque el jueves estuvo en Olivos y no creo que no tenga una aire acondicionado. Y en segundo lugar siempre aparece con una botellita de agua mineral y tiene hábito de tomar mucho líquido. Uno debe pensar si es que no hay otra causa.

La cantidad de tiempo de reposo, ¿fue la adecuada para una simple deshidratación?

Es llamativo. La información deja muchas dudas, como siempre ocurre cuando se comunica de esta manera.

¿Cómo le parece que puede repercutir esto en el Gobierno?

La manera en que afecte al Gobierno va a depender de cómo manejen el tema. ¿Qué es lo que expresa esta enfermedad? Debilidad política.

Más allá de este juicio que le genera el diagnóstico de Cristina, para Castro, otro elemento del caso es que "el comunicado no dice toda la verdad".

A pesar de esto, Castro dice que no cree que la Presidenta tenga alguna enfermedad, aunque sí concluyó que pudiera ser que Cristina esté tomando alguna medicación que incluye "desde diuréticos hasta remedios de indicación psiquiátrica".

La lipotimia de Cristina Fernández fue una demostración más de que las enfermedades de los presidentes son asuntos de Estado que encierran enormes implicancias políticas. Los padecimientos presidenciales siempre molestan al propio poder, porque contradicen su sentimiento de omnipotencia; pone a los mandatarios en una situación de igualdad con el resto de los ciudadanos.

Esta vez, como siempre, al principio se intentó minimizar el asunto. La falta de información oficial colaboró en generar incertidumbre y dio lugar a todo tipo de rumores.

Después, la versión gubernamental se volvió poco creíble. Incluso, el diagnóstico medico de que se trató de una lipotimia por deshidratación tampoco resultó creíble, a la luz de que la Presidenta suele trabajar en la residencia de Olivos y demás ámbitos en los que hay aire acondicionado. Informalmente, se habló de una anemia o de un medicamento que pudo haber tomado. Además, de una lipotimia normal uno se recupera con un par de horas de reposo; no hacen falta 48.

En suma, debería aclararse la situación. Pero no se hace y eso genera un estado de sospecha. ¿Cuál fue, entonces, la causa real de la lipotimia?

En general, en la Argentina y en el resto del mundo, los casos de enfermedades presidenciales se manejan así. Cuando Perón estaba enfermo, se decía que sólo tenía una gripe; cuando Carlos Menem tuvo la carótida obstruida, lo mismo.

Con el mismo Néstor Kirchner y su hemorragia digestiva hubo un mal manejo de la información que dio lugar a todo tipo de versiones.

LA INTIMIDAD DE LA PRESIDENTA

Una mujer obsesionada con el cuidado de la imagen y la salud

Sus rutinas: cinta y caminatas en Olivos. Consulta siempre al médico. La opinión de su biógrafa.

"Parecía muerta, te juro. Cuando estaba en el quirófano, toda destruida, lo único que dije fue: 'tráigame un espejo'. Yo lo único que quería ver era cómo había quedado mi cara". Es Cristina la que habla, sobre un accidente con su auto en las calles heladas de Río Gallegos. Conducía ella, como aún le gusta hacerlo. Tenía 29 años.

La historia la cuenta Olga Wornat, la biógrafa de la Presidenta, en su libro Reina Cristina. El episodio habla de la preocupación de Cristina por el cuidado de su aspecto, preocupación que con los años se incluyó, más sabiamente, el cuidado de su salud.

Wornat dice hoy a Clarín que la Presidenta es "superobsesiva con la salud". Cristina "siente la menor cosa y está consultando al médico, haciéndose un chequeo. Todo lo que tiene que ver con el corazón y la circulación le preocupa, aunque no tiene ningún problema".

El agua es una de las obsesiones más visibles de la Presidenta. "En todos los países lo que más se comenta es su ir y venir con las botellitas de agua mineral. Me acuerdo que el presidente Felipe Calderón, en México, estaba impresionado con eso", recuerda Wornat. "Por eso me llama la atención el diagnóstico de deshidratación. Debe estar muy mortificada con esto".

La Presidenta no come carne, dice Wornat, aunque su médico sostiene que sí lo hace. Nunca se la ve comer en recepciones o cócteles, como pueden dar cuentas periodistas y funcionarios. Y no toma alcohol.

"Lamento no haber dejado de fumar y empezado a hace ejercicio más joven". Con esa frase despidió Cristina en agosto a la delegación olímpica argentina antes de su partida a Beijing. Los Kirchner han sido fumadores empedernidos.

Cuánto demanda la atención de la Presidenta sobre sí misma es algo que han advertido los especialistas desde su primer día en funciones. Cualquier mujer sabe sobre eso, en realidad.

Las rutinas de la Presidenta incluyen caminatas por los jardines de Olivos, en la cinta y patinar sobre rollers, desde hace ya años.

"Le gusta el aire libre -dice Wornat-, pero no puede tomar sol. Tiene una enfermedad llamada rosácea, muy sensible, de la rama de las psoriasis, de origen psicosomático".

¿Tiene la Presidenta algún desorden emocional, como especularon algunos medios? La versión sobre que Cristina padece una trastorno de bipolaridad, que alterna euforias con depresiones, posiblemente se origine por extensión: su hermana menor sufrió esos trastornos. "Conozco el caso de su hermana, pero nunca le pregunté sobre el tema bipolaridad", admite Wornat. "Solo una vez me hizo un comentario: 'qué tremendo el tema de las depresiones'. Y nada más".

Después de aquel quirófano, postergó una cirugía plástica sobre una pequeña cicatriz. "Si me llego a hacer un lifting los periodistas me matan", le confesó hace poco Cristina a su biógrafa.

-¿Lifting no, pero botox sí?, preguntó Clarín.

-Sí, botox, sí. Pero se lo hace todo el mundo.

Martes 30 de diciembre. Cristina, en la ceremonia de ascensos en las Fuerzas Armadas, en la Casa Rosada.

Miércoles 7 de enero. La Presidenta, en una audiencia con gobernadores en su despacho.

Jueves 8 de enero. Cristina, en su última aparición pública, en un acto oficial en la Quinta de Olivos.

OLA DE RUMORES POLÍTICOS, DE SALUD Y "ESTÉTICOS"

¿Qué le pasa a la Presidenta?

Postergó el viaje a Cuba y Venezuela. Un corto comunicado lo adjudicó a la prescripción médica por un cuadro de "lipotimia" y "deshidratación".

Cristina sufrió ayer una descompensación y postergó su viaje a Cuba.

LIPOTIMIA. El titular de la Unidad Médica Presidencial, Luis Buonomo, informó anoche que la mandataria deberá mantener “reposo” y no podrá viajar “hasta que nuevos controles diarios lo permitan”.

En un comunicado de apenas cuatro líneas, el doctor Buonomo reveló, acerca de la suspensión del viaje de la mandataria a Cuba, que “en atención al episodio de lipotimia y deshidratación leve presentado en el día de ayer por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, del cual se recupera con tratamiento sintomático, se mantiene la recomendación de reposo por 48 horas y no viajar hasta que nuevos controles diarios lo permitan”.

El cuadro, siempre según el parte oficial, habría sido causado “por las altas temperaturas” que en esta época del año afectan a la Ciudad de Buenos Aires.

Según dejaron trascender desde la intimidad de la residencia de Olivos, la Presidenta se habría mostrado contrariada por la suspensión del viaje y le habría pedido a su médico personal rever la prohibición.

El jueves la Presidenta había pegado el faltazo a un acto oficial en la localidad de Florencio Varela, donde fue reemplazada por su esposo Néstor Kirchner, quien explicó la ausencia de la jefa de Estado diciendo: “Somos pingüinos y sentimos el calor”.

En tanto, el jefe de Gabinete, Sergio Massa, salió a decir que los problemas de salud de Cristina “no eran graves” y que “pronto” retomaría la actividad oficial.

Lo cierto es que ayer, Cristina también canceló la agenda que preveía el anuncio de un importante programa de beneficios para la industria agrícola, un sector que fue afectado primero por el conflicto con el campo por las retenciones y luego por la crisis financiera internacional.

LOS MÉDICOS DICEN. El doctor Alfredo Buzzi, decano de la Facultad de Medicina de la UBA, explicó a este diario que la lipotimia es “una condición benigna, caracterizada por una disminución o pérdida transitoria de la conciencia. Suele deberse a una disminución de la presión arterial, provocada por causas reflejas o circunstancias externas como el calor y la falta de hidratación. Habitualmente, cede al colocar al paciente en posición horizontal, cuando la sangre va a los centros nerviosos”. En resumen, se trata de un padecimiento “benigno, transitorio y reversible”. Según el decano, ante ese cuadro se recomienda “un reposo breve, de un par de horas; y una adecuada hidratación con agua, sal o glucosa”.

En línea con Buzzi, el doctor del hospital Santojanni, Marcelo Struminger, así graficó la gravedad de la lipotimia: “Si una señora sufriera una lipotimia un día antes de irse de vacaciones a Termas de Río Hondo, yo le recomendaría que tome líquido, que coma con sal, que se siente si se marea y que viaje nomás”.

Lo cierto que el viaje a la isla caribeña venía lleno de complicaciones políticas, sobre todo por la aparente imposibilidad de alcanzar algún logro por el caso de la médica disidente Hilda Molina y su intención de viajar a la Argentina para reencontrarse con su familia. Un tema muy seguido en los medios argentinos.

Esta cuestión ya había tensado las relaciones entre Fidel Castro y Néstor Kirchner, quien nunca concretó su proyectado viaje a Cuba.

ESTÉTICA. La desaparición de escena de la presidenta de la Nación por 48 horas y la postergación del viaje por una semana también desataron una ola de versiones que especulan con la posibilidad de que las dolencias de la mandataria obedezcan, en realidad, a algún tipo de complicación por alguna intervención estética.

Esta versión fue desmentida enfáticamente por los colaboradores de Cristina Fernández, quienes dicen que a pesar de su delicado estado de salud, atendió durante todo el día de ayer asuntos de Estado desde la residencia de Olivos. Por Javier Romero.

Lecciones de una lipotimia

La hostilidad del kirchnerismo hacia Cobos obliga a reflexionar sobre qué ocurriría si éste tuviera que reemplazar a la Presidenta

Es bien sabido que la posible enfermedad de un Presidente constituye un tema de Estado y, como tal, debe ser tratado tanto por el Gobierno como por los partidos de la oposición y los medios.

Según la información brindada por el propio Gobierno, la presidenta Cristina Kirchner se repone de una presunta lipotimia y deshidratación que sufrió el jueves último y que desde entonces la mantuvo alejada de la Casa de Gobierno y la obligó a cancelar un acto la semana pasada y el proyectado viaje a Cuba y Venezuela, periplo que se concretaría a partir del sábado próximo.

Es de esperar que, como ha señalado la escasa y confusa información oficial, el percance haya sido solamente eso y que la primera mandataria se encuentre en plena recuperación. Como señal de su mejoría, se supo que tanto el lunes como ayer recibió en la quinta de Olivos a sus ministros.

De todos modos, lo ocurrido arroja dos enseñanzas. La primera es la constatación de que la información oficial ha sido, y es, de una preocupante insuficiencia. La falta de información es una constante de la gestión kirchnerista, y por esta razón se especuló también con un posible pico de estrés y se habló de un desmayo.

No caben dudas de que el primer año de gestión de la Presidenta ha sido muy intenso y plagado de contratiempos y sinsabores que, en muchos casos, se originaron en pésimas decisiones del propio Gobierno. No es del caso detenernos en ellas ahora. Pero también es cierto que la Presidenta, que no suele iniciar temprano sus jornadas en la Casa Rosada y a veces lo hace después del mediodía, también acostumbra descansar en Santa Cruz durante fines de semana que a veces abarcan los viernes o los lunes.

La segunda reflexión cae de maduro y nace del creciente vacío y la franca agresividad con que el kirchnerismo castiga al vicepresidente Julio Cobos desde su recordado "voto no positivo" en el Senado, que infligió al oficialismo una derrota política de la que está muy lejos de haberse recuperado.

Cobos no se deslizó subrepticiamente en la vicepresidencia. Lo eligió Néstor Kirchner como acompañante de su esposa en una coalición electoral y lo votaron los mismos ciudadanos que respaldaron a Cristina Kirchner. Y a ella la acompañará hasta terminar ambos la gestión para la cual fueron elegidos.

Si la enfermedad de la Presidenta hubiera revestido una gravedad que afortunadamente no parece tener, y hubiera exigido su alejamiento temporal del ejercicio de la presidencia, Cobos tendría que haberla reemplazado. En ese caso, no es difícil imaginar las dificultades que habría enfrentado con un gabinete hostil que suele obedecer más a Néstor que a Cristina Kirchner.

Lo ocurrido y lo que podría ocurrir en el futuro debería mostrarle al Gobierno que el odio y el rencor hacia el vicepresidente, que a esta altura se han vuelto francamente irracionales, deberían cesar o, si esto es imposible dado el temperamento del matrimonio presidencial, deberían atemperarse en bien de la institucionalidad y del respeto por los valores y las instituciones democráticas. Editorial del diario La Nación del día de la fecha.

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La menos pensada